DÍA
TRIGÉSIMO PRIMERO
DEVOCIÓN
A LOS SANTOS ÁNGELES
MEDITACIÓN
PUNTO
1º.
Considera, alma mía, que habiendo llegado ya al término de este felicísimo mes
consagrado al culto de los Santos Ángeles, nada será más grato ni más tierno á
nuestros corazones, que formar los más firmes propósitos de honrar y de imitar
durante nuestra vida á estos espíritus celestiales. El cuadro, aunque mal
trazado, de las grandezas angélicas, que se ha desplegado á nuestra vista en el
curso de estas meditaciones, habrá llenado sin duda de admiración y religioso
respeto nuestras almas; pero es necesario que esta admiración y este respeto no
sean estériles; es preciso que saquemos algún fruto de todos estos estudios, y
éste no puede ser otro que una devoción tierna y sincera á los santos Ángeles y
un vehemente deseo de imitar en todas nuestras acciones su ejemplar vida y
virtudes. Por la devoción tributamos á los Ángeles los homenajes de nuestro
amor y reconocimiento á su benevolencia, por tantos beneficios como nos
dispensan. Por la imitación de su vida en el ejercicio de las virtudes angélicas
de la pureza, humildad, obediencia y caridad, nos hacemos á ellos semejantes en
la santidad, cumpliéndose de este modo el plan divino, que exige que los
hombres y los Ángeles no compongan más que una sola Iglesia, un solo pueblo
cuya ley inmutable sea la caridad, lazo de unión entre todos los seres
inteligentes, cuyo Príncipe sea Nuestro Señor Jesucristo. La tierra ha roto la
unidad de esta Iglesia, de este pueblo; y Dios ha querido que el cielo baje á
la tierra á restablecer esta unidad, esta armonía, este concierto universal. La
tierra ya no es enemiga del cielo, ni el cielo es tampoco contrario á la
tierra: el tránsito de la una al otro está todo lleno de espíritus
bienaventurados, cuya caridad oficiosa mantiene una perfecta comunicación entre
este lugar de peregrinación y nuestra patria celestial.
PUNTO
2º.
Considera que el mejor modo de honrar á los Ángeles, especialmente á nuestros
Ángeles custodios, es imitarles, y como sólo se imita lo que se encuentra justo
y perfecto; imitando á nuestros Ángeles, proclamamos con nuestra conducta su
excelencia, su bondad y sus perfecciones. Así como ellos nos guardan de todo
mal y nos dirigen por el camino del cielo; así también nosotros debemos guardar
y guiar por el camino de la salvación eterna á todos aquellos de nuestros
hermanos, sobre quienes tenemos alguna influencia ó están bajo nuestra tutela y
cuidado. Así como los Ángeles siempre tienen sus miradas fijas en Dios, como
nos lo ha dicho por estas palabras: Contemplan sin cesar la cara del Padre
celestial; así también nosotros debemos tener sin cesar nuestros pensamientos y
nuestros corazones vueltos hacia Dios. Los Ángeles están pendientes de los
labios del Señor para escuchar sus mandatos y ejecutarlos en el acto; también
nosotros debemos estar constantemente atentos á la voluntad de Dios para
cumplirla. Por último, correspondamos, como estamos estrechamente obligados, á
todas sus finezas: nuestros Ángeles nos aman, amémosles; nos hacen el bien,
testifiquémosles nuestro reconocimiento; nos sugieren consejos útiles para
nuestra salvación, escuchémosles. Fieles á su amistad, dóciles á su voz,
atentos á hacer todo lo que ellos hacen, llevarémos en este valle de lágrimas
una vida completamente angélica, prenda segura de la bienaventuranza eterna, en
la cual ellos nos introducirán después de la muerte. Así sea.
JACULATORIA
Ángeles
del cielo, alcanzadnos con vuestras poderosas súplicas, la gracia de la
perseverancia final.
PRACTICA
Extended
por todas partes la devoción v culto de los santos Ángeles, hoy por desgracia
muy olvidados aún entre las personas piadosas. Se rezan tres Padre Nuestros y
tres Aves Marías con Gloria Patri y se ofrecen con el siguiente:
ACTO
DE CONSAGRACIÓN AL SANTO ÁNGEL DI LA GUARDA
Fidelísimo
Ángel de mi guarda, á quien la amorosa Providencia de Dios ha constituido mi
protector y mi guía, desde el primer instante en que vi la luz por vez primer a
hasta el momento en que el soplo helado de la muerte cierre mis ojos par a
siempre á los falsos esplendores de este mundo; delante de Jesucristo, mi
amable Redentor, de María Santísima y de los santos, y en presencia de toda la
corte celestial; yo os elijo en este día par a que seáis mi especial abogado
cerca de la Justicia divina y mi celoso defensor en los rudos combates de esta
vida. Desde hoy pongo en vuestras mano s mi cuerpo con todos sus sentidos, y mi
alma con todas sus potencias y facultades, par a que os dignéis gobernarlos y
dirigirlos al único y supremo Bien infinito, fuente de todo consuelo y de toda
felicidad, perdona d que no haya sabido corresponder hasta el presente á
vuestros tiernos cuidados, pero yo os prometo par a de aquí en adelante,
ayudado con los auxilios de la gracia, seguir fielmente todos vuestros
consejos, y obedecer las órdenes que Dios me comunique por vuestro ministerio:
acoged, por tanto, bondadoso, estas mis resoluciones y continuad dispensándome
vuestros favores, sobre todo, apartándome del pecado y haciendo que no viva ni
respire sino para Dios en esta vida y después tenga la dicha inefable de alabar
y bendecir por toda la eternidad su santo nombre en unión de toda la Milicia
Angélica. Amen.
EJEMPLO
Para
celebrar la Santísima Virgen las excelencias y santidad de la naturaleza
Angélica, refiere Sor María de Jesús de Agreda en su Mística Ciudad de Dios,
que se preparaba algunos días con los ejercicios de otras fiestas; y con nuevos
cánticos de gloria y loores, recopilando en ellos la obra de la creación de
estos espíritus divinos, y más la de su justificación y glorificación, con
todos los misterios y secretos, que de todos y de cada uno de ellos conocía,
llegando el día que tenía destinado, los convidaba á todos y descendían muchos
millares de las órdenes y coros celestiales, y se le manifestaban con admirable
gloria y hermosura en su oratorio. Luego se formaban dos coros, en el uno
estaba nuestra Reina, y en el otro todos los espíritus soberanos; y alternando
como á versos, comenzaba la gran Señora y respondían los Ángeles con celestial
armonía por todo lo que duraba aquel día. Y si fuera posible manifestar al
mundo los cánticos misteriosos que en estos días formaban María Santísima y los
Ángeles, sin duda fuera una de las grandes maravillas del Señor y asombro de
todos los mortales. No hallo yo términos, ni tengo tiempo para declarar lo poco
que de este sacramento he conocido: porque en primer lugar alababan al Ser de
Dios en sí mismo, en todas sus perfecciones y atributos que conocían. Luego la
gran Reina le bendecía y engrandecía por lo que su Majestad, Sabiduría y
Omnipotencia se había manifestado en haber criado tantas y tan hermosas
sustancias espirituales y angélicas, y por haberlas favorecido con tantos dones
de naturaleza y gracia; y por sus ministerios, ejercicios y obsequio en cumplir
la voluntad de Dios, y en asistir y gobernar á los hombres y á toda inferior y
visible naturaleza. A. estas alabanzas respondían los Ángeles con el retorno y
desempeño de aquella deuda, y todos cantaban al Omnipotente admirables loores y
alabanzas, porque había criado y elegido para madre suya á una Virgen tan pura tan
Santa y digna de sus mayores dones y favores; y porque la había levantado sobre
todas las criaturas en santidad y gloria; y la había dado el dominio é imperio,
para que todas la sirviesen, adorasen y predicasen por digna Madre de Dios y
restauradora del linaje humano De esta manera venia á ser este día de admirable
júbilo y dulzura para la gran Señora y gozo accidental de los Ángeles. Obra
citada, tercera parte Lib. VIII. cap. XVI números 688 y 689