NOVENA DE LA
SANTA VERÓNICA O ROSTRO SANGRIENTO
DE NUESTRO PADRE Y
AMOROSÍSIMO SEÑOR JESUCRISTO
EFICACÍSIMA
Para lograr una buena vida, y dichosa muerte, y también para cualquier trabajo, o necesidad, y en especial para conseguir la sanidad del cuerpo en las enfermedades, principalmente, de la peste.
COMIENZA
nueve días antes de la Dominica segunda después de la Epifanía del Señor, y puede hacerse en cualquier tiempo del año
INTRODUCCIÓN
La amantísima Virgen Santa Gertrudis, y la venerable sierva de Dios Sor María de Jesús, religiosa de la Concepción de la Puebla, se ocupaban continuamente en los cultos devoción, meditación, y desagravios, á el sagrado bulto de nuestro divino Señor, y padre Jesús, que se llama la santa Verónica, de quien lograron muchos consuelos, diciéndoles su majestad cuan agradable le era esta tierna memoria, con la que las hizo singulares favores, y que los mismos haría a cuantos se difieran con reverencia, y repetir tal devoción. Mira como Jesús te pone a cada paso los rectos caminos de tu salvación, no los desprecies.
ACTO DE CONTRICIÓN
A vos se debe, Señor, por vuestro infinito ser todo amor, todo querer, toda alabanza y honor, o si se hallara mi amor en tan encumbrada esfera, que sin que nada quisiera y sin que nada esperará, á voz, por voz, os amara á voz, por toz, os temiera.
DIA PRIMERO
Considera, alma, á el piadosísimo Jesús en la casa de Anás, y atiende, como por Señor respondió humildemente la pregunta, que el Pontífice le hizo uno de los ministros, de los más favorecidos del Señor, hirió su hermosísimo rostro con una bofetada diciéndole: así respondes al pontífice, a que su majestad dijo, si mal hable muestra en qué; y si bien, porque me hieres. Contempla este bellísimo Rostro moreteado y ensangrentado de tan cruel golpe, dado con mano calzada de fierro, y haz cuenta que el Señor te dice, cuando le ofendes, lo mismo que al ministro.
Pasando el rato de la meditación en este paso, como en los demás de cada día se rezarán nueve padres nuestros, en obsequio a las llagas de su santísimo Rostro, y a las de su sagrada cabeza, y luego:
ORACIÓN
¡Oh amorosísimo Jesús! como te darán en cara, más que la bofetada de Maleo mis repetidas culpas: dé avergonzado no acierto a alabarte y a pedirte, tengas lastima mí; pero ya hablan con llanto mis ojos y te piden los purifique la luz de los tuyos, para que no miren más que a tu rostro, espejo de sus amores, dádmela en todo Padre mío, para que calle cuando sea ofensa tuya, y hable solo para alabarte. Amén.
VERSOS EN ALABANZA DE LOS CINCO SENTIDOS DEL SEÑOR
Esos tus divinos ojos,
con tantas penas obstruidos,
son los mayores válidos,
para tus justos enojos.
Estribillo:
¡Oh Jesús! que tus sentidos,
tormentos raros sufribles,
por la pena que sentiste,
Haz que te amemos rendido.
A tus oídos grande audacia,
Lo cercan graves tormentos,
porque yo tus llamamientos,
responda con eficacia.
Al olfato más bien visto,
arrojando cofactores,
y es porque en suaves olores,
fragancia exhala Cristo.
El más sazonado gusto,
con fieras salsas mezclado,
me estimule que, al pecado,
me cause grande disgusto.
Vuestro sentido del tacto,
clama con dolor profundo,
por qué con nada del mundo,
celebra amistad ni pacto.
SEGUNDO DIA
Considera, como de casa de Anás, llevan al Señor a la de Caifás, donde preguntado por Dios vivo, quien era respondió obediente lo que convenía; airado el pontífice, y los ministros descargaron tal lluvia de bofetadas, y escupitajos; sobre su lastimado Rostro, que ya no tenía aspecto de hombre. Y pregúntate, cuantas bofetadas le has dado a tu padre Jesús con tus juramentos falsos, que salivas asquerosas las de las maldiciones en que prorrumpes.
ORACIÓN
¡Oh ensangrentado Jesús! tu Rostro lleno de dolores, y de inmundas salivas, que te ha arrojado la sucia boca mía, en juramentos, en maldiciones, ¡y otras irreverentes palabras! loco está quien tal hace, páguelo mi arrepentimiento, más no tu indignación y con la protesta que hago de alabar y bendecir tu santísimo nombre de toda mi vida. Amén.
TERCER DÍA
Considera a tu redentor; en aquella Sentina, o aposento, donde inmoble con los muchos y fuertes cordeles con que los judíos, le ataron a un peñasco, el acompañamiento que tiene una noche entera, es de sabandijas, hediondez y la más grave, la de aquellos rabiosos canes, que atándole sus divinos ojos coa un andrajo, le hacen juguete para, sus burlas pesadas entre sus sacrílegas manos, por los muchos golpes, y palos que en todo su cuerpo y en su sagrado Rostro le daban diciéndole: ¿adivina quién te dio? mira, que tú no tienes que adivinar pues conoces al ofensor, y al ofendido.
ORACIÓN
Oh atormentadísimo Jesús de mi alma, ya sé que sientes ver más mí corazón hecho calabozo de iniquidades, donde entre sus tinieblas viven de asiento mis vicios que tu continuado padecer en ese vil sótano. Si aquellos verdugos no se hallaban capaces aun con tanta luz de adivinar quién eres, yo sí que conozco, que eres mi padre, y con dolor de haberte agraviado, te prevengo buen hospedaje en mi pecho, descansa en él, mi Jesús, para que yo viva, y para que lográndote a sí Sacramentado, por tu amor muera. Amen,
CUARTO DIA
Considerar la suma obstinación de los infernales ministros, pues no contentos de ver el señor herido, y desfigurado su santísimo Rostro, con el rigor de cinco mil, y más azotes, dejan su virginal cuerpo tan desgarrado, como su Rostro. Y quien, a cada paso, así lo ejecuta, sino es la humana malicia, pasando muchas veces las culpas a la mayor gravedad de sacrilegios o que crueldad volver azotar a Jesús, en pago de haber sacado amante la cara por defender a los mortales.
ORACIÓN
¡O pacientísimo Jesús! si los pecados de escándalo, si las acciones indecorosas, que he cometido, no han dejado un lugar sano, ni en tu rostro ni en tu cuerpo, yo protesto humilde, y contrito no volverte a azotar con mis desvergonzadas acciones, y con la diciplina de tus amables sagrados consejos, destronar las abominables en que he incurrido, para hallar siempre pronta tu misericordia. Amen.
QUINTO DÍA
Considera aquel indecible tormento dé la, coronación del Señor, y en él, como el ímpetu de los juncos, hacen que llueva sangre a él cielo de su rostro, allí fue donde repitió la malicia de los soldados, azotar sus delicadas mejillas con las zuelas de los zapatos. Y Aquí es donde has de conocer la soberbia, y ambición, y torpes pensamientos en que has vivido.
ORACIÓN
¡Oh mi -Rey y mi Jesús! si las agudas puntas destrozan con tanto rigor tú divina cabeza, que habían hecho los muchos y repetidos pensamientos torpes en que he consentido, solo un. corazón vacío de culpas puede ser feliz estanque de tanta sangre: pues logre yo ver el mío inundado en ella: y con tu favor desnudo de pecados, camine con pie recto a él orbe de tu gracia, donde sin las espinas de mis culpas, admite tus maravillas. Amen.
SEXTO DIA
Considera al Señor en aquel lastimosísimo paso, que ordenó su majestad divina, para mayor padecer: y fue el que, deseando la santísima Virgen, ver, y acompañar a su dulcísimo hijo, le salió al encuentro por el atajo de una Calle, donde se pusieron cara a cara a aquellos dos eclipsados soles, el de Jesús lleno de sangre, salivas y golpes, el de María, anegado en lágrimas ¿que se dirían mudamente aquéllos fidelísimos amantes? ¿qué sentiría Jesús con ver a María, ciega entre tanto llanto? y que sentiría María ver a Jesús, ciego entre tanta inmundicia. Punto más para meditarlo, que para dicho. Atiende alma, a esos dos lastimados Rostros y confiesa ser tú la causa de sus dolores.
ORACIÓN
¡O divino Rostro de Jesús! en que miro el de mi afligida Reyna María, a los dos contemplo por mi deshechos lino á bofetadas otro entre lágrimas: más, ya son más repetidos mis sentimientos, y pues a los dos Rostros más peregrinos ofendo con mis delitos; no cesaré jamás de llorarlos, para con el justo golpe de la mortificación, y el gemido, consiga ver tan hermosísimos Rostros en el cielo. Amen.
SÉPTIMO DÍA
Considera a este divino Señor entre- multiplicadas fatigas por la calle de la amargura, y que afligido, y desmayado entre sudores de muerte, y desmayado entre sudores de muerte, y su amabilísimo Rostro de negrido de los cardenales, salivas, y polvo, tiene el alivio en el lienzo, que una varonil y piadosa mujer le aplicó para limpiárselo. Y mira la generosidad en que su amor corresponde al obsequio, pues a uno de la santa mujer, lo retorna con tres peregrinas estampas de sus dolores.
ORACIÓN
¡Oh piadosísimo Jesús! que provecho sacó de servir como esclavo al mundo, sino trabajos y penalidades, y en dura servidumbre, apetezca el vivir. ¡Qué ceguedad, qué ignorancia! peto pues la conozco bien desengañado, desde hoy solo a tú majestad he de servir y no por la correspondencia con que sabes favorecer a los que te buscan sino solo por ser tú, tan digno de que te amen, y sirvan; imprime en mi alma tu sagrado bulto, para que, marcado al fuego de tu caridad, solo de tí sea esclavo. Amen.
OCTAVO DÍA
Considera al Señor con la cruz sobre sus hombros, y que después de a ver caído dos veces, fue, con más tormentos en la tercera, pues como más debilitado, estropeado, y desangrado, a los fieros tirones de los verdugos, no solo cayó, sino que estampó su santísimo Rostro en la tierra, la que estaba sembrada de agudos guijarros, mira que ingrata tierra, pues con piedras corresponde él beneficio de verse con la más noble sangre rociada, y mira que ingrato es el hombre, pues quiere más como tierra inculta convertirse en piedra, que mirase rociada con más celestial lluvia para su logro.
ORACIÓN
¡O pacientísimo Jesús! tu por los suelos ultrajado, y por mí amor ¿tu pisoteado de aquella perversa gente, y porque yo me levanté? tú sacratísimo Rostro obscurecido coa la masa que permitió tu providencia, formada de sangre y tierra ¿Hasta donde llegan tú beneficios, queriendo mezclar tu sangre con la miserable tierra, cual es el hombre? ya los contemplo, admiro, y en prueba de mi conocimiento, y desengaño, protesto arrepentido, vivir siempre sujeto a tus preceptos, unido a tu voluntad, y desapegado de lo que es mundo. Amen.
NOVENO DÍA
Considera al divino Señor ya crucificado, y levantado pendiente del sagrado madero, hecho desprecio de aquella plebe, y que alzando su denegrido despedazado Rostro se queja a su Eterno Padre, y á esté tiempo los astros de avergonzados, y sentidos, se obscurecen, la tierra cruje, las piedras se despedazan, el velo del templo se rasga. Mira que muestras de dolor hace aun lo insensible, ¿y tú alma que haces?
ORACIÓN
¡O crucificado dulce Jesús! Sí el sol y la luna trasladan en sí el color de tu rostro, para sentir tus tormentos: si la tierra se abre, para tragarse a sí misma de sentida: si las piedras se parten, i cuando más duras, de adoloridas, sí el velo se divide, abriendo sus hilos, el respeto ¿qué debo yo hacer como causa de tus agonías, como instrumento de tu muerte? Ay, Jesús de mi vida, que es lo que he hecho, y hago, es cuidar mucho de regalos del cuerpo, dándole todo gusto, tropezando y cayendo en las más horribles culpas, olvidado de tus ansias, ¡y de que teda tu vida ha sido penas! Mas ya levanto la cara a contemplarte por mí crucificado, y te pido rendidamente no me dejes, ni apartes tu santísimo Rostro, permíteme, Señor; que siempre como divino sol lo mire para alimentarme de ensangrentados rayos, que despide, y que así lo miren todos los cristianos, los gentiles y los herejes para que ninguno profane tus sagradas aras, ni tu soberana ley. Haz que la cabeza de la iglesia, mire su gobierno, y halle su salud en tu semblante. Que nuestro Monarca y real familia, vinculen en tu Rostro sus consuelos. Que los súbditos no aparten sus ojos de tu sagrada imagen. Que todos consigan la salud corporal, que te piden, si les conviene, y lo más una buena muerte, para lograr gozarte en la gloria. Amen.