DÍA DÉCIMO SEGUNDO
EL MILAGROSO NIÑO JESÚS DE PRAGA Y LA ETERNIDAD DE DIOS
Eterno es el Padre, eterno el Hijo y eterno es el Espíritu Santo. Y, sin embargo, no son tres eternos, sino un solo eterno y un solo Dios. Porque no sólo es verdad certísima y de fe que hay Dios, sino que lo es igualmente el que este Dios eterno, es decir, que necesariamente es, fue y será siempre. Señor, dijo Moisés, sin me preguntan quién eres ¿qué responderé? Y el Señor le dijo (Éxodo III): "Yo soy el que soy. Y a los hijos de Israel dirás: El que es, me envió a vosotros". Qué es lo mismo que si hubiera dicho: Mi nombre propio es ser el que es, y mi esencia es ser siempre, sin ser posible otra cosa. Por consiguiente, Dios fue antes que fuese el mundo, y seguirá siendo cuando este mundo deje de existir. Y si con la imaginación nos esforzamos en fingir y suponer millones de millones de años que precedieron al ser del mundo, antes de todos estos millones ya era Dios y siempre fue y siempre será, sin alteración ni mudanza en su ser y perfecciones, a las que nada se pueda añadir ni quitar en los que consiste la mudanza o el cambio. Por eso dijo Santa Teresa, una luminosa verdad. "Dios no se muda", Dios no cambia, Dios no sufre alteración ni pérdida ni ganancia, porque de tal manera lo tenía todo, incluso el tiempo y la eternidad que de nada ni de nadie necesita, ni cosas en la creación puede alterarle ni causarle novedad. Mi Niño Jesús de Praga, mi Niño Dios, veo que se me agranda el corazón, veo que se me dilatan, sin poderlo remediar, los senos del alma, considerando que un Dios tan excelso, tan sublime y terno se haya por amor al hombre así encerrado en el cuerpecito de un niño tan pequeño. como Tu. Me alegro y regocijo, Jesús del alma, de que todo cuanto Dios puede lo puedas Tú, pues eres tan Dios como tu Eterno Padre. Reina del Carmelo, que todos los hombres se den cuenta de este infinito y eterno poderío del Niño Dios, para que sepan despreciar el efímero y limitado de las cosas del mundo. Amén.
LA VIRGEN SANTISIMA PROMOVIENDO EL CULTO AL NIÑO JESÚS DE PRAGA
Ya era del todo insuficiente el coro de los Carmelitas, y más tarde el pequeño oratorio, para recibir a los incontables devotos que dentro y fuera de Praga acudían a venerar al Milagroso Niño Jesús de Praga. Se decidió en erigirle un gran templo en su honor. Por supuesto, que al V.P. Cirilo era a quien más le entusiasmaba esa hermosa idea. Consecuente con este entusiasmo, se le veía día y noche pasar largos ratos de oración ante el altar de la Virgen del Carmen, negociando con ella la pronta realización de dicho proyecto. Con qué fe y amor se lo pedía todas las noches mientras rezaba que un día se le apareció la excelsa Madre de Dios, y fue ella misma la que le señaló el lugar donde se le edificará el altar a su Divino hijo. "Allí se edificará una Iglesia a mi Hijo". Con estas palabras de la Virgen, el V.P. Cirilo puso en conmoción a toda la ciudad y así todos los devotos contribuyeron para la construcción del nuevo templo en su honor terminado en 1642. A él fue trasladada la milagrosa imagen del Niño Jesús, con toda pompa y esplendor, y en cuya solemne procesión figuraban los Carmelitas, el clero, la aristocracia y el pueblo.
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