jueves, 4 de enero de 2024

MES DE ENERO AL NIÑO JESÚS DE PRAGA


DÍA CUARTO

EL MILAGROSO NIÑO JESÚS DE PRAGA Y UN PUEBLO SIN FE

El que negare hoy, por su desgracia, existen pueblos o sin fe o próximos a quedar sin ella, daría señales inequívocas de que no se vive en la realidad, y de que se empeña en cerrar los ojos de la evidencia. Por mucho que duela confesar tan terrible y amarga verdad, hay que convenir en que esto es un hecho. Sí, la fe de muchos pueblos se va. Y la culpa de estos la tienen todos aquellos que, con gran indolencia, mal ejemplo, desidia, transgresión descarada y condescendencias criminales con la propaganda inmoral e impía, contribuyen a que se obscurezca en la inteligencia y se seque en los corazones la religión de nuestros mayores. Y como quedarse sin fe y sin religión un pueblo es quedarse sin Jesucristo, de ahí el que, tratándose del orden sobrenatural, los niños al nacer o las doncellas al pisar en el plano inclinado de las ilusiones y de la juventud, y los jóvenes al comenzar la lucha inevitable entre el deber y la pasión, como no tienen a donde volver los ojos. Se encuentran solos y por fin, sucumben. Y por esta misma carencia de fe y de conocimiento y amor de Jesucristo sucumben los ricos y los pobres en sus perpetuas contiendas, y los moribundos en los últimos estremecimientos de la agonía, y que los asediados por la enfermedad, por la pobreza y por la calumnia, y los abrumados por el remordimiento y tendidos en una cruz desesperante, que no es y no puede ser la de Jesucristo. Pueblos así, pueblos que su impiedad e irreligión se quedan sin Jesucristo, se quedan en una situación aún más deplorable que la de aquellos otros que jamás le conocieron.

 

EL APÓSTOL DE LA DEVOCIÓN AL MILAGROSO NIÑO JESÚS DE PRAGA

Fue destinado al Carmelo de Praga a casa noviciado de la Orden en aquellas tierras. Entre los muchos jóvenes que a él acudieron a recibir el Santo hábito de la Orden de la Virgen del Carmen. Uno de ellos fue Nicolás Schoviley, natural de Luxemburgo, quien al tomar el hábito cambió de nombre y de apellido, como es costumbre en los carmelitas y se llamó Fr. Cirilo de la Madre de Dios. No es para dicho los trabajos de espíritu sequedades del alma con que el Señor probó a este fiel siervo durante algunos años, hasta que, en el 1629, en la misma noche de Navidad, después de los maitines. Se fue al Oratorio Fr. Cirilo de la Madre de Dios y arrojándose de rodillas ante la imagen del Milagroso Niño Jesús de Praga, le dijo: "Jesús mío, ten piedad de mí" y así fue como el empezó a dedicar su vida para propagar su devoción por todo el mundo, la cual hasta hoy veneramos con mucho fervor.

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