jueves, 19 de marzo de 2020

VIA CRUCIS


PRÁCTICA
PARA ANDAR EL VÍA CRUCIS

Congregados los que hubieren de practicar este ejercicio en el lugar de la primera Estación, hincados de rodillas, inclinarán la cabeza, g hecha la señal de la Cruz, dirán el siguiente:

ACTO DE CONTRICIÓN
Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Criador, Padre y Redentor mío, por ser los quien sois, y porque os amo sobre todas las cosas, pésame en el alma y con todo mi corazón de haberos ofendido: propongo firmemente con vuestra gracia de nunca más pecar, y de apartarme de toda ocasión de ofenderos, de confesarme, y cumplir la penitencia que me fuere impuesta: Ofrezco mi vida, obras y trabajos en satisfacción de todos mis pecados, y confío en vuestra divina bondad y misericordia infinita, me los perdonareis por los merecimientos de vuestra preciosísima Sangre, Pasión y Muerte, y me daréis gracia para enmendarme y perseverar en vuestro santo servicio hasta el fin de mi vida. Amén.

Luego el que ofreciere dirá en vos alta (acompañándole los demás con el corazón) el siguiente:

OFRECIMIENTO
Soberano Señor, ofrezco con todo rendimiento a tu Majestad Divina todo lo que en este santo ejercicio hiciere, meditare y rezare, que te fuere agradable, y a mí, por tu bondad, de algún mérito; principalmente, por la intención, fines y motivos que tuvieron tus Vicarios en la tierra, en concederles las muchas indulgencias que pretendo ganar, mediante tu bondad infinita; y, asimismo en remisión de mis pecados y de las penas merecidas por ellos, o por las almas de mis mayores obligaciones, según el orden de caridad o justicia que puedo y debo hacer, o como más agradable fuere a tu santísima voluntad. Amen.
Un Padre nuestro, Ave María y Gloria Patri.








PRIMERA ESTACIÓN.
L/: Adorámoste y bendecímoste, Señor mío Jesucristo.
R/: Que por tu santa Cruz redimiste al mundo. Amen.


Azotes le sentenciaron
Al Redentor de la vida,
V por el alma perdida
A muerte le condenaron.

Considera, alma, en esta primera Estación, que es la casa de Pilatos, en donde fue rigurosamente azotado el Redentor del mundo, coronado de espinas, y sentenciado a muerte.

Dirán todos: Alabado seáis mi Dios y Señor.

¡O suavísimo Jesús, que quisiste padecer como vil esclavo delante del sacrílego pueblo, esperando la sentencia de muerte que contra ti daba el tirano juez! Suplicóte, Señor mío, que, por esta mansedumbre tuya, mortifique yo mi soberbia, para que sufriendo con humildad las afrentas de esta vida, te goce en la eterna gloria. Amen.

Dirán todos: Señor, pequé: tened misericordia de mí. Pecamos, Señor, y nos pesa: habed misericordia de nosotros.

Bendita y alabada sea la sagrada Pasión y Muerte de nuestro Señor Jesucristo, y los dolores y angustias de su purísima Madre María Santísima Señora nuestra, concebida sin mancha en el primer instante de su ser natural. Amen.

Dicho esto, se levantarán y proseguirán a la segunda Estación rezando un Padre nuestro y Ave María. Y de este modo concluirán todas las demás.





SEGUNDA ESTACIÓN
Por tus culpas, pecador,
Al Hijo de Dios cargaron
Con la Cruz, y lo llevaron
A morir cual malhechor.

Considera, alma, en esta segunda Estación, como es el lugar donde a nuestro amado Jesús le pusieron en sus lastimados hombros el grave peso de la Cruz.

Alabado seáis mi Dios y Señor.

¡Oh Rey supremo de los Cielos, que sufriste ser entregado á la voluntad de los judíos, para ser cruelmente atormentado, y recibiste el grave peso de la Cruz! Ruégote pues, Señor, lome gustoso la Cruz de la penitencia, para que te vea siempre en el Cielo. Amén.





TERCERA ESTACIÓN
Pecador ¿qué te disculpa?
Mira, advierte y considera
Que en esta Estación tercera
Me postró en tierra tu culpa.

Considera, alma, en esta tercera Estación, como es el lugar donde caminando el Señor con la Cruz acuestas, gimiendo y suspirando, cayó en tierra debajo de la santa Cruz.

Alabado seáis mi Dios y Señor.

¡Oh amabilísimo Jesús, que, fatigado con la Cruz, te obligó a caer en tierra el grave peso de ella, para que conociésemos la gravedad de nuestros pecados, figurados en ese madero! Ruego a tu clemencia divina, que me levante de la culpa, y que esté siempre firme en el cumplimiento de tus Mandamientos. Amen.







CUARTA ESTACIÓN
Con gran dolor g amargura
Miró María a su Hijo amado
Con la Cruz muy lastimado,
Perdida ya la hermosura.

Considera, alma, en esta cuarta Estación, como es el lugar donde caminando el Señor con la santa Cruz acuestas, encontró con su Santísima Madre triste y afligida.

Alabado seáis mi Dios y Señor.

¡Oh Señora, la más afligida de las mujeres! Por el cruel dolor que traspasó tu corazón mirando a Jesús tu hijo, afeado su rostro, denegrido su cuerpo, y hecho oprobio de los hombres: te ruego, Madre afligida, que, pues fui la causa de tus dolores, los lloré amargamente. Amén.






QUINTA ESTACIÓN
El Cirineo desde aquí
Ayuda a Cristo a llevar
La Cruz, por nos enseñar
Que lo imitemos así.

Considera, alma, en esta quinta Estación, como es el lugar donde alquilaron á Simón Cirineo para que ayudase a llevar la Cruz a nuestro Redentor, no movidos de piedad, sino temiendo se les muriese en el camino con el peso de la Cruz.

Alabado seáis mi Dios y Señor.

¡Oh amantísimo Jesús, pues por mi amor llevaste la muy pesada Cruz, y quisiste que en persona del Cirineo te ayudásemos a llevarla! Te suplico, Señor, me abrace con la Cruz de la negación de mí mismo, para que, siguiendo tus pasos, consiga los eternos gozos. Amén.







SEXTA ESTACIÓN
Afligido el Redentor,
La Verónica mujer
Compasiva ele tal ver
Le limpia el mortal sudor.

Considera, alma, en esta sexta Estación, como es el lugar donde salió la mujer Verónica, que, viendo a su Majestad fatigado, y su rostro oscurecido con el sudor, polvo, salivas y bofetadas que le dieron, se quitó un lienzo con que le limpió.

Alabado seáis mi Dios y Señor.

¡Oh hermosísimo Jesús, que siendo afeado tu rostro con las inmundas salivas, te limpió el sudor aquella piadosa mujer con las tocas de su cabeza,
y quedó impreso en ellas! Te suplico, Señor, que estampes en mi alma la imagen de tu santísimo rostro, y me des tu favor para conservarla siempre. Amén.





SÉPTIMA ESTACIÓN
Si por tus culpas cargar
Cagó aquí segunda vez
Cristo Soberano Juez
¿Cómo lo dejas de amar?

Considera, alma, en esta sétima Estación, como es el lugar de la puerta Judiciaria, en donde cayó el Señor segunda vez, por habérsele hecho en el hombro una llaga muy grande y mortal.

Alabado seáis mi Dios y Señor

¡Oh Santísimo Jesús, que por la fatiga grande de tu delicado cuerpo caíste segunda vez con la Cruz! Te suplico, Señor, me hagas conocer el inmenso peso que tienen mis pecados y dame tu gracia, para que no me arrastren a la eterna pena. Amén.




OCTAVA ESTACIÓN
Abrasado en caridad
Dijo Cristo sumo bien:
Hijas de Jerusalén,
Sobre vosotras llorad.

Considera, alma, en esta octava Estación, como es el lugar, donde unas piadosas mujeres viendo al Señor que le llevaban a crucificar, lloraron amargamente de verle tan injuriado.

Alabado seáis mi Dios y Señor

¡Oh Maestro Soberano, que viendo a las piadosas mujeres que se dolían de tus trabajos, les enseñaste a que llorasen por sí y por sus culpas! Concededme, Señor mío, que con fervorosas lágrimas de contrición lave mis pecados, para que esté siempre en tu amistad y gracia. Amén.






NOVENA ESTACIÓN
Pecador, anda advertido
Que llevando tu pecado
Mira cómo me ha cargado
Que tres veces he caído.

Considera, alma, en esta novena Estación, como es el lugar donde cayó el Señor, tercera vez en tierra, hasta llegar con su santa boca en el suelo; y queriéndose levantar, no pudo, antes volvió a caer de nuevo.

Alabado seáis mi Dios y Señor

¡Oh benignísimo Jesús, que sufriste atropellasen tu divina persona, con que te hicieron caer tercera vez en tierra con la Cruz! Suplicóte, Dios mío, que sufra las desmesuras de mis enemigos, y que, teniendo paciencia en mis trabajos, te goce en los contentos eternos. Amen.







DÉCIMA ESTACIÓN
Los judíos desatentos
A Cristo le desnudaron,
Y sus llagas renovaron
Para aumentar su tormento.

Considera, alma, en esta décima Estación, como es el lugar donde habiendo llegado el Señor al monte Calvario, le desnudaron, y le dieron a beber vino mezclado con hiel.

Alabado seáis mi Dios y Señor

¡Oh pacientísimo Jesús, pues sufriste que te quitasen tus vestiduras, con que te renovaron todas tus llagas, quedando desnudo delante de todos! Te ruego, Señor, por estos dolores, y por los que sentiste cuando te ofrecieron el vino mezclado con hiel, que no beba yo los deleites, que mezclados con hiel de culpas me ofrece el mundo. Amén.








UNDÉCIMA ESTACIÓN
Mira, cristiano, y repara
Cuanto a Cristo atormentaron
Cuando en la Cruz le clavaron
Con crueldad tan inhumana.

Considera, alma, en esta undécima Estación, como es el lugar, donde fue clavado el Señor en la Cruz, y oyendo su Santísima Madre el primer golpe del martillo, quedó como muerta de dolor, y le volvieron a poner la Corona de espinas con gran crueldad y fiereza.

Alabado seáis mi Dios y Señor

¡Oh clementísimo Jesús, pues sufriste ser extendido en la Cruz, y que clavasen tus pies y manos en ella! Te ruego, Señor mío, por tu inefable caridad, no extienda yo mis pies y manos a maldad alguna, sino antes viva crucificado en tu santo servicio. Amén.




DUODÉCIMA ESTACIÓN
Considera, alma perdida,
Que, en la Cruz, paso tan fuerte,
Padeció por ti la muerte
El Redentor de la vida.

Considera, alma, en esta duodécima Estación, como es el lugar donde ya crucificado el Señor, le dejaron caer de golpe en el agujero de una peña.

Alabado seáis mi Dios y Señor

¡Oh divino Jesús, que, crucificado entre dos ladrones, fuiste levantado á vista de todo el mundo, y padeciste tormentos insufribles! Ruégote, Señor mío, que sanes mi alma, y que solo a ti ame, a ti quiera, y por ti muera. Amen.






DÉCIMATERCIA ESTACIÓN
Todos tratad, contemplar
El gran dolor de María
Cuando a su amado tenia
Después de desenclavar.

Contempla, alma, en esta décima tercia Estación, como es el lugar en donde José y Nicodemus bajaron el Santo Cuerpo de la Cruz, y le pusieron en los brazos de la Santísima Virgen.

Alabado seáis mi Dios y Señor

¡Oh Aladre de misericordia! por aquellas penas que padeciste cuando pusieron a tu muy amado Hijo en tus brazos, y fue ungido por ti: te suplico me alcances un gran dolor de haberle ofendido, y compasión de tus muchas penas. Amén.







DÉCIMA CUARTA ESTACIÓN
Muerte Cristo y sepultado,
La soledad a María
Su corazón le partía
Apartada de su lado.

Contempla, alma, en esta última Estación, como es el lugar donde la Virgen María, Señora nuestra, puso el cuerpo de su querido Hijo en el Santo Sepulcro.

Alabado seáis mi Dios y Señor.

¡Oh purísima Señora, por la grande pena que padeciste cuando quitaron de tus brazos a tu Soberano Hijo para ponerle en el Sepulcro, te suplico me alcances de su divina majestad ablande mi duro corazón, y coloque en él un amor grande para amarle y servirle. Amén.



Y para que alabemos y demos gracias al Señor, que tanto quiso padecer por nosotros, responderán todos lo siguiente:

R/: Bendito y alabado sea para siempre tan gran Señor.

Por las agonías del huerto, y prisiones del Señor.
Por las bofetadas y golpes que padeció el Señor por nosotros.
Por las afrentas, falsos testimonios y desprecios que con tanto amor sufrió por nosotros.
Por las salivas y blasfemias, que con tanta paciencia toleró por nosotros.
Por los azotes y dolores que sintió amarrado a la columna.
Por el escarnio y mofa que padeció el Señor cuando le cubrieron su santísimo rostro, vistieron de púrpura, y le pusieron por cetro una caña, como á Rey de burlas.
Por la corona de espinas que traspasó su santísima cabeza.
Por la vergüenza que Sintió el Señor, cuando después de azotado le mostró Pilato al pueblo, diciendo: Mirad aquí el Hombre.
Por la sangre y lágrimas que vertió el Señor en su santísima pasión.
Por la sentencia de muerte, que por nuestro remedio con tanto amor admitió.
Por la cruz que por nuestras culpas cargó el Señor, y por las caídas que dio en el camino del monte Calvario.
Por los dolores que sintió, cuando despojándole de sus vestiduras para crucificarle le renovaron todas sus llagas.
Por los dolores que sintió, cuando con tanta crueldad le clavaron sus santísimos pies y manos.
Por el dolor que sintió cuando le levantaron clavado en la cruz.
Por la hiel y vinagre que gustó por nosotros.
Por su santísima muerte, por la lanzada con que atravesaron su santísimo costado ya difunto, y por la sangre y agua que salió de su santísimo costado.
Por el entierro y sepultura, 3 por todo cuanto padeció el Señor en su santísima pasión.

Bendito sea para siempre tan gran Señor; alábenle los ángeles por el amor con que tanto quiso padecer por nosotros; y pues nuestros pecados fueron causa de tantas penas, digan todos con íntimo dolor de haberle ofendido: Señor, pequé, ten misericordia de mí. Pecamos, y nos pesa; tened misericordia de nosotros. Bendita y alabada sea la sagrada Pasión y muerte de Nuestro Señor Jesucristo, y los dolores y angustias de su purísima Madre María Santísima Señora nuestra, concebida sin mancha en el primer instante de su ser natural. Amen.

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