DÍA
OCTAVO
EL
MILAGROSO NIÑO JESÚS DE PRAGA Y LOS NIÑOS
Las
páginas inmortales del Santo Evangelio dicen que Jesucristo, durante su vida
mortal, tenía sus complacencias y delicias con los niños, y que en su corazón
no parece tenía contento sino cuando estaba en medio de ellos, como la gallina
rodeada de sus polluelos. ¡Con qué dulzura los llamaba! "Dejen que los
niños vengan a mí, porque de ellos es el reino de los cielos". ¡Oh, Jesús
dulcísimo y tiernamente enamorado de los niños! Mucho se consuela mi alma al
pensar aun en el cielo sigues con tan gran interés la suerte de los niños y
amándolos tanto, que, principalmente por ellos y para ellos hasta suscitado, en
estos tiempos la sencilla y provechosa devoción a tu santa infancia en la
milagrosa imagen del Niño Jesús de Praga. Pues bien sabes dulce Niño, que en
nosotros no puede haber santidad si tú apartas la mano, ni fortaleza que ayude,
si tú dejas de conservarla; ni castidad segura, si tú no la defiendes; ni fe
sencilla, viva y estable, si tú la dejas de mirarnos con esos tus ojos llenos
de clemencia, ya que ninguna propia guarda nos aprovechará si nos falta tu
santa vigilancia. Virgen del Carmen como madre que eres del Niño Jesús de Praga
y de todos los niños cristianos, ha que estos siempre vivan de Aquél, o sea la
vida de la pureza y de la gracia. Amén.
LA
PASTORCITA DE ALMEDRAL
Era
una joven pastorcita que en el pueblo de Almedral (Toledo) guardaba ovejas
cuando muy niña, fue la insigne carmelita descalza, Ana de San Bartolomé,
enfermera y secretaria de Santa Teresa de Jesús. Una noche mientras rezaba el
rosario, se quedó dormida y soñó que se le apareció el Niño Jesús, a quién veía
en brazos de María, y tirando éste del Rosario la despertó. Una vez despierta
le dijo la Virgen del Carmen. "Yo te llevaré a donde seas monja y traigas
mi hábito". Y así voy como le mostró el convento de San José de Ávila. Así
paga la Virgen el amor que las almas le tienen al Niño Jesús, y la devoción con
el Santo Rosario.
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