DÍA
VIGÉSIMO SEGUNDO
EL
MILAGROSO NIÑO JESÚS DE PRAGA Y EL PRECEPTO DEL AMOR
Enseñan
los teólogos, con Santo Tomás (2.2.q.XXVII), que es más propio de la caridad
amar que ser amado. Así y todo, la infinita caridad de Dios no se contenta con
amarnos, antes bien desea vehementemente ser amado de nosotros, no porque en
ello busque su propio interés, de que no necesita, sino el nuestro. Este deseo
del Señor es tan imperioso, que nos manda que le amemos "con todo el
corazón, el alma y nuestra mente". Esto es con cuanta perfección nos sea
posible, ya que, como dicen San Francisco de Sales y Santa Teresa de Jesús, el
modo de amar a Dios es amarle sin modo ni tasa alguna, porque en amor es mejor
en cuanto que es mayor, tanto el más grande y desinteresado. ¡Oh amabilísimo
Niño Jesús de Praga! Permíteme que con tu enamorado doctor San Bernardo repita
una y mil veces: "Bendito es y será cualquiera que te ame, y maldito es y
será cualquiera que te aborrezca". ¿Quién no te amará, pues tantas
bendiciones derramas sobre los que te aman?
TESORO
ESCONDIDO
En
la Catedral de Lubec (Alemania), se halla escrita en una lápida las siguientes
palabras puestas en boca de nuestro Señor Jesucristo, contra los cristianos
tibios y apartados de la piedad. Es una de esa joyas antiguas y poco conocidas,
pero de un inmenso valor, que en el breve espacio de una línea encierran más
tesoros y sustancia, que algunos voluminosos tomos de ahora. Dice de esta
manera:
Así
nos habla Cristo Nuestro Señor:
"Ustedes
me llamas Dueño, y no me obedeces.
Me
llaman Luz, y no me ves.
Me
llamas Camino, y no me sigues.
Me
llamas Vida y no me deseas.
Me
llamas Sabio, y no me escuchas
Me
llamas Hermoso, y no me amas.
Me
llamas Rico, y no me pides.
Me
llamas Eterno, y no me buscas.
Me
llamas Misericordioso, y no confías en mí.
Me
llamas Noble, y no me sirves.
Me
llamas Poderoso, y no me honras.
Me
llamas Justo, y no me temes.
¿No
es verdad que son justos y de candente actualidad estos reproches de Nuestro
Señor?
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