viernes, 27 de septiembre de 2024

NOVENA BREVE A NUESTRA SEÑORA DEL PERPETUO SOCORRO

 



NOVENA BREVE A NTRA. SRA. DEL PERPETUO SOCORRO 


por el R. P. Joaquin Esprit, C. SS. R.


Pues del Perpetuo Socorro

Tierna Madre te aclamamos,

Haz, ¡oh Madre!, que sintamos

Tu perpetua protección.


(Con licencia eclesiástica)


EDITORIAL EL PERPETUO SOCORRO

Covarrubias, 19, Madrid

1961


Por la señal, etc.


ACTO DE CONTRICIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

Señor mío Jesucristo, que en los brazos de nuestra MADRE DEL PERPETUO SOCORRO te manifiestas como aterrado a vista de los Instrumentos de tu Pasión, en los cuales están representados los pecados del mundo; comprendo, Señor mito, que, a causa de mis iniquidades, yo también merecería verme privado de tus miradas misericordiosas y ser arrojado de tus plantas como arrojas la sandalia de tu pie: pero ¡oh Jesús mío!, por el amor de tu MADRE SANTÍSIMA, perdóname: deja que, arrepentido, bese tus pies, y concédeme la gracia que por mi MADRE DEL PERPETUO SOCORRO voy a pedir en esta Novena.


DÍA PRIMERO

ORACIÓN 

¡Oh Madre del Perpetuo Socorro!, que en tu hermoso cuadro te presentas como divina aparición en lo alto del cielo, figurando a la mujer bendita prometida por Dios a la triste Humanidad caida, para ser su Esperanza y Socorro en las pruebas de la vida; mira, ¡oh Señora!, a la pobre Humanidad sumida en el terrible abismo de sus miserias; compadécete del mundo; tiende a las almas el socorro de tu poderosa mano, y vea claramente la Humanidad entera que con razón te llamamos Madre del Perpetuo Socorro. Y a mí, Madre mía, concédeme la gracia que en particular te pido. Así sea.



INVOCACIONES PARA TODOS LOS DÍAS 

¡Oh Madre del Perpetuo Socorro! cuyo solo nombre inspira confianza. R/: ¡Madre de amor, venid en mi socorro!


En mis tentaciones y caídas

En mis tibiezas y sequedades

En mis inquietudes y tristezas

En mis necesidades y trabajos.

En mis enfermedades y peligros

En el cumplimiento de todos mis deberes.

En todos los sucesos y accidentes de la vida.

En el momento de la muerte y

después de ella.


ORACIÓN: ¡Oh Madre del Perpetuo Socorro, proteged a todos los que amo: al Padre Santo, a la Santa Iglesia, a mi Patria, a mi familia, a mis amigos y enemigos, a los pecadores e infieles, a todos los moribundos, a las almas del Purgatorio, y de modo especial a todos vuestros devotos y archicofrades; venid en su socorro. Así sea.


¡Madre del Perpetuo Socorro!, rogad por mi. (Tres veces.)


DÍA SEGUNDO

¡Oh Madre del Perpetuo Socorro! cuyo rostro parece retratar la infinita bondad de Dios; de cuyos ojos. salen efluvios de divina misericordia y de cuyos labios se desprenden emanaciones de celestial suavidad y alegría; bien se echa de ver, Madre mía, que te formó el Señor Madre de piedad y refugio de pecadores; vuelve, pues, a nosotros esos tus ojos misericordiosos y seas con tu socorro vida, dulzura y esperanza de los que a Ti clamamos en este valle de lágrimas. Y en especial atiende a mis súplicas y otorgame la gracia particular que te pido. Así sea.


DÍA TERCERO

¡Oh Madre del Perpetuo Socorro!, en cuyos brazos el mismo Niño Jesús parece buscar seguro refugio; ya que a ese mismo Dios hecho Hijo tuyo como tierna Madre lo estrechas contra tu pecho y sujetas sus manos con tu diestra, no permitas, Señora, que ese mismo Jesús, ofendido por nuestras culpas, descargue sobre el mundo el brazo de su irritada justicia; sé Tú nuestra poderosa Medianera y Abogada, y detenga tu maternal socorro los castigos que hemos merecido. En especial, Madre mía, concédeme la gracia que te pido. Así sea.


DÍA CUARTO

¡Oh Madre del Perpetuo Socorro!, ante la cual los arcángeles San Miguel y San Gabriel se presentan en ademán reverente y sumiso, declarando así que eres Reina soberana del universo; mira cómo el infierno ha desencadenado sus furores por todo el mundo, sirviéndose de todas las criaturas para tentarnos y perdernos; ¡oh soberana Reina!, envía tus ángeles en defensa nuestra y gobierna Tú las cosas todas con maternal providencia para nuestra utilidad y provecho. ¡Oh Reina poderosa!, otorgame en especial la gracia particular que te pido. Así sea.


DÍA QUINTO

¡Oh Madre del Perpetuo Socorro!, cuyo manto, azul como el cielo y verde por el interior como símbolo de esperanza para la tierra, claramente nos indica que Tú eres nuestra protectora y que tu socorro maternal ha de cubrir siempre a tus hijos como cubre a la tierra el azul firmamento; extiende, Señora, el manto de tu celestial patrocinio sobre nosotros, tus hijos, que gemimos envueltos en tan grandes aflicciones, trabajos, miserias y penalidades. Atiéndenos en nuestra necesidad y tribulación, y a mí en especial concédeme bondadosa la gracia particular que te pido. Así sea.


DÍA SEXTO

¡Oh Madre del Perpetuo Socorro!, cuyo cuerpo aparece envuelto por roja túnica, que figura tu inmensa caridad y amor a Dios, y cuya frente se halla honestamente ceñida con guarnecida franja verde azulada, distintivo de las vírgenes, para simbolizar tu inmaculada pureza; yo admiro los dones, gracias, virtudes y prerrogativas de que te llenó el Altísimo. ¡Oh María, llena de gracia, bendita entre todas las hijas de Eva, ya que el Señor es contigo, comunícalo a nuestras almas, haciéndonos participar de tus gracias y virtudes; haznos puros y santos, y a mi en especial para que merezca lograr la gracia particular que te pido. Así sea.


DÍA SÉPTIMO 

¡Oh Madre del Perpetuo Socorro!, cuyo ropaje se halla profusamente. recamado con ricos adornos de oro; en los joyeles de tu frente, en los bordados y preciosos dijes de tu vestido, veo simbolizados los exvotos, ofrendas y acciones de gracias que te dedican tus devotos por los innumerables beneficios, gracias y prodigios con que se han visto favorecidos. ¡Oh Tesorera de las gracias celestiales!, sintamos también nosotros la eficacia de tu celestial socorro; oye nuestras súplicas, y a mi en particular otórgame la gracia especial que te pido. Así sea.


DÍA OCTAVO

¡Oh Madre del Perpetuo Socorro!, en cuya frente veo brillar una resplandeciente estrella, que con sus fulgores alienta mi esperanza, como la estrella polar anima al navegante agitado por los furores del huracán; míranos, celestial Señora, en este mar del mundo, donde peligran nuestras almas en medio de las tormentas que levantan nuestras pasiones, agitadas por los enemigos de nuestra salvación; sólo tu Perpetuo Socorro puede salvarnos; sálvanos. Señora, y en prenda de tu favor concédeme la gracia que yo en particular te pido. Así sea.


DÍA NOVENO

¡Oh Madre del Perpetuo Socorro!, que te ostentas ceñida con preciosa aureola y coronada con rica diadema de oro y pedreria; ayúdame a conquistar la hermosa corona de gloria que Dios tiene preparada en el cielo para todos los que fielmente te sirven. Con ese fin, Madre mía, ayúdame a evitar el pecado y practicar las virtudes; no me niegues tu Socorro en vida y sobre todo en la hora de la muerte; defiéndeme ante el tribunal de tu Hijo para que no caiga en el infierno, y no me olvides en el Purgatorio; haz que vaya pronto al cielo a darte gracias por todos los favores que me habrás concedido, y en especial por el que en esta Novena te he pedido. Así sea.


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