DIA
NOVENO
SAN
JOSÉ, BUENO Y LEAL SERVIDOR
El
servicio de la adorable Persona del Verbo hecho carne, Jesucristo, fue el
único fin de la vida de San José. La nobleza de su nacimiento, la gloria
de sus antepasados, y las gracias y dones con que fue dotado tan
magníficamente, todo le habla sido dado para el servicio de Jesucristo.
San José lo comprendió y cumplió todos sus deberes como bueno y fiel
servidor de la casa de Dios. Ningún pensamiento, ninguna palabra, ni
acción ninguna de San José, dejaron de ser jamás un digno homenaje de
amor a la mayor gloria del Verbo encarnado. Tal debe ser también
mi vida, si quiero ser siervo verdadero de Jesús en el Santísimo
Sacramento. Mas ¡ay! ¡cuán lejos me hallo de asemejarme a mi modelo, San José!
¡Cuántos pensamientos extraños a mi fin! ¡Cuántas afecciones impuras o por lo
menos demasiado terrenales, ocupan mi corazón; cuántas acciones hechas sin
intención sobrenatural y maleadas quizá por la vanidad y el amor propio! Y, sin
embargo, me he consagrado enteramente a Jesús en su divino Sacramento. Me he entregado
para siempre y sin reserva a su real servicio. He prometido consagrarme con
todo cuanto soy y tengo, para procurar la extensión del gran reino de Jesús Eucaristía
y su mejor servicio. Así pues, todo lo que no se relaciona con el servicio de
la divina Eucaristía debe serme indiferente, y debo considerar como soberano mal
cuanto pudiera perjudicarlo. ¡Dios mío! de lo íntimo de mi corazón renuevo mi
entrega a Vos! me consagro sin condición y sin reserva a vuestro divino y noble
servicio: mas, sed Vos mismo mi gracia y mi vida.
Aspiración: San José, modelo perfecto del servicio de la adorable Persona de Jesucristo, ruega por nosotros.
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