martes, 2 de enero de 2024

NOVENA A LA VIRGEN DE LA SOLEDAD DE PORTA VAGA


 

NOVENARIO CONSAGRADO A LA PIADOSÍSIMA VIRGEN DE LA SOLEDAD

LLAMADA DE LA PUERTA-VAGA

 

QUE SE VENERA

EN SU CAPILLA EN EL PUEBLO DE CAVITE

PARA SOLICITAR SU PATROCINIO MEDIANTE LA CONTEMPLACIÓN DE LOS PASOS

DE SU TRISTÍSIMA SOLEDAD.

 

REIMPRESA CON LICENCIAS NECESARIAS

MANILA

 

TIP. PONTIFICIA DEL COLEGIO DE STO. TOMAS 1922.

 

El Ilmo. y Rmo. Sr. D. Basilio Sancho de Santa Justa y Rufina, por la gracia de Dios y de la Santa Sede Apostólica, Arzobispo Metropolitano de estas Islas Filipinas, del Consejo de su S. M.... etc., concede ochenta días de Indulgencia a todos los fieles cristianos por cada vez que leyeren, o asistieren a este Novenario. Igualmente, el Ilmo. Rmo. Sr. D. Fr. Juan Antonio de Órbigo y Gallego, otros cuarenta practicando lo mismo. También el Ilmo. y Rmo. Mons. Jeremías J. Harty Arzobispo de Manila, con fecha 21 Octubre de 1909, concedió 100 días de Indulgencia a todos los que hicieren uso de las oraciones aquí contenidas y otros 100 a los que hicieren esta Novena.

 

MODO DE HACER ESTE NOVENARIO

Puesto en la presencia de alguna imagen de la Santísima Virgen de la Soledad, recogido el espíritu con toda la devoción posible y hecha la señal de la Cruz, se comenzará este Novenario con el siguiente.

 

ACTO DE CONTRICION

¡Virgen dolorosísima!: ya conozco el incomparable desconsuelo y vehementísimos pesares que atravesaron vuestro tierno y amante corazón aquellos tres días que os hallasteis tan sola, dejando muerto y sepultado a vuestro amorosísimo Jesús en el sepulcro, para enseñar a mí cuanto debe de ser mi sentimiento por las muchas veces que con mis graves culpas he despedido y arrojado de mí alma a mi Señor, quedándome sin la especial favorable presencia con que asiste a las almas justas. ¡Oh, y con qué lágrimas debo llorar esta ausencia de mi Dios a que dieron ocasión mis ingratitudes! Bien quiero, Señora mía, amparo de pecadores, dolerme y arrepentirme con todas las veras de mi corazón, y según es de mi eficaz deseo me arrepiento y me pesa en mi alma de todas mis culpas, por haber con ellas ofendido a un Dios a quien debía amar con todos los afectos de mi voluntad. Me pesa de todas y de cada una de mis culpas, y quisiera haber muerto antes de haber cometido alguna; pero ya de hoy en adelante, amabilísima Madre, propongo enmendar mi vida, y no volver a pecar más, y fío en la misericordia de vuestro Hijo que por mí padeció tan dolorosa e infame muer te, que me ha de perdonar y restituir a su gracia; y a vos, Madre mía, os pido me alcancéis este favor, y para eso le ofrezcáis por mí los dolores que padecisteis en vuestra amarguísima Soledad. Amén.

 

-Ahora se hace un ratito de oración, contemplando uno de los pasos que padeció María Santísima en su Soledad.

 

RATO DE ORACION

PARA EL DIA PRIMERO

Contempla el grande quebranto que padeció el corazón de María Santísima, cuando pusieron la losa del sepulcro en que habían sepultado el cadáver sacrosanto de su Hijo.

¡Desconsoladísima Señora y Madre del más atormentado Hijo! conozco el grave y agudo sentimiento que oprimió vuestro tierno y amante espíritu, cuan-do habiendo puesto su despedazado y difunto cuerpo dentro del sepulcro, la religiosa piedad de los compasivos varones lo cerró con una grande y pesada piedra, con que totalmente os lo quita-ron de la vista. ¡Ay de mí Señora, que el delirio de este mi corazón perverso y empedernido, ha sido la pesada piedra que os ha ocasionado tantas opresiones y fatigas! Pero, pues vos podéis, madre mía, ablandarlo y derretirlo con la eficacia de vuestra intercesión, alcanzadme por este vuestro dolor y desamparo de vuestro Hijo santísimo, auxilios eficaces para que, enterneciéndose la rígida terquedad de mi obstinada rebeldía, saliendo del lóbrego sepulcro de mis culpas, me sepulte yo con vuestro Hijo, y sepulte todas mis pasiones y apetitos para su gloria y mi provecho, impetradme el favor que pretendo de vuestra misericordia, por medio de esta novena. Amen.

 

-Se rezarán siete Ave Marías, y después se dirá el siguiente:

 

PESAME A NUESTRA SEÑORA EN EL RETIRO DE SU SOLEDAD PARA TODOS LOS DIAS

¡Oh, madre la más desconsolada de todas las madres del mundo! dadme permiso para que me ponga en vuestra presencia, porque avergonzado de ser yo la causa de vuestros sentimientos con mis graves culpas, no me atrevo a aparecer delante de vuestros ojos; pero asegurado, Señora, de vuestra maternal mansedumbre y clemencia vengo para daros y pediros una y muchas veces el pésame de vuestro desamparo y de vuestra Soledad. Me pesa del sumo desamparo en que quedasteis después de su muerte y sepultura, porque yo he sido en gran par te la causa de sus afrentas, y de vuestras angustias; yo la ocasión de sus calamidades y de vuestras pesadumbres. Quisiera, afligidísima Madre, deshacer mis yerros con lágrimas de sangre, y daros a vos y a vuestro Hijo una tan plena satisfacción, que ella fuese entero testimonio de cuan sólido y eficaz es mi arrepentimiento: espero que me ayudareis con vuestros ruegos para que, con la perfecta mudanza de mi vida, manifieste el pesar que ahora tengo en mi alma. Vos, Señora, sois Madre de pecadores; sedlo, pues, para conmigo, pues lloro, me arrepiento, y solicito ser perdonado. Y ya que vos mantuvisteis en aquellos tres días la Iglesia y su fe, haced ahora que ella triunfe de sus enemigos; que los herejes, infieles e idólatras la abracen: negociad la paz entre Dios y los hombres; alcanzadla también para todos los Príncipes cristianos: lograd la deseada libertad de aquella penosa cárcel para las almas del Purgatorio: y a mí, piadosísima Señora, admitidme entre vuestros domésticos para que os haga compañía en vuestra Sole-dad, para que enmendando así mi mala vida, logre vuestra asistencia en la hora de mi muerte, y el ir por toda la eternidad a gozar de vuestra felicísima compañía en la bienaventuranza de la gloria. Amén.

 

-Se finalizará cantando todos los días el Himno Stábat Mater Dolorosa, vertido en lengua castellana para que todos lo entiendan; el que se pondrá al final con el versículo y oración correspondientes.

 

HIMNO

A LA SOLEDAD DE NUESTRA SEÑORA PARA TODOS LOS DIAS

Estabas junto a la Cruz,

Virgen Madre dolorosa,

Llorando pendiente de ella

A tu Hijo, tu vida y honra.

 

R/: Ruega por nos a Jesús

Por tu Soledad, Señora.

 

Atravesada gemías

Oh dulcísima paloma,

De tantos dolores tu alma

Cuantas eran sus congojas.

 

Oh, qué triste y afligida

Te hallaste entonces, Señora,

Mas, qué mucha si eras madre

De tal hijo y tan piadosa.

 

Qué alma hubiera que en ternura

No se liquidase toda

Viendo convertida en llanto

Ya tu citara armoniosa!

 

Con razón te estremecías

Al ver apenas en sombra

La hermosura de aquel fruto

De tus entrañas dichosas.

 

Quien hubiera al contemplarte

De tu Hijo tan triste copia,

Que no bosquejase en su alma

Tu compasión lastimosa?

 

Por nuestras culpas lo viste

Devengando en su persona

Sangrientamente la deuda

Que nunca contrajo propia.

 

También viste su inocencia

Muriendo en la Cruz tan sola,

Que acompañarle querías

Ya con tu muerte preciosa.

 

Ea pues, oh intacta Madre

Del puro amor Fuerte, Heróica.

Para quien llora contigo

Haz que sienta lo que lloras.

 

Haz que este mi corazón

Como tierna mariposa

Arda siempre amando a tu Hijo

Por tu respeto y su gloria.

 

Esto has de hacer, dulce Madre

Por tu gran misericordia,

Que las llagas de Jesús

En mi alma imprimas desde ahora.

 

Y de esta tu amada prenda

Por mi tan hollada y rota

Divide conmigo el cáliz

Que te brindó generosa.

 

Haz que en tus perlas mi vida

Naufrague, divina aurora,

Y que con Cristo me engolfe

En su pasión tempestuosa.

 

Pues mi alma no suspira,

Ni ya otro bien atesora

Que acompañarte llorando

Junto a la Cruz afectuosa.

 

Virgen de vírgenes,

Reina Esclarecida entre todas,

No me niegues de tu llanto

Que yo me anegue en sus ondas,

 

Haz que yo de Cristo traiga

Siempre fiel en mi memoria

De su pasión y su muerte

La triste suerte afrentosa.

 

Haz que herido con sus llamas

Amante, le reconozca,

Y que en su Cruz embriagado

No me glorie en otra cosa.

 

Así abrazado en su amor

Por tu cuenta, Virgen, corran

Las protecciones de Madre

En la última de mis horas.

 

Y para que entonces triunfe

Con las armas poderosas

De su pasión y su muerte,

Tú desde ahora me conforta

 

Hay al fin, cuando mi cuerpo

Repose en fúnebre losa,

Que tu Hijo a mi alma conceda

De su paraíso Gloria. Amen.

 

OREMUS

Deus, in cujus passione secúndum Simeónis prophétiam, dulcissimam animam gloriosae Virginis et Matris Mariae doloris gladius pertransivit: concede propitius, ut qui transfixionem ejus, et passionem venerando recolimus, glofiosis meritis et precibus omnium Sanctorum Cruci fideliter adstantium intercedentibus, passionis tuae effectum felicem consequamur. Qui vivis et regnas cum Deo Patre in unitate Spiritus Sancti Deus per omnia saecula saeculorum. Amen.

 

 

DIA SEGUNDO

RATO DE ORACION.

Contempla la reverente ternura con que al volver ya a su casa la Señora adoró y se despidió de la Santísima Cruz.

¡Desconsoladísima Madre del más Atormentado Hijo!: conozco el acerbísimos dolor que os penetró hasta el alma, cuando disponiéndoos ya a volveros a vuestro retiro, llegasteis al lugar donde aún estaba fija la Cruz, que había sido cadalso en que había muerto vuestro querido Hijo Jesús; después de adorarla como instrumento, de la redención del mundo, ennoblecida con el inmediato contacto del sagrado cuerpo de un Dios hombre, os despedisteis de ella con afectuosos requiebros, imprimiendo muchas veces en su tosco tronco vuestros purísimos labios: ¡como ensalzabais entonces la dignidad de este verdadero árbol de la vida! ¡Cómo descubríais ya los triunfos que con este estandarte se habían de conseguir en el mundo para el Cielo! ¡Cómo revolvíais, que ese era el duro lecho en que había muerto de fiebre de amor la salud de los hombres! ¡Ay de mí Señora que a esa Cruz que cargó primero vuestro Hijo, y después vuestra compasión, yo le di con mi ingratitud el peso, y la dureza pues por no cargar la Cruz de mi estado con paciencia, he faltado tantas veces al cumplimiento de mis obligaciones! Yo os suplico, mi Señora y Madre, por la pena que sentisteis en este paso, me alcancéis de vuestro Hijo fortaleza para abrazar con gusto la Cruz de los trabajos, y crucificar en ella con los clavos de la mortificación todos los deleites de este mundo, y alcanzar por esa Cruz la Corona de la eternidad y si conviene para su gloria y mi provecho impetradme el favor que, pretendo de vuestra misericordia por medio de esta Novena.

 

 

DIA TERCERO

RATO DE ORACION

Contempla el decaimiento y melancolía con que bajó la Señora del monte Calvario, dejando en él enterrado a su Santísimo Hijo.

¡Desconsoladísima Madre del más atormentado Hijo! conozco la incomparable tristeza que ocupó vuestro interior cuando al bajar ya del Santo Monte Calvario hicisteis reflexión en que bajabais sola por donde habíais subido por la mañana, siguiendo los pasos de vuestro pacientísimo Hijo: os acordabais muy bien de aquel cansancio y ahogo con que cargado con la Cruz, subió su trabajosa falda y en donde veían los ojos claros de vuestro entendimiento las huellas que dejó estampadas para la imitación, las cuales Vos la primera adorasteis y seguisteis con la resignación y rendimiento a que os alentaban los anhelos de vuestra Santidad. Ay mi Señora! si yo supiera llorar dignamente las muchas veces que arrastrado de malas compañías me he apartado de mi Dios, y por seguir los venenosos consejos de sus perjudiciales persuasiones, me he desviado del camino del Cielo que había de buscar en seguimiento de mi Jesús! Yo os suplico, mi Señora y Madre, me alcancéis de vuestro Hijo conocimiento de los precipicios a que me han despeñado los malos ejemplos, que he seguido con tanta ceguedad; y que siguiendo solo los que me dió en su pasión, y Vos en vuestra soledad, corra por los caminos de sus Santos Mandamientos con los fervorosos pasos de todas las virtudes y si conviene para gloria suya y provecho de mi alma, impetradme también el favor que pretendo de vuestra misericordia en esta Novena. Amén.

 

DIA CUARTO

RATO DE ORACION

Contempla el sumo desconsuelo con que volvió a andarla soberana Reina todo el camino de la amargura desde el Calvario hasta la Ciudad.

¡Desconsoladísima Madre del más atormentado Hijo: en qué entendimiento podrá caber conocer las angustias que cupieron en vuestro corazón para tolerarlas! Cuando volviendo a desandar por la tarde el camino de la calle de la Amargura que llevó vuestro Hijo, y Vos en su seguimiento desde la casa del Presidente Pilato hasta la falda del monte, se os representaban con prontísima viveza todos aquellos lúgubres espectáculos, que por la mañana tanto habían apurado los quilates de vuestro sufrimiento! Allí veíais el lugar donde alquilaron al Cirineo para que le ayudase a cargar el peso de la Cruz, allí donde le salisteis al encuentro para renovarle sus afanes con vuestra vista y para tragaros por los ojos los mares de penas en que se ahogaba vuestro espíritu, mirándolo en tan lastimoso estado: aquí, don-de la compasión de las piadosas mujeres manifestó en su llanto la ternura de sus afectos. En varios puestos donde fatigado con la carga de la Cruz, dió tres caídas su Santo Cuerpo en la tierra: y en todas partes registrabais, como si los tuvieseis presentes, el sudor de su rostro, la aridez de sus labios, el temblor de sus miembros, los arroyos de su sangra, de la cual, aún permanecían sobre la tierra y sobre las piedras impresas no pocas señales. ¡Ay!, mi Señora, mucho tropel es ese de congojas para vuestro entendimiento y para vuestra memoria. Y, por tanto, obligado de lo mucho que padeció mi Redentor; por eso os suplico, mi Señora y madre, estampéis en mi alma las penalidades de este tan trabajoso camino, para que representándoseme continuamente a la vista los tormentos de mi Jesús y los de vuestra compasión en tan lastimosos recuerdos, no dé paso que no sea correspondiente a los de su amor con perfecto y verdadero agradecimiento. Y si con-viene para gloria suya y provecho de mi alma, impetradme el favor que pretendo de vuestra misericordia en esta Novena. Amén.

 

 

DIA QUINTO

RATO DE ORACION

Contempla el profundo sentimiento con que entró la gran Señora en la Ciudad de Jerusalén por la puerta Judiciaria, al considerar su enorme ingratitud, y los castigos que le prevenía la divina Justicia por la atrocidad de sus delitos

¡Desconsoladísima Madre del más atormentado Hijo! por instantes crecían en vuestra Soledad los pesares de vuestro afligido corazón, pues al entrar aquella lóbrega noche en la miserable Ciudad de Jerusalén, por la puerta Judiciaria, visteis con los ojos de vuestro esclarecido entendimiento la soledad y desdicha en que había quedado aquella populosa Ciudad, por el execrable sacrilegio que aquel día había cometido, quitando la vida al Mesías ver dadero: visteis también como por esta maldad tan estupenda había de padecer su total destrucción, así como otros formidables castigos con que le había amenazado la Justicia de Dios por sus Profetas. ¡Con qué lástima mi Señora, revolvían las caritativas entrañas de vuestra maternal piedad la ingratitud de aquel rebelde pueblo, que no había querido recibir antes al Crucificado, a su insigne Bienhechor! Cómo le dirías allá en los secretos de vuestro silencio: “Pobre Jerusalén, ¡como has malogrado tanta dicha! ¡Qué te hizo mi Hijo para que así lo hayas abandonado con tan alevosa tiranía y descomedimiento? El curó tus enfermos, dio de comer milagrosamente a tus turbas, alumbró tus ciegos, limpio tus leprosos, resucitó tus muertos, enseñó a tus ignorantes y prometió el Cielo a todos. ¿Estos son los agravios que te hizo, estos favores le has pagado con los tormentos de este día, con los cuales has provocado la divina indignación para tu castigo? Ojalá, mi Señora, oiga yo estas vuestras quejas como dichas también a mi ingratitud!, pues la correspondencia con que he pagado los infinitos beneficios que me ha hecho mi Señor, han sido las repetidas y graves culpas con que le he ofendido. Yo suplico, mi Señora y Madre, me alancéis de su misericordia luz para conocer mi malicia y para que, arrepintiéndome de ella con dolor, evite los muchos castigos que confieso tener tan merecidos: y si conviene para gloria suya y provecho de mi alma, impetradme también el favor que pretendo de vuestra misericordia en esta Novena. Amén.

 

 

DIA SEXTO

RATO DE ORACION

Contempla el sentimiento sobre manera intolerable que padeció la mejor Madre, cuando llegó a la casa del Cenáculo donde se renovara los pesares de la noche antecedente.

¡Desconsoladísima Madre del más atormentado Hijo!: ¿cómo sentirías con mayor viveza, vuestra soledad al entrar en la casa del Cenáculo donde la noche antecedente habéis estado hablando con vuestro Santísimo Hijo, al ver que ya no estaba en ella, y que le dejabais debajo de la tierra en su sepultura? Qué puñales atravesaron entonces vuestra memoria, haciendo reminiscencia de los misterios y sucesos de la noche del Jueves! ¡Veíais el lugar donde había lavado los pies de sus Apóstoles, y os asombra el abismo de su abatimiento y la cobardía de los Discípulos que estaban en aquella hora amedrentados y fugitivos! Contemplabais la fineza con que había instituido en aquella casa el Santísimo Sacramento de la Eucaristía, con el fin de quedarse siempre con los hombres; y que ahora ha apartado de Vos su amabilísima presencia. volvíais los ojos a aquel recinto donde entró a despedirse de Vos, y a pediros vuestra bendición y licencia para morir, y se os derretía el corazón por los ojos viendo ya ejecutado lo que en otras y en esta ocasión os había prevenido. ¡Qué angustias mi Señora, os oprimieron con estos tan melancólicos discursos! ¡Con qué devoción besaríais una y muchas veces el suelo donde vuestro Hijo había fijado sus plantas! ¡Ay!, mi Señora y Madre, ¿qué hiciera para acompañaros y aliviaros en este trance? Aquí fué donde se despidió de Vos vuestro Jesús el Jueves, porque sabía que el Viernes, en su lugar, había de entregar por hijos a todos los hombres; y pues yo soy uno de ellos y el más miserable: no me despidáis de vuestra maternidad; admitidme por hijo aunque no le merezca, y alcanzadme que de tal manera viva, que manifieste ser hijo vuestro en todas mis obras: y si conviene para gloria suya y provecho de mi alma, impetradme también el favor que pretendo de vuestra misericordia en esta Novena. Amén.

 

 

DIA SÉPTIMO

RATO DE ORACION

Contempla la generosidad de la Santísima Señora, que no quiso admitir la compañía que para su consuelo querían hacerle el Apóstol San Juan y las piadosas mujeres, sino que despidiéndoles con afabilidad se entró en su aposento para padecer a solas sus penas.

¡Desconsoladísima Madre del más atormentado Hijo! hasta aquí pudieron llegar vuestros desconsuelos, pues los quisisteis padecer tan a solas, que el corto alivio que os podía dar en vuestra soledad la compañía de vuestro hijo Juan y de las otras piadosas mujeres que os asistieron en este día, no quisisteis admitirlo, sino que antes bien reconociendo el filial afecto con que querían acompañar vuestro llanto, los despedisteis y entrándoos en vuestro lóbrego aposento, allí disteis licencia a los dolores para que os despedazasen el alma, sin que alguna otra persona participase de vuestros desconsuelos. No obstante, Señora y Madre mía, no me habéis de despedir a mí, solicito con todo mi afecto acompañaros en vuestra soledad y que mientras Vos, amabilísima Reina de mi alma, lloráis la muerte de vuestro Hijo, yo a vuestro lado llore la causa de esa muerte, que fueron mis gravísimas culpas, Más, ¡ay qué enjutos tengo los ojos y seco el corazón! Comunicadme, Señora y Madre mía, una siquiera de vuestras lágrimas: infundid en mi pecho uno sólo de vuestros suspiros, para sentir dignamente la gravedad y muchedumbre de mis pecados, y alcanzadme que en todos los trabajos con que me quisiera afligir en esta vida la Justicia de Dios, a imitación vuestra padezca con heroica constancia; y si conviene para gloria suya y provecho de mi alma, impetradme también el favor que pretendo de vuestra misericordia en esta Novena. Amén.

 

 

DIA OCTAVO

RATO DE ORACION

Contempla las excesivas penas que padeció la Santísima Virgen, luego que retirada a su aposento se le presentó la triste tragedia de aquel lamentable día, y con la que entonces la atormentaron las tres potencias del alma.

¡Desconsoladísima Señora y Madre del más atormentado Hijo! ya estás sola en ese oscuro aposento donde el lugar, el tiempo, el sitio y todo concurría a atormentaros con indecibles aflicciones. La noche os ponía delante que habiendo muerto él sol de Justicia, vuestro Jesús, en el poniente del Calvario, ya se había acabado para Vos el día más alegre que os recreaba con sus luces. ¡Oh, qué noche esta tan diferente de aquella en qué concebisteis en vuestro vientre el Verbo de Dios cuando tomó la carne de hombre! ¡O de aquella en que lo disteis a luz en el Portal de Belén! ¡Qué inmensos fueron en estas dos noches los gozos de vuestro corazón! Mas en esta que le consideráis ya muerto y entregado ya a las oscuras sombras de un Sepulcro, ¡que congojas las de vuestro espíritu! El lugar también os afligía, sobre manera, encerrada en ese lóbrego albergue que a cualquiera par-te que volvíais los ojos, no encontrabais sino la soledad y las tinieblas. ¡Oh cómo me entrara yo, Señora y Madre Mía, a acompañaros, a serviros y asistiros sino temiera que poniéndose a vuestra vista mi ingratitud, mi maldad y mi desconocimiento os han de acrecentar vuestros dolores; pero si entro quebrantado con el pesar de mis pecados, ¿no me daréis licencia para acompañaros en la soledad del retiro? Pues ya Señora, se me rompe el corazón de sentimiento, alcanzadme el perdón de ellos y una resolución tan firme, que escoja primero la muerte, antes que vuelva a ofender a vuestro Santísimo Hijo e impetradme el favor que pretendo de vuestra misericordia en esta Novena. Amen.

 

 

DIA NOVENO

RATO DE ORACION

Contempla los actos de heroicas virtudes en que se empleó la Dolorosísima Señora todo el tiempo en que estuvo en su soledad esperando la resurrección de su Hijo.

¡Desconsoladísima Madre del más atormentado Hijo! qué días tan prolongados!, qué horas tan largas las de estos tres días en que estabais aguardando la resurrección de vuestro Hijo muerto. ¿Cómo acompañaría vuestro pensamiento a su dichosísima alma en los senos del Limbo, donde estaba ya consolando a los Santos Padres con las noticias de su remedio y libertad? ¿Cómo se había de apartar vuestro amor de su despedazado cadáver que estaba en el Sepulcro? ¿Y con qué ansias estarías ya aguardando que amaneciese el día de vuestro gozo para verle ya inmortal y triunfante? ¿Cómo ejercitabais entonces las virtudes? La fe, creyendo las promesas de vuestro Hijo, la Esperanza, aguardando la resurrección: la Caridad, refinando más vuestros afectos: la Constancia, tolerando su desamparo: la Resignación, abrazando con gusto los sentimientos: y por último, la Benignidad para con los hombres, padeciendo por ellos tantas penas. Mucha parte me cabe de esos merecimientos. Ellos me dan confianza para que os ruegue, amorosísima Madre por la Iglesia, por los pueblos cristianos y sus gobernantes por esta Ciudad de Cavite y su provincia e Islas Filipinas, por los que estamos presentes, y por los ausentes, por los pecadores, por los difuntos y por todos los fieles, que a todos alcance vuestra protección, y consigan los frutos de vuestra dolorosísima Soledad, que son ser compañeros de vuestra bienaventuranza en el Cielo; y a mi impetradme el favor que pretendo de vuestra misericordia en esta Novena. Amén.

 

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