DÍA
VIGÉSIMO NOVENO
EL
MILAGROSO NIÑO JESÚS DE PRAGA Y LOS NIÑOS DE LA PRIMERA COMUNIÓN
De
los rosados y purísimos labios del Milagroso Niño Jesús de Praga, vemos salir
repetidas, de continuo y sin interrupción, aquellas tiernas y sentidas palabras
en favor de la candorosa niñez, cuando rodeado de sus apóstoles y de la
multitud inmensa, se le oyó decir: "Dejad que los niños se acerquen a mí.
No se lo impidan". Estas mismas palabras ha repetido en estos tiempos, por
boca de su Vicario en la tierra, el Papa, llamado al convite eucarístico de la
primera Comunión a los niños de siete años, poco más o menos, grabando la
conciencia de aquellos padres y educadores de un niño, que de seguro cometen
pecado mortal, si tuvieran la desgracia y la osadía de oponerse a la voluntad
del Sumo pontífice. Pocas disposiciones del Papa se habrán recibido en el campo
cristiano con tanto júbilo como ésta, que tanto satisface los deseos de los
conocedores de esos infinitos lazos y peligros en que se encuentran los niños,
cuando en ellos comienza a alborear la razón. ¿Que por qué tanto júbilo y
alegría? Porque en adelante con esta disposición del Papa, obedecida por todos,
podrá entrar Jesus antes que nadie en el alma de los niños, y adueñarse de sus
inocentes y castos corazones. De esos niños pequeñitos que son las flores más
delicadas, bellas y aromáticas de la Iglesia; de esos niños cuyas almas aún
están cubiertas con el divino aliento con que salieron del seno de Dios, y que
solo su recuerdo y contacto saben estremecerse; de esos niños, en fin, espejos
lucientes en que sin cesar se mira la bondad y majestad de Dios, por no estar
aún sombreados por las negruras de su culpa. ¡Oh Niño Jesús de Praga, encanto y
embeleso de toso los niños cristianos! Ampara a la niñez, despliega todo su
infinito poder a fin de que no se marchiten esas olorosas flores.
LA
ORACIÓN EN FAMILIA Y LA OFERTA QUE HACE UNA NIÑA DE SIETE AÑOS
Una
familia de Carcagente (Valencia) muy devota del Milagros Niño Jesús de Praga,
viendo su huerto de naranjos en peligro por la tormenta y el pedrisco de aquel
día en que caían los granizos. La señora se acogió a la protección del Divino
Niño Jesús que y toda la familia rodeó el altarcito rogando con las manos
cruzadas, prometió al Niño Jesús sacar de su hucha una peseta, y la madre
cinco, todo para los cultos del Niño Jesús. Cuál sería el asombro de esta
cristiana familia, cuando una vez terminadas las súplicas, y hechas las
promesas, ven que de repente cesó la tempestad. Pero no paró aquí el prodigio,
sino que van al huerto de los naranjos, y con estar arrasados por la tormenta
los inmediatos a él, éste no había sufrido deterioro alguno. Desde aquel día
pusieron bajo la advocación del Milagroso Niño Jesús de Praga el mencionado
huerto, quedando dicha familia, más tiernamente devota del milagroso y divino
Infante de Praga
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