martes, 30 de enero de 2024

MES DE ENERO AL NIÑO JESÚS DE PRAGA


 

 

DÍA TRIGÉSIMO

EL MILAGROSO NIÑO JESÚS DE PRAGA Y LA DEVOCIÓN A LA VIRGEN

Todas las imágenes de Jesucristo en especial las del Niño Jesús, no están gritando a voces y diciendo muy al oído del alma que no hay madre como su madre, que no hay madre como María. Y siempre debió ser así, ya que como refiere el Evangelio, cierto día, en presencia de Jesús, se levantó una mujer de entre la multitud, y haciéndose eco de ella, exclamó: "Bienaventurada las entrañas que te llevaron y los pechos que te amamantaron". ¿Y qué es tener devoción a la Virgen? Es honrarla y ensalzarla como Dios quiere que la honremos y ensalzemos, o sea honrado en ella a su misma e Inmaculada Concepción, admirando en ella la obra maestra de la mano creadora, y amando en ella a la Virgen sin mancha, por cuyo medio se obró nuestra copiosa redención. Estas consideraciones son las que siempre han levantado en el pecho del hombre tempestad de aplausos y perpetuos himnos de amor de Dios, del que sin cesar desciende abundante y continua lluvia de gracias sobre la tierra.

 

SANTA TERESA COMO AMOR A LA VIRGEN CON OBRAS POR AMOR DEL NIÑO JESÚS

Son muchos los que aman a la Virgen Santísima con ese amor que cuesta poco, como es rezarle ciertas oraciones en determinados tiempos; y muy pocos los que cifran su amor en imitarla en sus excelsas virtudes y en hacer y sufrir mucho a ella. Santa Teresa fu principalmente de estos últimos. Poquísimo escribió de la Virgen. Casi nada lo que dijo ella en sus escritos inmortales. Pero ¡cuánto hizo! ¡Qué de empresas acometió y qué árduas todas ellas para honrar y enaltecer a la Virgen del Carmen y su Orden! Treinta y dos conventos fundó para que con ellos se bendijese y alabase al Reina del Carmelo; pero después ella de haber vencido treinta y dos mil dificultades en cada uno. Y en las menores de ellas fueron las sufridas en caminos y posadas, ya que en aquellos tiempos no se conocía esa pasmosa facilidad para viajar ni ese confort en los viajes que ahora. La Santa, mejor que nadie, pudo repetir y hacer suyo el apotegma español, tratándose de la devoción a la Virgen: Obras son amores y no buenas razones.

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