MARTES GUADALUPANO
CONSAGRADO EN MEMORIA DE QUE EN TAL DÍA
BAJÓ DEL CIELO MARÍA SANTÍSIMA DE GUADALUPE
Por Iván Arellano.
MODO DE HACER ESTA DEVOCIÓN
Puesto
de rodillas delante de una imagen de María Santísima de Guadalupe, y hecha la
señal de la cruz, se rezará el siguiente:
ACTO DE CONTRICCIÓN
Amabilísimo
Jesús, mi Padre, mi Dios y Salvador, a quien tanto debo y a quien tan mal he
pagado: ya vengo a Vos, lleno de confusión y de vergüenza, y oprimido con el
grave peso de mis culpas, me postro ante vuestras sagradas plantas, detestando
para siempre mis antiguos errores y extravíos, doliéndome de todo corazón de
haberlos cometido, prometiéndoos con vuestra gracia no volver a ofenderos, e
implorando vuestra misericordia por intercesión de vuestra purísima Madre y
Madre mía, María Santísima de Guadalupe. Dignaos, Soberano Señor, oír mis
súplicas, perdonar mis pecados y concédeme la gracia perseverante, que,
disponiéndome a merecer la final, me abra las puertas del paraíso, donde os
alabe y bendiga por los siglos de los siglos. Amén.
ORACIÓN
Dulcísima
Madre y Señora mía de Guadalupe, que te dignaste santificar este día martes,
viniendo de los cielos a honrar nuestra feliz américa con tu divina presencia, y
a ofrecernos tu poderosísima protección, yo te suplico humildemente, vuelvas a
mi corazón tus divinos ojos, y hagas que, teniendo presente tu maravilloso
favor, procure imitar fielmente tus virtudes, para hacerme así digno de la
gracia de tu piadosísimo Hijo, Nuestro Señor Jesucristo. Amén.
Se
rezan tres Aves Marías…
ORACIÓN
Soberana
Emperatriz del Cielo y tierra, María Santísima de Guadalupe: Postrado a tus
sagradas plantas, humildemente te ofrezco esta pequeña devoción, suplicándote Señora,
que te dignes suplir con tu misericordia lo que me falta de fervor, y pues en
tal día como hoy bajaste de los cielos a ofrecernos tu protección, yo, lleno de
gratitud, te consagro el presente y todos os de mi vida, ofreciéndome por tu
esclavo, con mi casa, familia y cuanto de mi depende. Dígnate amorosísima Madre
y Señora mía, admitir benignamente mi sincera oblación, recibiéndome bajo tu
poderoso amparo. Encárgate, piadosísima Madre, de mi custodia: favoréceme bajo
tu tutela, y así como tu hermosísima presencia hizo producir fragantes rosas en
el espinoso cerro del Tepeyac, así también con tu eficaz intercesión, alcánzame
de tu Divino Hijo, la cándida estola de la gracia, para que, purificada mi alma
de las mortales culpas que la afean, florezca en todas las virtudes, y me haga
digno de gozarte y alabarte en la gloria, por la eternidad. Amén.
ORACIÓN
Acordaos,
¡oh piadosísima Virgen María!, que jamás se ha oído decir que ninguno de los
que han acudido a vuestra protección, implorando vuestro auxilio, haya sido
desamparado. Animado por esta confianza, a Vos acudo, Madre, Virgen de las
vírgenes, y gimiendo bajo el peso de mis pecados me atrevo a comparecer ante
Vos. Madre de Dios, no desechéis mis súplicas, antes bien, escuchadlas y
acogedlas benignamente. Amén.
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