PRÁCTICA
PARA ANDAR EL VÍA CRUCIS
Congregados
los que hubieren de practicar este ejercicio en el lugar de la primera
Estación, hincados de rodillas, inclinarán la cabeza, g hecha la señal de la
Cruz, dirán el siguiente:
ACTO DE CONTRICIÓN
Señor
mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Criador, Padre y Redentor mío, por ser
los quien sois, y porque os amo sobre todas las cosas, pésame en el alma y con
todo mi corazón de haberos ofendido: propongo firmemente con vuestra gracia de
nunca más pecar, y de apartarme de toda ocasión de ofenderos, de confesarme, y
cumplir la penitencia que me fuere impuesta: Ofrezco mi vida, obras y trabajos
en satisfacción de todos mis pecados, y confío en vuestra divina bondad y
misericordia infinita, me los perdonareis por los merecimientos de vuestra
preciosísima Sangre, Pasión y Muerte, y me daréis gracia para enmendarme y
perseverar en vuestro santo servicio hasta el fin de mi vida. Amén.
Luego
el que ofreciere dirá en vos alta (acompañándole los demás con el corazón) el
siguiente:
OFRECIMIENTO
Soberano
Señor, ofrezco con todo rendimiento a tu Majestad Divina todo lo que en este
santo ejercicio hiciere, meditare y rezare, que te fuere agradable, y a mí, por
tu bondad, de algún mérito; principalmente, por la intención, fines y motivos que
tuvieron tus Vicarios en la tierra, en concederles las muchas indulgencias que
pretendo ganar, mediante tu bondad infinita; y, asimismo en remisión de mis
pecados y de las penas merecidas por ellos, o por las almas de mis mayores obligaciones,
según el orden de caridad o justicia que puedo y debo hacer, o como más
agradable fuere a tu santísima voluntad. Amen.
Un
Padre nuestro, Ave María y Gloria Patri.
PRIMERA ESTACIÓN.
L/: Adorámoste y bendecímoste, Señor mío
Jesucristo.
R/: Que por tu santa Cruz
redimiste al mundo. Amen.
Azotes le sentenciaron
Al Redentor de la vida,
V por el alma perdida
A muerte le condenaron.
Considera,
alma, en esta primera Estación, que es la casa de Pilatos, en donde fue
rigurosamente azotado el Redentor del mundo, coronado de espinas, y sentenciado
a muerte.
Dirán
todos: Alabado seáis mi Dios y Señor.
¡O
suavísimo Jesús, que quisiste padecer como vil esclavo delante del sacrílego
pueblo, esperando la sentencia de muerte que contra ti daba el tirano juez!
Suplicóte, Señor mío, que, por esta mansedumbre tuya, mortifique yo mi
soberbia, para que sufriendo con humildad las afrentas de esta vida, te goce en
la eterna gloria. Amen.
Dirán
todos: Señor, pequé: tened misericordia de mí.
Pecamos, Señor, y nos pesa: habed misericordia de nosotros.
Bendita
y alabada sea la sagrada Pasión y Muerte de nuestro Señor Jesucristo, y los
dolores y angustias de su purísima Madre María Santísima Señora nuestra,
concebida sin mancha en el primer instante de su ser natural. Amen.
Dicho
esto, se levantarán y proseguirán a la segunda Estación rezando un Padre
nuestro y Ave María. Y de este modo concluirán todas las demás.
SEGUNDA ESTACIÓN
Por tus culpas, pecador,
Al Hijo de Dios cargaron
Con la Cruz, y lo llevaron
A morir cual malhechor.
Considera,
alma, en esta segunda Estación, como es el lugar donde a nuestro amado Jesús le
pusieron en sus lastimados hombros el grave peso de la Cruz.
Alabado seáis mi Dios y Señor.
¡Oh
Rey supremo de los Cielos, que sufriste ser entregado á la voluntad de los judíos,
para ser cruelmente atormentado, y recibiste el grave peso de la Cruz! Ruégote
pues, Señor, lome gustoso la Cruz de la penitencia, para que te vea siempre en el
Cielo. Amén.
TERCERA ESTACIÓN
Pecador ¿qué te disculpa?
Mira, advierte y considera
Que en esta Estación tercera
Me postró en tierra tu culpa.
Considera,
alma, en esta tercera Estación, como es el lugar donde caminando el Señor con
la Cruz acuestas, gimiendo y suspirando, cayó en tierra debajo de la santa
Cruz.
Alabado seáis mi Dios y Señor.
¡Oh
amabilísimo Jesús, que, fatigado con la Cruz, te obligó a caer en tierra el
grave peso de ella, para que conociésemos la gravedad de nuestros pecados,
figurados en ese madero! Ruego a tu clemencia divina, que me levante de la
culpa, y que esté siempre firme en el cumplimiento de tus Mandamientos. Amen.
CUARTA ESTACIÓN
Con gran dolor g amargura
Miró María a su Hijo amado
Con la Cruz muy lastimado,
Perdida ya la hermosura.
Considera,
alma, en esta cuarta Estación, como es el lugar donde caminando el Señor con la
santa Cruz acuestas, encontró con su Santísima Madre triste y afligida.
Alabado seáis mi Dios y Señor.
¡Oh
Señora, la más afligida de las mujeres! Por el cruel dolor que traspasó tu corazón
mirando a Jesús tu hijo, afeado su rostro, denegrido su cuerpo, y hecho oprobio
de los hombres: te ruego, Madre afligida, que, pues fui la causa de tus
dolores, los lloré amargamente. Amén.
QUINTA ESTACIÓN
El Cirineo desde aquí
Ayuda a Cristo a llevar
La Cruz, por nos enseñar
Que lo imitemos así.
Considera,
alma, en esta quinta Estación, como es el lugar donde alquilaron á Simón
Cirineo para que ayudase a llevar la Cruz a nuestro Redentor, no movidos de
piedad, sino temiendo se les muriese en el camino con el peso de la Cruz.
Alabado seáis mi Dios y Señor.
¡Oh
amantísimo Jesús, pues por mi amor llevaste la muy pesada Cruz, y quisiste que en
persona del Cirineo te ayudásemos a llevarla! Te suplico, Señor, me abrace con
la Cruz de la negación de mí mismo, para que, siguiendo tus pasos, consiga los eternos
gozos. Amén.
SEXTA ESTACIÓN
Afligido el Redentor,
La Verónica mujer
Compasiva ele tal ver
Le limpia el mortal sudor.
Considera,
alma, en esta sexta Estación, como es el lugar donde salió la mujer Verónica,
que, viendo a su Majestad fatigado, y su rostro oscurecido con el sudor, polvo,
salivas y bofetadas que le dieron, se quitó un lienzo con que le limpió.
Alabado seáis mi Dios y Señor.
¡Oh
hermosísimo Jesús, que siendo afeado tu rostro con las inmundas salivas, te
limpió el sudor aquella piadosa mujer con las tocas de su cabeza,
y
quedó impreso en ellas! Te suplico, Señor, que estampes en mi alma la imagen de
tu santísimo rostro, y me des tu favor para conservarla siempre. Amén.
SÉPTIMA ESTACIÓN
Si por tus culpas cargar
Cagó aquí segunda vez
Cristo Soberano Juez
¿Cómo lo dejas de amar?
Considera,
alma, en esta sétima Estación, como es el lugar de la puerta Judiciaria, en
donde cayó el Señor segunda vez, por habérsele hecho en el hombro una llaga muy
grande y mortal.
Alabado seáis mi Dios y Señor
¡Oh
Santísimo Jesús, que por la fatiga grande de tu delicado cuerpo caíste segunda
vez con la Cruz! Te suplico, Señor, me hagas conocer el inmenso peso que tienen
mis pecados y dame tu gracia, para que no me arrastren a la eterna pena. Amén.
OCTAVA ESTACIÓN
Abrasado en caridad
Dijo Cristo sumo bien:
Hijas de Jerusalén,
Sobre vosotras llorad.
Considera,
alma, en esta octava Estación, como es el lugar, donde unas piadosas mujeres
viendo al Señor que le llevaban a crucificar, lloraron amargamente de verle tan
injuriado.
Alabado seáis mi Dios y Señor
¡Oh
Maestro Soberano, que viendo a las piadosas mujeres que se dolían de tus
trabajos, les enseñaste a que llorasen por sí y por sus culpas! Concededme,
Señor mío, que con fervorosas lágrimas de contrición lave mis pecados, para que
esté siempre en tu amistad y gracia. Amén.
NOVENA ESTACIÓN
Pecador, anda advertido
Que llevando tu pecado
Mira cómo me ha cargado
Que tres veces he caído.
Considera,
alma, en esta novena Estación, como es el lugar donde cayó el Señor, tercera
vez en tierra, hasta llegar con su santa boca en el suelo; y queriéndose
levantar, no pudo, antes volvió a caer de nuevo.
Alabado seáis mi Dios y Señor
¡Oh
benignísimo Jesús, que sufriste atropellasen tu divina persona, con que te
hicieron caer tercera vez en tierra con la Cruz! Suplicóte, Dios mío, que sufra
las desmesuras de mis enemigos, y que, teniendo paciencia en mis trabajos, te
goce en los contentos eternos. Amen.
DÉCIMA ESTACIÓN
Los judíos desatentos
A Cristo le desnudaron,
Y sus llagas renovaron
Para aumentar su tormento.
Considera,
alma, en esta décima Estación, como es el lugar donde habiendo llegado el Señor
al monte Calvario, le desnudaron, y le dieron a beber vino mezclado con hiel.
Alabado seáis mi Dios y Señor
¡Oh
pacientísimo Jesús, pues sufriste que te quitasen tus vestiduras, con que te
renovaron todas tus llagas, quedando desnudo delante de todos! Te ruego, Señor,
por estos dolores, y por los que sentiste cuando te ofrecieron el vino mezclado
con hiel, que no beba yo los deleites, que mezclados con hiel de culpas me
ofrece el mundo. Amén.
UNDÉCIMA ESTACIÓN
Mira, cristiano, y repara
Cuanto a Cristo atormentaron
Cuando en la Cruz le clavaron
Con crueldad tan inhumana.
Considera,
alma, en esta undécima Estación, como es el lugar, donde fue clavado el Señor
en la Cruz, y oyendo su Santísima Madre el primer golpe del martillo, quedó
como muerta de dolor, y le volvieron a poner la Corona de espinas con gran
crueldad y fiereza.
Alabado seáis mi Dios y Señor
¡Oh
clementísimo Jesús, pues sufriste ser extendido en la Cruz, y que clavasen tus
pies y manos en ella! Te ruego, Señor mío, por tu inefable caridad, no extienda
yo mis pies y manos a maldad alguna, sino antes viva crucificado en tu santo servicio.
Amén.
DUODÉCIMA ESTACIÓN
Considera, alma perdida,
Que, en la Cruz, paso tan fuerte,
Padeció por ti la muerte
El Redentor de la vida.
Considera,
alma, en esta duodécima Estación, como es el lugar donde ya crucificado el
Señor, le dejaron caer de golpe en el agujero de una peña.
Alabado seáis mi Dios y Señor
¡Oh
divino Jesús, que, crucificado entre dos ladrones, fuiste levantado á vista de
todo el mundo, y padeciste tormentos insufribles! Ruégote, Señor mío, que sanes
mi alma, y que solo a ti ame, a ti quiera, y por ti muera. Amen.
DÉCIMATERCIA ESTACIÓN
Todos tratad, contemplar
El gran dolor de María
Cuando a su amado tenia
Después de desenclavar.
Contempla,
alma, en esta décima tercia Estación, como es el lugar en donde José y Nicodemus
bajaron el Santo Cuerpo de la Cruz, y le pusieron en los brazos de la Santísima
Virgen.
Alabado seáis mi Dios y Señor
¡Oh
Aladre de misericordia! por aquellas penas que padeciste cuando pusieron a tu
muy amado Hijo en tus brazos, y fue ungido por ti: te suplico me alcances un
gran dolor de haberle ofendido, y compasión de tus muchas penas. Amén.
DÉCIMA CUARTA ESTACIÓN
Muerte Cristo y sepultado,
La soledad a María
Su corazón le partía
Apartada de su lado.
Contempla,
alma, en esta última Estación, como es el lugar donde la Virgen María, Señora nuestra,
puso el cuerpo de su querido Hijo en el Santo Sepulcro.
Alabado seáis mi Dios y Señor.
¡Oh
purísima Señora, por la grande pena que padeciste cuando quitaron de tus brazos
a tu Soberano Hijo para ponerle en el Sepulcro, te suplico me alcances de su
divina majestad ablande mi duro corazón, y coloque en él un amor grande para
amarle y servirle. Amén.
Y
para que alabemos y demos gracias al Señor, que tanto quiso padecer por
nosotros, responderán todos lo siguiente:
R/:
Bendito y alabado sea para siempre tan gran
Señor.
Por
las agonías del huerto, y prisiones del Señor.
Por
las bofetadas y golpes que padeció el Señor por nosotros.
Por
las afrentas, falsos testimonios y desprecios que con tanto amor sufrió por
nosotros.
Por
las salivas y blasfemias, que con tanta paciencia toleró por nosotros.
Por
los azotes y dolores que sintió amarrado a la columna.
Por
el escarnio y mofa que padeció el Señor cuando le cubrieron su santísimo
rostro, vistieron de púrpura, y le pusieron por cetro una caña, como á Rey de
burlas.
Por
la corona de espinas que traspasó su santísima cabeza.
Por
la vergüenza que Sintió el Señor, cuando después de azotado le mostró Pilato al
pueblo, diciendo: Mirad aquí el Hombre.
Por
la sangre y lágrimas que vertió el Señor en su santísima pasión.
Por
la sentencia de muerte, que por nuestro remedio con tanto amor admitió.
Por
la cruz que por nuestras culpas cargó el Señor, y por las caídas que dio en el
camino del monte Calvario.
Por
los dolores que sintió, cuando despojándole de sus vestiduras para crucificarle
le renovaron todas sus llagas.
Por
los dolores que sintió, cuando con tanta crueldad le clavaron sus santísimos
pies y manos.
Por
el dolor que sintió cuando le levantaron clavado en la cruz.
Por
la hiel y vinagre que gustó por nosotros.
Por
su santísima muerte, por la lanzada con que atravesaron su santísimo costado ya
difunto, y por la sangre y agua que salió de su santísimo costado.
Por
el entierro y sepultura, 3 por todo cuanto padeció el Señor en su santísima
pasión.
Bendito
sea para siempre tan gran Señor; alábenle los ángeles por el amor con que tanto
quiso padecer por nosotros; y pues nuestros pecados fueron causa de tantas
penas, digan todos con íntimo dolor de haberle ofendido: Señor, pequé, ten
misericordia de mí. Pecamos, y nos pesa; tened misericordia de nosotros. Bendita
y alabada sea la sagrada Pasión y muerte de Nuestro Señor Jesucristo, y los
dolores y angustias de su purísima Madre María Santísima Señora nuestra,
concebida sin mancha en el primer instante de su ser natural. Amen.
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