DÍA PRIMERO DE CADA MES DEDICADO A LA DIVINA PROVIDENCIA
Impreso
en Negrón Impresos, Calle 9 No. 1000.
Río Piedras, Puerto Rico.
Año
1937.
Con
licencia eclesiástica
Puesto de rodillas ante una
imagen de la Santísima Trinidad, hecha la señal de la cruz y el acto de
contrición, Señor mío Jesucristo, etc., se dará principio con la siguiente:
ORACIÓN
¡Oh
Dios y Señor nuestro! Uno en la esencia, trino en la persona, cuya potencia,
sabiduría y santidad no son como las del hombre, débil, ciego y arrastrado de
sus pasiones, ¡cuán grande sois, en todos vuestros atributos, y cuán admirable
es, sobre todo el de vuestra Divina Providencia!, ella se extiende a todo lo
que existe en el universo porque todo él, así como las criaturas todas están a
Vos sujetas y dependen de vuestra Santísima mano. Sí Padre amantísimo, nuestro
Creador de nuestras almas, y de nuestros cuerpos, Autor de la religión que
profesamos y de la sociedad en que vivimos: nosotros reconocemos y confesamos
con toda la sinceridad de nuestro corazón que vuestra providencia vela sin
cesar sobre nosotros y que en vuestras paternales manos están perpetuamente
nuestras suertes. Ella se apodera de nosotros, oye todas nuestras palabras,
mira todos nuestros movimientos, está presente a todos nuestros proyectos y
observa hasta nuestros deseos. Un cabello no cae de nuestra cabeza sin vuestra
voluntad, así como de ella el más mínimo grano de arena no rueda a la orilla
del mar. ¿A quién pues, debemos acudir en todas nuestras necesidades,
aflicciones y peligros sino a Vos Señor infinitamente sabio, bueno y poderoso?
¿En qué otro sino en el de Vuestra paternal Providencia descansará el hombre
combatido por las tentaciones, afligido por el dolor, atribulado por la
desgracia, oprimido de la miseria, abandonado de sus semejantes y aún moribundo
que pisa ya las sombras de la eternidad? ¿A quién recurrirá por remedio, por consuelo,
por seguridad, si no a esa sabiduría infinita que todo lo gobierna, esa bondad
suprema que todo lo dirige, a esa omnipotencia sin límite que todo lo obra? A
esa Divina Providencia que rige y lleva todas las cosas a su fin, recurrimos
humildes y confiados, porque reconocemos que no hay criatura alguna que no lo esté
sujeta, ya lo quiera y ya lo temiera y locamente se resista. A ella recurrimos,
porque solo descansando con humildad y confianza en sus sabias disposiciones,
no será posible hallar la tranquilidad en medio de las tempestuosas olas del
mar agitado de este mundo que por todas partes nos asaltan y combaten. Creyendo
como creemos que la Providencia vela sobre las necesidades de nuestra alma y de
nuestro cuerpo, nos acogemos a ella por los auxilios que nos son indispensables
para nuestro provecho espiritual y sustento corporal integrados igualmente en
el bien de la Iglesia nuestra y en la felicidad del estado a que pertenecemos,
imploramos también vuestra protección, porque respecto de la primera tenemos
por garantía la promesa del que ofreció estar en su compañía hasta la
consumación de los siglos y porque a pesar de la incredulidad e irreligión
convencidos estamos de que la política del cielo es la que dirige a sus altos
fines los sucesos de las naciones, los errores o aciertos de los gobiernos. Firmes
por lo tanto en esta creencia consoladora y que cual suave bálsamo cura todas
nuestras llagas, reanima nuestra abatidas fuerzas y tranquiliza nuestras
aflicciones y congojas, confesamos oh Dios y Señor nuestro, vuestra infinita,
santísima y poderosa Providencia y con dulces lágrimas animadas de una viva fe,
de una firme esperanza, del más ardiente amor y humilde reconocimiento a los
innumerables beneficios hasta ahora recibidos de vuestra liberalísima mano que
actualmente recibimos y que esperamos recibir toda la eternidad, entonamos como
muestra de nuestra gratitud, aquel cántico del real profeta que desea nuestra
fe sea siempre la mediación de nuestras almas y la perpetua oración de nuestros
labios. Mientras yo me deje gobernar por mi supremo Señor nada me faltará. Los
desiertos más áridos serán para mi amenísimos y muy fecundos pastos; la sombra terrible
de la muerte me verá constante e intrépido si yo tengo a mi lado esta amable
Providencia, sea vara con la que me guíe o bastón con que me hiera el pensar
solo en ella dejará siempre en mí la misma alegría de mi espíritu. Porque estoy
seguro que de un momento a otro su misericordia me asista y dirija mis pasos al
camino de la gloria. Amén.
-Se
rezan tres Credos gloriados con la siguiente:
ORACIÓN
¡Oh
Dios cuya Providencia nunca se engaña ni yerra en sus disposiciones!,
humildemente te pedimos aparte de nosotros todo lo que pueda perjudicar y nos
des cuanto nos sea provechoso. Por Jesucristo, Señor nuestro. Amén.
ORACIÓN
A NUESTRA SEÑORA
¡Oh
Madre augusta de la Divina Providencia, la más ilustre y santa, la más
accesible y tierna! Nosotros colocamos en vuestro maternal corazón nuestras
tibias oraciones para que se inflamen con sus purísimas llamas, alcanzadnos,
Señora, que nuestra humilde confianza en esa sabia, poderosa y vigente
Providencia adquiera en terreno tan precioso y fecundo una belleza
incorruptible, colores agradables, aromas delicados, virtudes divinas y un
precio merecedor de eternos bienes de dicha feliz y perpetua de inmortales
honores. Alcanzadnos de un tributo tan adorable y excelso que os hizo el
brillante ornamento de la naturaleza humana y la luz más pura y esplendorosa
del Empíreo, todos aquellos bienes así temporales como espirituales, sin cuyo
goce no podemos hacer tranquilamente por este valle de lágrimas nuestra
peregrinación a la bienaventuranza. A vuestra poderosa súplica deben los
pastores de la Iglesia santa sabiduría, prudencia y celo, los magistrados la
feliz dirección de los negocios públicos, los militares la clemencia que corona
plausiblemente los triunfos, los pecadores su pronta sabiduría y saludable
enmienda, los justos preciosos aumentos de la virtud y gracia, los labradores
cosechas abundantes y la industria fecundos arbitrios y útiles progresos. En fin,
hija inmortal y memorable de la Divina Providencia, cubridnos con su augusto
manto para que comencemos desde este mundo, con nuestros cristianos procederes
una felicidad que se consume algún día de un modo sorprendente y celestial, en
los tabernáculos eternos. Amén.
-Se rezan tres Ave Marías saludando a la
Santísima Virgen hija del Padre, madre del Hijo, esposa del Espíritu Santo,
templo purísimo de la beatísima Trinidad y se ofrecerán en la siguiente:
ORACIÓN
Suplicámoste,
Señor, que por la intercesión de la bienaventurada siempre Virgen María, te
dignes defender a esta familia de toda adversidad y protegerla propicio de las
asechanzas de los enemigos, como te lo ruega postrada de todo corazón ante tu
divina presencia. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
ORACIÓN
A LOS SANTOS
Oh
ilustres moradores de la patria bienaventurada, Santos y Santas de la corte del
Cielo, felicísimos hermanos nuestros, especialmente los que en el presente mes
habéis logrado la incomparable fortuna de trocar la morada terrestre por la
celestial el país de tentaciones, de dolores y peligros por la estancia
gloriosa de premios, de goces y tranquilidad. Vosotros cubiertos con el escudo
impenetrable de la Providencia divina, os mantuvisteis impávidos en medio de
las más ejecutivas necesidades, de las más graves penas y de los mayores y más
eminentes riesgos. Como nosotros habéis pasado en este valle de lágrimas días
de lujo, días de quebrantos y de miseria, pero contemplando que todo cuanto os
acontecía, ya en lo personal y ya en lo público, ahora fuese dulce, ahora
amargo, todo venía ordenado por la inefable Providencia del Señor para vuestro
bien en este mundo y vuestra dicha perpetua en la gloria, os supisteis
conformar con sus adorables disposiciones , bendecirla y darle gracias por
todo, recibirlo y aceptarlo como los más preciosos dones singularísimos
beneficios. Alcanzadnos Señor que fiados en la Maternal Providencia que vela incesantemente
sobre nosotros, nuestras más grandes tribulaciones espirituales y urgencias
corporales las miremos como amorosas
pruebas y joyas futuras de nuestra corona, las calamidades públicas como medios
de atraer así nuestros corazones y separarlos del amor a las enfermedades como
salud y la muerte como principio de vida feliz e interminable para que
purificados de esta manera como el oro en crisol, merezcamos haceros compañía
en la bienaventuranza entonando cánticos que jamás tendrán fin, reservado tan
sólo a los que peleando generosamente en este mundo se hagan dignos de la
inmortal corona de gloria. Amén.
-Se rezan tres Padre Nuestros y Ave María
gloriados y después se dirá la siguiente:
ORACIÓN
Concédenos,
Dios Omnipotente, que la intercesión de la Bienaventurada Virgen María, Madre
de Dios y la de todos los santos apóstoles, mártires, confesores, vírgenes y
demás escogidos tuyos, nos llene perpetuamente de alegría para que al mismo
tiempo que recordemos sus virtudes, experimentemos sus patrocinios. Por el
mismo Jesucristo nuestro Señor. Amén.
HIMNO
DE SAN AMBROSIO Y SAN AGUSTIN: TE DEUM.
A ti Dios infinito
te alabamos
A ti confesamos
Señor nuestro
A ti toda la
tierra venera
Por Padre
Universal Santo y Eterno.
A ti todos los
Ángeles postrados
A ti todos los ámbitos
del Cielo
A ti las
potestades que criaste
En la vasta región
del Universo.
El querubín y el
Serafín rendidos
Con incesante voz
y acorde acento
Por Santo, Santo
te proclaman
Y Dios de los
ejércitos supremos.
El dilatado
espacio de los cielos
El admirable giro
de la tierra
De tu infinita
majestad y gloria
Cumplida y
felizmente se ven llenos
El gran coro de
los Apóstoles gloriosos
Con el loable
número profético
Y el ejército cándido
de mártires
Te alaban a una
voz y en un aliento.
A ti por todo el
orbe de la tierra
La Iglesia
universal como a su centro
En la fe de que
debe, te confiesa
Con inmutable
espíritu y afecto.
Por Padre de un
inmenso poderío
Por Hijo venerado
y verdadero
Por Espíritu Santo
que procede
Del amor de los
dos divinos pechos.
Tú eres Rey de la
gloria Jesucristo
Tú eres Hijo del
Padre sempiterno
Que por librar al
hombre de la culpa,
No rehusaste ya
virgíneo seno.
Tú, venciendo las
armas de la muerte,
Abriste a todo
fiel creyente pueblo
De los antiguos
padres y profetas
El esperado reino
de los cielos.
Tú allá en la
gloria de tu inmenso Padre
Posees a la
diestra de su Imperio
Sobre todos los
justos venturosos
El eterno feliz,
glorioso asiento.
En el último día
de los siglos,
Con alta Majestad
en trono regio,
Creemos que
vendrá, como lo ha dicho
A juzgar a los
hombres juez severo.
Pedímoste, Señor,
que a tus esclavos,
A aquellos
infelices que tú mismo
Con tu preciosa
Sangre redimiste,
Socorras a sus males
y en sus riesgos.
Haz que entre el
santo número de justos
Por la preciosa
vida que sangriento
En la cruz
nuestros pecados,
Felices en tu
gloria nos contemos.
Por tu suma piedad
y por tu gloria,
Soberano Señor,
salva a tu pueblo,
Y sobre la heredad
que es solo tuya
Eche la bendición
tu brazo inmenso.
Gobierna, pues,
Señor, a los vasallos
Dirige sus
acciones y sucesos
Y ensalza su poder
eternamente
En los dichosos
siglos venideros.
Todos aquellos
días sucesivos
Que numera la
serie de los tiempos
A ti te bendecimos
justamente
Y tus obras,
Señor, por tu respeto.
Alabamos también
tu Santo Nombre
Aquel a quien se
humilla el orbe entero
Ensalzando sus
timbras y blasones
Por los siglos de
los siglos sempiternos.
Dígnate, gran
Señor, que en este día
Tu gracia puntual
en socorrernos
Nos guarde caer
infelizmente
En infames ofensas
y defectos.
Tú Señor, que
penetras los incultos
Tú que ves la
maldad de nuestros yerros
Ten piedad de
nosotros y perdona
La culpa que tan
ingratos te ofendemos.
Sea tal tu piedad
entre nosotros
Cual es nuestra
pena y nuestro anhelo
Por la fe de
promesas infalibles
La esperanza,
Señor que en ti tenemos.
Con esa
inalterable confianza
En tu misericordia
solo espero
Creyendo
firmemente, que por ella
No seré confundido
en el infierno.
CANTICO
DE LOS TRES NIÑOS
Bendecid al Señor
sus obras todas
Loadlo y
ensalzadlo en las futuras
Edades que por los
siglos se prolongan
Bendecid, Señor,
oh luminosas,
Esfera del celeste
firmamento
Bendecid al Señor
ángeles suyos
Aguas que sobre el
cielo suspendidas
De su mano y poder
pendéis gustosas
Huestes que del
Señor en las banderas
Militáis, al Señor
rendid devotas
Bendiciones a un
Sol dorado.
Cándida Luna,
bendición y gloria
Dad al Señor,
estrellas que en el cielo
Resplandecéis en
noche tenebrosa,
Bendecid al Señor.
Lluvias, rocíos,
Bendecid todos al
Señor ahora
Vientos de Dios,
vosotros también todos
Bendecid al Señor.
Tú que devoras
Fuego, tu ardor
que abrasa bendecido
Frío y calor, bendecidlo,
copiosas
Rociadas y
escarchas que en las flores
Brillar hacéis
vuestro menudo aljófar
Bendecid al Señor
duras heladas,
Intensos fríos,
que en las altas rocas
Reináis, dad al
Señor mil bendiciones
Hielos y nieves,
plateadas alfombras,
Del campo,
bendecid al Señor, días
Y noches,
bendecidlo. Luz hermosa,
Horrorosas
tinieblas, bendecidlo,
Rayos y nubes,
bendecidlo, todas.
La tierra hoy al
señor bendiga y loe
Y ensalce siglos
mil. Majestuosas
Montañas y
collados, bendiciones
Le tributad. Cuanto
en la tierra brota
Bendición de al
Señor. Vos, cristalinas
Fuentes, lo
bendecid. En altas olas,
Mares y ríos, al
Señor excelso
Bendecid. Tú, ¡oh
ballena!, y cuanto more
En el agua, al
Señor bendecid todos.
Aves del cielo,
bendecid vosotros
Al Señor; Bestias
todas y ganados
Bendecid al Señor;
vos numerosa
Prole de los
humanos bendecidlo
Bendígalo Israel y
en las remotas
Edades lo celebre
y glorifique
Del Señor
sacerdotes, vuestras bocas
Bendigan al Señor:
¡Oh siervos tuyos!
Bendecid al Señor;
Almas devotas
De lo justo, con
vida y con aliento
Bendecid al Señor,
Satos en obras
Y en espíritu,
humildes bendecidlo
Ananías, Azarías a
Vos os toca
Y a Misael en
altas bendiciones
Al Señor ensalzar
y honrar ahora
Al Padre demos con
el Hijo gloria
Y por los siglos
de los siglos. Todos
Y al Espíritu
Santo y alabemos
Y ensalcemos su
alteza misteriosa
Una Triana por
siglos eternales
Bendito eres Señor
en la lumbrosa
Esfera del celeste
firmamento
Y digno de
alabanza y honra
Y para tu loor
ensalzamiento
Los siglos son de
duración muy corta.
LETANIAS
DE LOS SANTOS
Kyrie eleison
Criste eleison
Kyrie eleison
Cristo óyenos
Cristo escúchanos
Dios Padre
Celestial. Ten misericordia de nosotros
Dios Hijo Redentor
del Mundo
Dios Espíritu Santo
Santa Trinidad, un
solo Dios
Santa María Ruega por nosotros
Santa Madre de
Dios
Santa Virgen de
las Vírgenes
San Miguel
San Gabriel
San Rafael.
Todos los santos
ángeles y arcángeles
Todos los santos
coros de los bienaventurados espíritus
San Pedro
San Pablo
San Mateo
San Simón
Santiago
San Tadeo
San Juan
San Matías
Santo Tomás
San Bernabé
San Felipe
San Lucas
San Bartolomé
San Marcos
Evangelista
Todos los santos
apóstoles y evangelistas
Todos los santos
discípulos del Señor
Todos los santos
inocentes
San Esteban
San Lorenzo
San Vicente
Santos Fabián y
Sebastián
Santos Cosme y
Damián
Santos Juan y
Pablo
Santos Gervasio y
Protasio
Todos los Santos
mártires
San Silvestre
San Gregorio
San Ambrosio
San Jerónimo
San Martín
San Nicolás
Todos los santos
pontífices y confesores
Que te dignes
escucharnos Hijo de Dios Escúchanos, Señor.
Cordero de Dios
que quitas los pecados del mundo, perdónanos Señor
Cordero de Dios
que quitas los pecados del mundo, óyenos Señor
Cordero de Dios
que quitas los pecados del mundo, ten misericordia de nosotros.
Que libres de la
eterna condenación a nuestras almas y a las de nuestros hermanos, parientes y
amigos.
Kyrie eleison
Criste eleison
Kyrie eleison
Amén.
-Colaboracion de Carlos Villaman
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