sábado, 10 de marzo de 2018

NOVENA A SANTA LIDUVINA





NOVENA A SANTA LIDUVINA
ABOGADA DE LOS ENFERMOS CRÓNICOS

 ESCRITA EN FRANCÉS POR EL ABATE COUDURIER TRADUCIDA AL CASTELLANO POR UNA RELIGIOSA DE LA ENSEÑANZA, BAJO LA INSPECCIÓN DEL PBRO. GABINO CHÁVEZ Y CUIDADOSAMENTE CORREGIDA

QUERÉTARO 1898


ACTO DE CONTRICIÓN
Señor mío Jesucristo: ¡adorable Redentor mío! al postrarme en vuestra presencia quisiera deciros con verdad que os amo con todo mi corazón; pero Dios mío, hasta ahora nunca os he amado como debo: toda mi vida no he hecho más que ofenderos; todos mis días están manchados; todos mis años perdidos. ¿Pues qué haré Señor?  me entregaré a la desesperación o al desaliento? No, Dios mío: vuestra misericordia es más grande que mi maldad, y bien sé que os honra más una filial confianza, que un temor excesivo; yo recurriré a la poderosa intercesión de vuestra amada esposa Liduvina, y por sus méritos conseguiré el perdón de mis pecados. ¡Oh virgen bienaventurada ofreced por mí al Señor vuestros méritos, y por ellos alcanzadme de su Majestad el don de lágrimas para llorar mis pecados, humildad para bien confesarlos, espíritu de penitencia para satisfacerlos y la gracia especial de la perseverancia final para evitarlos en lo de adelante, y para poder acabar santamente mi vida, en los brazos de Jesús crucificado, y ¡avado con su sangre, entrar á glorificarlo para siempre en la gloria. Amén.


ORACION PARA TODOS LOS DIAS
Bienaventurada y castísima Liduvina, que amabais a Jesucristo con predilección y no aspirabais á, otra felicidad que a sus celestiales desposorios, consagrándole vuestra virginidad; y por eso al proponeros vuestro padre que eligieseis un esposo, contestasteis que ya era tarde, pues vuestra elección ya estaba hecha, y que no queríais más esposo que á Jesucristo; é instada de nuevo, añadisteis que jamás condescenderíais y que más bien pediríais al Señor os enviase tal deformidad que os hiciese odiosa a todos, cuya ferviente súplica, gratísima al Esposo celestial que apacienta entre los lirios, muy pronto fue escuchada, pues luego os sobrevinieron una multitud de enfermedades incurables que os pusieron deforme como lo deseabais; llagas ulceradas, fiebres continuas, hidropesía, vómitos de sangre, enfermedad de ojos, dolores de dientes, punzadas agudísimas de cabeza, todo el cuerpo paralizado sin poder mover más que un sólo brazo; y todos estos males, y todo este padecer, no por uno o dos días, sufrido con admirable paciencia, sino por treinta y ocho años continuos... ¡oh virgen atribulada, modelo de paciencia, todas vuestras enfermedades me admiran, todas me parecen terribles, pero vuestra parálisis me espanta: no sé lo que siento al consideraros recostada sobre las espaldas llagadas, por treinta y ocho años sin movimiento. ¡Oh virgen pacientísima!  a mí me parece que en cierto modo ni aún los mártires han sufrido como vos; porque" ellos pasaban sus tormentos en pocas horas, y los vuestros fueron muy prolongados, padeciendo sin alivio y sin consuelo humano. ¡Oh pacientísima virgen! cuanto me confunde y avergüenza mi delicadeza, que lamenta malecillos insignificantes, y quisiera que todos los compadeciesen. ¡Oh virgen crucificada, que a tanta costa quisisteis conservar el tesoro de la virginidad! alcanzadme de Jesús, el Esposo de las vírgenes esta virtud angélica, para que en vuestra compañía vaya a entonar el cántico que sólo las vírgenes saben cantar en el cielo. Amén.
Se rezarán cinco Aves Marías, como sigue:


Bienaventurada Liduvina, devotísima de la Madre de Dios, enseñadnos a amarla y venerarla con fervor. Ave María.

Bienaventurada Liduvina, apasionada amante de la sagrada Eucaristía, alcanzadnos la gracia de recibirla con ardientes afectos. Ave María.

Bienaventurada Liduvina, que con tanta ternura meditabais la pasión del Señor, conseguidnos un grande amor a Jesús crucificado, y una tierna devoción con sus dolorosas llagas. Ave María.

Bienaventurada Liduvina, que tratabais tan familiarmente con vuestro ángel custodio, enseñadnos a venerar é invocar a los santos ángeles de nuestra guarda. Ave María.

Bienaventurada Liduvina, modelo de paciencia y de conformidad con la voluntad divina, alcanzadnos la gracia de padecer con gusto todo lo que Dios dispusiere de nosotros hasta el fin de nuestra vida. Ave María.


DIA PRIMERO
ORACIÓN
Bienaventurada Liduvina, niña admirable que desde vuestros tiernos años tuvisteis tan grande amor y tan suave devoción a la Santísima Virgen, siendo vuestro único consuelo el visitarla, pues no podíais pasar por el templo sin entrar devotamente á saludarla. Con cuánto gusto os contemplo cuando con el cestito en el brazo, caminabais con tanta prisa para tener unos momentos libres en que entrar a saludar a vuestra amada Señora, y puesta en su presencia repetíais con delicia la salutación angélica, y le decíais las expresiones más tiernas que el amor os sugería. ¡Oh dichosa niña! cuánto agradabais con eso a la Madre del Amor hermoso, pues bien, os lo manifestó con aquella sonrisa tan cariñosa que os dejó enajenada y llena de delicias y de amor, el cual, aumentando de día en día, al fin de vuestra vida os mereció una fineza de la Madre de Dios, que en un arrobamiento os puso un velo de blancura deslumbrante y de una fragancia exquisita, y os coronó con una corona de flores que con sus virginales manos colocaron en vuestra cabeza. ¡Oh virgen dichosísima! yo os ruego que por el amor que tuvisteis a la Santísima Virgen, me alcancéis el que yo la ame como a mi Madre y que le sirva con fervor constante: que sea su verdadera devota en esta vida, para verla y amarla con vos algún día en el cielo. Amén.

GOZOS

Confiados hoy te rogamos
Oh gloriosa Liduvina,
Que la voluntad Divina
En nuestras penas hagamos.

Tan ardiente amor tuviste
Niña, á la Virgen María,
Que por verla cada día
Un regaño te atrajiste;
Porque un día sonreír veamos
A esta estrella matutina:

Luego que un esposo humano
Tu padre un día te propuso,
Le dices que ya dispuso
Jesús de tu alma y tu mano;
Pues que al Señor ya tomamos
Como herencia peregrina:

Muy jovencita enfermaste,
Y apenas te levantabas,
Guando en el hielo chocabas
Y un hueso allí te quebraste:
Pues cuando enfermos estamos
Dios es quien lo determina:

Si te inunda la tristeza
Y sientes gran turbación,
Meditando la pasión
Se renueva tu entereza:
Cuando la tristeza veamos
O el tedio que nos domina:

Fractura, abscesos, gusanos,
Dolores, llagas horribles,
Con otros males terribles
Te ligan de pies y manos;
Y pues tanto en tí admiramos
Esa paciencia tan fina:

Amas á la Eucaristía
Con un amor tan vehemente,
Que te quema el deseo ardiente
De adorarla cada día:
Haz que al Señor recibamos
Para bien, no para ruina:

Eres tan caritativa
Que tras los enfermos corres
Y estando enferma, socorres
A los pobres con fé viva;
En una bolsa miramos
Te da Jesús una mina:

También por los pecadores
Trabajas con grande celo,
Y aun por llevarlos al cielo
Les revelas sus horrores:
Que el pecado aborrezcamos,


En nuestras penas hagamos.
Al purgatorio y al cielo
Te lleva tu ángel gozoso,
Y al Calvario doloroso,
Te transporta en raudo vuelo;
Para que al cielo subamos,
Nuestra culpa extermina:

Muerta eres transfigurada
Y quedas tierna y hermosa,
Mientras que tu alma gloriosa
En el cielo es coronada:
Contigo a Dios alabamos
¡Oh dichosa Liduvina!



L/: Ruega por nosotros Bienaventurada Liduvina
R/: Para que seamos dignos de las promesas de Jesucristo.

ORACION
Oh Dios que preservasteis a la Bienaventurada virgen Liduvina de las seducciones del mundo, y la enseñasteis a seguiros con corazón generoso por el camino del Calvario, concedednos que apoyados en sus méritos y atraídos con su ejemplo, sepamos abrazar como ella vuestra cruz, y hollando los placeres perecederos de la tierra, triunfemos de todo lo que se opone a nuestra salvación: así os lo suplicamos, oh Dios que vivís y reináis por los siglos de los siglos. Amén.





DIA SEGUNDO
ORACION
Bienaventurada Liduvina, á quien en premio de vuestra castidad os concedió el Señor la gracia de ver y conversar familiarmente con vuestro ángel custodio, quien os daba el tiernísimo nombre de hermana muy amada, y os servía como un amigo afectuoso: En las desolaciones le enviabais á llevar vuestras amorosas quejas al Esposo celestial, y á suplicarle que no retardase más su presencia, porque os sentíais morir de amor por Él. Y á su vuelta el ángel os traía afectuosos recuerdos y dulces consuelos, que os alentaban á continuar la vida de sufrimientos y trabajos: ¡oh y quien tuviera una pureza semejante á la vuestra, que le alcanzase una igual recompensa; mas ya que mis pecados me impiden la dicha de ver á mi celestial conductor, haced que sea yo constante en su devoción y merezca recibir sus favores y protección para que al fin de mi vida conducida por él os vea gloriosa en el cielo. Amén.





DIA TERCERO
ORACIÓN
Jesucristo Sacramentado es el imán que atrae a sí los corazones de los santos ¿cómo no atraería, oh Liduvina, el vuestro tan amante y tan tierno? amabais con pasión á la sagrada Eucaristía; vuestro más ardiente deseo era recibirla, y vuestro consuelo hablar de ella: ¡qué felices sois, decíais a los que os visitaban, qué dicha es la vuestra de recibir á Jesucristo en vuestro pecho, de visitarle en sus templos y de asistir al santo sacrificio! El Señor para acrisolar más vuestro amor permitió que un superior os prohibiese la sagrada comunión y se negase a dárosla por largo tiempo. ¡Oh y cuántas lágrimas os costó esta dura prueba: qué lamentos tan tiernos! qué sentidas quejas, y qué dolor tan profundo fue entonces el vuestro; pero el Señor compadecido de vuestra pena quiso le recibieseis en una hostia milagrosa, que, llenándoos de consuelo, os compensó de cuanto habíais sufrido. Amante fervorosa de Jesucristo, comunicadme vuestro amor al Misterio del Amor, é inflamadme con vuestros incendios, pues yo también quiero amar a Jesucristo Sacramentado, quiero recibirle con fervor, quiero vivir sólo para él, por él padecer, y de amor por él morir. Así sea.





DIA CUARTO
ORACION
Amante esposa del Crucificado, que enseñada por un buen sacerdote a meditar la pasión de Jesucristo, os entregasteis enteramente a este santo ejercicio, encontrando en él la paciencia para sufrir vuestros dolores, y la más grande alegría entre las penas más terribles. Cuán agradable fue a Dios esta devoción, pues os lo dio á conocer en aquella visión en que muchos ángeles que traían las insignias de la pasión rodearon vuestro lecho, y la Santísima Virgen tomándolas de sus manos os las daba a besar una por una. Pero más grande fue aún vuestra dicha, cuando vuestro Esposo crucificado imprimió en vuestro cuerpo virginal sus dolorosas llagas, concediendo a vuestra humildad el que no apareciesen a la vista de los hombres. Crucificada virgen, amante esposa del crucificado, ya con eso quedabais muy semejante a él, v pues no sólo lo sois en las llagas, sino en el amor de las almas por quien las recibió, rogad por mí y por todos los pecadores, para que ninguno se pierda, sino que todos se salven por la preciosa sangre derramada con tantos dolores, y que no sean estériles en tantas almas, las fatigas y los tormentos de nuestro amantísimo Salvador. Amén.





DIA QUINTO
ORACION
Fervorosisima Liduvina, amante apasionada de la cruz, que estando clavada en un lecho de dolor padeciendo tormentos indecibles, aún no estabais con ellos satisfecha, y pedíais con gran fervor al Señor la gracia del martirio, teniendo por nada lo que hasta entonces habíais padecido. Muy pronto se cumplieron vuestros deseos, pues cuatro crueles soldados simulando piadosos intentos, lograron introducirse en vuestro aposento y os maltrataron, injuriaron é hirieron cruelísimamente, dejándoos moribunda bañada en sangre, con el cuerpo lastimado, más el alma rebosando cíe alegría, la cual se aumentó al saber por vuestro ángel que seríais recibida en el coro de los mártires y que á vuestra rica corona de gloria se añadirían las laureolas de la virginidad y del martirio. ¡Oh dichosa virgen, oh feliz mártir, que tuvisteis la dicha de derramar vuestra sangre por Jesucristo, alcanzadme el amor á la cruz y al padecer, para que sufra yo con gusto todo lo que el Señor disponga, y al menos con el deseo aspire á padecer por su amor y á soportar el martirio por la f é santa que profeso! Así sufriendo con Cristo en la tierra, seré con él glorificada en el cielo. Amén.





DIA SEXTO
ORACION
Oh dulce virgen, fervorosa amante de la pobreza que, estando desprovista de todo, jamás os quejabais y no admitíais los donativos que os ofrecían, diciendo que nada os faltaba. Todo lo que teníais era un aposento pobre y obscuro, húmedo y frío, con un lecho pobrísimo, y con todo eso os llegó á parecer tan delicado, que suplicásteis os pusiesen en un lecho de pajas, lo que no pudo practicarse sin dejar la piel de las espaldas que estaban todas llagadas, en el pobre y duro lienzo. ¡Oh penitente Liduvina, cómo podías soportar aquellas duras pajas estando toda llagada é inmóvil? pues aun siendo poco esto para vuestro fervor pedisteis que os pusiesen en la cintura un áspero cilicio, y sin quitároslo ni un instante, lo tuvisteis en vuestro llagado cuerpo hasta que después de muerta vuestro ángel os lo quitó, y le encontraron aparte en vuestro lecho. ¡Oh virgen inocente y penitente!  qué confusión es para mí, el ver vuestra admirable penitencia; vos inocentísima, padeciendo tanto, y yo miserable sin querer hacer nada, y buscando en todo el regalo; rogad por mí a Jesús Crucificado, y alcanzadme el espíritu de penitencia, que tanto necesito para salvarme. Amén.




DIA SEPTIMO
ORACION
Caritativa virgen Liduvina, que postrada en un lecho, y en una extrema pobreza, estabais abrasada de una caridad tan grande, que olvidando vuestras propias miserias, llena de compasión para con los pobres, íes repartíais copiosas limosnas, distribuyendo cantidades cuantiosas, y socorriendo a los enfermos y necesitados con lo que pedíais de limosna; y el Señor muchas veces premiaba con prodigios vuestra ardiente caridad, pues queriendo vos proveer de vestido a un pobre sacerdote, y siendo muy escasa la tela que os proporcionaban, se multiplicó de tal modo en vuestras manos, que alcanzó para todo cuanto se necesitaba; y otra vez para que conocieseis cuánto agradaba á Dios la caridad, fuisteis llevada al empíreo, donde en un magnífico festín presidido por la Reina del cielo, visteis las vianda» que dabais a los pobres, servidas por los ángeles, en preciosas vajillas, lo que os llenó de consuelo. ¡Oh virgen caritativa! compadeceos de mí; contadme en el número de vuestros pobres, y dadme a beber el vino generoso del amor de Dios, y el pan sobresubstancial de la divina gracia, para que con un corazón compasivo como el vuestro, sea yo a vuestra imitación compasiva con los pobres, compadecida de los necesitados, y pronta para socorrerlos en sus necesidades, á fin de que ejercitando la misericordia con mis hermanos, alcance algún día para mí, la eterna misericordia de la gloria. Amén.





DIA OCTAVO
ORACIÓN
Oh Bienaventurada Liduvina, virgen llena de celo, que no contenta con aliviar las miserias temporales, vuestra compasión era aún más grande para con las espirituales, procurando la conversión de los pecadores, valiéndoos de cuantos medios estaban á vuestra alcance para conseguirlo, usando de la dulzura ó de la severidad, según la disposición de las personas, aterrando á los unos y animando á los otros, descubriéndoles a veces hasta sus más ocultos crímenes, y exhortándolos eficazmente á la penitencia. A alguno que no quería rendirse, le avisasteis que sólo tres días le quedaban de vida, y compungido al fin se rindió á la gracia. Las ánimas del purgatorio también participaban de vuestra caridad, pues siendo llevada allá por vuestro ángel, y profundamente conmovida con los lamentos de aquellas pobres prisioneras, os ofrecíais á padecer por ellas, aumentándose vuestros ordinarios tormentos hasta un grado indecible; pero vuestro gozo era grande cuando las veíais después volar al cielo enteramente purificadas; ejercitad conmigo, Liduvina, vuestro celo, y enseñadme á compadecerme de las benditas ánimas, ayudándoles con mis oraciones, y ofreciendo por su alivio mis penas, para que alcance, algún día, el fruto de sus oraciones en el cielo. Amén.




DIA NOVENO
ORACIÓN
Llegó al fin el día, oh Liduvina, de vuestro triunfo, y el término de vuestros tormentos: Vuestro amante Esposo acompañado de la Santísima Virgen y de los coros angélicos que entonaban dulces cánticos, os llevaron al cielo, en donde ricamente coronada y magníficamente vestida, reinaréis en su compañía por siglos eternos. Mas no sólo vuestra alma fue glorificada, sino también vuestro santo cuerpo que tanto había padecido, pues en el instante de la muerte desaparecieron todas sus llagas y deformidades, quedando tan hermoso, refulgente y derramando tan celestial olor, que no se saciaban todos de contemplarle. ¡Oh dichosa Liduvina gozad en buena hora de esa gloria que tan bien merecisteis; pero no os olvidéis de mí que tanto os amo y os venero; oíd mis súplicas y pedid al Señor allá en el cielo por nuestro Santísimo Padre el Papa, por todo el clero y las órdenes religiosas, por la perseverancia de los justos, por la conversión de los pecadores, por la paciencia de los pobres enfermos, y por el alivio de las ánimas del Purgatorio! Pedidle para mí, una buena muerte, para que, alcanzando mi salvación, pueda ir a veros en el cielo, y en vuestra compañía alabar al Señor por toda la eternidad. Amén.






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