DÍA
SÉPTIMO
VARIEDAD
O ESPECIES DISTINTAS DE ÁNGELES
MEDITACIÓN
PUNTO
1º. Considera, alma mía, que, así como el mundo corpóreo no presenta a nuestra
encantada vista el desagradable espectáculo de la monotonía, en el que todos
los seres que lo llenan fueran iguales sin sucesivos grados de perfección; así
también el mundo de los espíritus no presenta a nuestra arrobada inteligencia
el espectáculo de una multitud de seres iguales los unos a los otros, de manera
que para conocerlos todos baste sólo conocer uno. En el vasto cuadro de la naturaleza,
en cada orden de seres vemos una variedad inmensa que nos deleita y enajena: en
las aves que pueblan la atmósfera sin dejar de ser aves ¡qué variedad de
figuras, de colores, de plumajes, de cantos, de instintos! en los anima es que
habitan Ja tierra ¡cual grande es a diversidad desde los viviente microscópicos
hasta el elefante! ¿quién es capaz de enumerar todas las clases? En el mar, ¿no
se encuentran en su seno, como lo aseguran los naturalistas, tantas especies y
tan vanadas como los habitantes del aire y de la tierra? ¿Y sólo los Ángeles que
son en número casi infinitamente mayores que los cuerpos del universo habían de
ser todos iguales sin ofrecer ninguna variedad en sus naturalezas y
perfecciones?
PUNTO
2º.
Considera cuan admirable es esa escala ascendente de las especies de los
Ángeles, pues que no habiendo dos completamente iguales, hay entre ellos tantos
grados de perfección, cuantos son en su
prodigioso número, y como cada grado de perfección en el Ángel, según dice Santo Tomás, constituye una especie, la variedad
de Ángeles es portentosa; así pues, la
nobleza, excelencia y perfección de los Ángeles crecen y se aumentan á
proporción que se elevan de los inferiores a los superiores pues siéndolas
esencias o naturalezas de los seres como los números a quienes sí se agrega o
quita la unidad, se cambia su especie o naturaleza, y los mayores contienen a
los menores, como el 7 contiene al 2 al 3 al 4 etc.; los Ángeles por igual
manera son más excelentes y más nobles a medida que contienen más grados de
perfección en su ser hasta llegar al Príncipe de la milicia celestial, el cual
contiene eminentemente en sí todas las innumerables perfecciones repartidas en
los millones y millones de sus inferiores. En el hombre encontramos algo
semejante que pueda darnos una pálida idea de esa nobleza y excelencia
ascendente de los Ángeles superiores, porque el hombre contiene en sí de un
modo eminente la esencia y perfecciones de sus inferiores, como de los
elementos, las plantas, los animales y un grado superior, el de la propia
racionalidad. ¡Qué bello espectáculo presentarán, pues, los Ángeles agrupados
en torno del Altísimo, a las miradas de los bienaventurados que recorrerán con
asombro la inmensa variedad de sus perfecciones y bellezas! ¡Oh! dilátense
nuestros corazones de gozo al pensar que también nosotros los desterrados en
este valle de lágrimas, brillaremos en el Cielo después de la resurrección con
claridades distintas, como unas estrellas resplandecen con fulgores distintos
de las otras: Sicut stella diferet a stella in clarítate, sic et in resurrectione
mortuorum.
JACULATORIA
Espíritus celestiales, que mostráis la
sabiduría de Dios en la variedad de vuestras nobles naturalezas, alcanzadme de
vuestro Criador, la gracia de Practicar todas las virtudes de que soy capaz.
PRACTICA
Imitad
las buenas obras que veáis ejecutar en vuestros hermanos, y, sobre todo, imitad
las virtudes ele los santos para que seáis más perfectos en adelante. Se rezan
tres Padre nuestros y tres Ave Manas con Gloria Patri, y se ofrecen con la
siguiente:
ORACION
Soberanos
espíritus, felices habitantes del Paraíso, que con la desigualdad de vuestras
nobles naturalezas, desde la últimas hasta la primera, estas haciendo brillar el
orden maravilloso en que plugo el Criador sacaros de la nada para mayor
esplendor de su gloria, haced que nosotros, sordos a los gritos de la soberbia,
nos conformemos con los males y defectos de nuestra condición y estado, sin
aspirar a igualarnos a los que en bienes puramente terrenales, nos sean
superiores, sino que, únicamente envidiemos la santidad de los bienaventurados
del cielo. Amén.
EJEMPLO
Estando
San Bernardo una noche velando en oración vio á los Ángeles, que anotaban los
nombres de los que entonces oraban, y que con sus plumas los escribían, pero
advirtió una grande diferencia : que los de aquellos que oraban con atención y
fervor grande, los escribían con letras de oro; los de los meno fervorosos con
letras de plata, los de los que tenían buena voluntad de orar pero sin llegar
al efecto, con tinta; los de los que oraban soñolientos o sin atención, con agua
y finalmente de los que oraban estando en pecado mortal o voluntariamente
distraídos, nada escribían. Mira tú, cómo escribirán los Ángeles tus ordinarias
oraciones.
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