NOVENA AL SEÑOR DE LOS MILAGROS
CUYA IMAGEN MILAGROSAMENTE
PRESERVADA SE VENERA EN EL TEMPLO DE RELIGIOSAS NAZARENAS, CARMELITAS DESCALZAS
DEL SEÑOR S. JOAQUÍN
EN LA CIUDAD DE LIMA
Por el R. P. Fr. Bernardino
Gonzáles M. A
Con las licencias necesarias
LIMA
1914
MODO DE HACER LA NOVENA
1.-Ponerse en gracia de Dios,
recibiendo los sacramentos de la confesión y comunión.
2.Comenzar la novena el 20 de
octubre para terminarla el 28, y si no es posible, se puede hacer en cualquier
otro tiempo.
3.°-Dar una limosna, si hay
posibilidad, ó en su defecto, rezar algo que tenga indulgencias concedidas para
las almas del Purgatorio.
ACTO DE CONTRICIÓN
(Para todos los días)
Me presento, Dios mío, ante
vuestra Majestad, cubierto mi rostro de confusión, por la multitud de mis
pecados con que os he ofendido; pero alentado, también, por la promesa que
tenéis heeba, de que siempre que el pecador ocurra á los pies de vuestra
misericordia arrepentido y humillado, alcanzará perdón de todas sus culpas. Mi
confianza en vuestra bondad aumenta, cuando os miro clavado de pies y manos en
la cruz, en donde por mi amor padecisteis intensos dolores y afrentosa muerte.
En la cruz os contemplo como víctima que expiáis mis pecados, y ofrecéis el
sangriento sacrificio de vuestra preciosa vida á la Divina Justicia; á la cual
aplacais, obligando á la divina clemencia que se incline á favor nuestro.
Vuestra infinita bondad rinde mi porfiada malicia, y cuando recuerdo que antes
de morir ofrecisteís el perdón á vuestros enemigos, no obstante que se
regocijaban en veros padecer y que rechazaban este mismo perdón que tan
generosamente les otorgaís, esta reflexión me hace concebir esperanza y aún
cierta certeza de que me perdonaréis, ya que os pido humildemente misericordia.
Detesto mis culpas pasadas, y quisiera haber muerto mil veces antes que haberos
ofendido. Mi dolor aumenta al considerar que habiéndome Vos creado para que os
ame, yo, con la más vil ruindad, me he servido de este beneficio para ofenderos
y no una ó pocas veces, sino muchas, muchísimas veces, pues que tan grande es
el número de mis pecados, que no me es posible contarlos ni recordarlos.
Sumanente confundido por los desórdenes de mi vida pasada, estoy resuelto á
enmendarme en adelante, y mí determinación es tan firme, que aun cuando fuese
necesario sacrificarlo todo, mis bienes, mi salud, mi honra y aun la misma
vida, pronto estoy á perderlo todo, antes que cometer deliberadamente la más
leve culpa. ¡Ah Señor! Se que los pecados y las iniquidades de los hombres os
han clavado t hecho morir en la Cruz, y esto me basta para aseguraros con todas
las veras de mi alma, que no seré yo el desdichado que de nuevo os Crucifique,
repitiendo mis culpas pasadas que ahora lloro. Para que ni propósito sea
eficaz, necesito, Señor, el auxilio de vuestra gracia, que os ruego me la
concedais abundante, por la preciosa Sangre que en la cruz derranasteis toda
entera por nosotros pecadores y os lo ruego también, por la mediación de la
Virgen Dolorosa vuestra Madre, que al pié de la cruz, con heroico valor,
permaneció viendoos morir por la salvación de todos los hombres. Oh Virgen
traspasada de dolor interponed á mi favor, vuestros poderosos ruegos, à fin de
que consiga perfecta contrición de mis pecados, y que jamás en mi vida vuelva á
cometer ni uno solo. Amen.
DÍA PRIMERO
CONSIDERACIÓN
Deus in Christo, mundum
reconcilians sibi
(2 Cor. 5. I. 9).
Dios estaba en Cristo,
reconciliando consigo la humanidad perdida.
Es Jesús un personaje que deja
muy atrás á todos los héroes, á todas las eminencias, á todos los colosos que
han descollado en la humanidad, desde que el mundo es mundo. Todos los grandes
Hombres de que nos habla la historia, sabios, conquistadores, reyes
bienhechores justos, son pigmeos al lado de Jesús, el cual, á manera de gigante
sobrepasa á todas las elevaciones más encumbradas, por la sencilla razón de
que, en Jesús habita la Divinidad sustancialmente, de manera que en Jesús no
hay persona humana, sino sólo la Divina. Hay, pues, en Jesús, alma, cuerpo y
Divinidad; y todo esto no forma sino una sola individualidad, Divino-Humana, á
diferencia de lo que sucede en nosotros, que somos cuerpo y alma, no más, y su
unión es la base de la personalidad humana, mientras que en Jesús no hay
personalidad humana sino que la Persona Divina sustenta la humanidad, y esta
triple unión de cuerpo, alma y Divinidad, forma una sola individualidad,
Divino-Humana. Esta unión hipostática ó personal es la más grande de las obras
que Dios ha obrado ó puede obrar. Estando Dios ó la persona del Verbo en Jesús,
es en el mismo Jesús donde los hombres son reconciliados con Dios á condición
de que se adhieran á Jesus, el cual no hace distinción de clases, ni razas; de
ricos, ni pobres; de sabios, ni ignorantes; porque, teniendo todos los hombres
una misma naturaleza igual á la de Jesús, y amándonos él á todos como hermanos,
por lo cual á todos quiere salvarlos, Dios también ama á todos los hombres en
Jesús y á todos quiere salvarlos. En esta virtud, Dios reconcilia consigo la
humanidad, apartando á los hombres ante todo de sus vicios y maldades, de los errores
é ignorancias, pues que de otra manera imposible sería que Dios, infinitamente
santo se uniese ó hiciese pases con ningún hombre malo ó pecador. Esta
reconciliación se operó en la cruz de un modo patente y sublime, porque allí de
un modo visible, Jesús extinguió la deuda que la humanidad entera tenía
contraída contra la justicia Divina pues paga y destruye alli la sensualidad de
los hombres con los tormentos de su cuerpo ensangrentado; paga y destruye la
soberbia, con el abatimiento y anonadamiento, cual si fuese un infame, paga y
des truye las codicias, con la desnudez de tonos los bienes de este mundo. Pero
esta reconciliación se hace efective, cuando el hombre abandona su sensualidad,
su soberbia y su codicia, de lo contrario no puede heber semejanza ni
participación con Jesús, y pot consiguiente la operación Divina de la
reconciliación, queda frustrada cuando el hombre pecador se mantiene lejos de
Jesús.
Medítese un poco y resuélvase
dejar el pecado, para hacer las paces con Dios.
DEPRECACIÓN
Oh Jesús, clavado de pies y
manos para salvar al hombre. Aquí os contemplo con los brazos abiertos para
recibir benignamente á cualquier pecador que se postre á vuestros pies,
implorando perdón, Heme aquí postrado, pidiéndoos misericordia. pues estoy
arrepentido implorando la gracia de jamás ofenderos. Pero esto es poco, lo que
os pido principalmente, es que os ame cuanto soy capaz, y que ese amor jamás
cese y siempre crezca hasta que en la gloria me una eternamente con Vos. Asi
sea
Ahora se rezan cinco
Padrenuestros con Ave María y Gloria á las cinco Llagas de Jesús, diciendo
antes de cada uno de esta jaculatoria:
L/: Jesús por vuestros grandes
dolores
R/: Libradnos de pestes y temblores.
ORACIÓN A LA VIRGEN DOLOROSA
(Para todos los días)
Oh Maria Madre de Jesús que
suristéis el martirio de la cruz al ver á Vuestro amado Hijo clavado en ella,
padeciendo Vos en Vuestra alma lo que Él sufria en el cuerpo, reconozco que mis
pecados son la causa de vuestro martirio, con los cuales he provocado la
Justicia Divina y merecido el infierno, pero al ver ahora lo que he hecho, me
arrepiento y me confundo, y estoy resuelto á mudar de vida, amando sin cesar a
Jesús. Os ruego me consigáis la gracia especial de tener siempre grabada en
corazón la pasión y muerte de mi Salvador é Hijo vuestro, para que así tenga yo
una santa muerte y después la eterna gloria. Asi sea.
ROGATIVA
Amoroso Jesús mío,
Mi Rey, mi Padre y Esposo,
Milagro de los milagros,
Y el que haces milagros solo.
R/: Sea uno de los milagros,
Que en tu amor muramos todos.
Piedra angular, que en el
templo
Un extremo juntas a otro:
Mas hoy en tabique humilde
Pintado te ven mis ojos.
Segundo Adán celestial,
Que en tierra imprimes tu
rostro,
Para redimir amante
Al que formaste de polvo.
Esposo que en los
cantares,
Por comprobarte amoroso,
A espaldas de una pared
Se recatabas celoso.
Hoy te venero en pared,
Y de la Cruz en el trono,
Mirándonos entre rejas
Mejor amante, y esposo.
Vos sois para mi defensa
El baluarte, el muro
airoso,
Eres fortísima torre,
Mirador, templo y asombro.
Eres el pensil florido,
Pues Nazareno te nombro,
Donde admiro siempre vivas
Maravillas de Dios solo.
Contra todos los temblores
Fortificas poderoso
Un poco de tierra frágil,
Donde tu Imagen adoro.
Pues nosotros también
somos
Copias de tu rostro hermoso,
No permitas que nos borre
De la culpa el terremoto.
Haznos finos en tu amor,
Aunque tiemble el mundo todo,
Contra pestes, y temblores
Sed Manuel Dios con nosotros
A María tu querida
Madre, concede piadoso,
Que amemos de corazón
Siendo sus finos devotos.
Para que por esta Madre,
Por quien das los bienes
todos,
Merezcamos conseguir
Tu clara vista en retorno.
DÍA SEGUNDO
CONSIDERACIÓN
Ego sum via (Joan, 14-6)
Yo soy el camino.
Al crear Dios al hombre, lo adornó con superiores perfecciones, las cuales debían ser el reflejo de las perfecciones de su Creador. Pero vemos ahora al hombre nacer y desarrollarse con groseros instintos y detestables acciones. Esto pone de manifiesto que el hombre ha caído y que está degenerado, de tal modo que le es imposible por sus propias fuerzas, levantarse de su estado abyecto y elevarse á su estado primitivo; ya no puede sublimarse á su Creador, para reflejar en sí las perfecciones divinas. En este caso, Dios desciende al hombre tomando su naturaleza y haciéndose su hermano, á fin de que lo reconozca presentándosele á sus cinco sentidos, ya que el espíritu del hombre, ofuscado por las cosas materiales, no puede ver á la divinidad que es espíritu purísimo. Cualquiera hubiera dicho que, al venir Dios á la tierra, hubiera aparecido rodeado de gloria y magnificencia, pero tomó un camino enteramente opuesto, naciendo en una cueva de animales, á la media noche, sin que los hombres se diesen de ello cuenta; y para pisotear más la gloria mundana, muere rodeado de ignominia, al lado de dos malhechores, al medio día, y en una ciudad de más de un millón de habitantes. A la entrada de Jesús en este mundo y á su salida, correspondió el género de vida que llevó en su tránsito. Como el hombre se había perdido por la soberbia y la sensualidad, Jesús tomó el camino opuesto para salvarlo, abrazando la humildad, la pobreza y los padecimientos. Desde la cruz clama Jesús á todos los hombres-YO SOY EL CAMINO, por el cual todos deben andar, no materialmente sino siguiendo é imitando las virtudes que reflejan en su adorable Persona; y esta imitación es absolutamente necesaria en algún grado, tanto por que los vicios contrarios degradan al hombre y las virtudes le ennoblecen, cuanto por que la imitación de Jesús conduce á la felicidad eterna y la separación de él á la perdición inevitable. Desde el nacer al morir recorre el hombre un camino, y si en esta travesía está el hombre sumergido en su concupiscencia, es imposible que pueda como conviene conocer á su Creador; es imposible que quien está dominado de la soberbia pueda amar á su Salvador; es imposible que quien está poseído de la avaricia pueda poseer á su Glorificador. Esta es la razón por que Jesús en la cruz extingue la concupiscencia, aniquila la soberbia y destruye la avaricia.
(Meditese un poco y hágase la
resolución de combatir la sensualidad, la soberbia y la codicia.)
DEPRECACIÓN
Señor mío crucificado, al veros
colgado de un patíbulo sufriendo do-ñlores intensísimos, me lleno de rubor al
sentirme tan dominado de mis concupiscencias; y al contemplaros saturado de
oprobios, experimento una gran verguenza al encontrarme poseído de la vanidad y
de la soberbia; y al considerar vuestra pobreza y desnudez, me confundo porque
me siento arrastrado de la codicia y poseído de un deseo insaciable de
riquezas. Obrad, Jesús mío, hoy día una transformación en mi corazón,
infundiéndole las virtudes de la pureza y continencia, de la humanidad y
mansedumbre, del desprendimiento y generosidad, para que, estando ya libre de
las cadenas con que estos vicios oprobiosos me tenían esclavizado, pueda sin
dificultad elevarme al conocimiento de vuestra hermosura y al amor de vuestra
bondad, y después entrar triunfante en vuestro reino, en donde os goce
eternamente. Así sea.
DÍA TERCERO
CONSIDERACIÓN
Ego sum veritas (Joan. 14-6.)
Yo soy la verdad.
Lo que es el sol brilla en el firmamento é ilumina el horizonte, es Jesús, Verdad eterna y luz infalible, para que todas las inteligencias, sean angélicas, sean humanas. Rodeada la pobre humanidad de una densa y negra nube de errores y falsedades que ofuzcan la razón y dividen á los hombres, Jesús Sol de Justicia, con sus luminosos y poderosos rayos, rasga esa nube, y el resplandor de su celestial doctrina disipa las sombras del error y de la ignorancia, conduciendo, cual poderosa antorcha, á la humanidad, que estaba sentada en las tinieblas y en las sombras de la muerte, por el camino de la paz y de la felicidad verdadera. Ya soy la luz del mundo, clama el Salvador desde la cátedra de la cruz. Yo soy el Alfa y Omega, Principio y fin..... El que me sigue, no anda en tinieblas; sino que tendrá en su alma la luz divina que lo guiará á la vida eterna, la cual gozará en el otro mundo. Oid además lo que os dice Jesús, único y verdadero Maestro de la Humanidad hablandoos desde la cruz: Que aprovecha poseer todos los bienes de la tierra, y gozar de todas las delicias que ofrece el mundo, y coronarse de toda la gloria con que los mundanos divinizan á sus héroes si al fin, con la muerte, hay que separarse de esta gloria efímera, de estas delicias falsas y de estos bienes caducos, y además perderse el hombre y ser sepultado en las llamas eternas.... Bastaría esta sola enseñanza para inmortalizar al Maestro que la dió, porque ella es suficiente para que abran los ojos del alma los hombres y vean, con claridad divina, lo que les conviene hacer, y lo que es necesario evitar; así como se descubre lo que importa lo eterno, y lo que vale lo temporal; lo que es lo divino y lo que es lo humano. ¡Ah! si á la luz de estas grandes verdades, los hombres juzgasen de las cosas de esta vida, á buen seguro que serían otras sus obras, reinaría la alegría en sus corazones, la paz en las familias, la concordia en los pueblos y las buenas relaciones en las naciones. No se verían entonces pulular falsas doctrinas, descabelladas teorías, erróneas sistemas, funestas ideas, que á diario invaden á la pobre humanidad, y la extravían y la pierden, valiéndose de la palabra hablada ó escrita en periódicos ó folletos, atacando con desenfreno el principio de autoridad, rebelándose contra los poderes constituídos, ridiculizando la sacrosanta Religión, calumniando á sus ministros, y negando, (rubor causa decirlo).... hasta al mismo Dios! ¡Ah! estas aberraciones y locuras tienen su asiento en el corazón, no en la inteligencia ni á esos horripilantes extremos se llega sino después de haber pasado por las asquerosas etapas de la lujuria y haber descendido por los peldaños de la corrupción en todos sus grados, hasta caer en el tenebroso abismo de la impiedad, en el cual reina el ángel caído ó príncipe de las tinieblas.
(Meditese un poco, y fórmese
resolución de alejarse de todos los errores y de separarse, si se puede, de
cualquiera que los profesą, y seguir las enseñanzas de la Iglesia, Maestra de
la verdad.)
DEPRECACIÓN
Oh Jesús crucificado, que eres
Verdad eterna, y Luz que ilumina á todo hombre que viene á este mundo, cuyos
resplandores inextinguibles brillan en la santa Iglesia Católica, llamada con
razón Columna y firmamento de la Verdad; os ruego no permitáis que yo jamás
cierre los ojos de mi alma á esta luz vivificante, que me guía en la noche de
esta vida, ni jamás suceda que los vapores de mis pasiones ofusquen los
resplandores de la verdad divina; antes bien, crezca en mí el conocimiento de
las perfecciones de Dios, mi Creador, Trino y Uno, y cada día sea en mí más
viva la fé en Vos y más ardiente la caridad. Jesús, Vos soy el Hijo de Dios
vivo, que venistéis al mundo á salvar al hombre perdido, por el cual
sacrificaste en aras del amor vuestra preciosa vida; unidme á Vos tan
estrechamente, que nada pueda jamás separarme. Así sea.
DÍA CUARTO
CONSIDERACIÓN
Ego sum vita (Joan. 14.6,)
Yo soy la vida.
Se nos presenta Jesús clavado en
la cruz asegurándonos que con su muerte nos da la vida. Había dicho antes; si
una semilla al ser sembrada en la tierra, no muere, permanece ella sola; más si
se destruye, llevará mucho fruto. Jesús era esta semilla que debía morir, y,
con la destrucción de su vida corporal, nos debía infundir la vida espiritual.
Verdad que todos nacemos con vida, y aún la tenemos antes de nacer, desde que
somos concebidos en el seno de nuestras madres; pero esta vida corporal, que
también la tienen los animales, no basta para el hombre, que además del cuerpo
mortal, tiene un alma espiritual é inextinguible, la cual no tienen las
bestias, por cuya razón, el alma espiritual tiene necesidad de otra vida
propia, que por cierto no es la de las bestias. Esta vida del alma, que
consiste en la unión con Dios, es la que nos ha traído Jesús, y por esto dijo:
He venido para que los hombres tengan vida, y que esta vida sea más abundante.
Como Jesús hablaba con hombres que poseían ya la vida del cuerpo, es evidente
que, al prometerles una vida, no pueda ser la del cuerpo sino la del alma, de
la cual carecían, y que solo Él podía comunicar, de lo contrario no hubiera
podido decir con verdad. YO SOY LA VIDA. Como por el pecado pierde el hombre la
vida del alma, y el pecado se comete, ó por la soberbia, ó por la sensualidad ó
por la codicia, Jesús crucifica en sí la soberbia, la sensualidad y la codicia,
clavándolas en la cruz, juntamente con su cuerpo, dándoles muerte mediante el
sacrificio de su vida, que perdió en medio de los mayores tormentos, de los más
profundos abatimientos y de la más extrema pobreza. Nadie puede conseguir la
vida del alma, sin antes sacrificar estas tres concupiscencias, y darles
místicamente muerte, para que, sobre ellas, nuestros espíritus puedan recibir
la vida, que desde el cielo ha venido a traernos Jesús. Esta es la vida eterna
que ningún poder del mundo puede arrebatarnos; es la vida bienaventurada que
los ojos jamás han visto, ni los oídos percibido, ni el corazón sentido. Clama
Jesús desde la cruz á todos los mortales, diciéndoles YO SOY LA VIDA.... Venid
á mi todos los que os sentis atribulados por los trabajos y gravados con el
peso de vuestra misericordia, y Yo os aliviaré. Acudamos pues al pie de la cruz
en el monte Calvario; busquemos en la pasión y muerte de Jesús el manantial de
nuestra vida, del cual manan arroyos de espirituales consuelos que mitigan la
acerbidad de nuestros padecimientos.
(Medítese un poco y fórmese
resolución de morir al mundo y al pecado y vivir en Dios.)
DEPRECACIÓN
Amabilísimo Jesús crucificado,
Vos dijistéis: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aun cuando
estuviese muerto, por la pérdida de la vida corporal, con seguridad vivirá, y
todo aquel que vive y cree en mi, no morirá eternamente, aún cuando
temporalmente su alma se separe del cuerpo. Estas son vuestras promesas, oh
Jesús mío crucificado, que tendrán su exacto cumplimiento, y ellas son para mí
un poderoso imán que me lleva á vuestros piés y me infunden plena confianza de
que hallaré en vos la vida eterna, porque en vos está la vida, y la vida es la
luz de la verdad, la cual ilumina á todo hombre que viene á este mundo. Nadie
ya en adelante me separará de Vos que soy Fuente de Vida, para lo cual os ruego
sostengáis mi debilidad, me encendáis en mayor amor y me concedáis la
perseverancia hasta la muerte, la cual sea la puerta que me abra las moradas de
la vida eterna. Así sea.
DÍA QUINTO
CONSIDERACIÓN
Ego autem constitus sum Rex,
(Salmo 2-6.)
Yo soy constituído Rey.
Jesús crucificado es Rey
verdadero, no supuesto; no es Rey proclamado por el voto de los hombres, sino
instituido por la virtud soberana del Omnipotente. Es Rey de un modo tan
positivo, tan real, que los demás reyes, en su comparación, no lo son sino como
sombra, y sombra fugaz, que hoy brillan con el esplendor de la púrpura, y
mañana son sepultados envueltos en fúnebre mortaja. Oh si no ¿dónde está el
poderío y majestad de los reyes de la tierra… ¡Ah! han desaparecido; y toda su
gloria se ha desvanecido como los ecos de un sonido; mientras que la realeza y
soberanía de Jesús, fué desde ayer, esto es veinte siglos, es hoy, y durará
hasta el fin de los tiempos, porque El es Rey de Reyes y Señor de los señores,
porque dispone á su voluntad de los principados y de los imperios, y sujeta á
su soberanía todas las soberanías del mundo. Los reyes de la tierra han
ejercido su soberanía sólo durante su vida y el brillo de su pujanza se ha
eclipsado, apenas la guadaña de la muerte ha eclipsado en existencia. La
dominación de Jesús es todo lo contrario; comienza desde la cruz, cuando en
ella muere, anonadado por amor à los hombres; y es esto tan verdad, que durante
su vida no aparece ni rastro de majestad ó soberanía, antes al contrario,
cuando después de haber obrado Jesús maravillas, las muchedumbres lo aclamaban
por Rey, y querían que se pusiese al frente de los pueblos que estaban
frenéticos para levantarse sentarlo sobre el trono de David, trono que estaba
en poder de un usurpador, Jesús desaparecía de entre las turbas y, oculto en el
desierto, no se dejaba ver hasta que calmaba el entusiasmo y se retiraban las
muchedumbres. Así debía suceder, para que costase que la realeza de Jesús era
obra de Dios, y no del esfuerzo de los hombres. Este reinado de Jesús
crucificado estaba anunciado terminantemente desde centenares de años antes de
nacer asegurando que Dios reinaría desde la cruz. Este reinado es de amor, y no
de cualquier amor sino del amor purísimo, generoso y noble. Es Jesús Rey del
amor purísimo porque encadena la pasión sensual, corporal, brutal, y se eleva á
las regiones de la espiritualidad. Es Rey del amor generoso, porque destruye el
delirio de riquezas, de avaricias y de usurpaciones, purificando los efectos
del corazón, con la pobreza de espíritu. Es Rey del amor noble, porque aniquila
la soberbia, el orgullo y la vanidad, introduciendo la humildad base del amor a
Dios. Proclama Jesús clavado en la cruz el reinado del amor á Dios y á los
hombres, en contraposición al egoísmo, basado en la corrupción y en la impiedad,
que forma otro reinado, cuyo príncipe es Lucifer, el cual reina por el odio y
recompensa con la condenación eterna; al paso que Jesús reyna por el amor, y su
coronación es la felicidad eterna. Reina ahora Jesús en el entendimiento por la
verdad, en la voluntad por la justicia, en la memoria por la providencia, en la
conciencia por la santidad, en el corazón por la caridad, en el cuerpo por la
castidad, en el espíritu por la infinidad, en todo el ser por la inmensidad. Ha
dicho Jesús en voz alta: el que no está conmigo está contra Mí. No es posible
permanecer neutral porque, ó reina Jesús en el hombre por la gracia, ó bien lo
tiraniza Lucifer por el pecado. Es nuestro corazón un campo de batalla, en el
que entran en lucha el vicio y la virtud, el mal y el bien, la esclavitud á
Lucifer, ó la sumisión á Dios. Decide la lucha la libertad del hombre, y en su
voluntad está el acordar la victoria á quien quiera, y por esto es árbitro de
su suerte, porque, ó vence á su enemigo Lucifer, por la fidelidad á Dios; ó se
entrega á la cruel esclavitud desertada, desertando de las filas de su Creador.
(Meditese un poco y fórmese
resolución de que Jesús reine en todo nuestro ser.)
DEPRECACIÓN
Rey inmortal de los siglos, Jesús colocado en el trono de la cruz, aunque clavado en ella, más que con el fierro, con los dardos del amor; aquí me tenéis á vuestras plantas postrado, reconociendo vuestra soberanía y rogando porque mi pobre corazón sea también un trono en el que estéis sentado y reinéis sobre mis facultades, tanto del alma cuanto del cuerpo, de manera que ahuyenteis todos mis enemigos que son los pecadores y los vicios, y adornéis este trono con las virtudes y buenas obras, á fin de que pueda yo decir: Vivo yo, más no yo, sino que es Jesús quien vive en mi. Así sea.
DIA SEXTO
Ego sum Pastor bonis (Joan 10-1)
Yo soy el Buen Pastor.
CONSIDERACIÓN
Clama Jesús desde lo alto de la cruz, haciendo resonar los ecos de su amorosa y potente voz que por todos los ambientes del mundo, diciendo á los hombres de todas las edades y de todos los tiempos: YO SOY EL BUEN PASTOR. Quiere que todas las gentes se congreguen en torno suyo al pié de la cruz en la cual muere de amor por todos nosotros, y que oigamos, no sólo con los oídos exteriores, sino en el fondo de nuestras almas que EL ES EL BUEN PASTOR, que sacrificó gustoso su vida por sus ovejas; y que así como éstas se reunen al oír el silbido del zagal, que las llama, así también los hombres con lo que dice y lo que hace Jesús por nosotros. El pastor de ovejas y otros ganados, las conduce allí donde hay buenos pastos, y el Pastor Celestial prepara á la humanidad los alimentos con que debe sustentarse, dando fertilidad á la tierra y enviando lluvias que la rieguen y que jamás le falte el calor y la iluminación del sol, de que necesita la producción. Abre Jesús su mano (según la gráfica expresión de la escritura santa), y llena á todo animal de bendición nutritiva. Esta operación nutritiva de alimentación no es de ahora, sino desde que fueron creados los animales, y ha siempre continuado á favor de los hombres, para los cuales hizo Dios todas las cosas. Es tan positiva y cierta esta operación divina en la alimentación de los hombres, que quiso hacerla patente Jesús en el desierto cuando se hallaba rodeado de una multitud de gentes, entre las cuales de sólo hombres se hallaban cinco mil, sin contar los niños que serían otros tantos, ni las mujeres que es presumible se hallarían en mayor número. Había tres días que no tomaban alimento alguno, pendientes de las palabras de vida que salían de sus divinos labios, y sus cuerpos comenzaban a desfallecer de debilidad. Nada había allí que comer, sino cinco panes y dos peces en poder de un niño, y era imposible atender á la necesidad que aquella muchedumbre por medios humanos. No importa; Jesús manda que la muchedumbre se acampe distribuida en grupos de cien y de cincuenta personas; ordena que le traigan los panes y los peces, los bendice, comienza a ponerlos en manos de sus apóstoles para que los repartan á los grupos, y comen todos hasta saciarse. Los panes y peces multiplicados por la omnipotente mano de Jesús, no se agotan, de modo que, con las sobras, se llenaron doce canastas que mandó se conservasen. En otras ocasiones repitió Jesús ante sorprendente prodigio, dejando maravillados a los pueblos que recorría. Era la manifestación de la Divina Providencia puesta al alcance de nuestros sentidos, cuya acción es constante, sea que las leyes físicas obren de un modo invisible fertilizando la tierra, sea que obren de un modo visible en las manos de Dios humano: en ambos casos la virtud productora es la misma. Pero como no basta á los hombres el alimento que conserva la vida del cuerpo, sino que necesitan de otro alimento que comunique y conserve la vida del alma, ha proveído Jesús á esta urgente necesidad, muy superior á la corporal. La comida del alma es la palabra de Dios, y esta es Verdad y Amor. La Verdad y el Amor se encuentran en las enseñanzas de Jesús, y con ellas nutrimos nuestras almas, cuando las entendemos, las meditamos y nos las apropiamos mediante la práctica. Pero sucede, desgraciadamente, que no pensamos en estas enseñanzas, y por esto no las oímos, cuando Jesús en el retiro nos la repite al oído de nuestras almas. No las meditamos, y por esto no las comprendemos: mil pensamientos invaden nuestra imaginación y bullen en nuestra mente infinidad de ideas que borran estas enseñanzas. Si queremos ponerlas en práctica, se revelan las pasiones mal reprimidas, las contrarían nuestras aficiones pecaminosas. La Verdad y el Amor se encuentran sustancialmente en la Eucaristía, pero vivimos como si ella no existiese: tal es la ofuscación de la humanidad desgraciada; ó sí reconocemos la Eucaristía, no nos cuidamos de visitar en ella á Jesús culto; ó si lo visitamos no lo recibimos en nuestros pechos, para dar hospedaje al Dios de amor que muere por nosotros y que ansia unirse con nuestras almas; ó si lo recibimos comulgando, llevamos ruines disposiciones; y si Jesús nos pide nuestro amor para formar un solo corazón con el suyo, hallamos que este nuestro pobre corazón es cautivo de bajas pasiones, y que quizá sujeto á detestables pecados, y esta es la causa de que, por muchas que sean nuestras comuniones, el fruto es nulo ó muy escaso. ¡Cosa estupenda! Este Buen Pastor, mientras alimenta á los peces del mar, á las aves del Cielo, á las bestias de la tierra, á los cuerpos de los hombres, y todos nos nutrimos y vivimos por Él, nos ofrece, y brinda además, un alimento en el cual estaba la vida y la salvación; pero nosotros insensatos, ó lo despreciamos, ó no lo recibimos, ó lo recibimos mal, ó son pocos, los que lo reciben bien.
(Medítése un poco, y fórmese
resoluciones de prepararse á comulgar bien.)
DEPRECACIÓN
Jesús mío crucificado, que antes
de morir instituistéis el Sacramento de vuestro amor, en el cual os halláis á
todas horas realmente presente, perdonadnos la indiferencia con que nos hemos
conducido con Vos, y las malas disposiciones con que os hemos recibido. ¡Ah
Señor! Vos amenazastéis á los que no os comen en este Sacramento, que no
tendrán vida, y por lo mismo se condenarán eternamente: dignaos infundirnos un
ardiente deseo de recibiros, pero infundidnos también las disposiciones
convenientes de verdadero dolor de nuestros pecados, humildad de corazón, fé
viva y amor ardiente, de modo que cada comunión sea una nueva garantía de
eterna gloria. Así sea.
DIA SÉPTIMO
CONSIDERACIÓN
Portans omnia verbo virtutis
suae (Ad Hebr. 1-3.)
Jesús Ileva en si el destino de
todas las cosas.
Nadie sino Dios sabe lo que ha de suceder, y como Jesús, aunque crucificado en verdadero Dios, conoce cuanto en el mundo se ha de realizar, sea á cada hombre en particular, sea á cada una de las naciones, cristianas ó paganas. El alma de Jesús ve en la Divinidad, no sólo lo que existe, sino lo que es posible y no existirá jamás; no sólo lo que pertenece á la humanidad, sino lo que atañe á toda la creación. ¿Quién podría jamás sospechar, si la fé divina no nos lo revelara, que un Hombre clavado en la cruz, posee la ciencia de todas las cosas, y que en Él se halla la solución de todos los problemas, y que posee el destino de todos los seres? Porque Jesús nos lleva en su amoroso Corazón, se conduele de nuestros males y sufrió penas indecibles por nuestros pecados, y quería y quiere ahora que le demos el consuelo de vernos en la práctica de todas las virtudes, dejando los desórdenes de una vida desgraciada. Siente Jesús la suerte horrorosa que amenaza al pecador, así como se complace en la felicidad reservada á los que hacen penitencia y se esfuerzan en amar al Señor. Hay algunos que cuando sufren adversidades dicen que Dios los tiene olvidados. ¡Ah! No es que Dios los haya olvidado, sino que ellos se han olvidado de las grandes ofensas que le han hecho, de los enormes castigos que por ellos merecían, y de la necesidad que tienen de hacer penitencia para alcanzar misericordia y perdón. Estos quieren ser tratados como justos ó inocentes, que nada deben á la Justicia Divina, al paso que esta quiere que expien en estas vidas sus deudas para que puedan después entrar de lleno á gozar de la vida eterna: Trazas son de la misericordia divina los trabajos que todos sufrimos sobre la tierra, á fin de que nos dispongamos á recibír la felicidad eterna. Otros dicen, yo ruego a Dios, pero El no me oye.-Ah! Dios que ha dado á todos oídos, ¿no nos oirá? ¿se habrá quedado sin él?-Muy bien nos oye Dios, pero quiere probar nuestra constancia en el orar, quiere que adquiramos la virtud de la paciencia, quiere que nos conformemos á su santa voluntad, y mediante esto, Dios nos oirá en tiempo oportuno. El lo dispone todo en número, peso y medida, y todo lo encamina al bien de sus escogidos a fin de que consigan la santificación en este mundo, y la glorificación en el otro. El prepara todas las cosas, y hace que aun las adversas contribuyan al bien de los que aman á Dios, de suerte que la pobreza, las enfermedades, las persecuciones, las calumnias, y aún la pérdida de la misma vida, sirva y ayude á los que permanecen fieles á Dios y les asegure con más eficacia su salvación. Es este el punto más culminante del reinado de Dios sobre la humanidad entera, en el que brilla con más fulgor su poder y sabiduría, cumpliéndose siempre sus designios y su voluntad soberana, sin que puedan impedirlo las cavilaciones de la humana sabiduría, ni la astucia de la diplomacia, ni los esfuerzos de los impíos, ni las persecuciones de los potentados. Podrán estas ser ruidosas, conmover y poner en consternación á pueblos y naciones, pero Jesús, con su acción silenciosa y pacífica, con su operación suave y dominadora, obtendrá infaliblemente el triunfo final y se cumplirán los decretos que lleva en su realeza. El triunfará sobre los pecadores todos, por más que, abusando ahora de su libertad y de la tolerancia de Dios, perpetren maldades, quebranten leyes y pisoteen las autoridades, opriman á la Iglesia y aún nieguen á Dios. Ellos confían en el poder de sus ejércitos, en la astucia de su diplomacia, y en el triunfo de sus empresas, sin embargo, caerán todos los pecadores y grandes del mundo á los pies de Jesús, porque en el momento de su muerte terminará todo su poder y pujanza, todas sus ilusiones y su gloria, y reinará sólo Jesús como soberano absoluto.
(Meditese un poco, y fórmese
resolución de no servir sino á Dios.)
DEPRECACIÓN
Jesús crucificado, que os
presentáis ahora en apariencia tan débil, pero que en realidad domináis en la
cruz al mismo infierno y sois victorioso de la malignidad de los hombres,
dignaos, Señor, luminar los ojos de mi alma, para que reconozca en vuestra
Humanidad abatida la Divinidad en ella oculta de manera que os adore, os
invoque, busque en Vos los secretos y los decretos que se relacionen con mi
pobre persona; busque y encuentre en Vos el perdón de mis pecados, y consiga
abundancia de gracia para amaros y después gozaros en la gloria. Así sea.
DÍA OCTAVO
CONSIDERACIÓN
Videbitis Filium Hominis
sedentem á dextris Dei. (Mtt. 26-65.)
Veréis al Hijo del Hombre
sentado á la diestra de Dios.
Nadie si no está iluminado por la fé. podrá comprender jamás que sea posible que Jesús, clavado de pies y manos en el infame patíbulo de la cruz, pueda ser el Juez Supremo, revestido de todos los poderes, para juzgar á los hombres. Sin embargo, es esta una gran verdad, aseverada con juramento por el mismo Jesús, no ahora que está en la gloria de su Padre, y sentado á la diestra de Dios, sino en los momentos más críticos y angustiosos de su mortal vida, cuando estuvo entregado al furor de sus enemigos, durante su dolorosa pasión, presencia del sumo Sacerdote, mientras presidía el tribunal que iba á fallar, sobre su Sagrada Persona, delante de inmenso gentío. En verdad os aseguro (dijo Jesús rodeado de sus encarnizados enemigos) que veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra de Dios, que viene en medio de nubes del cielo, armado de gran poder. He aquí anunciado el gran día del Señor, día del tremendo juicio universal, día en que se pondrán de manifiesto todas las maldades de los hombres y todos los misterios que ahora ocultan, día en que cada uno recibirá su merecido, día terrible para los malos y de gran consuelo para los buenos; día en que Jesús, ahora crucificado por los hombres, aparecerá entonces sentado en su majestuoso trono, en medio de nubes del cielo, rodeado de gloria y magnificencia, escoltado por infinidad de ángeles. ¡Quién de los hombres podrá fijar los ojos en el rostro de Jesús, bañado de deslumbrantes resplandores, cuando los mismos ángeles del cielo no se atreven á mirarle y cubren con las alas sus cabezas, abismadas bajo el peso de su majestad inmensa.... Pero no para ahí el anuncio de aquel tremendo día, sino que multitud de otras circunstancias, que deben preceder lo hacen más aterrador. El sol se oscurecerá, la luna se cubrirá de sangre, caerán las estrellas del cielo y se desquiciará el firmamento, se remecerá la tierra, espantosos remecimientos la harán bambolear, se abrirán profundos abismos y se arruinarán los edificios; se desencadenarán furiosos vientos arrancando de cuajo los árboles secularos; el mar levantará montañas de olas, bramarán las tempestades y sumergirán en el fondo de sus aguas las colosales embarcaciones acorazadas, con sus tripulaciones armadas y poderosos cañones, las nubes dispararán saetas y derramarán torrentes de fuego devastador sobre la tierra; las fieras saldrán de sus cuevas y desiertos, y desparramadas recorrerán los poblados dando aullidos espantosos, los hombres sentirán que se les hiela la sangre en las venas, que se les secan las carnes, que se les anubla y confunde la mente y que el pavor invade su corazón. ¿Qué es esto? qué es lo que pasa? Ah es una débil sombra del poder y justicia de Jesús, á quien han crucificado los hombres: es que Jesús en la apariencia tan débil, ha armado á sus criaturas para que castiguen á sus enemigos, y todo el universo se pone en movimiento para castigar á los insensatos. ¿Quiénes son estos insensatos?... Son los que ahora no respetan á Dios, los que infringen su santa ley, los que se entregan al desenfreno de sus pasiones, los que no cuidan de su alma, los que no piensan en la se preocupan de la eternidad, ni cuenta que de su vida han de rendir. Un momento, y sobre la tierra no un sólo viviente quedará. Otro momento, y todos los hombres resucitarán. Un momento más, y todas las gentes se hallarán ante el tribunal de Jesucristo. Un profundo silencio reina en todo el Universo. Otro momento más, y Jesús, á quién los hombres crucificaron, vá á hacer oír su vibrante voz que resonará por todos los ámbitos del mundo. Va á pronunciarse sentencia, ó de eterna salvación, ó de eterna condenación. ¡Oye, oh hombre mortal, y siente en el fondo de tu conciencia los ecos Ve cómo vi esta sentencia… ves, mira como te hallas, reflexiona lo que te pasará en el tremendo tribunal, cuando se te pida cuenta de los males que has hecho, de los bienes que has omitido, y de las gracias y favores recibidos y de los que no te has aprovechado.
(Meditese un poco, y hágase
resolución de prepararse con una buena confesión para el día del juicio.)
DEPRECACIÓN
¡Oh Jesús crucificado! Aterrado
y anonadado me siento al considerar vuestros ocultos juicios, y temeroso y
despavorido estoy aguardando el fallo de vuestra sentencia cuando compareceré
ante vuestro tribunal inapelable. No tengo más recurso que pediros ahora perdón
de mis extravíos pasados, y suplicaros me concedáis un dolor, el más grande, de
haberos ofendido y la gracia de mudar de vida, prometiendo de mi parte hacer
todos los esfuerzos para no volver jamás a cometer ningún pecado
deliberado, pues detesto toda ofensa á Vos, por mínima que sea, antes bien,
prometo amaros y en todo hacer vuestra santa voluntad. Así sea.
DÍA NOVENO
CONSIDERACIÓN
Ego sum Principium et Finis
(Apoc. 1-8.)
Yo soy el Principio y el Fin.
La sabiduría humana está sujeta
á error, y por esto es necedad delante de Dios que es infalible, por cuya razón
el hombre falible ha errado crucificando á Jesús, en el cual está la Divinidad
personalmente, porque le desconoció, como también le desconoce ahora. Aun en el
orden puramente natural y humano, era y es Jesús el más sabio de todos los
sabios que aparecen en la historia, el más santo de todos los justos, el más
portentoso de todos los hombres que en el discurso de los siglos han aparecido.
Sin embargo, siendo Jesús el más sabio, el más santo y el más portentoso que
como gigante descuella sobre la humanidad entera, los hombres no han trepidado
en darle afrentosa muerte, y hasta, si hubiese sido posible, extinguirle. ¡Ah
de cuánto es capaz el hombre abandonado así mismo! Justo es que cada cual esté
temeroso de su propia debilidad é inconstancia, de su propia ignorancia y
malicia. En esta inmensa como sublime tragedia de Jesús es en donde brilla con
infinito fulgor la estulticia de los hombres y la sabiduría divina, porque en
el mismo hecho brutal y crimen diabólico de la victimación de Jesús, por parte
de los hombres, se encuentra la reparación y la reconciliación de estos mismos
hombres con la Divinidad ultrajada, de suerte que, el mismo Dios que creó al
hombre, lo salva con su muerte lo glorifica con sus méritos. ¿Puede haber mayor
sabiduría, mayor caridad, mayor sublimidad? .... Si esto sobrepasa á nuestra
compresión no es verdad que solo podía concebirlo y realizarlo el que es Dios? Sí;
Jesús clavado en la cruz, revela al mundo entero que es Dios, y por
consiguiente Creador, el cual pasa á ser Salvador, y por lo mismo Glorificador.
Así como tras el universo se oculta Dios que le ha dado el ser, así en el fondo
del misterio de la cruz, se encubre al Salvador que ha redimido al hombre, y en
su humillación y en su muerte se envuelve su Glorificador que lo ha elevado á
la felicidad eterna. En Jesús se encuentra el Principio y el Fin, el Alfa y el
Omega. Es Jesús crucificado el destructor de la antigua idolatría y paganismo y
el fundador de la nueva civilización y de la moral más pura, así como de la
doctrina más sublime que jamás han conocido los hombres y todo esto se halla en
su evangélio. Es Jesús crucificado la condenación de todos los vicios y
crímenes, y el modelo de todas las virtudes y vida perfecta. Jesús crucificado
es el gran amigo de la humanidad, es su maestro, su médico, su guía, en una
palabra, es el mismo Dios que lo ha creado, que lo ha salvado, que lo ha
glorificado.
(Meditese un poco y resuélvase
entregarse todo a Jesús.)
DEPRECACIÓN
Amantísimo Jesús crucificado,
que habéis venido al mundo para salvar al hombre y conozcamos todos que Vos
sois el mismo que nos ha creado, y el mismo que nos ha de glorificar después de
la vida presente; á Vos dirigimos nuestras miradas y nuestros suspiros, para
impetrar de vuestra clemencia perdón de nuestros pecados y auxilio eficaz para
enmendar nuestra vida. Haced Señor, por la caridad infinita en que arde nuestro
corazón, que nuestros entendimientos sean iluminados y veamos que Vos sois
nuestro Principio y nuestro Fin; haced que el fuego de vuestro amor prenda en
nuestros helados corazones, y que en adelante ardan todos en vuestro dulce
amor; y finalmente, haced que todos consigamos la eterna bienaventuranza, en
donde siempre os poseamos. Así sea.
GRACIAS CONCEDIDAS AL SEÑOR DE
DE LOS MILAGROS
- El Papa Pio IX, el 9 de Agosto de 1861
concedió indulgencia plenaria en sufragio del alma de cualquiera que
muriese en gracia de Dios, por la cual se celebrase una misa en el altar
del Señor de los Milagros, por cualquier sacerdote.
- El Excmo. Delegado Apostólico. el 11 de
Octubre de 1893, concedió perpetuamente cien días de indulgencia á los
que, contritos, rezaren cinco Padrenuestros delante de la Imagen del Señor
de los Milagros en cualquier día de la novena, y de la fiesta, según la
mente del Sumo Pontífice, como también á los que la acompañaren en la
procesión y dieren una limosna al Monasterio.
- El Ilmo. Arzobispo Goyeneche concedió 80
días de indulgencia á los que rezaren el Salmo 85 dedicado al Señor de los
Milagros, y otros 80 á los que dieren una limosna para su culto.
- El Ilmo. Arzobispo Parada, concede 80
días a los que asistan cada día á la novena. lo mismo que á los que
estando impedidos lo hacen en su casa.
- El Ilmo. Arzobispo Bandini, concede 80
días á los que confesados y comulgados, asistan á la procesión, novena y
fiesta del Señor de los Milagros, y también á los que den una limosna para
su culto.
- El Excmo. é Ilmo. Señor Doctor Don Angel
M. Dolci, Delegado Apostólico, concedió 100 días de indulgencia por cada
sermón de la novena. 10 de Octubre de 1908.
- El Ilmo. Arzobispo García Naranjo el 7 de
Octubre de 1908, concede 100 días de indulgencia por cada día, á todas las
personas que asistan al novenario del Señor de los Milagros y recen un
Credo á dicho Señor.
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