OCTAVARIO A SAN IGNACIO DE LOYOLA
ACTO DE CONTRICIÓN
Señor
y Dios mío Jesucristo, Criador y Redentor mío, en quien creo, en quien espero,
y a quien amo sobre todas las cosas; por vuestra infinita bondad me pesa de
haberos ofendido, y propongo, ayudado de vuestra gracia, de enmendarme, y confesar
mis pecados; y espero en vuestra bondad y misericordia infinita me los
perdonaréis, por los merecimientos de vuestra preciosísima sangre. Amen.
DIA PRIMERO
Señor
y Dios mío todo poderoso, que sin merecimientos míos me criasteis, para que en
esta vida os ame y sirva, y después os goce por toda la eternidad: por los
merecimientos de vuestra purísima Madre, y de vuestro siervo y protector mío
San Ignacio, os suplico me deis gracia para elegir los medios, que me han de
conducir a tan alto fin, y me concedáis el favor que os pido en esta Octava, si
ha de ser para mayor gloria vuestra y bien de mi alma. Amen.
ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
Glorioso
San Ignacio de Loyola, Fundador de la Compañía de Jesús, a quien Dios enriqueció
de gracias y merecimientos, y llenó de espíritu apostólico, y de una ardentísima
caridad para con su Majestad, y para con los hombres, a los cuales procurasteis
alumbrar con los rayos de la verdad, abrasar en las llamas del divino amor, y llevar
por el camino de la santidad a la eterna bienaventuranza: ruegos que me alcancéis
con vuestra poderosa intercesión de mi Señor Jesucristo gracia para guardar
perfectamente sus santos mandamientos, para cumplir con las obligaciones de mi estado,
y perseverar hasta la muerte en su santo servicio. No desechéis, protector mío
Santísimo, los ruegos de este devoto siervo vuestro; antes bien inclinad
vuestros oídos a mis peticiones, y si ha de ser para mayor gloria de Dios, y
bien de mi alma, que yo consiga lo que deseo y pido en esta Octava; suplicoos,
padre mío amantísimo, intercedáis eficazmente por mí, y roguéis también a la purísima
Madre de Dios, a todos los Santos y Ángeles del cielo, para que se dignen
juntamente con Vos de ser mis intercesores delante la Santísima y altísima Trinidad,
que sea bendita y glorificada con Jesucristo Redentor mío, por todos los siglos
de los siglos. Amen.
DIA SEGUNDO
Señor
y Dios mío, que a vista de tantas culpas me sufrís, habiendo arrojado del cielo
al infierno los ángeles, y del paraíso a las miserias de este mundo a nuestros
primeros padres, con todos sus descendientes, y condenado a muchos con un solo
pecado mortal a una eternidad de penas; por los merecimientos de vuestra Madre
santísima, y de vuestro siervo y protector mío San Ignacio, os suplico me deis
gracia para llorar mis culpas, como me la dais para conocer .la fealdad de ellas,
concediéndome juntamente la merced que os pido, si ha de ser para mayor gloria
vuestra y bien de mi alma. Amen.
TERCERO DIA
Señor
y Dios mío, que por sola vuestra bondad no habéis permitido, que las criaturas todas
vueltas contra mi castigasen, como merecía, a esta vilísima criatura, que
ofendió a su Criador, este miserable es clavo, que cuanto es de su parte dió,
con sus pecados, la muerte a su Señor: por la preciosísima sangre de Jesús, y
merecimientos de su santísima Madre, y de vuestro siervo y protector mío San
Ignacio, os suplico me deis gracia para que arrepentido de las culpas, que
hasta ahora he cometido contra vuestra Divina Majestad, muera antes que vuelva a
ofenderos, y merezca alcanzar la merced, que os pido, si fuere de mayor gloria
vuestra y bien de mi alma. Amen.
CUARTO DIA
Señor
y Dios mío, que con altísima Providencia ordenasteis, que siendo infalible el morir,
ignorásemos el lugar y hora de nuestra muerte, para que en todo lugar y tiempo viésemos
como quien ha de morir: por las preciosas muertes de vuestro santísimo Hijo, y
su Purísima Madre, y de vuestro siervo y protector mío San Ignacio, os suplico
me deis gracia para vivir como quisiera haber vivido en la hora de mi muerte, y
que en ella me asistáis contra las asechanzas de mis enemigos, y ahora me concedáis
la merced que os pido, si ha de ser para mayor gloria vuestra y bien de mi
alma. Amen.
QUINTO DIA
Señor
y Dios mío, que en el día riguroso del juicio final habéis de poner a vuestra
diestra los escogidos para salvarles, porque caminaron por la senda de vuestros
Mandamientos; y a los malos a la siniestra, para condenarlos, porque no guardaron
vuestras santísimas leyes: por los merecimientos de vuestra Madre Santísima, y
de vuestro siervo y protector mío San Ignacio, os suplico me deis gracia para
vivir de suerte, que cuando llegare aquel tremendo día, merezca estar a vuestra
divina diestra y recibir aquella favorable sentencia: Venid benditos de mi
Padre, a poseer el reino, que os está aparejado. Y ahora me concedáis el favor,
que os pido, si ha de ser para mayor gloria vuestra y bien de mi
alma. Amen.
SEXTO DIA
Señor
y Dios mío, que para ensalzamiento de vuestra justicia habéis dispuesto la
eterna cárcel del infierno, donde lo transgresores de. vuestra santísima ley,
privados de vuestra presencia, atormentados del gusano roedor de sus
conciencias, y afligidos con crueles tormentos en todos los sentidos y potencias,
paguen por toda una eternidad el castigo merecido de su atrevimiento; por la
sangre preciosa de Jesús y méritos de su Santísima Madre, y de vuestro siervo y
protector mío San Ignacio, os suplico me concedáis vuestro santo temor, con que
húyale de ofenderos, y me anime a serviros todos los días de mi vida, y me hagáis
juntamente la merced que os pido, si fuere para mayor gloria vuestra y bien de mi
alma. Amen.
SÉPTIMO DIA
Señor.
y Dios mío, que para premio de vuestros escogidos aparejasteis en el cielo un reino
glorioso, donde gocen con los Ángeles y Serafines de vuestra bienaventurada
vista, con seguridad de nunca perderla: por la preciosísima sangre de Jesús y
méritos de su Santísima Madre, y de todos los Ángeles y Bienaventurados,
singularmente de Vuestro siervo y protector mío San Ignacio, os suplico que
pues solo el pecado mortal puede privarme de tanta dicha, me deis gracia para
conocer su malicia, y huir de él, más que del mismo infierno, para. que de esta
suerte merezca vivir y reinar con vos por toda una eternidad; y si fuere de
vuestro mayor gusto y gloria, os ruego me concedáis la merced que os pido en esta
Octavar. Amen.
OCTAVO DIA
Señor
y Dios mío, que para gloria de vuestro nombre, columna de la fe, espejo de toda
virtud, y alivio de los atribulados, pusisteis en vuestra Iglesia al glorioso
Patriarca San Ignacio de Loyola, mudándole como a otro Pablo de capitán del mundo
en soldado vuestro, y regalándole por toda su vida, y singularmente en los ocho
días de su maravilloso Rapto, con los secretos y dulzuras de vuestra gloria:
por los merecimientos de vuestra Madre santísima, y de vuestro siervo y
protector mío San Ignacio, os suplico que encendáis mi corazón en un ardentísimo
deseo de seguir sus pasos, imitar sus virtudes, y buscar siempre vuestra mayor
gloria, como mi Santo lo hacía para que de esta suerte consiga ahora la merced
que os pido y merezca gozar después de vuestra presencia, en compañía de mi
santo y protector, por toda una eternidad. Amen.