viernes, 27 de septiembre de 2024

VISITA SABATINA A NUESTRA SEÑORA DE LA MERCED

 


SALUTACIÓN SABATINA A NUESTRA SEÑORA DE LA MERCED


Por la señal de la santa Cruz, etc.


ORACIÓN PREPARATORIA

DULCÍSIMA VIRGEN de la Merced, Redentora piadosa de los pobres cautivos: humildemente rendido a tus sagradas plantas vengo a ofrecerte la presente visita por mi y en nombre de todos los asociados a tu amantísima Salutación. Acógela con agrado, oh Madre de clemencia, no mirando la pequeñez del homenaje ni mi propia indignidad, sino el afecto filial con que confiado me acerco tributártelo. Atraído vengo por el esplendor de tu gloria inefable y la fragancia de tus virtudes, abatido por la amargura de las tribulaciones del mundo, y anhelando cobijarme, necesitado de amparo, bajo tu manto protector. Mas, ¡ay! en tu presencia inmaculada comprendo más que nunca el abismo de mi torpe ingratitud y miseria y no me atrevo a elevarte mis pobres oraciones, porque me agobia el recuerdo de mis culpas y me avergüenza ofrecerte un corazón por ellas tan manchado. Purificalo, Señora, con tu misericordia y perdón, que ya me pesa acerbamente de cuantas veces renové tus dolores ofendiendo a mi Dios; propongo consagrar en adelante todas las fuerzas de mi ser a su servicio y a tu gloria, y suplícote con toda la efusión de un alma arrepentida que te dignes admitirme dignamente en tu regazo maternal, y, escuchando propicia nuestros ruegos, alcanzar de la divina bondad cuantas gracias necesitemos y en particular las que a tu soberana intercesión confiadamente encomendamos en las siguientes plegarias y salutaciones.


I.

MADRE SIN mancilla del Cordero de Dios, de cuya sangre preciosa, divinizada en Jesucristo, brotó por la Redención el cuerpo místico de la Iglesia católica, por la amargura que sufriste en su primera persecución, rogámoste Señora, te sirvas apiadarte de su triste opresión y cautiverio, destruir las asechanzas de la impiedad contra ella, congregar en su seno maternal a la humanidad entera, apresurar la aurora de su triunfo, confortar y libertar al Pontificado, sostener e iluminar a los Pastores todos que dirigen la ley del Señor, purificar y enfervorizar más y más a los ministros de Dios y las sagradas milicias regulares dedicadas al bien de las almas, bendecir y proteger al apostolado seglar en su combate entre los peligros del mundo, y otorgarnos el don inapreciable de vivir fielmente y morir en nuestra santa fe.

-Ave María.


L/: Santa, santa, santa eres, María, vencedora del infierno, Redentora de cautivos y Madre de toda merced, y llenos están los cielos y la tierra de tu gloria.


R/: Gloria a María, Hija de Dios Padre; gloria a María, Madre de Dios Hijo; gloria a María, Esposa de Dios Espíritu Santo.


II.

SOBERANA SEÑORA de cielos y tierra, bajo cuyo excelso patrocinio colocaron a España nuestros Reyes en agradecimiento a tus mercedes infinitas, dirigimoste asimismo como amantes hijos fervorosa oración por el pueblo fiel que defendió el primero tu Concepción sin mancha, que mereció recibir de tu amor inestimable prenda de cristiana fe en el Pilar, de esperanza bendita en Covadonga y de caridad inagotable en tu descenso a Barcelona para libertar de horrenda esclavitud a nuestros infelices hermanos, que te elevó un santuario en cada risco y un altar en el corazón de cada uno de sus hijos, que aprendió de tus labios y repitió a la humanidad el dulcísimo Rosario que a uno de ellos inspiraste, que a tu gloria consagró todas las suyas, y en todas sus necesidades encontró valimiento en tu excelsa protección: recuerda que en las presentes se acoge también confiadamente a ella, presérvala de todo error y corrupción, conservándola inquebrantable en la fe, y atiende benigna a nuestra ardiente súplica por su constante independencia y libertad, por su prosperidad y grandeza entre todos los pueblos, y para que siempre sea la nación predilecta de tu cariño de Madre y de Reina, y la más ferviente y solícita en tu culto y devoción.

-Ave María.

Santa, santa, etc.


III.

TESORERA INAGOTABLE de las misericordias de un Dios, que derramó toda su sangre por la salvación de los hombres, por el inmenso amor de tu purisimo Corazón hacia los pobres pecadores que adoptaste por hijos junto al árbol de la Cruz, pedimoste en su nombre dirijas una mirada compasiva a sus miserias; y así como te dignaste descender de los cielos para quebrantar los grillos de cien mil esclavos, y abandonó tu milagrosa Imagen el trono de su gloria para volar solícita en socorro de tus amantes náufragos, atiende a nuestros ruegos libertando a tus hijos extraviados de las cadenas del pecado, tanto más terribles cuanto más ocultas y floridas; extiende sobre ellos tu poderosa mano salvándolos del naufragio en que los sumieron sus culpas, y conduciéndolos como en otro tiempo a tus libertos a rendirte gracias por tu bondad, haz que reconocidos a ella y renunciando para siempre a los halagos del vicio, se hagan dignos de tu protección por sus virtudes y jamás se aparten del camino del bien.

-Ave María. 

Santa, santa, etc.


ORACIÓN FINAL

GLORIOSÍSIMA VIRGEN de la Merced, por cuya mediación confiamos alcanzar cuantas gracias te hemos pedido en esta santa visita, concede finalmente a nuestro amor filial la del aumento de tu devoción dulcísima y su universal propagación hasta reinar en el corazón de todos los hombres convirtiendo a tu cariño la sociedad entera. Líbrala, Señora, del abismo de perdición en que hoy se precipita por tu olvido y su contumacia en el mal, protege a nuestras familias, bendice nuestras empresas, remedia nuestras necesidades, mitiga nuestros pesares, perdona nuestros pecados, atiende a nuestras miserias y alienta nuestra flaqueza, sosteniéndola en las tentaciones contra el del enemigo, desarraigando en nuestras almas toda inclinación pecaminosa y coadyuvando a la divina gracia poder, para que sobre ellas derrame su raudal copiosisimo de bendiciones y méritos. Acuérdate especialmente de los que hemos acudido a tu santuario en este día, para tejerte esa corona de místicas flores que depositamos a tus plantas, y otórganos la merced, oh soberana Dispensadora de ella, de que cuantos nos reunimos en torno de tu solio en la tierra para dirigirte nuestros ruegos y ensalzar tus virtudes en el himno ferviente de nuestras plegarias, podamos eternamente contigo entonar el de las grandezas de Dios y gozar de tu gloria soberana en la del cielo. Amén.


ORACIÓN DE SAN BERNARDO

ACORDAOS OH piadosísima Virgen María, que jamás se oyó decir que ninguno de los que han acudido a vuestra protección, implorado vuestra asistencia y reclamado vuestro socorro, haya sido abandonado de Vos. Animado con esta confianza, a Vos también acudo, oh Virgen madre de las vírgenes, y gimiendo bajo el peso de mis pecados, me atrevo a parecer ante vuestra presencia soberana. ¡Oh Madre de Dios! no despreciéis mis súplicas, antes bien escuchadlas y acogedlas benignanemte. Así sea.


L/: Madre. Señora y Abogada nuestra,

R/: Ruega a Dios por nosotros ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.


L/: Gloria Patri et Filio et Spiritu Sancto.

R/: Sicut erat in principio et nunc et semper et in sæcula sæculorum. Amen.








TRIDUO POR LA PATRIA A NUESTRA SEÑORA DEL PERPETUO SOCORRO

 



TRIDUO A NUESTRA SRA. DEL PERPETUO SOCORRO


POR EL P. JUAN NEP. GOY, C. SS. R.

AÑO DE 1940


ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

¡Madre dulcísima! Perpetuo Socorro de todos los mortales que vamos caminando por el valle de las lágrimas, desgarrados por punzadoras espinas, expuestos a tantos peligros y necesitados de auxilio y protección. Pedid por mí a vuestro Hijo divino, que en Vos me dió la mejor de las madres, mi refugio, mi consuelo, mi esperanza, mi Perpetuo Socorro. Aceptad, Madre mía amabilísima, el mezquino obsequio que os ofrezco en este Triduo, y concédeme las gracias especiales que en él os pido, si han de ayudarme a conseguir mi eterna salvación, Amén.


DÍA PRIMERO

¡VIRGEN DEL PERPETUO SOCORRO! ROGAD POR EL MUNDO

En estos últimos tiempos la Virgen Santísima ha sido saludada: Reina de la paz, Regina pacis. Invocada con este título, impuso silencio al medroso tronar de los cañones, y el Ángel exterminador volvió su espada a la vaina. Lo que no consiguieron los hombres con sus parlamentos y conferencias lo logró la Madre del Perpetuo Socorro con sus ruegos. Otra vez el mundo se desangra en guerra fratricida. Queremos la paz. La que un día trajo al mundo a Cristo, que venía a pacificar cuanto estaba en guerra en el cielo y en la tierra, ha de traernos también ahora la paz tan suspirada, base de felicidad para los pueblos.


ORACIÓN

¡Virgen del Perpetuo Socorro! ¡Reina de la paz! Con tu poder soberano, destierra lejos, muy lejos, el pecado, el verdadero enemigo de la paz, hostem repellas longius: caigan las armas de las manos de los combatientes; Reina de los corazones, Vos sola podéis, con vuestra intercesión, reconciliar los hombres con Dios, y reconciliarlos entre sí. Tráenos pronto la paz, pacemque dones protinus. Dadnos a probar la dulzura de aquella paz, preludio de la vida eterna. ¡Así sea!


(Récense tres Avemarias.)



DÍA SEGUNDO

¡VIRGEN DEL PERPETUO SOCORRO! ROGAD POR NUESTRA PATRIA

Malos han sido los tiempos que han caído sobre nuestra Patria. Ruinas, desolación, crímenes sin cuento, Pero hay algo más importante que quejarnos de la malicia de los tiempos y de nuestra horrenda tribulación nacional. Practiquemos la perpetua devoción a la Madre del Perpetuo Socorro, y cambiaremos felizmente la fisonomía de nuestra Patria, Digamos, con San Agustín: "Malos son los tiempos! Vivid bien, y mudaréis los tiempos, y no tendréis ya por qué murmurar". Buena ocasión para interesar a favor de nuestra Patria el Perpetuo Socorro de María. 


ORACIÓN

¡Virgen del Perpetuo Socorro! Conservad la Fe en los buenos ciudadanos que todavía no la perdieron. Devolvédsela a aquellos hermanos nuestros que de ella apostataron. Mandadnos legiones de verdaderos patriotas que no nieguen con la ruindad de sus obras las verdades prácticas de sus leyes, que son los preceptos de la moral y de la justicia social cristiana. Y así está patria estará muy alta y será madre honrada de sus hijos honrados que la glorificarán por sus nobles acciones. ¡Así sea!


(Récense tres Avemarias.)



DÍA TERCERO

¡VIRGEN DEL PERPETUO SOCORRO! ROGAD POR NUESTRA CIUDAD 

¡La queríamos mucho! Era nuestra ciudad. Para nosotros la más bella de la tierra, Con sus banquetas fuera: con su plaza en el centro: con la Madre de Dios en nuestro corazón! Y por ella pasó la desgracias, la iniquidad, el ateísmo, la herejía. Y la destrozó ¡cómo la dejó! ¡Cómo abatió tantos cuerpos! ¡Cómo perdió tantas almas! ¡Cómo nos dejó tantas ruinas de templos! Pero todo no se ha perdido.  ¡Virgen del Perpetuo Socorro! Esta es tu hora. Sana las llagas de esta Ciudad. Restaura nuestros templos. Seca la fuente del odio. Que merced a tu Perpetuo Socorro vuelva a ser la ciudad de la Eucaristía y la ciudad Mariana.


ORACIÓN

¡Oh Madre del Perpetuo Socorro! Monstra Te esse matrem, Qué buena ocasión tienes para mostrarte madre nuestra y madre de esta ciudad. Deja caer tus miradas, bálsamo celestial, sobre tantos huerfanitos, sobre tantas desoladas viudas, sobre tantas madres sin hijos, sobre tantos que lloran, deshecho el nido de sus hogares, sobre tantos despojados de sus bienes. Madre del Perpetuo Socorro, protege a esta ciudad, protege a tus Archicofrades y devotos para que aquí te alaben entusiastas, te invoquen fervorosos, te amen con ternura y vayan a cantar en el cielo tu Perpetuo Socorro por perpetuas eternidades. ¡Así sea!


(Récense tres Avemarias.)


Con licencia eclesiástica

NOVENA BREVE A NUESTRA SEÑORA DEL PERPETUO SOCORRO

 



NOVENA BREVE A NTRA. SRA. DEL PERPETUO SOCORRO 


por el R. P. Joaquin Esprit, C. SS. R.


Pues del Perpetuo Socorro

Tierna Madre te aclamamos,

Haz, ¡oh Madre!, que sintamos

Tu perpetua protección.


(Con licencia eclesiástica)


EDITORIAL EL PERPETUO SOCORRO

Covarrubias, 19, Madrid

1961


Por la señal, etc.


ACTO DE CONTRICIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

Señor mío Jesucristo, que en los brazos de nuestra MADRE DEL PERPETUO SOCORRO te manifiestas como aterrado a vista de los Instrumentos de tu Pasión, en los cuales están representados los pecados del mundo; comprendo, Señor mito, que, a causa de mis iniquidades, yo también merecería verme privado de tus miradas misericordiosas y ser arrojado de tus plantas como arrojas la sandalia de tu pie: pero ¡oh Jesús mío!, por el amor de tu MADRE SANTÍSIMA, perdóname: deja que, arrepentido, bese tus pies, y concédeme la gracia que por mi MADRE DEL PERPETUO SOCORRO voy a pedir en esta Novena.


DÍA PRIMERO

ORACIÓN 

¡Oh Madre del Perpetuo Socorro!, que en tu hermoso cuadro te presentas como divina aparición en lo alto del cielo, figurando a la mujer bendita prometida por Dios a la triste Humanidad caida, para ser su Esperanza y Socorro en las pruebas de la vida; mira, ¡oh Señora!, a la pobre Humanidad sumida en el terrible abismo de sus miserias; compadécete del mundo; tiende a las almas el socorro de tu poderosa mano, y vea claramente la Humanidad entera que con razón te llamamos Madre del Perpetuo Socorro. Y a mí, Madre mía, concédeme la gracia que en particular te pido. Así sea.



INVOCACIONES PARA TODOS LOS DÍAS 

¡Oh Madre del Perpetuo Socorro! cuyo solo nombre inspira confianza. R/: ¡Madre de amor, venid en mi socorro!


En mis tentaciones y caídas

En mis tibiezas y sequedades

En mis inquietudes y tristezas

En mis necesidades y trabajos.

En mis enfermedades y peligros

En el cumplimiento de todos mis deberes.

En todos los sucesos y accidentes de la vida.

En el momento de la muerte y

después de ella.


ORACIÓN: ¡Oh Madre del Perpetuo Socorro, proteged a todos los que amo: al Padre Santo, a la Santa Iglesia, a mi Patria, a mi familia, a mis amigos y enemigos, a los pecadores e infieles, a todos los moribundos, a las almas del Purgatorio, y de modo especial a todos vuestros devotos y archicofrades; venid en su socorro. Así sea.


¡Madre del Perpetuo Socorro!, rogad por mi. (Tres veces.)


DÍA SEGUNDO

¡Oh Madre del Perpetuo Socorro! cuyo rostro parece retratar la infinita bondad de Dios; de cuyos ojos. salen efluvios de divina misericordia y de cuyos labios se desprenden emanaciones de celestial suavidad y alegría; bien se echa de ver, Madre mía, que te formó el Señor Madre de piedad y refugio de pecadores; vuelve, pues, a nosotros esos tus ojos misericordiosos y seas con tu socorro vida, dulzura y esperanza de los que a Ti clamamos en este valle de lágrimas. Y en especial atiende a mis súplicas y otorgame la gracia particular que te pido. Así sea.


DÍA TERCERO

¡Oh Madre del Perpetuo Socorro!, en cuyos brazos el mismo Niño Jesús parece buscar seguro refugio; ya que a ese mismo Dios hecho Hijo tuyo como tierna Madre lo estrechas contra tu pecho y sujetas sus manos con tu diestra, no permitas, Señora, que ese mismo Jesús, ofendido por nuestras culpas, descargue sobre el mundo el brazo de su irritada justicia; sé Tú nuestra poderosa Medianera y Abogada, y detenga tu maternal socorro los castigos que hemos merecido. En especial, Madre mía, concédeme la gracia que te pido. Así sea.


DÍA CUARTO

¡Oh Madre del Perpetuo Socorro!, ante la cual los arcángeles San Miguel y San Gabriel se presentan en ademán reverente y sumiso, declarando así que eres Reina soberana del universo; mira cómo el infierno ha desencadenado sus furores por todo el mundo, sirviéndose de todas las criaturas para tentarnos y perdernos; ¡oh soberana Reina!, envía tus ángeles en defensa nuestra y gobierna Tú las cosas todas con maternal providencia para nuestra utilidad y provecho. ¡Oh Reina poderosa!, otorgame en especial la gracia particular que te pido. Así sea.


DÍA QUINTO

¡Oh Madre del Perpetuo Socorro!, cuyo manto, azul como el cielo y verde por el interior como símbolo de esperanza para la tierra, claramente nos indica que Tú eres nuestra protectora y que tu socorro maternal ha de cubrir siempre a tus hijos como cubre a la tierra el azul firmamento; extiende, Señora, el manto de tu celestial patrocinio sobre nosotros, tus hijos, que gemimos envueltos en tan grandes aflicciones, trabajos, miserias y penalidades. Atiéndenos en nuestra necesidad y tribulación, y a mí en especial concédeme bondadosa la gracia particular que te pido. Así sea.


DÍA SEXTO

¡Oh Madre del Perpetuo Socorro!, cuyo cuerpo aparece envuelto por roja túnica, que figura tu inmensa caridad y amor a Dios, y cuya frente se halla honestamente ceñida con guarnecida franja verde azulada, distintivo de las vírgenes, para simbolizar tu inmaculada pureza; yo admiro los dones, gracias, virtudes y prerrogativas de que te llenó el Altísimo. ¡Oh María, llena de gracia, bendita entre todas las hijas de Eva, ya que el Señor es contigo, comunícalo a nuestras almas, haciéndonos participar de tus gracias y virtudes; haznos puros y santos, y a mi en especial para que merezca lograr la gracia particular que te pido. Así sea.


DÍA SÉPTIMO 

¡Oh Madre del Perpetuo Socorro!, cuyo ropaje se halla profusamente. recamado con ricos adornos de oro; en los joyeles de tu frente, en los bordados y preciosos dijes de tu vestido, veo simbolizados los exvotos, ofrendas y acciones de gracias que te dedican tus devotos por los innumerables beneficios, gracias y prodigios con que se han visto favorecidos. ¡Oh Tesorera de las gracias celestiales!, sintamos también nosotros la eficacia de tu celestial socorro; oye nuestras súplicas, y a mi en particular otórgame la gracia especial que te pido. Así sea.


DÍA OCTAVO

¡Oh Madre del Perpetuo Socorro!, en cuya frente veo brillar una resplandeciente estrella, que con sus fulgores alienta mi esperanza, como la estrella polar anima al navegante agitado por los furores del huracán; míranos, celestial Señora, en este mar del mundo, donde peligran nuestras almas en medio de las tormentas que levantan nuestras pasiones, agitadas por los enemigos de nuestra salvación; sólo tu Perpetuo Socorro puede salvarnos; sálvanos. Señora, y en prenda de tu favor concédeme la gracia que yo en particular te pido. Así sea.


DÍA NOVENO

¡Oh Madre del Perpetuo Socorro!, que te ostentas ceñida con preciosa aureola y coronada con rica diadema de oro y pedreria; ayúdame a conquistar la hermosa corona de gloria que Dios tiene preparada en el cielo para todos los que fielmente te sirven. Con ese fin, Madre mía, ayúdame a evitar el pecado y practicar las virtudes; no me niegues tu Socorro en vida y sobre todo en la hora de la muerte; defiéndeme ante el tribunal de tu Hijo para que no caiga en el infierno, y no me olvides en el Purgatorio; haz que vaya pronto al cielo a darte gracias por todos los favores que me habrás concedido, y en especial por el que en esta Novena te he pedido. Así sea.


NOVENA DEL MILAGRO A NUESTRA SEÑORA DEL PERPETUO SOCORRO

 



NOVENA DEL MILAGRO A NUESTRA SEÑORA DEL PERPETUO SOCORRO


POR EL R. P. RAMÓN SARABIA

REDENTORISTA


MADRID

EDITORIAL EL PERPETUO SOCORRO

Año de 1944


ORACIÓN PREPARATORIA PARA TODOS LOS DÍAS

¡Oh Madre del Perpetuo Socorro! Vos conoces todos los dolores de mi vida y sobre todo la horrible pena que hoy me trae a tus Plantas maternales. Adoro la Divina Voluntad y beso resignado la Mano de mi Dios que me prueba; y hoy, como ayer y como siempre, confío en Su Infinito Poder y en Su Misericordia Infinita. Pero Él puso en Tu Corazón las riquezas de Su Bondad y en Tus Manos los tesoros de Su Omnipotencia. Por eso acudo a Ti, Madre Mía del Perpetuo Socorro. Señora y Madre mía, las sombras del dolor me envuelven por todas partes, y no sé a qué puerta llamar para tener algún consuelo en esta amargura que me ahoga. Los hombres, unos me son adversos, otros me persiguen, otros me olvidan, los demás me miran con indiferencia. Los pocos que parecen compadecerse de mí se declaran impotentes para remediar mi mal. Sólo me quedas Tú, Madre mía del Perpetuo Socorro. Por eso a Ti acudo lleno de confianza y amor. ¡Eres la Madre de Dios! ¡Eres mi Madre! Jesús aprieta Tus Manos para depositar en Ellas Su Misericordia y Su Amor. El primer milagro que obró en Su vida mortal lo obró movido por Tus súplicas. ¿No puedes hacer ahora otra súplica como aquélla en favor mío? Madre mía del Perpetuo Socorro vengo a pedirte un milagro, y que este milagro sea para gloria de Dios, alabanza Tuya y santificación de mi alma. (Se hace la petición). Aquí vendré nueve días seguidos a Tus Plantas. ¿Quedará Tu Maternal Corazón insensible a mis ardientes y humildes súplicas? Porque eres buena, porque eres fiel, porque eres según el plan Divino, Dueña de todos los tesoros de Dios, por eso confío en Ti. Sin embargo, que ahora y siempre se haga la voluntad de Dios, así en la tierra como en el Cielo. Tú, Madre mía, hallarás en Tu Maternal Corazón recursos poderosos para que descienda el bálsamo del consuelo ahí donde siga el dolor purificando mi vida ¡Oh, Madre del Perpetuo Socorro, en Ti confío!


DÍA PRIMERO

ORACIÓN 

¿Qué me dice Tu Santa Imagen, oh Madre del Perpetuo Socorro? Que eres Madre de Dios. Ese Niño que descansa en Tus Brazos y que te llama con inefable cariño Madre, es Dios, el Hijo de Dios, Tu Verdadero Hijo….. Así lo declaran esas letras misteriosas que están al lado de las mejillas del Divino Infante. Te lo anunció el Arcángel San Gabriel cuando te saludó llena de gracia y bendita entre las mujeres…. Lo viste por primera vez cuando en la cueva de Belén salió de Tus Purísimas Entrañas como un rayo de la Divinidad… Tuviste la dicha inefable de llevarlo en Tus Brazos y vivir toda Tu vida en Su compañía. Ni en la cruz quiso que te apartaras de Él…. ¡Madre de Dios! A cada hora, a cada instante, en todos los climas y bajo todos los siglos, la Santa Iglesia cae rendida a Tus Plantas y proclama este título excelso que es la base de todas Tus grandezas y el fundamento de todos Tus privilegios: Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros. Ante la gran Madre de Dios, ¿puede presentarse una ruin y pecadora criatura de este mundo? Las puertas del palacio de los reyes y de los poderosos cerradas están para los mendigos…, pero abiertas están de par en par las puertas del palacio de María para todos los pecadores y desgraciados. Y cuando más pecadores y desgraciados son con más piedad y ternura son recibidos. Por eso, ¡oh Madre del Perpetuo Socorro!, de la tierra vengo y sin más títulos que mis miserias me he atrevido a presentarme ante Tu solio maternal…. Aquí te traigo escrito con lágrimas y con sangre el memorial de todas mis amarguras. Fíjate, Señora y Madre mía, en la pena que hoy me trae hasta aquí y verás que todo está perdido, que se han desvanecido todas las esperanzas humanas. Sólo me quedas Tú. También un día la reina Ester, que era tu figura, se presentó triste y llorosa ante el rey Asuero. "Señor -le dijo- si he hallado gracia en tu presencia, te pido gracia para mi pueblo injustamente condenado a muerte…." Y la compasiva reina fue escuchada…. Y yo te digo también a Ti, Madre de Dios, Señora y Madre mía, ten piedad de mí…. Estoy condenado al dolor, al hambre, al trabajo y a las garras de las injusticias humanas. Madre del Perpetuo Socorro, nadie Te llamó y lo desamparaste. En Ti confío.


-Rezar 3 avemarías y terminar con las invocaciones y oraciones siguientes: 


INVOCACIONES PARA TODOS LOS DÍAS

¡Oh Madre mía, Perpetuo Socorro de todos los que sufren y de todos los que lloran! Permíteme que recostada mi frente abatida sobre Tu Corazón de Madre, te diga mis penas y te exponga mis deseos, porque sólo Tú eres mi esperanza en esta hora tristísima en que me acosan todos los males.


-Por Tus inefables alegrías cuando por un portento de Dios te viste al mismo tiempo Virgen y Madre.

R/: ¡Oh Madre del Perpetuo Socorro, óyeme!


-Por Tu gozo dulcísimo cuando por vez primera se miró Jesús en Tus Ojos y te dio el nombre dulcísimo de Madre.


-Por la maternal complacencia de Tu Corazón cuando viste como Tu Hijo accedía a Tus súplicas y obraba el primer milagro en las bodas de Caná.


-Por la santa satisfacción de Tu Espíritu cuando contemplabas los milagros de Tu Jesús en favor de Sus hermanos y Tus hijos, los hombres.


-Por tu gozo divino cuando viste como Jesús obraba el milagro de los milagros, la Divina Eucaristía para vida, sustento y alegría de todos Tus hijos redimidos.


-Por Tu Mirada de Misericordia. 


-Por Tu nombre de Madre del Perpetuo Socorro, símbolo de poder y de bondad.


-Por los continuos y estupendos milagros que haces en favor de los que invocan este nombre Tuyo dulcísimo.


-Para que el poder de Jesús sea reconocido y celebrado. 


-Para que Tu Amor y Misericordia sean de todos glorificados.


-Para que mi corazón, agradecido, te ame y te invoque siempre. 


-Para que Tu Nombre sea en todo el mundo, conocido, amado y alabado.


ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS

¡Oh María! Ya que para inspirarme confianza, te quisiste llamar Madre del Perpetuo Socorro, yo (mencionar su nombre), aunque indigno de ser inscrito en el afortunado número de Tus siervos, deseando no obstante participar de los benéficos efectos de Tu Misericordia, postrado ante Tu trono te consagro mi entendimiento, para que piense siempre en el amor que mereces; te consagro mi lengua, para que ensalce Tus grandes prerrogativas y propague Tu devoción; te consagro mi corazón, para que después de Dios, te ame sobre todas las cosas. Recíbeme ¡oh Gran Reina!, en el venturoso número de Tus siervos; acógeme bajo Tu protección; socórreme en todas mis necesidades espirituales y temporales, especialmente en el peligroso trance de mi agonía. ¡Oh Madre del Perpetuo Socorro! Sé que me amas más de lo que yo puedo amarme a mí mismo; por eso, te constituyo Señora y Árbitro de mis intereses y de todas mis cosas. Dispon, pues, libremente de mí y de cuanto me pertenece conforme Te agrade. Bendíceme, ¡oh Madre mía!, y con Tu poderosa intercesión fortalece mi flaqueza, a fin de que, sirviéndote fielmente en esta vida, pueda alabarte, amarte y darte gracias en la otra eternamente.


JACULATORIA

¡Oh Madre, Madre del Perpetuo Socorro, ruega por mí!


¡Seas amada, seas alabada, seas invocada, seas eternamente bendita, ¡oh Virgen del Perpetuo Socorro!, mi esperanza, mi amor, mi Madre, mi refugio y mi vida. Amén.



DÍA SEGUNDO

ORACIÓN 

¿Qué me dice Tu Santa Imagen, oh Madre del Perpetuo Socorro? Que eres mi Madre. El Hijo de Dios, que es a la vez Hijo Tuyo, descansa en Tus Brazos…. El hijo pecador, que es el hombre, que en el dolor y en el amor fue engendrado al pie de la cruz, reza a Tus Pies. ¡Soy yo! Jesús busca Su consuelo y socorro en Tu Corazón y aprieta Tus Manos maternales, y Tú, en Ellas, lo recibes y lo llevas con amorosa complacencia…. ¡Es Tu Hijo! Pero al verme rezando a Tus Plantas, cargado de pecados y abatido bajo el peso de tantos males, me miras a mí….¡y que mirada la Tuya tan dulce y misericordiosa! Sólo las madres miran así….. No lo extraño…. ¡También yo soy tu hijo! Madre mía, si no tienes brazos donde puedas llevarme, déjame que arrime mi frente a Tu Corazón, que entre en Él y que allí te cuente mis penas y te ofrezca mis plegarias. Los hijos no necesitan emplear muchas palabras para que las madres se den cuenta de los dolores que los matan y de las penas que los ahogan. Mira, Madre mía, a este hijo tuyo, a quien las lágrimas han arrastrado hasta Ti. Mírame y verás en la pupila de mis ojos que estoy triste, que me asfixio entre sombras, que estoy completamente solo, y que sin Ti la vida será imposible….. Nunca con más verdad que hoy te he dicho: Madre mía, sólo Tú me puedes salvar. ¿Me oyes? La fe me afirma que sí y mi corazón halla en este pensamiento un consuelo inefable. Me oyes, y Tu Corazón maternal se compadece de mis miserias. Ahí tienes en Tus Brazos a Tu Hijo y hermano mío Jesús; pídele por mí…. Las oraciones de las madres siempre hallan eco en Su Corazón…. Una madre, sólo con las lágrimas silenciosas, le pidió que le devolviera al hijo que llevaban a enterrar…. y volvió a la vida el muchacho. Otra madre se echó a Sus Pies y le pidió piedad para su pobre hija, que estaba atormentada del demonio…. En aquel momento Satanás dejaba aquella alma que fieramente atormentaba. ¿Serás Tú, Madre del Perpetuo Socorro, menos oída que aquellas madres desoladas? Sólo pensarlo me parece un crimen. Di, pues, a Tu Hijo: Hijo mío, esta alma está atormentada de muchos males. Un dolor muy grande, sobre todo en estos momentos, tortura su corazón. Óyela, cúrala, sálvala. Madre mía, estoy en Tus Manos y en las Manos de Jesús.



DÍA TERCERO

ORACIÓN 

¿Qué me dice Tu Santa Imagen, oh Madre del Perpetuo Socorro? Que eres Corredentora del mundo. En la magna procesión conmemorativa de la Redención del linaje humano, avanzan los ángeles con los instrumentos de la Pasión, y en medio, escoltados por todos los siglos y por todos los hombres, amados, aclamados, venerados, avanzan los dos únicos héroes de esta empresa divina: Cristo Jesús y Tú, Madre mía. No vivo entre sombras; camino a la luz de los resplandores de la fe. Por eso, creo y confieso que solo mi Dios y Padre Jesucristo me podía redimir. Creo y confieso que, por glorificarte a Ti y por otros fines altísimos dignos de la Sabiduría Divina, te asoció a esta gran obra de la Redención del mundo. Creo y confieso que, habiendo escogido Jesús, la cruz como instrumento de salvación, no hay para nadie redención sin cruz. Creo y confieso que mis dolores y penas, las angustias del alma y los tormentos del cuerpo, son los instrumentos benditos que la Providencia Amorosa emplea para purificar mi alma, para expiar mis pecados, para labrar mi corona eterna y para acercarme más a Jesús. Pero también creo y confieso que Dios en la vida sabe mezclar y santificar las tristezas y las alegrías, y que nos lleva al cielo, a veces derramando lágrimas, a veces cantando himnos de gratitud y de amor. Adoro, Madre mía, los planes divinos sobre mí. Permite, sin embargo, que te diga como decía Mi Redentor en el Huerto de Getsemaní: "Aparta de mí este cáliz…, cura mis dolores…, remedia mis penas. Mira que el cáliz de mi corazón rebosa de amargura……" Madre mía, cúrame, sálvame, y cantaré Tus Misericordias por los siglos de los siglos.



DÍA CUARTO 

ORACIÓN 

¿Qué me dice Tu Santa Imagen, oh Madre del Perpetuo Socorro? Que eres por disposición divina Dueña de todos los bienes de Dios y Dispensadora de todas Sus gracias. Cuando la Iglesia te llama Madre de la Divina Gracia proclama que eres Madre de Jesús, que es la Gracia y Vida del mundo… Cuando te dice Auxilio de los cristianos, confiesa que eres amparo del pueblo cristiano en los momentos más angustiosos de su historia. Cuando Te llamamos Madre del Perpetuo Socorro, reconocemos y confesamos que eres la Depositaria de todos los bienes de Dios. No lo pudieras ser si Tu Misericordia y Tu Poder no abarcaran todos los momentos de todos los hombres hasta el fin del mundo. Por eso vengo a Tus Plantas y te suplico con todo mi corazón. Si acudo a los Santos, ellos tienen que acudir a Tu Poder Omnipotente, si acudo a Jesús, Jesús me envía a Ti, porque Él mismo Te ha constituido Dispensadora de todos Sus bienes… Aquí estoy, aquí me tienes llamando con fe y confianza a las puertas de Tu Misericordia. Óyeme y exclamaré con Tu gran siervo San Alfonso: "Todo lo bueno que de Dios recibimos, lo recibimos por la intercesión de María". Óyeme y mi corazón agradecido repetirá con el Santo Pontífice Pío X: "Confesemos que es Madre de Misericordia, porque todos los bienes y todas las gracias que Dios concede a los desgraciados hijos de Adán, dispuso la Divina Providencia que pasaran por las Manos de la Virgen Santísima". Óyeme y suspenderé mi corazón al pie de Tu Santa Imagen, y mi lengua dirá a todos los hombres: "Con la Virgen del Perpetuo Socorro me vinieron todos los bienes. Bendita y glorificada sea, por los siglos de los siglos".



DÍA QUINTO

ORACIÓN 

¿Qué me dice Tu Santa Imagen, oh Madre del Perpetuo Socorro? Que eres Reina de todos los ángeles. Por eso, ahí tienes a tu lado a los dos grandes príncipes de la corte celestial. En actitud de religiosa veneración esperan Tus órdenes, al mismo tiempo que reconocen Tu excelsa autoridad. He ido llamando de puerta en puerta. Todas se me cerraron: la puerta de la riqueza, la puerta de la amistad, la puerta de la gratitud, la puerta de la ciencia, la puerta del poder… hasta la puerta de la caridad y de la misericordia… Solo una puerta me queda abierta, la puerta donde Tu Perpetuo Socorro aguarda con los infinitos tesoros de Tu Poder y Tu Misericordia. Madre mía, un ángel guió a Tobías en un escabroso viaje y llevó a su familia de parte de Dios, la curación, la felicidad y el amor. Otro ángel descendió sobre la obscura cueva donde el profeta Daniel estaba encerrado, para darle la comida del cuerpo y los consuelos del alma. Ahí a Tu lado están esos dos Arcángeles de la corte del cielo: San Rafael y San Gabriel. Diles que me ayuden y me salven, y al punto se acabaran los amargos dolores que me atormentan. ¿Es Satanás el que, por permisión de Dios, me persigue y me acosa como al Santo Job? ¿Son los hombres los que, ingratos e injustos, se ensañan implacables conmigo? Hay momentos, Madre mía, en que la tristeza, el desaliento y la desesperación me ahogan. Madre mía, si a Ti y a Tu Hijo presentaron esos Arcángeles los instrumentos de dolor, que me traigan a mi el bálsamo de Tu Misericordia. Pero… que no se haga mi voluntad, sino la voluntad de Dios.



DÍA SEXTO 

ORACIÓN 

¿Qué me dice Tu Santa Imagen, oh Madre del Perpetuo Socorro? Que eres la Consoladora de todas las penas. Todo en tu cuadro santísimo me habla de la Pasión de Cristo y de Tu propia Pasión. La lanza, la esponja, la cruz y, sobre todo, Tu mirada impregnada de amargura y la actitud angustiosa del Hijo de Tu Alma… Ahí está todo el Calvario. Tú y Jesús son las dos Víctimas. Él derramará en Ti la Sangre de Sus Venas…. Tú, Madre mía, derramarás todas las lágrimas del dolor. Y esta Tu dolorosa Pasión duró toda Tu vida. Era Jesús Niño, descansaba amoroso en Tu Regazo, y ya la visión de Sus tormentos le amargaba la vida. También para mí tiene que haber una cruz; también yo tengo que morir en un Gólgota. Es verdad de mi fe, porque es la doctrina que brotó de los Labios de Jesús: "El que quiera venir en pos de Mi, tome su cruz y sígame. Si no hacen penitencia, todos irremisiblemente perecerán". Y el apóstol San Pablo, inspirado por el Espíritu Santo, ha escrito en una de sus cartas: "Todos los que quieran vivir piadosamente en Cristo Jesús, tendrán que ser perseguidos". Adoro, Madre mía, la Voluntad Divina y te digo lo que te decía Tu gran devoto San Alfonso: "Si quieres que sea perseguido, despreciado y calumniado…, si quieres que esté enfermo, encarcelado y atormentado…., si quieres que padezca tristezas en el alma y hambre y dolores en el cuerpo, hágase la Divina Voluntad". Pero el mismo Jesús que nos prueba, quiere que acudamos resignados y llenos de confianza a Ti. Por eso a Ti acudo, Consoladora de los afligidos… Por eso llamo a Tus puertas, Alegría de las almas tristes… Por eso te llamo a Ti, Esperanza de los desesperados… Por eso invoco Tu Nombre, que resume todas las bondades, Madre del Perpetuo Socorro… Madre, consuélame, ampárame y mi corazón te amará eternamente.



DÍA SÉPTIMO

ORACIÓN 

¿Qué me dice Tu Santa Imagen, oh Madre del Perpetuo Socorro? Que eres la última Esperanza del hombre en esta vida. Que cuando todos los nombres se despiertan con el alma sombría y desesperada sin rayo de luz, sólo Tu Nombre del Perpetuo Socorro brilla en el fondo del alma como la última sonrisa de la Misericordia de Dios. Ese Hijo Divino que llevas en Tus Brazos ha visto los tormentos que le prepara el pueblo judío. Ese pueblo implacable pedirá que Su Sangre caiga sobre él. Jesús ve con pena como se arranca de Sus Brazos y se aleja. Eso indica la sandalia que cuelga de Su Pie. No ha podido desprenderse del todo…, porque Dios nunca abandona completamente al hombre ¡Qué gran lección nos dan la Justicia y la Misericordia Divinas! ¡Hemos pecado! La Justicia Divina nos condena, nos rechaza… Nuestro pecado contra un Dios que ha muerto por nosotros es demasiado grande. ¡No merecemos perdón!.… Y huimos ante la Infinita Justicia. Pero no hemos podido separarnos del todo de Dios… No nos resolvemos a darle el postrer adiós de despedida a Su Madre y nuestra Madre María… Su Amor y Su Nombre lo llevamos muy metido dentro del alma… Sólo una débil correa nos une a Jesús: la devoción a Su Madre… La Santa Iglesia, ante el lecho de los moribundos, para alcanzar para ellos perdón y gracia en esa hora tremenda, reza: "Acuérdate, Señor, que a pesar de los pecados de su juventud, no negó tu fe". Y yo te digo: "Madre mía, dos cosas guardo en mi alma como suprema esperanza: la fe en mi Jesús… y tu amor, Madre mía del alma". Por eso vengo hoy a Tus Plantas… El mundo me rechaza…, los hombres me abandonan…, la familia se olvida de mí…, hasta la misma conciencia me persigue…. Y, entre tanto, los males me asedian y los dolores me atormentan… Mi corazón y mi cuerpo sangran por todos los poros. Madre mía, Tú eres mi última esperanza. A Ti acudo. Necesito un milagro y te lo pido. Te lo pido y lo espero, y mi lengua te alabará toda la vida.



DÍA OCTAVO 

ORACIÓN 

¿Qué me dice Tu Santa Imagen, oh Madre del Perpetuo Socorro? Que en la noche obscura de la tormenta, Tú eres la Estrella que brilla en el cielo de la vida, como rayo de luz, como guía de los navegantes. Por eso el artista que pintó Tu devota Imagen dibujó sobre Tu Frente una estrella. Desde entonces, la Santa Iglesia, en la Letanía, que es la poesía del amor, Te invoca y Te dice: Estrella de la mañana, ruega por nosotros. Desde entonces San Bernardo, el heraldo de Tus Grandezas, a todos los que en la nave de Pedro van bogando hacia el Cielo, les dice: "Cuando los envuelvan las nieblas, cuando bramen los vientos, cuando los abismos abran sus fauces inmensas, cuando las olas se levanten como montañas de hirviente espuma, amenazándolos con una muerte cierta, miren esta Estrella, llamen a María…" Desde entonces, todos los marineros que surcan los mares te invocan en medio de los horrores de la tempestad. En medio de una loca tempestad apareciste Tú, Madre del Perpetuo Socorro. Te colgaron de un mástil roto, Te invocaron y se calmaron las olas y renació la calma. Aquí tienes a Tus Plantas, ¡oh Madre del Perpetuo Socorro!, a un alma que va bogando por el mar de la vida hacia el puerto del Cielo..… y la tormenta me ha sorprendido. ¡Soy un náufrago! Estoy bebiendo las aguas salobres de todas las amarguras humanas… Me ahogan ya las olas de las tentaciones del infierno. Los vientos locos del dolor y del hambre me lanzan contra los escollos de la desesperación. Sólo me queda una tabla, a la cual me agarro con desesperadas angustias, Tu Nombre Bendito… Sólo en el Cielo obscuro, que por todas partes me rodea, veo una estrella: es la que brilla en Tu Frente.… La vi de niño como una sonrisa de Tu Amor…. La veo ahora como una mirada de Tu Misericordia. Parece que en esta tempestad horrenda que me ahoga me dices: "Ten esperanza; los míos no se hunden jamás en los abismos. Naufragan, pero los recogen Mis Brazos amorosos"…. Lo sé, Madre mía; lo creo… Lo he experimentado mil veces en mi vida. Sálvame una vez más. Estrella bendita, que luces en la frente de mi Madre del Perpetuo Socorro, guíame…. Voy a Ti…, voy a Dios…, voy al Cielo… Madre mía ¡gracias!



DÍA NOVENO 

ORACIÓN 

¿Qué me dice Tu Santa Imagen, oh Madre del Perpetuo Socorro? Que eres de verdad lo que Tu Nombre consolador encierra: Perpetuo Socorro de todos los hombres, y por tanto, Perpetuo Socorro mío… Eres Perpetuo Socorro de todos los hombres. Eva, dice San Bernardo, fue la maldición para todos sus hijos. Desde aquel día aciago, todos los hombres arrastraban desde la cuna, la cadena de la maldición Divina. Pero, Tú Madre mía, has sido nuestra bendición… Todos al nacer levantan los ojos a Ti y ven en Ti la Madre querida, que ha de aplastar la cabeza de la infernal serpiente, que quiere inocularnos el veneno de la culpa y de la muerte. Eres Perpetuo Socorro en todos los tiempos… Todos los días, desde el primer día del mundo, sale el sol y sus rayos espléndidos comunican al mundo la fecundidad, la belleza y la vida… No hay nadie que se esconda de Tu Luz bienhechora… Desde que Tú, ¡oh Madre mía!, fuiste predestinada para ser Madre de Dios y Madre nuestra, Tus Manos benditas han dejado caer sobre el mundo las lluvia de las gracias Divinas… Y se apagará el sol en el alto Cielo, y aún seguirás Tú derramando sobre todos los predestinados las alegrías de la gloria de Dios. Eres Perpetuo Socorro en todas las edades de la vida… El niño te envía besos de amor; el joven te cuenta sus luchas; el hombre de edad madura te consulta sus empresas; las familias crecen, viven y rezan a Tus Plantas; y los ancianos entran confiados a la eternidad, cuando al morir han podido dirigirte una última mirada. Eres Perpetuo Socorro en todas las penas. Cuando el cuerpo siente las mordeduras del dolor…, cuando la conciencia se agita entre las sombras de los remordimientos…, cuando la tristeza se mete en el alma y clava sus garras despiadadas…, cuando falta el pan y cuando huye la paz…, cuando la familia nos abandona y el mundo nos persigue…, cuando todas las criaturas parece que se conjuran contra nosotros, y cuando el infierno mismo nos rodea con sus olas de fuego…, aún entonces hay un lugar en el mundo donde estamos seguros, donde podemos cantar y bendecir a Dios: Tu Corazón, ¡oh Madre del Perpetuo Socorro! Por eso a Ti acudo, y te llamo y te invoco; te llamaré y te invocaré hasta que al fin oigas mi angustiosa voz. Nueve días hace que vengo a Tus Plantas a pedirte un milagro porque sólo Tú me puedes salvar de este apurado trance… Que no se diga que Tu Perpetuo Socorro no se ha compadecido de mi miseria. Adoro la Voluntad Divina, pero confío en Ti… Si es necesario que venga mil veces a Tus Pies, aquí me verías. Resiste, si puedes a mis lágrimas…, vuelve de lado Tu Rostro si Tu Corazón no me mira. ¡Oh Madre del Perpetuo Socorro! Para gloria de Tu Nombre, que llena el mundo, y que tantos tristes ha consolado, y a tantos enfermos ha curado, y a tantos huérfanos ha recogido, y a tantas víctimas ha glorificado, mírame y sálvame.



ANOTACIONES

Al hablar sobre la piedad popular, es referirnos a aquellas devociones que antaño se hacían en nuestros pueblos y nuestras casas, cuando se...