DÍA
QUINTO
EL
MILAGROSO NIÑO JESÚS DE PRAGA Y EL CASTIGO DE UN PUEBLO SIN FE
Jesús,
en su vida mortal, como era tanto lo que amaba a los hombres, les decía y
repetía muchas veces: Mirad, hijos míos, yo soy la vid, vosotros los
sarmientos, y de la misma idéntica manera que el sarmiento está unido a la vid
o parra, así lo estáis vosotros a mi corazón por la gracia o vida sobrenatural.
Cuando así hablaba ¡con qué atención se le escuchaba! Ahora bien, cuando los
sarmientos se secan por haberse separado de la vid, no les queda otro remedio,
dice San Agustín. que dejarse llevar a la lumbre o fogata, o incorporarse de
nuevo a la vid, mediante un milagro que la naturaleza no sabe hacer, pero sí la
divina gracia. De la misma, añade el Santo, cuando los hombres se separaran de
la vid divina, que es Cristo, no les queda otro remedio que, ir al fuego eterno
y volver a la vid, mediante la infusión de la vida sobrenatural en el
sarmiento, o sea en el alma. Sí, los hombres y los mismo los pueblos, cuando
por la gracia y vida sobrenatural están unidos a la vid divina, que es
Jesucristo, todos lo pueden, todo lo alcanzan. Son las mismas del Señor
"que quien está unido por la gracia, hará mucho fruto en sí en otros, y
que todo cuanto quiera y necesite lo obtendrá, si se lo piden mediante la
oración".
OTRA
VEZ LOS HEREJES
Otra
vez los discípulos de Calvino y de Lutero se apoderaron de Bohemia. La ciudad
de Praga fue asaltada por y las iglesias profanadas entre ellas la Iglesia de
los Carmelitas Descalzos. Así fue como los religiosos por temor a que fueran
ejecutados tuvieron que abandonar la ciudad dejando sus objetos más valiosos
como la imagen del Niño Jesús de Praga burlada y maltratada por los herejes y
abandonada por entre los escombros por los herejes rompiéndoles sus manos.
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