DÍA XIX
MEDITACIÓN. — LAS AMISTADES
Anima Jonathae conglutinata est animae David, et
dilexit eum Jonathas quasi animam meam. (t Reg. .xvtll.t.)
El alma de Jonatán se ligó estrechamente con el alma
de David, y amóle Jonatán con toda su alma.
Entre los conceptos teológicos que
más atractiva hacen a mi sensibilidad la grandeza de Dios, es saber que la
Divinidad tiene un horror al vacío y a la soledad. Dios lo llena todo, está
presente en todo lugar, y no vive solo, es Trinidad y Trinidad creadora. El
hombre participe las perfecciones divinas, es un ser que profesa un horror al
vacío y odia la soledad.
Dios entre las grandiosas obras de
sus manos aparece soberanamente providente. dando al hombre una compañera y a
ésta un compañero, que vivirán el uno para el otro hasta la fusión del amor. El
matrimonio es el summum de la amistad, lo mismo en el orden de la naturaleza
que en el sublime de la gracia. El hombre. pues, por su naturaleza necesita la
amistad.
El gran pensador Lacordaire escribió
que a amistad es el consorcio de dos almas que se unen para realizar la labor
de la vida.
Pensemos un momento y veremos que la
labor de la vida, no es otra cosa que el desenvolvimiento total de las energías
espirituales en orden a la verdad, la belleza y la bondad. Trilogía admirable
que hace al hombre feliz en este mundo y glorioso en el otro. Porque, en verdad
Dios sólo es verdad y belleza y bondad para el entendimiento humano y angélico.
La amistad no une las almas para el
sentido sino para Dios. Que bien lo entendían los santos, pero de manera
especialísima las dos Teresas, la madre y la hija, la maestra y la discípula.
Santa Teresa de Jesús y Santa Teresita del Niño Jesús.
Este amor se parece y va imitando al
que nos tuvo el buen Jesús, que es la pasión de hacer que el alma a quien tiene
amistad, ame a Dios para ser amada de Él... Es amor muy a su costa; no deja de
poner todo lo que puede porque se aproveche; perdería mil vidas por un pequeño
bien suyo. ¡Oh, precioso amor que va imitando al capitán del amor Jesús,
nuestro bien!... Así ganan muy mucho los que tienen su amistad: y crean que, o
los dejarán de tratar con particular amistad, o acabarán con nuestro Señor que
vayan por su camino, pues van a una tierra como hizo Santa Mónica con San
Agustín. No les sufre el corazón tratar en ellos doblez, porque si les ven
torcer el camino, luego se lo dicen, o algunas faltas, no pueden consigo acabar
otra cosa. (Cam. Perf. VII.)
Esta manera de amar es la que
produce la amistad que se funda en Dios, y a ella van ordenados todos los
deseos de los buenos amigos. La verdadera caridad consiste en soportar todos
los defectos del prójimo, en no extrañarse de sus debilidades; pero he
aprendido especialmente que la caridad no debe permanecer encerrada en el fondo
del corazón; pues nadie enciende una antorcha para ponerla debajo de un
celemín… sino que se la pone sobre un candelero, a fin de que alumbre a todos
los que están en la casa (Luc- XI, 33). Me parece, Madre mía que esta antorcha
representa la caridad que debe iluminar y alegrar, no sólo a aquellos que más
quiero, sino a todos los que están en la casa.
¡Qué fin tan admirable el de la
amistad, levar las almas amigas a Dios y escalar juntas las cimas del más
sublime de los ideales!
Amar a una persona es amar su alma,
y quererla más bella y más grande y más santa. La amistad no alcanza
verdaderamente su objeto sino en cuanto contribuya al mejoramiento de nosotros
mismos por el ejercicio de todas las virtudes. Dos amigos deben poder decirse
lo que Jonatán a David: Haré por ti cuánto tu alma me dijere, porque el alma de
Jonatán se ligó estrechamente con el alma de David, y amáronse con toda el
alma.
EJEMPLO
CONVERSIÓN DE UNA JOVENCITA LIBREPENSADORA
X. (Argelia), 6-8-1918.
Después de mi primera Comunión, caí
en tal impiedad, llegando a adoptar la odiosa teoría de Renán, en su Vida de
Jesús. Hasta la edad de trece años he vivido esta vida de pecado, de la cual me
siento avergonzada aún estarla su- mida
en ella a no ser por la intervención de Sor Teresita.
En 1916 fui al campo a pasar el
verano en compañía de una primita muy piadosa. y m joven que yo. Conociendo mi
pasión por la lectura me ofreció un día el librito Llamamiento a las almas pequeñillas.
En un principio leí sólo algunas páginas por darle gusto; cerré libro. pero una.
voz interior me reprendió: No sabrás nunca leer una cosa serla.; parecía
repetirme y me vi forzada a abrir de nuevo el librito. Al llegar al pasaje que
relata la profesión religiosa de la Santita, reproduciendo la oración que formuló
ese día, caí de rodillas Vencida por la gracia y deshecha en lágrimas, conjuré
a Sor Teresita a tener piedad mí, retirándome del abismo. Desde este momento he
encontrado de nuevo la fe y la piedad, he comprendido la vanidad de las cosas
de la tierra y no sueño más que en unirme a Dios para siempre, lejos del mundo.
Quisiera dar a todos los pecadores este librito tan sencillo, pero tan precioso.
Creo que nadie resistiría a su saludable influencia. En derredor mío ha obrado
otra conversión.
X.
Jaculatoria: ¡Oh celestial Santita! haz que sepamos conocer la
Verdadera amistad que conduce al cielo.
ORACIÓN PARA ESTE DÍA
¡Oh bienaventurada virgen Santa Teresita! que inflamada en el amor de Dios supiste conservar las amistades que las criaturas te prestaron «amándolas constantemente y encomendándolas en tus fervorosas oraciones», haz, piadosa intercesora que sepa amar y conservar el amor de mis amigos sintiendo verdadera alegría por el aprovechamiento de sus almas y padeciendo toda suerte de sacrificios para procurárselos según tus enseñanzas; y para más obligarte te recordamos tus inefables promesas en favor de tus devotos con las siguientes:
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