PIADOSA
NOVENA A JESUS CRUCIFICADO EN SU IMAGEN MILAGROSAMENTE RENOVADA
QUE SE VENERA EN TILA, CHIAPAS
ACTO
DE CONTRICIÓN
Señor y Dios
mío, Jesús Crucificado de Tila, postrado a tus pies reconozco humildemente qué
he pecado contra ti. Arrepentido estoy de haberte ofendido, por ser quien eres
infinitamente bueno y amable, propongo nunca más pecar, confesarme y
satisfacerte. Confiado espero que tu preciosísima Sangre, lave mi alma de sus
culpas, llenara con tu gracia, este corazón que es tuyo por siempre, servirte
aquí y en la gloria. Amen.
Padre
nuestro y Gloria…
DIA PRIMERO
CONSIDERACIÓN
Con los ojos
del alma contemplo a mi buen Jesús, abrumado de tristeza en el huerto de
Getsemaní: su corazón santísimo esta oprimido de dolor al considerar las
injurias, ultrajes y tormentos de que va a ser inocente victima para
rescatarnos del pecado y abrirnos las puertas del cielo, tu cuerpo santísimo
desfallecido por el copioso sudor de sangre que brota de sus poros, parecen
sucumbir al peso de tan grande sufrimiento, pero el inmenso amor que nos tiene,
alienta su espíritu y elevando los ojos al cielo exclama: “Padre, que no se
haga mi voluntad, sino la tuya” ¿y nosotros, tus hijos despiadados, insensibles
ante tu mortal agonía, volveremos a renovártela ofendiéndote?
ORACION
Adorámoste
¡Benignísimo Jesús mío Crucificado de Tila! ¡Que bondad infinita la tuya en
aceptar el terrible martirio de pasión y muerte por mi amor, y que enorme
ingratitud la mía en ofenderte con mi rebeldía, en no cumplir tus divinos
mandamientos! ¡Perdón Señor! ¡perdona mi infidelidad! Dadme fuerza para vencer
los enemigos de mi salvación, y por tu preciosima sangre, consuela mi afligido
corazón, concediéndome la gracia que te pido. Amen.
Padre
nuestro, Ave María y Gloria
ORACION
FINAL PARA TODOS LOS DIAS
¡Señor mío,
Jesucristo Crucificado! ¡Consuelo de los pobres que buscan en este santo
hospital, la salud del cuerpo, y por tu gran misericordia, encuentran a la vez
la salud del alma! ¡custodio amoroso de los cuerpos de aquellos tus hijos que
de tu omnipotencia llama a si! ¡mírame a tus pies, buen Jesús mío, esperando
una mirada de tus ojos que me abrace en tu Divino Amor! Aquí vengo a pedirte el
alivio de mis penas, el remedio de mis necesidades, el consuelo de mis
amarguras. Si quieres, puedes remediarlas y aliviarlas. Quieres pues, buen
Jesús, ¡hazlo por tu santísima Madre! Me voy, pero a tus pies dejo mi corazón
¡oh Señor mío Jesucristo! En ti creo, en ti espero, en ti confío5. Amen.
ORACIÓN
FINAL A MARÍA SANTÍSIMA
¡Oh Virgen
Dolorosa! ¡Madre de Dios y Madre mía! Lleno de confianza me acerco a ti, bajo a
tu amparo me abrigo ¡tenme junto a ti, Reina y Señora! Y por los dolores que tu
amantísimo corazón sufrió y por las lágrimas que tus purísimos ojos derramaron
en la pasión y muerte de tu Hijo Jesús, ruega por mí y alcánzame de tu Divino
Hijo, el perdón de mis pecados, la perseverancia final, una santa muerte y la
gracia que eh pedido en esta novena, si conviene para la gloria de Dios y al
bien de mi alma. Amen.
DIA SEGUNDO
CONSIDERACIÓN
Con los ojos
del alma contemplo a mi buen Jesús, que, maniatado como facineroso, es
conducido por sus crueles enemigos, que le insultan, empujan y golpean a casa
de Anás, al tribunal de Caifás y por último a la presencia del cobarde Poncio
Pilatos. Los sacerdotes, escribas y fariseos, llenos de odio, lanzan
innumerables acusaciones contra el mansísimo Jesús, Pilato concede y confiesa
que Jesús es inocente y, sin embargo, por temor a los judíos, condenas a la
muerte afrentosa de cruz a Jesús Nazareno, y el, el inocentísimo Jesús, guarda
silencio en presencia de sus enemigos, rogando por los que le persiguen y
calumnian a su Padre Celestial.
ORACION
¡Pacientísimo
Jesús mío! ¡Qué grande es tu mansedumbre para con tus enemigos! Tu divina boca
no se abre para protestar contra los crímenes que se te imputan, y yo ¡Cuánto
me altero al oír una palabra que me contradiga! ¡cómo se rebela mi orgullo y
brotan de mi boca quejas a la menor de observación, que contraríe mis gustos o
reprima mis deseos! ¡Perdón, padre amorosísimo! Perdona mi iracundia y mi
soberbia, por tu preciosísima sangre, dadme humildad verdadera, y consuela mi
afligido corazón, concediéndome la gracia que te pido. Amen.
DIA TERCERO
CONSIDERACIÓN
Con los ojos
del alma contemplo a mi buen Jesús, atado a una columna, desnudado su
honestísimo cuerpo, estremecido por los azotes, que con una inhumana crueldad,
descargan sobre él, los fieros verdugos, está todo hecho una llaga de la que
mana su sangre preciosísima, de su boca entreabierta no sale una sola palabra,
ni un solo gemido, sufriendo en silencio toda aquella 334espantosa lluvia de
golpes.
ORACION
¡Dulcísimo
Jesús mío! ¡con que infinita mansedumbre que sufriste el infame suplicio de la
flagelación de siendo inocente, y yo, miserable pecador, no se sufrir sin
clamar ni desesperarme al más leve castigo, que por mis enormes culpas me
impone tu divina justicia! ¡ten piedad de mí, dulcísimo Jesús! Dadme
resignación en las penas y trabajos que por tu santísima voluntad me
sobrevengan: por tu preciosísima sangre, consuela mi afligido corazón,
concediéndome la gracia que te pido. Amen.
DIA CUARTO
CONSIDERACIÓN
Con los ojos
del alma contemplo a mi buen Jesús, cubierto con el manto de escarnio que sobre
sus llagados hombros pusieron sus verdugos. Su sagrada cabeza coronada de
espinas, por cetro una caña en la mano, hilos de sangre corren por aquel
hermoso rostro ahora desfigurado y sucio, con las inmundas salivas que los
soldados arrojan, saludándote, hincando delante de él, la rodilla y diciéndole
con sarcasmo; “Dios te salve, rey de los judíos”
ORACION
¡Humildísimo
Jesús mío! ¡cuán resignado sufriste las afrentas de ese paso! Mientras las
espinas penetraban tu sagrada cabeza, pensaba con amor en la salvación de los
hombres. Yo mientras tanto, me deleito en pensamientos contrarios a tu Divina
Ley, y mis ojos están siempre abiertos para ver las faltas de mis prójimos.
¡perdón Jesús mío! Aparta de mí el malo pensamiento y mortifica en mi la
curiosidad que me ha llevado al pecado, y por tu preciosísima sangre, consuela
mi afligido corazón. Concediéndome la gracia que te pido. Amen.
DIA QUINTO
CONSIDERACIÓN
Con los ojos
del alma contemplo a mi buen Jesús, pálido y desfallecido por la vigilia y los
sufrimientos de la pasada noche, aceptando con amor la muerte de Cruz a la que
es inicuamente condenado, le veo abrazar el sagrado madero, instrumento de su
suplicio, y dirigiendo al cielo sus divinos ojos nublados por las lágrimas y la
sangre, hacer a su Padre Eterno, el sacrificio de su vida por la salvación de
los hombres.
ORACION
¡Dulcísimo
Jesús mío! ¡con que abnegación tomas y llevas sobre tus hombros el afrentoso
madero de la Cruz, satisfaciendo a la justicia divina por todas nuestras
culpas! ¡como palpita tu amante corazón al sentir sobre tu llagado hombro, todo
el peso de nuestras iniquidades! Y yo, Jesús mío; corriendo siempre en pos de
goces y placeres, huyo con horror de la más ligera mortificación, pareciéndome
las penas y trabajos que tu bondad me envía, cruce pesadísimas que me agobian.
¡oh Jesús mío! Dame los trabajos y aflicciones que te dignes enviarme en
expiación de mis pecados, y por tu preciosima sangre, consuela mi afligido
corazón, concediéndome la gracia que te pido. Amen.
DIA SEXTO
CONSIDERACIÓN
Con los ojos
del alma contemplo a mi buen Jesús, caminado al calvario agobiado por el peso
de la cruz. El sol en la mitad del cielo le quema con sus ardorosos rayos,
copioso sudor corre por su rostro y cuerpo, el polvo, la sangre y las lágrimas
divinas, sus ojos, espejos en que se miran los ángeles, están nublados por el
polvo, la sangre y las lágrimas, sus miembros debilitados flaquean y caen en
tierra, intenta levantarse, pero la debilidad y la fatiga le hacen caer de
nuevo. Los soldados tiran con crueldad de la soga que lleva atada a la cintura,
mientras otros le hieren con sus lanzas, o le dan puntapiés. El mansísimo
Jesús, logran al fin ponerse en pie, y mirando con bondad a sus verdugos,
prosigue su tristísimo camino.
ORACION
¡Amabilísimo
Jesús mío! ¡con cuanta humildad sufre los tormentos que te dan en tan rudo
camino! Sacando fuerzas de tu amor por
nosotros, te levantas y prosigues para el monte de sacrificio. Y yo. ¡ay de mí!
Solo quiero transitar por sendas de flores, anhelo ir siempre en pos de los
placeres, si caigo en la culpa, en ella permanezco sin inquietarme. ¡Oh Jesús
mío, perdóname! Haz que en adelante siga con fidelidad tus pasos, en mis caídas
tiéndeme tu mano poderosa y levántame, y por tu preciosísima sangre, consuela
mi afligido corazón, concediéndome la gracia que te pido. Amen.
DIA SEPTIMO
CONSIDERACIÓN
Contemplo con
los ojos del alma a mi buen Jesús, en el monte calvario, mirando con amor el
instrumento de su suplicio. Los verdugos, animados de rabiosa impaciencia, le
quitan las vestiduras con tal prisa y crueldad, que estando la túnica interior
pegado al llagado cuerpo, se llevan pedazos de carne y piel, corriendo de nuevo
la sangre del Salvador. Desnudando al virginal Jesús, queda expuesto a las
miradas del insolente populacho.
ORACION
¡Amadísimo
Jesús mío! ¡qué grande es tu amor cuando anhelas ser crucificado para redimirnos!
¡tú sagrado cuerpo, espejo de pureza, está desnudo, y la vergüenza que te causa
tu desnudez es mayor aun que tus dolores! Y yo, tan inmodesto y sensual, voy en
pos de los placeres de la carne ¡ah! ¡perdóname Jesús mío! Dadme gracia para
que sea en adelante, puro de alma y cuerpo, y por tu preciosa sangre, consuela
mi afligido corazón, concediéndome los que te pido. Amen.
DIA OCTAVO
CONSIDERACIÓN
Con los ojos
del alma contemplo a mi buen Jesús, extendido sobre el afrentoso madero, un
clavo puntiagudo penetra la carne, rompe los nervios y rasga las venas de su
mano derecha a golpes de martillo, como la mano izquierda no llega al agujero
señalado de antemano, atanla con cordeles, tiran del brazo con tanta
inhumanidad, que le descoyuntan los huesos, horadan con gruesos clavos los
divinos pies y levantando en alto la cruz, le dejan caer de golpe en el hoyo
abierto en la peña. Todo el cuerpo del hacedor se estremece y la sangre brota a
raudales.
ORACION
¡Pacientísimo
Jesús mío! ¡con que obediencia extiendes tus manos y pies para que sean
clavados en la cruz! Y yo, ingrata creatura, cuantas veces eh corrido por
caminos de iniquidad. ¡Ah, perdóname Jesús mío! No permitas que manche en
adelante mis manos con acciones impuras, ni mis pies con pasos criminales, y
por tu preciosísima Sangre, consuela mi afligido corazón, concediéndome la
gracia que te pido. Amen.
DIA NOVENO
CONSIDERACIÓN
Con los ojos
del alma, contemplo a mi buen Jesús, clavado en la cruz entre dos facinerosos,
el cuerpo desfigurado y convulso, coronado de espinas la cabeza, hundidas las
mejillas, amoratado su rostro divino, ahelada su lengua, eclipsados sus ojos,
entreabiertos sus labios, atravesados sus pies, taladradas sus manos,
descoyuntado en fin, y agonizando el más hermoso de los hombres, la victima
santa, rebozando amor por los pecadores, se vuelve a su padre, y dice: “Padre,
perdónalos porque no saben lo que hacen”. Después de tres horas de agonía,
dirigiendo sus moribundos ojos al cielo y alzando la voz exclama: “Padre, en
tus manos encomiendo mi espíritu” eh inclinando la cabeza, expira el redentor
del mundo. La naturaleza toda se estremece ante el horrible deicidio, solo el
corazón del hombre permanece impasible. Un soldado atraviesa con su lanza el
costado de Jesús, y de esta herida brota un raudal de sangre y agua que lava
los pecados de las almas.
ORACION
¡Oh Divino
Redentor! Mueres como vil facineroso clavado en la cruz, sufres indecibles
tormentos y, sin embargo, no tienes más que palabras de perdón para los mismos
que te dan la muerte. De tu costado atravesado por la lanza, brotan a raudales
sangre y agua, quedando así abierta a la humanidad la fuente de la vida y de la
gracia, la puerta del cielo. ¡Oh bondad infinita! ¡Oh infinita misericordia! Y
yo ¿Qué hago en reconocimiento de tanto amor? ¡ofenderte! ¡ah, no seas así en
adelante! ¡perdóname, dulcísimo Jesús mío! Que ya arrepentido, me despojo al
pie de tu cruz, de mi orgullo y vanidad, y lloro como María Magdalena,
amargamente mis pecados. Lávame con el agua de tu costado, purifícame con tu
sangre y por tu dolora pasión y muerte, consuela mi afligido corazón,
concediéndome la gracia que te pido. Amen.
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