DÍA
NOVENO
EL
MILAGROSO NIÑO JESÚS DE PRAGA Y LA INOCENCIA
Es
el niño el retrato vivo de la inocencia. ¡Oh la inocencia! Dichoso el feliz
mortal que, en medio de tanta atmósfera corrompida, de tantos vicios y
repugnantes pasiones, puede conservarla en todo su brillo. La inefable dicha de
poder percibir y respirar la fragancia de esta aromática virtud, está reservada
especialmente a los niños amorosos. Por esto los ama tanto el Niño Jesús de
Praga, porque en ellos contempla la flor de la inocencia, sin que se haya ajado
ninguno de sus pétalos. ¡Oh, Jesús mío, que amas tanto la inocencia, porque eres
el autor de ella misma, despierta en el corazón de todas las madres cristianas
tal celo de conservarla en el alma de sus hijos! Virgen Santísima del Carmen,
conserva en ellos tan dedicada flor, y líbrala de peligros, mediante la
milagrosa protección de tu santo Escapulario.
CONQUISTA
HECHA POR LA INOCENCIA
En
Nancy ha tenido lugar el siguiente hecho conmovedor. Un coronel del Ejército
tenía un hijo, que hizo su primera Comunión el día de la fiesta del Niño Jesús
de Praga, y después de la Misa fue a reunirse con su padre. ¿Estás contento?,
le preguntó. Sí, papá, pero me falta algo para mi felicidad. Hay otros niños
más dichosos que yo. ¿Por qué? dijo el padre, sorprendido. ¿No tienes todo lo
que deseas? Sí en verdad; pero conozco niños más felices. El Niño del portero
es más dichoso, porque esta mañana ha comulgado en compañía de su padre. El
Coronel, profundamente emocionado comprendió la lección, y contestó. - Hijo
mío, pronto has de hacer tu Segunda Comunión, y ese día tendrás la misma dicha
porque comulgaremos juntos. La inocencia y fe viva del niño llevaron a Dios el
alma de su padre, que lo había bien menester, pues éste último cumplió su
palabra.
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