DÍA
VIGÉSIMO CUARTO
OBEDIENCIA
A NUESTROS ÁNGELES CUSTODIOS
MEDITACIÓN
PUNTO
1º.
Considera, alma mía, que la obediencia á nuestros Ángeles custodios es un
deber, de cuyo cumplimiento depende agradar á Dios Nuestro Señor y conseguir el
último fin para que hemos sido criados; pues ellos no nos mandan sino lo mismo
que Dios nos ordena; sus preceptos son los preceptos divinos, sus
inspiraciones, las inspiraciones santas del Espíritu divino, su voluntad, la
voluntad misma del Padre celestial. Por consiguiente, si obedecemos al Ángel de
nuestra guarda, obedecemos á Dios; si le despreciamos, despreciamos al mismo
Dios, quien nos prescribe clara y terminantemente esta obediencia á nuestro
Ángel Custodio por estas palabras: "He aquí que yo envió á mi Ángel para
que te guie, te acompañe en el camino y te conduzca al lugar que te he
preparado, obedécele y escucha sus palabras." Ahora bien, no podemos dudar
que los Ángeles nos hablan, pues ya hemos considerado al tratar de su lenguaje,
cómo se comunican con nosotros ordinariamente, es decir, sugiriendo en nosotros
los buenos pensamientos, inspirándonos firmes resoluciones de apartarnos del
mal y practicar la virtud. Así, pues, cuando os sintáis movidos á imitar el
buen ejemplo de un amigo, no dudéis que ese movimiento interior es la voz del Ángel
que os habla; si á la vista de un pobre, os viene la idea de socorrer sus
necesidades, esa idea es una inspiración de vuestro Ángel. ¿Y qué debéis hacer
en estos y otros casos semejantes, sobre todo cuando se trata de- la práctica
ele vuestras obligaciones? escuchar sus voces interiores, es decir, ejecutar lo
mismo que vuestro amigo, dar la limosna al pobre según vuestras posibilidades,
etc.; de esta manera ya habéis obedecido á vuestro Ángel custodio.
PUNTO
2º.
Considera que aun cuando no estuviéramos obligados á obedecer á nuestros
Ángeles de guarda, no debiéramos aplicarnos menos á hacer todo lo que nos
aconsejan ó sugieren; porque en todo lo que nos dicen no tienen otra mira ni
otro fin que nuestros propios intereses. Lo más frecuente, cuando nuestros
padres y principalmente nuestros mayores nos mandan algo, es para sacar de
nosotros alguna ventaja, por ejemplo, para que les ayudemos en sus trabajos ó
para que ganemos para ellos dinero. Pue s bien, aunque nos manden únicamente
movidos por esa ventaja, nunca estamos nosotros dispensados de obedecerles.
Todo lo que los Ángeles nos mandan es solamente por nosotros y por nuestro bien;
porque no tienen ninguna necesidad de lo que hacemos, y de ello no obtienen
provecho alguno. Cuando nosotros trabajamos por la salud de nuestros prójimos y
no logramos convertirlos, nos queda el consuelo de que no por esto perdemos el
mérito de nuestro trabajo, según aquellas palabras de la Santa Escritura:
"Dar á Dios la recompensa de sus santos trabajos;" y notemos bien que
no dice de sus frutos o' buenos resultados; porque aunque sean inútiles, y no saquen
ningún provecho nuestros hermanos, el que por ellos trabaja alcanza el premio
debido á su trabajo, según el cual Dios recompensa y no según los frutos ó
resultados. Pero el Ángel custodio no tiene ni aun este consuelo, trabaja y no
merece nada, y cuando nosotros no le obedecemos trabaja sin provecho y sin
mérito, pero sí, siempre sin disgusto porque todo lo que él pretende,
obedeciendo á Dios, es simplemente obedecer, cumpliendo su palabra, Furientes
verbum illius, pues sabe muy bien cuánta honra y gloria se adquiere con
obedecer los mandamientos de Dios. Obedezcamos, pues, á nuestros Ángeles
custodios para que no nos desamparen y abandonen y caigamos en poder de satanás
y sus malignos artificios, como sucedió con Babilonia confiada al cuidado de los
Ángeles, quienes dicen: '«Nos hemos esforzado por curar á Babilonia, y ella no
se ha curado: la abandonamos." Orígenes comentando este pasaje, dice que
acontece á una alma indócil á la voz de su Ángel, que cuando llega la hora de
la muerte, se retira de ella, no queriendo asistir á su caída en el abismo
infernal.
JACULATORIA
Ángeles
que obedecéis á Dios y cumplis fielmente sus mandatos, enseñadnos la verdadera
obediencia cristiana.
PRACTICA
En
las oraciones de la mañana, nunca omitáis el propósito de seguir los consejos
y
santas inspiraciones del Ángel de vuestra guarda. Se rezan tres Padres Nuestros
y tres Ave Marías con Gloria Patri y se ofrecen con la siguiente:
ORACION
Amantísimo
Ángel de mi guarda, que deseoso de mi eterna salvación, estáis continuamente
hablando á mi corazón por medio de vuestras santas inspiraciones, intimándome
el cumplimiento exacto de mis deberes, haced que yo sepa corresponder à
vuestros deseos y obedezca vuestros mandatos y consejos, pues que todo lo
hacéis únicamente por mi felicidad. Perdonadme, Santo Ángel mío, las innumerables
desobediencias de que me he hecho culpable ante Dios y en vuestra santa
presencia, frustrando v haciendo inútil por mi parte vuestra misión divina.
Alcanzadme los auxilios de la gracia para que siempre sea obediente y dócil á
vuestros preceptos. Amen.
EJEMPLO
Iba
una vez cierto santo solitario muy fatigado del largo camino que diariamente
tenía que recorrer para proveerse de agua, y miraba á una parte y otra buscando
un sitio más cercano á la fuente para colocar allí su celda y no tener que
andar tanto. Ocupado en este pensamiento oyó de repente una voz humana que
contaba, "uno, dos, tres," Sorprendióle mucho oír voz de hombre en
aquella vasta soledad, donde le constaba que nadie había fuera de él; volvió la
vista atrás y observó que le seguía muy de cerca un lindísimo joven. ¿Quién
eres, le dijo el anciano, y qué buscas en este yermo? Soy el Ángel de tu
guarda, repuso el joven, y voy contando uno por uno los pasos que das, porque
cada uno de ellos tendrá en el cielo un premio muy colmado. Esto dijo y se
ocultó a sus ojos, dejando al santo viejo tan animado a trabajar y sufrir, que
lejos de trasladar su celda más cerca, la retiró cuanto le fue posible para
tener más ocasión de merecer. P. Rafael Pérez.

No hay comentarios:
Publicar un comentario