lunes, 15 de enero de 2024

MES DE ENERO AL NIÑO JESÚS DE PRAGA


 

DÍA DÉCIMO QUINTO

EL NIÑO JESÚS Y LA TRINIDAD DE DIOS

Parte principal de nuestro Credo es aquella que nos manda venerar y adorar a un solo Dios en la Trinidad y a la Trinidad en la unidad, como profundamente enseña San Anastasio. Sí porque Dios de tal manera es uno en esencia, que justamente es trino en personas Padre, Hijo y Espíritu Santo; y aunque no alcance con mi entendimiento el modo como esto es, he de forzar mi razón y cautivar mi entendimiento a creer esta salubre verdad. Porque la primera persona, que es Padre, al conocerse y comprenderse a sí mismo y a su divina esencia, con infinita mayor claridad que uno se ve en la tersa luna de un espejo, forma con este conocimiento dentro de sí, como dice Santo Tomás, un concepto e imagen viva de sí, que es el Hijo, quien como enseña San Pablo "es resplandor de la gloria del Padre y figura en su sustancia". Este Hijo es el que llama san Juan Verbo y palabra de Dios, la cual habla dentro de sí y contiene cuanto Dios sabe. Así que el Padre produce al Hijo de manera que queda dicho, necesariamente le ama y lo complace. De la misma manera, el Hijo ama al Padre, por la infinita bondad que recibe de Él. En seguida los dos por este infinito amor mutuo, producen su ímpetu o impulso de su divina voluntad al que la ciencia teológica llama Espíritu Santo, y al que comunican su misma divinidad y es un solo Dios con ellos.

 

DOS MÉDICOS: UNO CELESTIAL Y OTRO TERRENO

He aquí cómo se expresa en El Mensajero de 1917, un médico agradecido de Sarriá (Barcelona) "Niñito mío, Jesús de Praga, te doy millones de gracias por las muchas que te has dignado en concederme, entre las cuales voy a suplicar está a continuación. Meses atrás venia padeciendo de u catarro intestinal, rebeldísimo a todo tratamiento. que me debilitó en extremo y me hizo enflaquecer hasta tal punto que parecía un cadáver. "Una señora amiga mía, muy piadosa me dio a conocer la devoción del Milagroso Niño Jesús de Praga. Inmediatamente, comencé hacerle una novena, y a los pocos días quedé curado completamente de mi antigua enfermedad que amenazaba concluir en breve mi vida. (Testimonio de Adolfo Torreblanca)

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