martes, 7 de julio de 2020

PRIMER VIERNES DE MES AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS


EJERCICIO DEVOTO AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS PARA EL PRIMER VIERNES DE CADA MES

Tomado de Miscelánea Espiritual: devocionario para toda clase de personas, y en particular de suma utilidad para las embarazadas.

Recopilado de los autores más selectos.

Con Licencia

Barcelona, Año de 1819

 

Yo os adoro y venero, o dulcísimo Corazón de Jesús Sacramentado, fino amante de las almas, pero despreciado de los hombres ingratos: toda la corte celestial alabe y magnifique vuestra grandeza y bondad por los siglos de los siglos. Amén.

 

A LA CRUZ

¡Oh Corazón divinísimo de Jesús Sacramentado! ¡Oprimido de la pesada cruz de mis pecados, y crucificado con el más tierno amor en la cruz de mis ingratitudes! Encended mi corazón en el deseo de amaros, y de crucificarme con Vos, dándome la voluntad de recompensaros agradecido con, mi veneración y obsequios, los agravios hechos contra Vos en ese soberano Sacramento.

Padre nuestro, Ave María y Gloria Patri.

¡Oh Corazón de mi Jesús! ¡Cuán cargado estáis con el peso y gravedad de mis culpas! Si fatigó en lo exterior vuestros delicados hombros esa pesada cruz, crucificó con más vivo dolor lo interior de vuestro corazón la de mis ingratitudes. Yo crucifique con mis pecados a vuestro Sagrado Corazón; y mis irreverencias y desacatos, son la más sensible carga que le oprime, crucificándole el amor, y el dolor; el amor, con que me amáis con tanta ternura; y el dolor, con que sentís mi mala correspondencia: la detesto por ser Vos quien sois, y propongo no seros más ingrato, y mostrarme en adelante más reconocido.

 

 

A LA CORONA DE ESPINAS

¡Oh Corazón dolorosísimo de Jesús Sacramentado! Tan apretado y herido os veo con esa corona de espinas, que siendo sus más crueles puntas mis ingratitudes, os penetraron hasta lo más interior. Encended mi corazón en el deseo de amaros; penetradle con el más vivo sentimiento de haberos así lastimado mi insensibilidad, y vil correspondencia á tanto amor, y dadme la voluntad de recompensaros agradecido con mi veneración y obsequios los agravios hechos contra Vos en ese soberano Sacramento.

Padre nuestro, Ave María y Gloria Patri.

¡Oh Corazón de Jesús! Coronando de ignominias y de dolor con la corona de espinas, siendo las más agudas los agravios, ¡y desprecios hechos contra Vos en ese adorable Sacramento! Gracias os doy cuantas puedo por el amor infinito, con que tomasteis corona, de dolor, é ignominia para coronar me con la de la gloria. No produzca más la tierra de mi corazón espinas de pecados y de desprecios, que son las que más lastimaron vuestro sagrado corazón con mi ingratitud: la detesto, amable Salvador mío, por ser Vos quien sois, y propongo no seros más ingrato, y mostrarme en adelante más reconocido.

 

 

A LA LLAGA

¡Oh Corazón amorosísimo de Jesús Sacramentado! Herido con el hierro desapiadado de la lanza, cuya llaga profundizó más mi ingratitud, ¡y poco respeto a ese adorable Sacramento! Encended mi corazón en el deseo de amaros, y heridle con el más vivo dolor, y sentimiento de mi ingrata correspondencia que abrió esa sagrada Llaga, dándome la voluntad de recompensaros agradecido con mi veneración y obsequios, los agravios hechos contra Vos en ese soberano Sacramento.

Padre nuestro, Ave María y Gloria Patri.

¡Oh Corazón dolorosísimo de Jesús! ¡Lastimado con la herida de esa lanza, que llevó el impulso de todos mis pecados! ¡Y más herido con la lanza de vuestro infinito amor, que me abrió franca puerta para entrar en vuestro divino corazón! Acogedme, Señor, en ese refugio de vuestros escogidos, y abrasadme en esa fragua de vuestro amor, pues herido, y traspasado de dolor y sentimiento por haber sido la causa de esa herida mi ingratitud, la detesto por ser Vos quien sois, y propongo no seros más ingrato y mostrarme en adelante más reconocido.

 

COLOQUIO

¡Oh Dulcísimo Jesús! Os creo y adoro realmente presente en ese soberano Sacramento, en donde está vuestro divino corazón, abismo de amor y de misericordia, crucificado por mis pecados, coronado de espinas por mis irreverencias, y llagado por la tibieza de mi fé, por mi poco respeto y por mi mucha ingratitud; lleno de confusión á vista de vuestras finezas, y de mi vil desconocimiento, os adoro con entrañable afecto en ese Sacramento de amor, en que sois tan olvidado, injuriado, y ultrajado, aun de aquellos mismos, que os debían amar con más ardor: y que viéndome yo en el número de estos ingratos no lo sienta, y aun muera de dolor, y confusión. ¡Ay mi Dios! Dadme a sentir el dolor mismo, que en Vos causaron mis pecados, y aceptad, amable Salvador mío este rendido obsequio, que ofrece el más ingrato de los hombres a vuestro Sagrado Corazón, a fin de reparar de algún modo los agravios hechos contra Vos en ese adorable Sacramento, en cuya presencia propongo estar en adelante con más reverencia, con más viva fé, con más respeto y devoción. Amén.

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