LAS TRES CAÍDAS
QUE DIO LA MAJESTAD DE CRISTO EN EL CAMINO
DEL MONTE CALVARIO
Puestas a la consideración de las almas devotas,
para que las mediten.
Por el Bachiller D. Manuel Cayetano Parrales
y Guerrero.
Clérigo Presbítero de este Arzobispado.
Reimpresas en México, en la Imprenta del Licenciado
Don José de Jauregui. Calle de San Bernardo. Y por su original en la Habana, por
Boloña. Año de 1800.
A LAS ALMAS DEVOTAS
Grande,
y terrible espectáculo (Alma Cristiana) es el que se te pone a la vista, y representa
a tu consideración en este Cuaderno: en el atenderás al Unigénito de Dios Inocentísimo
con una Cruz a los hombros, que va a morir en ella por nuestro amor: Mírale, Alma
Cristiana, hija de Jerusalén, mírale compasiva, y al atenderle, y mirarle, no solo
llores dolorida tanta pena; sino más y más llora con dolor tus culpas: Así sé
lo dijo el Señor a las hijas de Jerusalén, que amargamente lloraban por ver al Señor
en tanta fatiga: Nolite flere super me; no queráis llorar por mí, como si fuera
por fuerza a padecer, que voy gustoso a morir por vuestro remedio, no lloréis movidas
de la compasión de ver padecer a un hombre, que soy Dios también, que os pide más
lágrimas, que las de la compasión; llorad si, vuestros pecados, para llorar con
fruto por mí. Este es el llanto, que de las Almas quiere Jesús, cuando le contemplan
en el camino del Monte Calvario; cuando a fuerza de golpes y puntapiés cayó tres
veces en tierra. Alto pues, Alma Cristiana, y acompaña a tu Jesús en este Paso,
llora tus pecados, y así lograrás el fruto de esta tierna, y devota meditación.
MODO DE HACER ESTE SANTO Y DEVOTO
EJERCICIO
Para
hacer con devoción este Santo Ejercicio, y lograr el fruto de su meditación,
escogerás en el día Viernes, u otro en que estés sin ocupación precisa, hora y media,
y la Distribuiréis en tres parte o tiempos, cada uno dé media hora, para que en
ella acompañes a tu Jesús en una de las tres caídas, que dio su Majestad en el camino
del Calvario procurando la quietud, y silencio tan necesario para meditar: y si
este ejercicio lo pudieres hacer en compañía de otros, será más agradable al
Señor; por que la Oración de muchos, es más fructuosa, y más devota.
Puesta
el alma de rodillas delante de una Imagen de Jesucristo, se persignarla, y con todo
fervor hará el Acto de Contrición; acabado, una Comunión espiritual, y luego leerá
el siguiente punto, que meditará por un cuarto de hora.
PRIMERA CAÍDA
MEDITACIÓN
Considera
alama a tu Jesús en el largo camino del Calvario agobiado con el peso gravísimo
de la Cruz, y como entre muchas veces que cayó en él, comúnmente se cuentan tres,
por las tres caídas, que dio el hombre por los pecados, original, venial, y mortal.
La primera caída fue a los ochenta pasos cuando anduvo después de haber salido de
la Casa de Pilatos. Mira alma a tu Señor postrado en el suelo, con sus Santísimas
Rodillas en las piedras, y juntamente los codos; que por no largar la Cruz no se
ayudó con las manos, y así se lastimó con gran dolor los Codos, y las Rodillas.
Ya tienes, Alma, caído a tu Dios, y Señor, acompáñale en esta pena, y pídele te
conceda el que, así como su Majestad con gran dolor, y fatiga se volvió a levantar,
te levantes tú, y todos sus redimidos, que se hallan caídos en su miserable estado
de la culpa.
Acabada
la meditación, rezarás la Estación al Santísimo Sacramento, fres Padre nuestros
y tres Ave Marías a la Santísima Trinidad, con Gloria Patri y la siguiente:
ORACIÓN
¡Oh
Santísima, Purísima y Nobilísima Inocencia de Dios Hombre! Bien sé conoce aquí Dios
mío, coma habéis echado sobre Vos mismo todos los pecados de los hombres, pues han
dado en tierra con vuestra divina Persona. O Alma mía, mira a tu Jesús como le han
arrojado en tierra tus pecados en la mayor publicidad del mundo, y aprende a pisar
las muy dañas honras, y a despreciar los favores de los hombres. Mira con tantas
penas y dolores a tu Jesús y mira no vayas a tus anchas en el camino de la virtud,
así sea, amabilísimo Señor y pues en esta caída te levantas; y prosigues con tanto
amor tan trabajoso y penoso viaje hasta el Calvaría, ayúdame Divino Dueño para que,
si por mi fragilidad cayere en la culpa, con tu gracia me levante, y siga por el
camino de las tribulaciones, hasta la Jerusalén Santa de la Gloria. Amén.
Señor,
pequé ten misericordia de mí. Bendita, y alabada sea la Pasión de mi Jesús. Amén.
SEGUNDA CAÍDA
MEDITACIÓN
Considera
Alma, a tu Jesús, que camina por estar quebrantado con la primera Caída con mayor
flaqueza y temblor, ya más inclinado a la tierra, y que, llegando con increíble
dolor a la Puerta Judiciaria, cayó segunda vez, y puedes piadosamente considerar,
que la impaciente ira de sus enemigos le derribó como antes, y que fue mayor el
golpe, y más sensibles, los dolores, que padeció en esta Caída el Señor: mira,
y atiende, Alma á el amor con que por ti padece, y pídele, que por su amor te
dé la mano para que no sean tan frecuentes tus caídas, sino que perseveres constante
en el camino de la virtud.
Acabada
la Meditación le ofrecerás treinta y tres veces tu corazón, con esta jaculatoria,
dicha despacio y con todo el afecto posible:
Jesús mío, yo te ofrezco mi corazón.
Después
rezarás tres Padre nuestros, y tres Ave Marías a la Santísima Llaga que hizo la
Cruz en el hombro de Cristo y luego esta:
ORACIÓN
¡Arrojado
dueño de nuestras almas, Jesús amoroso, tú Señor, siendo el invencible Sansón,
allí arrojado en el suelo! ¡Oh y como le conoce lo mucho que nos amas, pues así
te arroja el amor! ¡Oh y quien te imitará Jesús mío en el padecer! ¡Oh y quien practicará
las doctrinas que postrado en el suelo nos enseñas! Yo quisiera amantísimo
Dios, seguir tus huellas, cuando te veo tan amoroso en esa calle de la amargura
dar a los hombres, ejemplo de tantas virtudes como en ella ejercitas. Concédeme
amado dueño, que yo las imite con fervor y perseverancia en el camino de las
virtudes hasta la muerte, avives en mí, y en todos tus redimidos la fé, enciéndase
la devoción, crezca el agradecimiento, conózcase en la modestia, el dolor de
las culpas, levante llamas el amor, que se debe a un Redentor tan amante: véase
en nuestras obras la Doctrina de tan Divino Maestro: fíjese en nuestros corazones
el temor santo parque siguiéndote amoroso Dueño, por el camino de las amargura
de esta vida, con perseverancia hasta la muerte, gocemos el frutó de tus penas en
la Gloria. Amén.
Señor,
pequé ten misericordia de mí. Bendita, y alabada sea la Pasión de mi Jesús. Amén.
TERCERA CAÍDA
MEDITACIÓN
Considera
Alma, como puesto en pie el Señor, empeló a caminar con mucha flaqueza, y como dice
San Buenaventura, en una de aquellas calles, se encontró con su Santísima Madre,
Medita Alma, lo que aquí sentiría María Santísima viendo a su Jesús, y más cuando
a fuerza dé golpes, que le daban, cayó la tercera vez en tierra a vista de su
dolorosa Madre. En esta Caída reveló su Majestad a Santo Domingo, que totalmente
desfalleció sin poderse mover debajo de la Santa Cruz. Mira, Alma, Jesús caído
delante de María y a María casi muerta delante de Jesús: mira aquí al Sol, y Luna
eclipsados, y fijos cada uno en su lugar sin poderse mover: mira, Alma, lo que tu
Alma le cuesta a tu Dios: mira que para empresa la de tu salvación, y que peso el
de tu culpa, pues llega a rendir los hombros de aquel Gigante invencible de la Eternidad,
y después que tiernamente le hayas así mirado en meditación, pide a su Majestad
te libre de los pecados de reincidencia que muchas veces derriban de modo, que se
suele hacer imposible el levantarse; pon por intercesora a María Santísima, para
que nunca te postre así la culpa.
Acabada
la meditación, rezarás el Rosario de siete Misterios en contemplación del dolor
de María, y dicha la Salve y Letanías dirás esta:
ORACIÓN
¡Oh
Reyna de los Ángeles, desconsolada, y afligida Madre a vista de vuestro lastimado
Jesús! O Alma Santísima, y Corazón piadosísimo ¡Que tal sería, Señora vuestro
sentimiento! viendo delante de Vos así postrado, desfallecido, y tan inhumanamente;
tratado a vuestro Jesús amoroso. Por este dolor, amorosísima Madre, os suplicamos
el que no permitas se endurezcan nuestros corazones en las culpas, que no nos
deja levantar; sino que, ayudados con tu Soberano Patrocinio, perseveremos
siempre en la gracia de Dios hasta la muerte. Recibe, piadosísima Madre, estos ejercicios
en desagravio de los muchos dolores, que tu Jesús, y Tú, Señora, padecieron en este
Paso, por ellos te pedimos, el que se logre en nuestros corazones el fruto Sacratísimo
de la Redención el que todos seamos admitidos a las glorias de la Cruz, para que
por este camino lleguemos después de nuestra muerte al monte Santo de la Gloría.
Amén.
Señor,
pequé ten misericordia de mí. Bendita, y alabada sea la Pasión de mi Jesús. Amén.
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