DÍA
VIGÉSIMO
EL
MILAGROSO NIÑO JESÚS DE PRAGA Y LA INFINITA CARIDAD DE DIOS
La
grandeza de la caridad y amor que Dios nos tiene se echa de ver, dice San Juan
de la Cruz, en la estrecha amistad que con nosotros quiso tener. Ahora bien, lo
primero que la amistad pide para que sea verdadera, es cierta igualdad entre
los amigos, y así es la que Dios nos tiene, quien al ver la grande, la infinita
desigualdad que había entre nuestra naturaleza y la suya, quiso, llevado de su
infinita bondad y ternura, levantarnos a las alturas de otro modo de ser
excelentísimo y nobilísimo, muy por encima de toda nuestra naturaleza creada, y
en la cual se pudiese establecer una muy apretada unión y amistad con darnos,
como dice el príncipe de los apóstoles, "dones preciosísimos de gracia,
por los cuales seamos consortes y conformes con su divina naturaleza" con
aquella conformidad y unión compatibles con la exigencias de puras criaturas.
En conformidad y unión compatibles con todas las exigencias de puras criaturas.
UNA
GRAN CASA CEDIDA PARA EL CONVENTO
"Como
le pidiéramos (escribe agradecida una religiosa) al Milagroso Niño Jesús de
Praga que nos concediese el tener una casa capaz para la comunidad y colegio,
en que pudiéramos cumplir con nuestros deberes religiosos, ha sido tan
bondadoso que nos ha concedido la casa en que habitamos actualmente, bastante
capaz y cómoda. Sin este favor del milagroso Niño nos encontraríamos en la
calle, pues sabido es que tuvimos que trasladarnos de San Juan Bautista de
Tabasco a Chiapas, México, donde ahora nos encontramos". Sor M.C,
sierva del Niño Jesús de Praga.
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