martes, 19 de octubre de 2021

MES DE SANTA TERESITA - DÍA DIECINUEVE


DÍA XIX

MEDITACIÓN. — LAS AMISTADES

Anima Jonathae conglutinata est animae David, et dilexit eum Jonathas quasi animam meam. (t Reg. .xvtll.t.)

El alma de Jonatán se ligó estrechamente con el alma de David, y amóle Jonatán con toda su alma.

 

Entre los conceptos teológicos que más atractiva hacen a mi sensibilidad la grandeza de Dios, es saber que la Divinidad tiene un horror al vacío y a la soledad. Dios lo llena todo, está presente en todo lugar, y no vive solo, es Trinidad y Trinidad creadora. El hombre participe las perfecciones divinas, es un ser que profesa un horror al vacío y odia la soledad.

Dios entre las grandiosas obras de sus manos aparece soberanamente providente. dando al hombre una compañera y a ésta un compañero, que vivirán el uno para el otro hasta la fusión del amor. El matrimonio es el summum de la amistad, lo mismo en el orden de la naturaleza que en el sublime de la gracia. El hombre. pues, por su naturaleza necesita la amistad.

El gran pensador Lacordaire escribió que a amistad es el consorcio de dos almas que se unen para realizar la labor de la vida.

Pensemos un momento y veremos que la labor de la vida, no es otra cosa que el desenvolvimiento total de las energías espirituales en orden a la verdad, la belleza y la bondad. Trilogía admirable que hace al hombre feliz en este mundo y glorioso en el otro. Porque, en verdad Dios sólo es verdad y belleza y bondad para el entendimiento humano y angélico.

La amistad no une las almas para el sentido sino para Dios. Que bien lo entendían los santos, pero de manera especialísima las dos Teresas, la madre y la hija, la maestra y la discípula. Santa Teresa de Jesús y Santa Teresita del Niño Jesús.

Este amor se parece y va imitando al que nos tuvo el buen Jesús, que es la pasión de hacer que el alma a quien tiene amistad, ame a Dios para ser amada de Él... Es amor muy a su costa; no deja de poner todo lo que puede porque se aproveche; perdería mil vidas por un pequeño bien suyo. ¡Oh, precioso amor que va imitando al capitán del amor Jesús, nuestro bien!... Así ganan muy mucho los que tienen su amistad: y crean que, o los dejarán de tratar con particular amistad, o acabarán con nuestro Señor que vayan por su camino, pues van a una tierra como hizo Santa Mónica con San Agustín. No les sufre el corazón tratar en ellos doblez, porque si les ven torcer el camino, luego se lo dicen, o algunas faltas, no pueden consigo acabar otra cosa. (Cam. Perf. VII.)

Esta manera de amar es la que produce la amistad que se funda en Dios, y a ella van ordenados todos los deseos de los buenos amigos. La verdadera caridad consiste en soportar todos los defectos del prójimo, en no extrañarse de sus debilidades; pero he aprendido especialmente que la caridad no debe permanecer encerrada en el fondo del corazón; pues nadie enciende una antorcha para ponerla debajo de un celemín… sino que se la pone sobre un candelero, a fin de que alumbre a todos los que están en la casa (Luc- XI, 33). Me parece, Madre mía que esta antorcha representa la caridad que debe iluminar y alegrar, no sólo a aquellos que más quiero, sino a todos los que están en la casa.

¡Qué fin tan admirable el de la amistad, levar las almas amigas a Dios y escalar juntas las cimas del más sublime de los ideales!

Amar a una persona es amar su alma, y quererla más bella y más grande y más santa. La amistad no alcanza verdaderamente su objeto sino en cuanto contribuya al mejoramiento de nosotros mismos por el ejercicio de todas las virtudes. Dos amigos deben poder decirse lo que Jonatán a David: Haré por ti cuánto tu alma me dijere, porque el alma de Jonatán se ligó estrechamente con el alma de David, y amáronse con toda el alma.

 

EJEMPLO

CONVERSIÓN DE UNA JOVENCITA LIBREPENSADORA

X. (Argelia), 6-8-1918.

Después de mi primera Comunión, caí en tal impiedad, llegando a adoptar la odiosa teoría de Renán, en su Vida de Jesús. Hasta la edad de trece años he vivido esta vida de pecado, de la cual me siento avergonzada aún estarla su-  mida en ella a no ser por la intervención de Sor Teresita.

En 1916 fui al campo a pasar el verano en compañía de una primita muy piadosa. y m joven que yo. Conociendo mi pasión por la lectura me ofreció un día el librito Llamamiento a las almas pequeñillas. En un principio leí sólo algunas páginas por darle gusto; cerré libro. pero una. voz interior me reprendió: No sabrás nunca leer una cosa serla.; parecía repetirme y me vi forzada a abrir de nuevo el librito. Al llegar al pasaje que relata la profesión religiosa de la Santita, reproduciendo la oración que formuló ese día, caí de rodillas Vencida por la gracia y deshecha en lágrimas, conjuré a Sor Teresita a tener piedad mí, retirándome del abismo. Desde este momento he encontrado de nuevo la fe y la piedad, he comprendido la vanidad de las cosas de la tierra y no sueño más que en unirme a Dios para siempre, lejos del mundo. Quisiera dar a todos los pecadores este librito tan sencillo, pero tan precioso. Creo que nadie resistiría a su saludable influencia. En derredor mío ha obrado otra conversión.

X.

 

Jaculatoria: ¡Oh celestial Santita! haz que sepamos conocer la Verdadera amistad que conduce al cielo.

 

ORACIÓN PARA ESTE DÍA

¡Oh bienaventurada virgen Santa Teresita! que inflamada en el amor de Dios supiste conservar las amistades que las criaturas te prestaron «amándolas constantemente y encomendándolas en tus fervorosas oraciones», haz, piadosa intercesora que sepa amar y conservar el amor de mis amigos sintiendo verdadera alegría por el aprovechamiento de sus almas y padeciendo toda suerte de sacrificios  para procurárselos según tus enseñanzas; y para más obligarte te recordamos tus inefables promesas en favor de tus devotos con las siguientes:

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