Nuestra misión es rescatar la tradición y la piedad católica, contenida en las formas de expresión hacia Cristo, María, los Angeles y los Santos: Las Novenas, Triduos, Quinarios y aquellas devociones que enriquecen nuestra fe.
jueves, 27 de febrero de 2025
domingo, 9 de febrero de 2025
ORACIÓN Y LETANÍAS A SANTA APOLONIA
Señor, ten piedad de nosotros.
Jesucristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Jesucristo, óyenos.
Jesucristo, escúchanos.
Dios Padre, del Cielo, ten piedad de nosotros.
Dios Hijo, redentor del mundo, ten piedad de nosotros.
Dios Espíritu Santo, ten piedad de nosotros.
Santísima Trinidad, en un solo Dios, ten piedad de nosotros.
Santa María, Virgen de las Vírgenes, ruega por nosotros.
Santa Apolonia, digna Esposa del amoroso Jesús, RUEGA POR NOSOTROS
Tú, que fuiste fruto de gracia y bendición,
Tú que fuiste El honor de tus padres,
La gloria de Alejandría,
La luz de Egipto,
El prodigio de tu siglo,
Un espejo de pureza,
Un modelo de humildad,
Un ejemplo de paciencia,
Un milagro de fortaleza,
Una ilustre morada del amor divino,
Un vaso de elección y santidad.
La enemiga declarada del mundo y del pecado,
Gloriosamente triunfante sobre la idolatría,
Trabajadora incansable para extender la gloria del Altísimo,
Un intrépido Zelote de Jesucristo y de su Santo Evangelio,
El refugio de los que sufren,
El consuelo de los afligidos,
Una eficaz Patrona contra el dolor de muelas,
Formidable con los demonios,
Bondadosa con los ángeles,
El esplendor de Vírgenes y mártires
Sé propicio a nosotros, perdónanos Señor,
Por intercesión de Santa Apolonia.
De todos los males del cuerpo y del alma, presérvanos Señor.
De todo pecado, presérvanos Señor.
Del poder de los demonios, presérvanos Señor.
Del dolor de muelas y de todo malestar excesivo, protégenos Señor.
De todo peligro de fuego en este mundo y en el próximo, presérvanos Señor.
Por los méritos de Santa Apolonia, escúchanos, Señor.
Por su ardiente amor por ti, escúchanos Señor.
Por su celo por la conversión de los paganos, escúchanos, Señor.
Por su deseo efectivo de Martirio, escúchanos, Señor
Por su invencible paciencia al sacarse los dientes, escúchanos, Señor.
Por su magnánima valentía en medio de las llamas, escúchanos, Señor.
En el día del juicio, escúchanos, Señor.
Escúchanos Señor, nosotros que somos pecadores te pedimos humildemente que por favor nos inspires verdaderos sentimientos de penitencia, y verdadero dolor por nuestros pecados, escucha nuestras oraciones.
Que por favor enciendas siempre más y más en nuestras almas el fuego de tu Divino Amor y lo conserves allí hasta la muerte,
Que nos hagas partícipes de la intercesión y de los méritos de Santa Apolonia,
Que por favor conserves y aumente en este país la devoción a Santa Apolonia,
Que concedas salud de cuerpo y alma a todos aquellos que recurren a Santa Apolonia,
Dígnate, por la protección de Santa Apolonia, concédenos la gracia de crecer en virtudes,
Dígnate colmar de bendiciones a todos los que imploran tu ayuda por los méritos de Santa Apolonia,
Dígnate preservarnos del dolor de muelas en la vida presente, y de su rechinar en la vida futura,
Dígnate concedernos mucha paciencia en nuestros sufrimientos temporales y una vida feliz por toda la eternidad,
Señor Dios, dígnate escucharnos.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, perdónanos Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, escúchanos Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros Señor.
Padre nuestro. Ave María.
ANTÍFONA. Señor, me probaste con fuego y no encontraste en mí iniquidad.
V. Escúchame y consuélame, Señor.
R. En el rechinar de mis dientes y el fuego.
V. Santa Apolonia, Virgen y mártir, ruega por nosotros.
R. Para que seamos dignos de las promesas de Jesucristo. Amén.
ORACIÓN. Poderoso y eterno Dios, que has inspirado en Santa Apolonia Virgen y Martí tan ardiente amor por vuestra infinita Majestad que prefirió dejarse arrancar todos sus dientes, y perder la vida en las llamas, que renunciar a vuestra amistad, por favor protégenos, por su intercesión del dolor de muelas, y no permitáis nunca que ni nosotros, ni nuestros bienes y posesiones seamos devorados por las llamas fatales: sino haced Padre de las misericordias que nuestros corazones estén siempre encendidos con el fuego de vuestro Santo Amor para que podamos amaros constantemente a lo largo de los tiempos y de la eternidad, por Nuestro Señor Jesucristo, vuestro Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo a lo largo de todos los siglos. Que así sea.
(Tomado del Libro “Dévote Association Pour L'adoration Perpétuelle Au Très-adorable Et Très-sacré Coeur De Jésus Christ, avec quelques considérations et prières”, Ediciones Brepois, Turnhout, Bélgica, Año 1801).
ORACIÓN A SANTA APOLONIA
¡Oh santa virgen Apolonia! que dedicaste toda tu vida a la virtud y al ejercicio de los deberes de la santa religión; Tú que por esta misma virtud y religión sufriste los más dolorosos tormentos, la rotura de dientes y la dura muerte por fuego de tus crueles enemigos, y así entraste en la gloria de tu Dios con la doble corona de la virginidad y el martirio: conviértete en mi bondadosa abogada ante el Todopoderoso, para que pueda caminar piadosa y cristianamente según tu ejemplo. ¡Sostenme, oh virgen piadosa! que yo, como tú, no me dejo llevar por el ejemplo de un mundo equivocado y la corrupción de costumbres; que más bien sirvo a mi Dios con noble sencillez y con tierno corazón y lo amo sinceramente; que por él soporto voluntariamente las adversidades de esta vida y no dejo que decaiga mi confianza en él, aunque me ponga las cosas difíciles; que actualmente desempeño mis deberes con honesta lealtad y cuidado, edificando mi alma cada vez más firmemente en la virtud y la perfección cristiana, y esforzándome siempre por tener dentro de mí una conciencia feliz y buena.
¡Ruega también por mí, oh Virgen gloriosa! que la Misericordia eterna, hasta donde su santísima voluntad lo permite, me libre de todos los males del cuerpo y del alma, me proteja de todas las enfermedades dolorosas, especialmente de los dientes, y me dé la gracia de poder servirle tranquilamente y poder practicar como un niño. Amén.
V. Ruega por nosotros, oh santa virgen Apolonia.
R. Para que podamos participar de las promesas de Cristo.
ORACIÓN.
¡Por los méritos y la intercesión de tu santa virgen y mártir Apolonia, concédenos la gracia, oh Dios! que estemos protegidos de enfermedades y dolores del cuerpo, especialmente de los dientes; y luego concédenos, por tu bondad eterna, que podamos seguir el hermoso ejemplo de sus virtudes y, mediante una vida recta y firme, merecer un día morir en paz y ser recompensados por ti con el cielo. Amén.
(Tomado del libro “Die betrübte und nach ihrem Geliebten seufzende Turteltaube oder die bußfertige christliche Seele” (La tórtola afligida que suspira por su amado o el alma cristiana arrepentida). Impreso en Seidel, Nuremberg. Alemani
a. Año 1806.)
jueves, 6 de febrero de 2025
ORACIÓN A SANTA DOROTEA
ORACIÓN A SANTA DOROTEA.
¡Virgen Gloriosa y Mártir de Jesús! Con corazón humilde y confiado te pido tu intercesión para que Dios me conceda la gracia de seguir tu piadoso y generoso ejemplo de virtud y servir a mi Dios fiel y sinceramente. Desde tu más tierna juventud te esforzaste en todo momento por mantener tu corazón puro e inmaculado y por cumplir las leyes de la santa religión con el más piadoso celo. La noble cuna que te distinguió, la riqueza que te rodeó, la belleza de tu educación, todas las alegrías y ventajas de esta tierra, fueron nada a tus ojos; pero la virtud, la inocencia del alma, la confianza en el Todopoderoso lo eran todo para ti.
Nada valoraste más que la felicidad y la gloria de ser llamada y considerada ser una cristiana pura. Y es por eso que tu Dios te encontró digna, que con tu muerte diste testimonio del honor, de Ia fe y de la verdad de la santísima religión. Los perseguidores del cristianismo intentaron quebrantar vuestra firmeza mediante las más crueles torturas; tu sangre fluyó bajo sus golpes, pero tu gran corazón permaneció firmemente unido al Eterno; podrían asesinarte, pero no podrían separarte de Jesús. Como virgen y mártir, ahora brillas entre las huestes de los santos amigos de Dios y eres eternamente bendecida. Oh, sé también mi amiga, ora por mí para que pueda llegar a ser piadoso y justo como tú. Ayúdame a que la gracia de mi Padre celestial me anime a vivir pura y santamente delante de él; soportar todas las adversidades de la vida con piadosa paciencia y así llegar a ser digno de una muerte feliz.
V. Ruega por nosotros, oh Santa Dorotea.
R. Para que nuestra oración sea aceptable al Señor.
ORACIÓN.
¡Oh Dios, lleno de bondad y misericordia! escúchame por la intercesión y los méritos de tu santa virgen y mártir Dorotea; Protégeme en mi vida de todo mal de cuerpo y alma; guíame y dirígeme en tus santos caminos, ayúdame a cumplir correctamente todos mis deberes, a prepararme correctamente para mi última hora; y cuando llegue ese día, entonces envíame tu gracia, para que pueda partir de esta vida en tu amor, y mi alma te alabe en la patria de la paz. Amén.
(Tomado del libro “Die betrübte und nach ihrem Geliebten seufzende Turteltaube oder die bußfertige christliche Seele” (La tórtola afligida que suspira por su amado o el alma cristiana arrepentida). Impreso en Seidel, Nuremberg. Alemania. Año 1806.)
Colaboración de Carlos Villaman
NOVENA A SANTA DOROTEA, VIRGEN Y MÁRTIR
miércoles, 5 de febrero de 2025
LA SAGRADA COMUNIÓN EN COMPAÑÍA DE NUESTRA SEÑORA DEL PERPETUO SOCORRO
LA SAGRADA COMUNIÓN
EN COMPAÑÍA DE NUESTRA SEÑORA DEL PERPETUO SOCORRO
Por Un Padre Redentorista
Octava edición
EDIT. EL PERPETUO SOCORRO
Manuel Silvela, 14.
Madrid, 1944.
I. - ANTES DE LA COMUNIÓN
1.- ACTO DE FE
¡Oh Madre del Perpetuo Socorro! Dentro de breves momentos voy a recibir en mi alma a Jesús, vuestro divino Hijo. Venid Vos misma a prepararle en mi corazón una digna morada. Vedme postrado de rodillas ante vuestra sagrada imagen, para mirarla con devoción y meditar los misterios que encierra. Quiero contemplarla como preparación a la sagrada Comunión, y acción de gracias después de tan grande beneficio. ¡Qué escena tan divina! María estrecha dulcemente a Jesús contra su corazón, y Jesús descansa amorosamente en el regazo de su madre ¿No es esto una hermosa figura de la sagrada Comunión? Sí, porque yo también estrecharé dentro de poco a Jesús contra mi corazón, y en él vendrá a morar mi dulce Redentor... Yo lo creo, Madre mía; pero ayudad mi fe, demasiado lánguida Veo resplandecer en vuestra frente una estrella luminosa. Que vengan a posarse en mi mente algunos de sus rayos, para que, iluminada de vivo fulgor, comprenda la sublimidad y grandeza de este pensamiento: ¡Un Dios quiere venir a mí! ¡Jesús Sacramentado quiere morar dentro de mí!
2.-ACTO DE ESPERANZA
Con sólo pronunciar vuestro nombre, ¡oh Madre del Perpetuo Socorro! se despierta en mi corazón vivísima confianza. Si sois Perpetuo Socorro, ¿no debo esperar que, en esta Comunión me alcanzaréis de vuestro divino Hijo imnumerables gracias? ¿Y no es vuestra imagen una prenda de esperanza? Jesús contempla a su derecha al Arcángel San Miguel, que le presenta la lanza y la esponja empapada en hiel; a su izquierda ve al Arcángel San Gabriel que le muestra la cruz y los clavos que han de atravesar sus pies y manos. Jesús se horroriza ante la visión terrible, se arroja, tembloroso, en vuestros brazos, como buscando refugio en vuestro seno, y sus manecitas aprietan fuertemente vuestra mano derecha. Pero ya entiendo el misterio. También yo, a imitación de Jesús, quiero buscar refugio en Vos, para acercarme al sagrado banquete con menos indignidad. Como Jesús, también quiero poner entre vuestras manos las mías, descansar confiado en vuestro seno y acercar mi corazón al vuestro. Y viendo Jesús la confianza que en Vos tengo, antes que mi indignidad, mirará vuestros méritos, y se dará a mí por entero con todos sus tesoros.
3.-ACTO DE AMOR
¡Oh Dios mío! ¡Cuán dulce amor abrasaba el corazón de María al estrechar a Jesús contra su pecho! ¡Qué arrebatos de amor en aquellos tiernos abrazos! ¡Qué deliquios en aquellos besos de madre! Quisiera, Madre mía, sentir en mí una chispa siquiera de ese incendio sagrado. Al tener a Jesús dentro de mí quisiera decirle que le amo sobre todas las cosas, dándole al mismo tiempo un beso de amor. Pero, ¡ay, cuán frío es mi corazón! Vos, Madre mía, habéis de abrasarlo con la llama de vuestra caridad. ¡Qué! ¿me negaréis esta gracia? No es posible, porque me amáis demasiado; veo pintado este amor en vuestra imagen. Veo, en efecto, que vuestros ojos se dirigen hacia mí más bien que hacia Jesús. Parece como si, olvidada de vuestro Hijo, me quisierais decir con ese dulce mirar: «Nada temas, pobre alma, porque pienso en tí, y te daré socorro y amor.»
4.-ACTO DE DOLOR
¡Cuán dulce esperanza y amor me inspira vuestra mirada! Pero, ¡ay de mí! ¿Qué es lo que veo? Flota sobre ella indecible tristeza, y parece que una lágrima se asoma a vuestros ojos. Ya os entiendo, Madre mía. Es que lloráis al ver a los Angeles que presentan a Jesús los instrumentos de la Pasión, y entonces vuestra mirada se dirige hacia mí para reprenderme. Sí lo comprendo. Yo soy el que con mis pecados he crucificado a Jesús; yo el que le he dado a beber hiel y vinagre; yo el que he traspasado su corazón. Perdonadme, Jesús mío, pues me arrepiento con todo mi corazón de haberos ofendido a Vos, bondad infinita, y tomo la firme resolución de no volver a ofenderos en lo porvenir. También de Vos, ¡oh María!, imploro perdón y misericordia, porque si mis pecados han traspasado el corazón de Jesús, también han herido el vuestro.
5.-ACTO DE DESEO
¡Oh Madre del Perpetuo Socorro! Ha llegado la hora dichosa de recibir a vuestro Hijo bendito en la morada de mi corazón. Un instante, no más, y vuestra dicha será, en parte, mi ventura. Porque así como os veo con Jesús en los brazos, también yo lo recibiré en mi pecho, y me abrazaré con él estrechamente, para no scr sino una sc- la cosa con él. Venid, pues, Dios mío; venid pronto a mi corazón. Es verdad que está sucio y manchado; pero me da confianza la Virgen del Perpetuo Socorro. No miréis mis pecados, sino más bien los méritos y súplicas de vuestra Madre ¡Oh María Santísima! Quiero recibir a Jesús de vuestras manos, como lo recibieron un día los Pastores y los Santos Reyes Magos. Decidle que os amo y os entrego mi alma, que así él me mirará con más cariño ahora que va a venir a mi corazón.
II. - DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
ORACIÓN A JESÚS CRUCIFICADO
Vedme aquí, benigno y dulcísimo Jesús, postrado de rodillas en vuestra presencia. Os ruego y suplico con todo fervor de mi alma, que imprimáis en mi corazón vivos sentimientos de fe, esperanza y amor, junto con un firmísimo propósito de enmendar mis culpas; mientras con grande afecto y dolor mío considero y contemplo mentalmente vuestras cinco llagas, teniendo presente lo que de Ti, oh buen Jesús, dijo el profeta David: "Han taladrado mis manos y mis pies y se pueden contar todos mis huesos."
ANIMA CHRISTI
Alma de Cristo, santifícame.
Cuerpo de Cristo, sálvame.
Sangre de Cristo, embriágame.
Agua del costado de Cristo, lávame.
Pasión de Cristo, confórtame.
¡Oh, buen Jesús!, óyeme.
Dentro de tus llagas, escóndeme.
No permitas que me aparte de Ti.
Del maligno enemigo, defiéndeme.
En la hora de mi muerte, llámame.
Y mándame ir a Ti. Para que con tus santos te alabe. Por los siglos de los siglos. Amén.
CORONA EUCARÍSTICA
Oh Virgen del Perpetuo Socorro, por la alegría que experimentó tu corazón, cuando tu Hijo divino te reveló el misterio de la Eucaristía, haz que mi alma salte de gozo, cuando Jesús me abra las puertas del sagrario y me invite a su banquete de amor.
-Ave María.
Oh Virgen del Perpetuo Socorro, por aquella inmensa caridad con que te complaciste en que tu Hijo divino nos diera el cuerpo sagrado que de tí recibió, y permaneciera en el tabernáculo, prisionero de amor, concédeme la gracia de que sea mi cuerpo por la pureza, santuario de su divinidad y mi corazón por la humildad, víctima de su caridad.
-Ave María.
Oh Virgen del Perpetuo Socorro, por aquellos deliquios celestiales que sintió tu corazón, cuando por vez primera viste la hostia santa y abriste tus labios y la recibiste en tus purísimas entrañas, dadme la gracia de que mi alma salte de gozo santo en este momento en que va a tener la misma dicha que tuviste tú.
-Ave María.
Oh Virgen del Perpetuo Socorro, por aquel fervor inefable con que todos los días recibías la Sagrada Comunión, haz que todos los días venza yo la pereza de mi carne, la vana opinión del mundo y la vanidad de los negocios terrenales y venga a asistir al sacrificio del Altar y alimentarme de la divina Eucaristía.
-Ave María.
Oh Virgen del Perpetuo Socorro, por la paz celestial que inundó tu espíritu, cuando herida de la caridad y próxima a salir de este mundo, recibiste a tu Jesús que venía a consolarte y a darte la última gracia con el sagrado viático, concédeme la gracia de que, cuando llegue mi última hora, tenga el consuelo de recibir también a Jesús y que El con el viático de sus consuelos y de su amor me lleve de los brazos de la muerte al trono del cielo.
-Ave María.
JACULATORIA FINAL
Bajó mi Jesús del cielo al seno de María.., del seno de María a sus brazos santísimos... Y ahora, Madre del Perpetuo Socorro, me lo das, porque me amas... me lo ofreces para que sea mi divino socorro... Es el mejor don de tu socorro perpetuo... Jesús y tú, Madre del alma, tenéis los ojos puestos en mí, y yo no lo quiero poner más que en estos dos divinos amores... Ángeles que contempláis a Jesús en los brazos de María, acompañadle ahora que viene a mí, y, como celestiales centinelas, poneos a la puerta de mi corazón para que no entren pensamientos terrenales... Jesús dentro de mi corazón. Corazón mío, ábrete... Madre mía, mírame... Jesús mío, ven... Que esta santa Comunión bajo la mirada de mi Madre del Perpetuo Socorro, guarde mi alma para la vida eterna... Así sea.
ACORDAOS
Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen María!, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a vuestra protección, implorando vuestro auxilio, haya sido desamparado. Animado por esta confianza, a Vos acudo, oh Madre, Virgen de las vírgenes, y gimiendo bajo el peso de mis pecados me atrevo a comparecer ante Vos. Oh madre de Dios, no desechéis mis súplicas, antes bien, escuchadlas y acogedlas benigna mente. Amén.
ANOTACIONES
Al hablar sobre la piedad popular, es referirnos a aquellas devociones que antaño se hacían en nuestros pueblos y nuestras casas, cuando se...
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