lunes, 23 de octubre de 2023

MES DE OCTUBRE A LOS SANTOS ÁNGELES


 

DÍA VIGÉSIMO CUARTO

OBEDIENCIA A NUESTROS ÁNGELES CUSTODIOS

MEDITACIÓN

PUNTO 1º. Considera, alma mía, que la obediencia á nuestros Ángeles custodios es un deber, de cuyo cumplimiento depende agradar á Dios Nuestro Señor y conseguir el último fin para que hemos sido criados; pues ellos no nos mandan sino lo mismo que Dios nos ordena; sus preceptos son los preceptos divinos, sus inspiraciones, las inspiraciones santas del Espíritu divino, su voluntad, la voluntad misma del Padre celestial. Por consiguiente, si obedecemos al Ángel de nuestra guarda, obedecemos á Dios; si le despreciamos, despreciamos al mismo Dios, quien nos prescribe clara y terminantemente esta obediencia á nuestro Ángel Custodio por estas palabras: "He aquí que yo envió á mi Ángel para que te guie, te acompañe en el camino y te conduzca al lugar que te he preparado, obedécele y escucha sus palabras." Ahora bien, no podemos dudar que los Ángeles nos hablan, pues ya hemos considerado al tratar de su lenguaje, cómo se comunican con nosotros ordinariamente, es decir, sugiriendo en nosotros los buenos pensamientos, inspirándonos firmes resoluciones de apartarnos del mal y practicar la virtud. Así, pues, cuando os sintáis movidos á imitar el buen ejemplo de un amigo, no dudéis que ese movimiento interior es la voz del Ángel que os habla; si á la vista de un pobre, os viene la idea de socorrer sus necesidades, esa idea es una inspiración de vuestro Ángel. ¿Y qué debéis hacer en estos y otros casos semejantes, sobre todo cuando se trata de- la práctica ele vuestras obligaciones? escuchar sus voces interiores, es decir, ejecutar lo mismo que vuestro amigo, dar la limosna al pobre según vuestras posibilidades, etc.; de esta manera ya habéis obedecido á vuestro Ángel custodio.

 

PUNTO 2º. Considera que aun cuando no estuviéramos obligados á obedecer á nuestros Ángeles de guarda, no debiéramos aplicarnos menos á hacer todo lo que nos aconsejan ó sugieren; porque en todo lo que nos dicen no tienen otra mira ni otro fin que nuestros propios intereses. Lo más frecuente, cuando nuestros padres y principalmente nuestros mayores nos mandan algo, es para sacar de nosotros alguna ventaja, por ejemplo, para que les ayudemos en sus trabajos ó para que ganemos para ellos dinero. Pue s bien, aunque nos manden únicamente movidos por esa ventaja, nunca estamos nosotros dispensados de obedecerles. Todo lo que los Ángeles nos mandan es solamente por nosotros y por nuestro bien; porque no tienen ninguna necesidad de lo que hacemos, y de ello no obtienen provecho alguno. Cuando nosotros trabajamos por la salud de nuestros prójimos y no logramos convertirlos, nos queda el consuelo de que no por esto perdemos el mérito de nuestro trabajo, según aquellas palabras de la Santa Escritura: "Dar á Dios la recompensa de sus santos trabajos;" y notemos bien que no dice de sus frutos o' buenos resultados; porque aunque sean inútiles, y no saquen ningún provecho nuestros hermanos, el que por ellos trabaja alcanza el premio debido á su trabajo, según el cual Dios recompensa y no según los frutos ó resultados. Pero el Ángel custodio no tiene ni aun este consuelo, trabaja y no merece nada, y cuando nosotros no le obedecemos trabaja sin provecho y sin mérito, pero sí, siempre sin disgusto porque todo lo que él pretende, obedeciendo á Dios, es simplemente obedecer, cumpliendo su palabra, Furientes verbum illius, pues sabe muy bien cuánta honra y gloria se adquiere con obedecer los mandamientos de Dios. Obedezcamos, pues, á nuestros Ángeles custodios para que no nos desamparen y abandonen y caigamos en poder de satanás y sus malignos artificios, como sucedió con Babilonia confiada al cuidado de los Ángeles, quienes dicen: '«Nos hemos esforzado por curar á Babilonia, y ella no se ha curado: la abandonamos." Orígenes comentando este pasaje, dice que acontece á una alma indócil á la voz de su Ángel, que cuando llega la hora de la muerte, se retira de ella, no queriendo asistir á su caída en el abismo infernal.

 

JACULATORIA

Ángeles que obedecéis á Dios y cumplis fielmente sus mandatos, enseñadnos la verdadera obediencia cristiana.

 

PRACTICA

En las oraciones de la mañana, nunca omitáis el propósito de seguir los consejos

y santas inspiraciones del Ángel de vuestra guarda. Se rezan tres Padres Nuestros y tres Ave Marías con Gloria Patri y se ofrecen con la siguiente:

 

ORACION

Amantísimo Ángel de mi guarda, que deseoso de mi eterna salvación, estáis continuamente hablando á mi corazón por medio de vuestras santas inspiraciones, intimándome el cumplimiento exacto de mis deberes, haced que yo sepa corresponder à vuestros deseos y obedezca vuestros mandatos y consejos, pues que todo lo hacéis únicamente por mi felicidad. Perdonadme, Santo Ángel mío, las innumerables desobediencias de que me he hecho culpable ante Dios y en vuestra santa presencia, frustrando v haciendo inútil por mi parte vuestra misión divina. Alcanzadme los auxilios de la gracia para que siempre sea obediente y dócil á vuestros preceptos. Amen.

 

EJEMPLO

Iba una vez cierto santo solitario muy fatigado del largo camino que diariamente tenía que recorrer para proveerse de agua, y miraba á una parte y otra buscando un sitio más cercano á la fuente para colocar allí su celda y no tener que andar tanto. Ocupado en este pensamiento oyó de repente una voz humana que contaba, "uno, dos, tres," Sorprendióle mucho oír voz de hombre en aquella vasta soledad, donde le constaba que nadie había fuera de él; volvió la vista atrás y observó que le seguía muy de cerca un lindísimo joven. ¿Quién eres, le dijo el anciano, y qué buscas en este yermo? Soy el Ángel de tu guarda, repuso el joven, y voy contando uno por uno los pasos que das, porque cada uno de ellos tendrá en el cielo un premio muy colmado. Esto dijo y se ocultó a sus ojos, dejando al santo viejo tan animado a trabajar y sufrir, que lejos de trasladar su celda más cerca, la retiró cuanto le fue posible para tener más ocasión de merecer. P. Rafael Pérez.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

ANOTACIONES

Al hablar sobre la piedad popular, es referirnos a aquellas devociones que antaño se hacían en nuestros pueblos y nuestras casas, cuando se...