DÍA
DÉCIMO SÉPTIMO
ÁNGELES
CUSTODIOS
MEDITACIÓN
PUNTO
1º.
Considera, alma mía, que si Dios ha atendido al gobierno de la naturaleza corpórea
encargando á los Ángeles de su dirección, con más amorosa solicitud ha debido
atender al gobierno de los hombres, criados á su imagen y semejanza,
enriquecidos con los dones del entendimiento y de la voluntad y destinados á
una bienaventuranza sobrenatural y eterna; pues la Providencia divina, que es
como el compendio y reunión de las tres distinguidas perfecciones que nosotros
adoramos en Dios: el poder infinito, la sabiduría incomprensible y la bondad
inestimable; las hace patentes de un modo admirable al emplear á los Ángeles en
nuestra dirección y cuidado. Muestra su poder y grandeza á semejanza de un rey
en cuyo palacio no sólo los que forman su escolta, sino aun los que se ocupan
en los más humildes servicios, son grandes é ilustres príncipes. Así en el
reino de Dios, no solamente los que constituyen su corte en el cielo, sino los
que sirven á los fieles en la Iglesia, pertenecen al gremio de los nobles y
excelentes espíritus Angélicos. Manifiesta su sabiduría, de la cual es propio
conservar, dirigir y perfeccionar las cosas particulares por las universales,
las corpóreas por las espirituales, las inferiores por las superiores, las
menos perfectas por las más perfectas, como se indicó en el día de ayer; así
vemos que nuestras acciones y razonamientos son dirigidos por los principios
generales, que el cuerpo y las pasiones están bajo el gobierno del alma, que
los elementos y las criaturas sublunares siguen las influencias de los astros;
más los Ángeles son criaturas más nobles, inmateriales y perfectas que los
hombres, pues son como los primogénitos en este mundo, que es la gran casa de
Dios: por consiguiente, deben dirigir a sus pequeños hermanos. Muestra su
bondad dignándose comunicar á sus criaturas un rayo de su soberanía, y
llamarlos á la participación de su corona, asociándolas á la dirección de las
demás criaturas, y sirviéndose de su concurso y ministerio para ejecutar lo que
el solo por sí mismo podría hacer, pues solamente un exceso de bondad le puede
obligar á esto.
PUNTO
2º
Considera que la fé misma nos enseña que cada hombre, sin excepción, sea impío,
infiel ó réprobo, tiene un Ángel de guarda, y la Iglesia infalible apoyada en
los testimonios de la Santa Escritura, no sólo propone á los fieles esta
creencia, sino que también ha establecido una fiesta el día 2 de Octubre para
honrar á los Santos Ángeles custodios. No podía ser de otro modo: un alma vale
más que un mundo á los ojos de Dios, y por esto su providencia destina á cada
una un espíritu vigilante y protector, amigo invisible que jamás se aparta de
su lado, y la acompaña siempre desde la cuna hasta el sepulcro, es decir, desde
que nace el hombre hasta que muere, con una solicitud tan exquisita, que, según
el Sagrado Texto, no se duerme jamás en su puesto, nos protege en todos
nuestros caminos, nos lleva en sus manos para que no tropiecen nuestros pies, y
aparta la saeta arrojada contra nosotros en el día y la malicia que nos rodea
en las tinieblas. Los pasajes en que la Santa Escritura nos habla de los
Ángeles custodios son muchos, pero para nuestra consideración basta referir
algunos. El Patriarca Jacob, habiéndose hecho llevar á la hora de su muerte los
dos hijos de su hijo José, los bendijo diciéndoles: "Que el Ángel del
Señor que me ha socorrido en todos mis males, bendiga á estos niños" El
Evangelio refiere que hablando Nuestro Señor de los niños, declara que sus
Ángeles contemplan sin cesar el rostro del Altísimo. Los Doctores de la Iglesia
unánimemente nos enseñan también esta verdad. Oigamos á Orígenes: "Todos
tenemos, dice, aún el más humilde y el último de nosotros un buen Ángel, un
Ángel del Señor que nos guía, nos aconseja y nos gobierna.” Escuchemos también
á San Gerónimo: ¡Cuan grande es la dignidad de nuestras almas! exclama, puesto
que cada una desde el instante de su nacimiento tiene un Ángel que es delegado
por Dios para tenerla bajo su custodia. San Bernardo nos recomienda que nos
familiaricemos con los Ángeles, pero con suma reverencia; pues ellos están
siempre delante de nosotros para nuestra custodia y consuelo: Qui semper nolis
adsunt ad custodiam et consolationem. La creencia de los paganos mismos
confirma la nuestra. Los filósofos platónicos pensaban que todo hombre tiene su
Ángel ó genio tutelar. El de Sócrates es célebre: "Es por él, decía este
sabio, que estoy guardado, es él quien me lleva al bien y me desvía del
mal." Séneca se expresa en estos términos: "Hay cerca de nosotros,
dice, un espíritu sagrado que observa nuestras buenas y malas acciones, que nos
guarda y nos sugiere excelentes consejos. Agradezcamos, pues, á Dios el habernos dado
Ángeles custodios y que este aran beneficio de su misericordia nos exite á
trabajar con una grande confianza en nuestra salvación.
JACULATORIA
Ángel
de Dios, bajo cuya custodia se dignó ponerme el Señor con piedad inefable,
alúmbrame guíame, y gobiérname. Amen.
PRACTICA
Rezad
todos los días por la mañana al levantaros y por la noche al acostaros la
oración jaculatoria que antecede haciendo intención de ganarlas innumerables
indulgencias concedidas a dicha oración. Se rezan tres Padre nuestros y tres
Ave Marías con Gloria Patri y se ofrecen con la siguiente:
ORACION
Ángeles
humildes y Henos de caridad, que á pesar de la excelencia de vuestro noble ser,
no os desdeñáis de bajar del cielo á esta tierra ingrata para encargaros de la
custodia v dirección de la humanidad entera, que inflamados en el fuego
ardiente del amo r divino, no quieres otra cosa que nuestra santidad y
salvación, y por eso nos dispensáis continuamente vuestros buenos oficios y
poderosa protección; os suplicamos, fidelísimos custodios nuestros, que nos
libréis de los lazos de Satanás, nuestro cruel enemigo; nos defendáis de los
rudos combates con que nos asalta; iluminéis nuestros espíritus y abraséis
nuestra s voluntades, par a que, siguiendo el camino que conduce á la verdad y
aleja del error; seamos en esta carne flaca y deleznable, hombre s del cielo y
Ángeles de la tierra en esta vida, hasta el día en que logremos ir á alabar y
bendecir á Dios en compañía de toda la familia angélica por los siglos de los
siglos. Amen.
EJEMPLO
Cuando
Santa Eulalia, joven virgen de doce años, fue conducida al martirio, se vio acompañada
por su Ángel custodio y otros Ángeles hasta el lugar del suplicio; le
inspiraron tal valor en medio de sus sufrimientos, que cuando se desgarraba su
cuerpo delicado y virginal con uñas de hierro, exclamó en un impulso de alegría
¡Olí Dios mío! ¡cómo es dulce leer los caracteres de vuestro triunfo, trazados
con mi sangre por estas uñas de hierro sobre mi cuerpo! Vida de la Santa.
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