martes, 17 de octubre de 2023

TRIDUO A NUESTRA SEÑORA DE LA NUBE


 

TRIDUO EN HONOR DE NUESTRA SEÑORA DE LA NUBE

 

Con Licencia Eclesiástica

Lima

Año de 1935

 

ORACIÓN PREPARATORIA

Jesús, divino Salvador nuestro, que habéis constituído a María, vuestra Madre Santísima, refugio de los pecadores, consuelo de los atribulados y salud de los enfermos: acudimos humildemente hoy ante el trono de vuestras misericordias, pidiendo que por la intercesión de Nuestra Señora de la Nube os dignéis escuchar benigno nuestras súplicas, y despacharlas favorablemente. Reconocemos que nuestros pecados son causa de todos los dolores, enfermedades y penas con que rectísimamente nos prueba vuestra justicia; pero ya nos arrepentimos de nuestras faltas, y detestamos contritos nuestras iniquidades porque con ellas hemos ofendido a Vos, dulcísimo esposo nuestro, y único y único dueño de nuestros corazones. Acordaos ¡Oh Jesús amantísimo! que por salvar a los pecadores moristeis en una cruz, y cuán amargos fueron los dolores con que vuestra Santísima Madre intercedió por nosotros en el Calvario. Dignaos por tanto, perdonarnos todas nuestras culpas y las penas que por ellas merecemos, para que libres de las adversidades y peligros os sirvamos en santidad y justicia todos los días de nuestra vida. Amén.

 

Aquí se dice: Recemos tres Ave Marías a la Santísima Virgen, en honra de las tres horas que acompañó a su Hijo divino cuando agonizaba pendiente de la Cruz. Después de cada Ave María se dice esta invocación: Salus infirmorum, ora pro nobis. Salud de los enfermos, ruega por nosotros!

 

DÍA PRIMERO

CONSIDERACIÓN

Sobre aquellas palabras del sagrado libro Eclesiástico (cap. XXIV v. 7.): "En los altísimos cielos puse yo mi morada, y el trono mío sobre un columna de nubes", et thronus meus in columna nubis, dice Alápide "muchos santos Padres llaman a la Stma. Virgen Nube, por cuanto es ella quien tempera los ardores del Sol, esto es, los rigores de la vindicta divina; y a manera de nube refresca y fecunda nuestras almas con el rocío de la gracia". Las enfermedades, así como todas las tribulaciones de esta miserable vida, son efectos propios del pecado; pues por el pecado, dice el Apóstol, entró la muerte en el mundo; y las enfermedades no son otra cosa que preludios de la muerte. Por lo mismo, debemos resignarnos humildemente a la Voluntad divina que nos castiga bondadosamente con los trabajos y enfermedades de esta vida, antes que con los suplicios intolerables del infierno que justamente tenemos merecidos por nuestros pecados. Entremos, pues, en los planes amorosos de la Providencia; y corregidos por la enfermedad detestemos nuestras culpas pasadas, y hagamos propósitos eficaces de llevar en adelante una vida verdaderamente piadosa y cristiana. Acudamos para ello a la intercesión poderosa de la Santísima Virgen, que como Nube benéfica nos protegerá con su sombra de los ardores de la Justicia divina, y nos alcanzará gracia y perdón por nuestras anteriores iniquidades; siempre que sinceramente arrepentidos de ellas no tornemos con nuevas recaídas a provocar la cólera del cielo.

 

EJEMPLO

Allá por los años de 1696 hallábase gravemente enfermo y próximo a la muerte el Ilmo. Obispo de Quito, Sr. Don Sancho de Andrade y Figueroa. La población de Quito que amaba tiernamente a aquel ejemplar y piadoso pastor, salió por las calles de la ciudad, en una muy fervorosa rogativa, es la que se cantaba el rosario con el fin de obtener la salud de aquel benemérito Prelado. Cuando llegó la procesión al atrio de la iglesia de San Francisco, tuvo lugar un estupendo prodigio; toda aquella numerosa concurrencia contempló que flotaba en los aires una hermosísima imagen de la Santísima Virgen. Para que se viese que esta aparición no era un fenómeno natural, en el mismo instante sanó de su accidente el Ilmo. Sr. Andrade y Figueroa. Esto dió origen a la advocación de Nuestra Señora de la Nube, con lo cual la augusta Madre de Dios quiso probar una vez más, al pueblo cristiano que Ella es verdaderamente la salud de los enfermos y nuestro consuelo y refugio en todas las tribulaciones.

 

DEPRECACIÓN

Permitidnos, joh dulcísima Virgen! que postrados humildemente a vuestras plantas, unimos nuestra voz a la de toda la Iglesia, y os digamos: ¡Salve Reina de clemencia y Madre de misericordia!: volved benigna vuestros ojos a estos pobres hijos vuestros, que caminamos gimiendo y llorando por el valle de lágrimas, en que hallamos desterrados. Dignáos, ¡oh Reina piadosísima! defendednos de las iras del Cielo; como aquella nube prodigiosa que guió a los Israelitas en el desierto, así, ¡oh Madre amabilisíma amparadnos y protegednos en todas nuestras necesidades y tribulaciones para que conducidos por Vos, lleguemos un día a la posesión de la eterna Patria que nos está prometida. Amén.

 

PRECES

Estribillo que repite el pueblo después de cada invocación:

 

R/: Ruega, ¡oh tierra Madre! nos conceda 

Dios, Salud al enfermo, gracia al pecador.

 

Nube del Sinaí, de vivo esplendor,

Que en el seno ocultas al Hijo de Dios,

 

Nube más hermosa que la que veló

Al Arca de Alianza con tenue vellón.

 

Nube que guiaste al pueblo de Dios

A gozar la herencia de Abraham y Jacob.

 

Nube que en el templo del Rey Salomón

Flotaste cual humo de etérea oblación.

 

Nube, que Isaías, con místico ardor,

Lluévenos, clamaba, llueve al Salvador.

 

Nube del Carmelo, donde te evocó

Del profeta Elías la ardiente oración.

 

Nube en que gozoso Noé contempló

Dibujarse el iris, del diluvio en pos

 

Nube que te viste del divino Sol,

Y dones derramas de vida y amor.

 

Nube mensajera de gracia y perdón,

Cúbranos tu sombra de la ira de Dios.

 

Nube que al viajero con sombra veloz

Refrezcas la frente que abrazara el sol.

 

Nube que las lluvias de vida y frescor

Nos das cuanto quema los campos el sol.

 

Nube de las gracias, fragua del amor,

Nube de los cielos, trono de mi Dios.

 

ORACIÓN

Acordaos, ¡oh misericordiosisima Virgen María! que jamás se ha oído decir que ninguno de cuantos recurren a vuestra protección, imploran vuestro socorro y reclaman vuestra asistencia, haya sido abandonado. Animados con esta confianza recurrimos hoy a Vos, Madre del Omnipotente y Virgen de las vírgenes; y gimiendo bajo el peso de nuestros pecados nos postramos a vuestras plantas! ¡Oh Madre del Verbo encarnado! no desechéis nuestras súplicas, antes bien escuchadlas benigna y despachadlas favorablemente. Así sea.

 

 

DÍA SEGUNDO

CONSIDERACIÓN

Cuando hubo pasado el diluvio, dijo el Señor a Noé "pondré mi arco en las nubes, y será señal de la alianza entre mí y entre la tierra". El iris, dice San Gegorio Magno, representa al Verbo encarnado Verbo velado por la carne, o sea la misma carne del Verbo Divino. Iris est Verbum incarnatum, et carne velatum, sive est ipsa caro Verbi. La nube en que se nos presenta este iris divino es la Santísima Virgen. Y así como Noé para tranquilizar su ánimo conturbado por la horrorosa catástrofe del diluvio tornaba sus miradas al arco que el Señor había puesto en las nubes como signo de su alianza de modo semejante en todas nuestras tribulaciones volvamos nuestros ojos hacia María en quien recobraremos la esperanza y veremos resplandecer la clemencia divina, como arco iris que anuncia el término de nuestros males. La causa de prolongarse estos, muchas veces, más allá de los que sufren nuestras débiles fuerzas es porque somos remisos en la oración, y tardíos al soberano amparo y protección de la Madre de Dios.

 

EJEMPLO

Desde la prodigiosa Aparición de 1696, celebrábase en Quito todos los años una suntuosa fiesta en honra de Nuestra Señora de la Nube; pero vinieron los trastornos políticos de este siglo, y todo cayó en olvido. El año de 1888, un sacerdote de la Congregación de Sacerdotes Oblatos del Sagrado Corazón, que se hallaba en Quito, supo que se moría en Cuenca un hermano suyo de religión, víctima de una agudísima afección hepática. Al punto hizo promesa formal de mandar pintar un cuadro de Nuestra Señora de la Nube, y publicar las informaciones auténticas de su aparición, si obtenía la curación del enfermo. La Santísima Virgen escuchó al instante esta súplica, y el enfermo, contra toda humana esperanza, curó completamente de su dolencia. Estas y otras semejantes gracias han venido a ser origen del fervoroso culto a Nuestra Señora de la Nube.

 

DEPRECACIÓN

Vos sois, ¡oh María! la Nube resplandeciente, en la que contemplamos a Jesús crucificado que, como iris verdadero de la alianza, se interpone entre la justicia irritada del Eterno Padre, y nosotros pobres pecadores. ¿Qué sería de nosotros miserables, sin tu poderosa mediación, ¡oh dulcísima Virgen! Bien merecidas tenemos todas las penas y enfermedades con que nos aflije la justicia divina; pero en este diluvio de miserias, elevamos nuestros ojos hacia Vos, joh María para que intercedáis por nosotros, aboguéis por nuestra causa ante el tribunal de vuestro Hijo y, con vuestros ruegos apartéis su justa indignación de nosotros.

 

 

DÍA TERCERO

CONSIDERACIONE

Leemos en el Evangelio que Cristo Señor nuestro vendrá a juzgar al mundo en el gran día del juicio final cercado de gran majestad y poder y en un trono resplandeciente formado de nubes del cielo. Et videbunt Filium hominis venientem in nubibus coeli. De manera que las nubes que antes habían servido para ocultar la majestad de Dios, entonces le harán resplandecer con más grandeza y solemnidad que nunca. Este símbolo de la nube nos enseña una importante verdad. La Santísima Virgen que es la mística nube en la cual se oculta al presente la Majestad de Dios, en el gran día del juicio final vendrá también acompañando a su hijo divino, y se asentará junto a Él como Reina, para juzgar en unión de los Santos a todo el universo; por manos de María recibirán los justos la corona de la gloria inmortal. Esto mismo se verifica en cierto modo para cada individuo en el instante de la muerte. Los deudos de quien muere al ver frustrada su esperanza quéjanse amargamente de María como si se hubiese tornado sorda a sus ruegos siendo en verdad todo lo contrario. La bondadosísima Madre escuchó esas súplicas y las despachó alcanzando un bien infinitamente mayor al que se le pedía librando al enfermo no sólo de la enfermedad sino de todos los males de la vida, y conduciendo su alma a gozar de la gloria del Paraíso. La Santísima Virgen es para todos sus siervos en a hora de la muerte, la aurora hermosísima que anuncia el gozo sin fin de la dichosa eternidad.

 

EJEMPLO

El Ilmo. Señor Sancho Andrade y Figueroa que en 1696 alcanzó la salud mediante el estupendo prodigio de la aparición de Nuestra Señora de la Nube, después padeció otra enfermedad mortal. Pero entonces las súplicas que se elevaron a María en favor del Prelado no alcanzaron a éste un bien limitado como la salud y vida del cuerpo, sino el bien incomparable de la gloria del cielo. Puédese creer eso piadosamente tanto por la vida ejemplar del Obispo como por las hermosas circunstancias de su muerte. En efecto: así como al anunciarse el tercer misterio del rosario que es la Natividad de Nuestro Señor Jesucristo tuvo lugar aquella aparición célebre de la Nube; de modo semejante en una ocasión en que el ilustre enfermo tomó Rosario en sus manos para rezarlo, al llegar al segundo misterio que es la Visitación entregó dulce y plácidamente el alma en manos del Creador. ¡Muerte verdaderamente hermosa!: salir de este mundo llevando en los labios las notas del santo Rosario, es decir del cántico más puro y armonioso que los cielos y la tierra han entonado jamás en honra y alabanza de María!

 

DEPRECACIÓN

¡Oh Virgen Inmaculada Reina de los cielos y soberana Emperatriz del Universo!: quién nos diera contemplaros no entre sombras y nubes sino con toda la gloria y magnificencia con que os ven los bienaventurados en el Paraíso. Esta es ¡oh Madre dulcísima!, la gracia de las gracias que esperamos alcanzar por vuestra poderosa intercesión. La salud, la vida y todos los demás bienes de la tierra no los queremos, sino en tanto son medios para lograr nuestra eterna salvación pero lo que os pedimos con toda nuestra alma y sin reserva alguna es que nos libréis de las penas del infierno, y nos pongáis un día en posesión de nuestra única y verdadera Patria que es el Cielo. ¡Oh María si Vos rogáis por nosotros no nos perderemos; piérdanse en buena hora riquezas, honras y dignidades, con tal que se salve el alma. ¡Oh Madre Santísima de Dios! vuestros somos, a Vos nos consagramos de vuestra poderosa intercesión esperamos que un día os alabaremos en compañía de todos los santos y ángeles en la gloria eterna de los cielos. Amén.

 


CÁNTICO A NUESTRA SEÑORA DE LA NUBE

CORO

¡Ven, Reina del cielo:

Ven, Nube de Dios:

Reina en este suelo,

Reina del amor!

 

COPLAS

Columna de incienso,

Trémula te asomas,

Derramando aromas

Que hechizan a Dios;

De puro holocausto

Perfumes exhalas

Y llevan tus alas

Ecos de oración.

 

Paloma del Arca,

Vuelas fugitiva,

Mostrando la oliva,

De paz y de amor.

La peste y la guerra,

Nuncios de la muerte,

Se alejan al verte

Cual sombra del sol.

 

Peregrina te alzas,

Nube del Carmelo,

Flotando en el cielo

Cual brillante airón;

Tímidas al paso

Salen las estrellas,

Y esmaltan las huellas

Que deja en pos.

 

Misteriosa niebla,

Ostentas tu aliño

En copos de armiño

Que alfojara el Sol;

El celeste domo

Henchir te contemplo.

Consagrando el templo

De la creación.

 

Púdica azucena,

El aura tremola.

Tu ebúrnea colora

De fúlgido albor.

Las nevadas cumbres

De nuestras montañas,

Con tu luz empañas

Que envidiará el Sol.

 

¡Ven, mística nube,

Ven cándida Rosa,

Ven Madre amorosa,

Ven reina de amor!

Reina de esta tierra,

Reina de nuestro suelo,

¡Oh Reina del cielo,

Oh Madre de Dios!

 

¡Ven nube argentada,

Dános tu rocío;

Y en medio el estío,

Cúbrenos de sol;

Tus alas ostentan

Siempre el iris gayo,

Y alejen el rayo

La rugiente voz!

 

Tu eres nuestro gozo,

Tu nuestra alegría,

Tu eres ¡oh María!

La nube de Dios:

Esa nube hermosa

Que alegró el Carmelo,

Y que en nuestro suelo

Nos habla de amor.

 

¡Ven conquistadora

Del nuevo hemisferio;

Con la cruz de tu imperio

La América alzó;

Por madre te invoca,

Por dueña te aclama,

Reina te proclama,

Perú y Ecuador!

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

ANOTACIONES

Al hablar sobre la piedad popular, es referirnos a aquellas devociones que antaño se hacían en nuestros pueblos y nuestras casas, cuando se...