NOVENA
A SANTA LIDUVINA
ABOGADA
DE LOS ENFERMOS CRÓNICOS
ESCRITA EN FRANCÉS POR EL ABATE
COUDURIER TRADUCIDA AL CASTELLANO POR UNA RELIGIOSA DE LA ENSEÑANZA, BAJO LA
INSPECCIÓN DEL PBRO. GABINO CHÁVEZ Y CUIDADOSAMENTE CORREGIDA
QUERÉTARO 1898
ACTO DE CONTRICIÓN
Señor mío Jesucristo: ¡adorable Redentor mío! al postrarme
en vuestra presencia quisiera deciros con verdad que os amo con todo mi
corazón; pero Dios mío, hasta ahora nunca os he amado como debo: toda mi vida
no he hecho más que ofenderos; todos mis días están manchados; todos mis años
perdidos. ¿Pues qué haré Señor? me
entregaré a la desesperación o al desaliento? No, Dios mío: vuestra
misericordia es más grande que mi maldad, y bien sé que os honra más una filial
confianza, que un temor excesivo; yo recurriré a la poderosa intercesión de
vuestra amada esposa Liduvina, y por sus méritos conseguiré el perdón de mis
pecados. ¡Oh virgen bienaventurada ofreced por mí al Señor vuestros méritos, y
por ellos alcanzadme de su Majestad el don de lágrimas para llorar mis pecados,
humildad para bien confesarlos, espíritu de penitencia para satisfacerlos y la
gracia especial de la perseverancia final para evitarlos en lo de adelante, y
para poder acabar santamente mi vida, en los brazos de Jesús crucificado, y
¡avado con su sangre, entrar á glorificarlo para siempre en la gloria. Amén.
ORACION PARA TODOS
LOS DIAS
Bienaventurada y castísima Liduvina, que amabais a
Jesucristo con predilección y no aspirabais á, otra felicidad que a sus
celestiales desposorios, consagrándole vuestra virginidad; y por eso al
proponeros vuestro padre que eligieseis un esposo, contestasteis que ya era
tarde, pues vuestra elección ya estaba hecha, y que no queríais más esposo que
á Jesucristo; é instada de nuevo, añadisteis que jamás condescenderíais y que
más bien pediríais al Señor os enviase tal deformidad que os hiciese odiosa a
todos, cuya ferviente súplica, gratísima al Esposo celestial que apacienta
entre los lirios, muy pronto fue escuchada, pues luego os sobrevinieron una multitud
de enfermedades incurables que os pusieron deforme como lo deseabais; llagas
ulceradas, fiebres continuas, hidropesía, vómitos de sangre, enfermedad de
ojos, dolores de dientes, punzadas agudísimas de cabeza, todo el cuerpo
paralizado sin poder mover más que un sólo brazo; y todos estos males, y todo
este padecer, no por uno o dos días, sufrido con admirable paciencia, sino por
treinta y ocho años continuos... ¡oh virgen atribulada, modelo de paciencia,
todas vuestras enfermedades me admiran, todas me parecen terribles, pero
vuestra parálisis me espanta: no sé lo que siento al consideraros recostada
sobre las espaldas llagadas, por treinta y ocho años sin movimiento. ¡Oh virgen
pacientísima! a mí me parece que en
cierto modo ni aún los mártires han sufrido como vos; porque" ellos
pasaban sus tormentos en pocas horas, y los vuestros fueron muy prolongados,
padeciendo sin alivio y sin consuelo humano. ¡Oh pacientísima virgen! cuanto me
confunde y avergüenza mi delicadeza, que lamenta malecillos insignificantes, y
quisiera que todos los compadeciesen. ¡Oh virgen crucificada, que a tanta costa
quisisteis conservar el tesoro de la virginidad! alcanzadme de Jesús, el Esposo
de las vírgenes esta virtud angélica, para que en vuestra compañía vaya a entonar
el cántico que sólo las vírgenes saben cantar en el cielo. Amén.
Se rezarán cinco Aves Marías, como sigue:
Bienaventurada Liduvina, devotísima de la Madre de Dios,
enseñadnos a amarla y venerarla con fervor. Ave María.
Bienaventurada Liduvina, apasionada amante de la sagrada
Eucaristía, alcanzadnos la gracia de recibirla con ardientes afectos. Ave
María.
Bienaventurada Liduvina, que con tanta ternura meditabais
la pasión del Señor, conseguidnos un grande amor a Jesús crucificado, y una
tierna devoción con sus dolorosas llagas. Ave
María.
Bienaventurada Liduvina, que tratabais tan familiarmente con
vuestro ángel custodio, enseñadnos a venerar é invocar a los santos ángeles de
nuestra guarda. Ave María.
Bienaventurada Liduvina, modelo de paciencia y de
conformidad con la voluntad divina, alcanzadnos la gracia de padecer con gusto
todo lo que Dios dispusiere de nosotros hasta el fin de nuestra vida. Ave
María.
DIA PRIMERO
ORACIÓN
Bienaventurada Liduvina, niña admirable que desde vuestros
tiernos años tuvisteis tan grande amor y tan suave devoción a la Santísima
Virgen, siendo vuestro único consuelo el visitarla, pues no podíais pasar por
el templo sin entrar devotamente á saludarla. Con cuánto gusto os contemplo
cuando con el cestito en el brazo, caminabais con tanta prisa para tener unos
momentos libres en que entrar a saludar a vuestra amada Señora, y puesta en su
presencia repetíais con delicia la salutación angélica, y le decíais las
expresiones más tiernas que el amor os sugería. ¡Oh dichosa niña! cuánto
agradabais con eso a la Madre del Amor hermoso, pues bien, os lo manifestó con
aquella sonrisa tan cariñosa que os dejó enajenada y llena de delicias y de
amor, el cual, aumentando de día en día, al fin de vuestra vida os mereció una
fineza de la Madre de Dios, que en un arrobamiento os puso un velo de blancura
deslumbrante y de una fragancia exquisita, y os coronó con una corona de flores
que con sus virginales manos colocaron en vuestra cabeza. ¡Oh virgen
dichosísima! yo os ruego que por el amor que tuvisteis a la Santísima Virgen,
me alcancéis el que yo la ame como a mi Madre y que le sirva con fervor
constante: que sea su verdadera devota en esta vida, para verla y amarla con
vos algún día en el cielo. Amén.
GOZOS
Confiados
hoy te rogamos
Oh
gloriosa Liduvina,
Que
la voluntad Divina
En
nuestras penas hagamos.
Tan
ardiente amor tuviste
Niña, á la
Virgen María,
Que por
verla cada día
Un regaño
te atrajiste;
Porque un
día sonreír veamos
A esta
estrella matutina:
Luego que
un esposo humano
Tu padre
un día te propuso,
Le dices
que ya dispuso
Jesús de
tu alma y tu mano;
Pues que
al Señor ya tomamos
Como
herencia peregrina:
Muy
jovencita enfermaste,
Y apenas
te levantabas,
Guando en
el hielo chocabas
Y un hueso
allí te quebraste:
Pues
cuando enfermos estamos
Dios es
quien lo determina:
Si te
inunda la tristeza
Y sientes
gran turbación,
Meditando
la pasión
Se renueva
tu entereza:
Cuando la
tristeza veamos
O el tedio
que nos domina:
Fractura, abscesos,
gusanos,
Dolores,
llagas horribles,
Con otros
males terribles
Te ligan
de pies y manos;
Y pues
tanto en tí admiramos
Esa
paciencia tan fina:
Amas á la
Eucaristía
Con un
amor tan vehemente,
Que te
quema el deseo ardiente
De
adorarla cada día:
Haz que al
Señor recibamos
Para bien,
no para ruina:
Eres tan
caritativa
Que tras
los enfermos corres
Y estando
enferma, socorres
A los
pobres con fé viva;
En una
bolsa miramos
Te da
Jesús una mina:
También
por los pecadores
Trabajas
con grande celo,
Y aun por
llevarlos al cielo
Les
revelas sus horrores:
Que el
pecado aborrezcamos,
En
nuestras penas hagamos.
Al
purgatorio y al cielo
Te lleva
tu ángel gozoso,
Y al
Calvario doloroso,
Te
transporta en raudo vuelo;
Para que
al cielo subamos,
Nuestra
culpa extermina:
Muerta
eres transfigurada
Y quedas
tierna y hermosa,
Mientras
que tu alma gloriosa
En el
cielo es coronada:
Contigo a
Dios alabamos
¡Oh
dichosa Liduvina!
L/: Ruega por nosotros Bienaventurada
Liduvina
R/: Para que seamos dignos de las
promesas de Jesucristo.
ORACION
Oh Dios que preservasteis a la Bienaventurada virgen
Liduvina de las seducciones del mundo, y la enseñasteis a seguiros con corazón
generoso por el camino del Calvario, concedednos que apoyados en sus méritos y atraídos
con su ejemplo, sepamos abrazar como ella vuestra cruz, y hollando los placeres
perecederos de la tierra, triunfemos de todo lo que se opone a nuestra
salvación: así os lo suplicamos, oh Dios que vivís y reináis por los siglos de
los siglos. Amén.
DIA SEGUNDO
ORACION
Bienaventurada Liduvina, á quien en premio de vuestra
castidad os concedió el Señor la gracia de ver y conversar familiarmente con
vuestro ángel custodio, quien os daba el tiernísimo nombre de hermana muy
amada, y os servía como un amigo afectuoso: En las desolaciones le enviabais á
llevar vuestras amorosas quejas al Esposo celestial, y á suplicarle que no
retardase más su presencia, porque os sentíais morir de amor por Él. Y á su
vuelta el ángel os traía afectuosos recuerdos y dulces consuelos, que os
alentaban á continuar la vida de sufrimientos y trabajos: ¡oh y quien tuviera
una pureza semejante á la vuestra, que le alcanzase una igual recompensa; mas
ya que mis pecados me impiden la dicha de ver á mi celestial conductor, haced
que sea yo constante en su devoción y merezca recibir sus favores y protección
para que al fin de mi vida conducida por él os vea gloriosa en el cielo. Amén.
DIA TERCERO
ORACIÓN
Jesucristo Sacramentado es el imán que atrae a sí los
corazones de los santos ¿cómo no atraería, oh Liduvina, el vuestro tan amante y
tan tierno? amabais con pasión á la sagrada Eucaristía; vuestro más ardiente
deseo era recibirla, y vuestro consuelo hablar de ella: ¡qué felices sois,
decíais a los que os visitaban, qué dicha es la vuestra de recibir á Jesucristo
en vuestro pecho, de visitarle en sus templos y de asistir al santo sacrificio!
El Señor para acrisolar más vuestro amor permitió que un superior os prohibiese
la sagrada comunión y se negase a dárosla por largo tiempo. ¡Oh y cuántas
lágrimas os costó esta dura prueba: qué lamentos tan tiernos! qué sentidas
quejas, y qué dolor tan profundo fue entonces el vuestro; pero el Señor
compadecido de vuestra pena quiso le recibieseis en una hostia milagrosa, que,
llenándoos de consuelo, os compensó de cuanto habíais sufrido. Amante fervorosa
de Jesucristo, comunicadme vuestro amor al Misterio del Amor, é inflamadme con
vuestros incendios, pues yo también quiero amar a Jesucristo Sacramentado,
quiero recibirle con fervor, quiero vivir sólo para él, por él padecer, y de
amor por él morir. Así sea.
DIA CUARTO
ORACION
Amante esposa del Crucificado, que enseñada por un buen
sacerdote a meditar la pasión de Jesucristo, os entregasteis enteramente a este
santo ejercicio, encontrando en él la paciencia para sufrir vuestros dolores, y
la más grande alegría entre las penas más terribles. Cuán agradable fue a Dios
esta devoción, pues os lo dio á conocer en aquella visión en que muchos ángeles
que traían las insignias de la pasión rodearon vuestro lecho, y la Santísima
Virgen tomándolas de sus manos os las daba a besar una por una. Pero más grande
fue aún vuestra dicha, cuando vuestro Esposo crucificado imprimió en vuestro
cuerpo virginal sus dolorosas llagas, concediendo a vuestra humildad el que no
apareciesen a la vista de los hombres. Crucificada virgen, amante esposa del
crucificado, ya con eso quedabais muy semejante a él, v pues no sólo lo sois en
las llagas, sino en el amor de las almas por quien las recibió, rogad por mí y
por todos los pecadores, para que ninguno se pierda, sino que todos se salven
por la preciosa sangre derramada con tantos dolores, y que no sean estériles en
tantas almas, las fatigas y los tormentos de nuestro amantísimo Salvador. Amén.
DIA QUINTO
ORACION
Fervorosisima Liduvina, amante apasionada de la cruz, que
estando clavada en un lecho de dolor padeciendo tormentos indecibles, aún no
estabais con ellos satisfecha, y pedíais con gran fervor al Señor la gracia del
martirio, teniendo por nada lo que hasta entonces habíais padecido. Muy pronto
se cumplieron vuestros deseos, pues cuatro crueles soldados simulando piadosos
intentos, lograron introducirse en vuestro aposento y os maltrataron,
injuriaron é hirieron cruelísimamente, dejándoos moribunda bañada en sangre,
con el cuerpo lastimado, más el alma rebosando cíe alegría, la cual se aumentó
al saber por vuestro ángel que seríais recibida en el coro de los mártires y
que á vuestra rica corona de gloria se añadirían las laureolas de la virginidad
y del martirio. ¡Oh dichosa virgen, oh feliz mártir, que tuvisteis la dicha de
derramar vuestra sangre por Jesucristo, alcanzadme el amor á la cruz y al
padecer, para que sufra yo con gusto todo lo que el Señor disponga, y al menos
con el deseo aspire á padecer por su amor y á soportar el martirio por la f é
santa que profeso! Así sufriendo con Cristo en la tierra, seré con él
glorificada en el cielo. Amén.
DIA SEXTO
ORACION
Oh dulce virgen, fervorosa amante de la pobreza que,
estando desprovista de todo, jamás os quejabais y no admitíais los donativos
que os ofrecían, diciendo que nada os faltaba. Todo lo que teníais era un
aposento pobre y obscuro, húmedo y frío, con un lecho pobrísimo, y con todo eso
os llegó á parecer tan delicado, que suplicásteis os pusiesen en un lecho de
pajas, lo que no pudo practicarse sin dejar la piel de las espaldas que estaban
todas llagadas, en el pobre y duro lienzo. ¡Oh penitente Liduvina, cómo podías
soportar aquellas duras pajas estando toda llagada é inmóvil? pues aun siendo
poco esto para vuestro fervor pedisteis que os pusiesen en la cintura un áspero
cilicio, y sin quitároslo ni un instante, lo tuvisteis en vuestro llagado
cuerpo hasta que después de muerta vuestro ángel os lo quitó, y le encontraron
aparte en vuestro lecho. ¡Oh virgen inocente y penitente! qué confusión es para mí, el ver vuestra
admirable penitencia; vos inocentísima, padeciendo tanto, y yo miserable sin
querer hacer nada, y buscando en todo el regalo; rogad por mí a Jesús
Crucificado, y alcanzadme el espíritu de penitencia, que tanto necesito para
salvarme. Amén.
DIA SEPTIMO
ORACION
Caritativa virgen Liduvina, que postrada en un lecho, y en
una extrema pobreza, estabais abrasada de una caridad tan grande, que olvidando
vuestras propias miserias, llena de compasión para con los pobres, íes
repartíais copiosas limosnas, distribuyendo cantidades cuantiosas, y
socorriendo a los enfermos y necesitados con lo que pedíais de limosna; y el
Señor muchas veces premiaba con prodigios vuestra ardiente caridad, pues queriendo
vos proveer de vestido a un pobre sacerdote, y siendo muy escasa la tela que os
proporcionaban, se multiplicó de tal modo en vuestras manos, que alcanzó para
todo cuanto se necesitaba; y otra vez para que conocieseis cuánto agradaba á
Dios la caridad, fuisteis llevada al empíreo, donde en un magnífico festín
presidido por la Reina del cielo, visteis las vianda» que dabais a los pobres,
servidas por los ángeles, en preciosas vajillas, lo que os llenó de consuelo.
¡Oh virgen caritativa! compadeceos de mí; contadme en el número de vuestros
pobres, y dadme a beber el vino generoso del amor de Dios, y el pan
sobresubstancial de la divina gracia, para que con un corazón compasivo como el
vuestro, sea yo a vuestra imitación compasiva con los pobres, compadecida de
los necesitados, y pronta para socorrerlos en sus necesidades, á fin de que
ejercitando la misericordia con mis hermanos, alcance algún día para mí, la
eterna misericordia de la gloria. Amén.
DIA OCTAVO
ORACIÓN
Oh Bienaventurada Liduvina, virgen llena de celo, que no
contenta con aliviar las miserias temporales, vuestra compasión era aún más
grande para con las espirituales, procurando la conversión de los pecadores,
valiéndoos de cuantos medios estaban á vuestra alcance para conseguirlo, usando
de la dulzura ó de la severidad, según la disposición de las personas,
aterrando á los unos y animando á los otros, descubriéndoles a veces hasta sus
más ocultos crímenes, y exhortándolos eficazmente á la penitencia. A alguno que
no quería rendirse, le avisasteis que sólo tres días le quedaban de vida, y
compungido al fin se rindió á la gracia. Las ánimas del purgatorio también
participaban de vuestra caridad, pues siendo llevada allá por vuestro ángel, y
profundamente conmovida con los lamentos de aquellas pobres prisioneras, os
ofrecíais á padecer por ellas, aumentándose vuestros ordinarios tormentos hasta
un grado indecible; pero vuestro gozo era grande cuando las veíais después
volar al cielo enteramente purificadas; ejercitad conmigo, Liduvina, vuestro celo,
y enseñadme á compadecerme de las benditas ánimas, ayudándoles con mis
oraciones, y ofreciendo por su alivio mis penas, para que alcance, algún día,
el fruto de sus oraciones en el cielo. Amén.
DIA NOVENO
ORACIÓN
Llegó al fin el día, oh Liduvina, de vuestro
triunfo, y el término de vuestros tormentos: Vuestro amante Esposo acompañado
de la Santísima Virgen y de los coros angélicos que entonaban dulces cánticos,
os llevaron al cielo, en donde ricamente coronada y magníficamente vestida,
reinaréis en su compañía por siglos eternos. Mas no sólo vuestra alma fue
glorificada, sino también vuestro santo cuerpo que tanto había padecido, pues
en el instante de la muerte desaparecieron todas sus llagas y deformidades,
quedando tan hermoso, refulgente y derramando tan celestial olor, que no se saciaban
todos de contemplarle. ¡Oh dichosa Liduvina gozad en buena hora de esa gloria
que tan bien merecisteis; pero no os olvidéis de mí que tanto os amo y os
venero; oíd mis súplicas y pedid al Señor allá en el cielo por nuestro
Santísimo Padre el Papa, por todo el clero y las órdenes religiosas, por la
perseverancia de los justos, por la conversión de los pecadores, por la
paciencia de los pobres enfermos, y por el alivio de las ánimas del Purgatorio!
Pedidle para mí, una buena muerte, para que, alcanzando mi salvación, pueda ir
a veros en el cielo, y en vuestra compañía alabar al Señor por toda la eternidad. Amén.
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