NOVENARIO
CONSAGRADO A LA PIADOSÍSIMA VIRGEN DE LA SOLEDAD
LLAMADA
DE LA PUERTA-VAGA
QUE
SE VENERA
EN
SU CAPILLA EN EL PUEBLO DE CAVITE
PARA
SOLICITAR SU PATROCINIO MEDIANTE LA CONTEMPLACIÓN DE LOS PASOS
DE
SU TRISTÍSIMA SOLEDAD.
REIMPRESA
CON LICENCIAS NECESARIAS
MANILA
TIP.
PONTIFICIA DEL COLEGIO DE STO. TOMAS 1922.
El
Ilmo. y Rmo. Sr. D. Basilio Sancho de Santa Justa y Rufina, por la gracia de
Dios y de la Santa Sede Apostólica, Arzobispo Metropolitano de estas Islas
Filipinas, del Consejo de su S. M.... etc., concede ochenta días de Indulgencia
a todos los fieles cristianos por cada vez que leyeren, o asistieren a este
Novenario. Igualmente, el Ilmo. Rmo. Sr. D. Fr. Juan Antonio de Órbigo y
Gallego, otros cuarenta practicando lo mismo. También el Ilmo. y Rmo. Mons. Jeremías
J. Harty Arzobispo de Manila, con fecha 21 Octubre de 1909, concedió 100 días
de Indulgencia a todos los que hicieren uso de las oraciones aquí contenidas y
otros 100 a los que hicieren esta Novena.
MODO
DE HACER ESTE NOVENARIO
Puesto
en la presencia de alguna imagen de la Santísima Virgen de la Soledad, recogido
el espíritu con toda la devoción posible y hecha la señal de la Cruz, se
comenzará este Novenario con el siguiente.
ACTO
DE CONTRICION
¡Virgen
dolorosísima!: ya conozco el incomparable desconsuelo y vehementísimos pesares
que atravesaron vuestro tierno y amante corazón aquellos tres días que os hallasteis
tan sola, dejando muerto y sepultado a vuestro amorosísimo Jesús en el
sepulcro, para enseñar a mí cuanto debe de ser mi sentimiento por las muchas
veces que con mis graves culpas he despedido y arrojado de mí alma a mi Señor,
quedándome sin la especial favorable presencia con que asiste a las almas
justas. ¡Oh, y con qué lágrimas debo llorar esta ausencia de mi Dios a que
dieron ocasión mis ingratitudes! Bien quiero, Señora mía, amparo de pecadores,
dolerme y arrepentirme con todas las veras de mi corazón, y según es de mi eficaz
deseo me arrepiento y me pesa en mi alma de todas mis culpas, por haber con
ellas ofendido a un Dios a quien debía amar con todos los afectos de mi
voluntad. Me pesa de todas y de cada una de mis culpas, y quisiera haber muerto
antes de haber cometido alguna; pero ya de hoy en adelante, amabilísima Madre,
propongo enmendar mi vida, y no volver a pecar más, y fío en la misericordia de
vuestro Hijo que por mí padeció tan dolorosa e infame muer te, que me ha de
perdonar y restituir a su gracia; y a vos, Madre mía, os pido me alcancéis este
favor, y para eso le ofrezcáis por mí los dolores que padecisteis en vuestra
amarguísima Soledad. Amén.
-Ahora
se hace un ratito de oración, contemplando uno de los pasos que padeció María Santísima
en su Soledad.
RATO
DE ORACION
PARA
EL DIA PRIMERO
Contempla
el grande quebranto que padeció el corazón de María Santísima, cuando pusieron
la losa del sepulcro en que habían sepultado el cadáver sacrosanto de su Hijo.
¡Desconsoladísima
Señora y Madre del más atormentado Hijo! conozco el grave y agudo sentimiento
que oprimió vuestro tierno y amante espíritu, cuan-do habiendo puesto su
despedazado y difunto cuerpo dentro del sepulcro, la religiosa piedad de los
compasivos varones lo cerró con una grande y pesada piedra, con que totalmente
os lo quita-ron de la vista. ¡Ay de mí Señora, que el delirio de este mi
corazón perverso y empedernido, ha sido la pesada piedra que os ha ocasionado
tantas opresiones y fatigas! Pero, pues vos podéis, madre mía, ablandarlo y
derretirlo con la eficacia de vuestra intercesión, alcanzadme por este vuestro
dolor y desamparo de vuestro Hijo santísimo, auxilios eficaces para que,
enterneciéndose la rígida terquedad de mi obstinada rebeldía, saliendo del
lóbrego sepulcro de mis culpas, me sepulte yo con vuestro Hijo, y sepulte todas
mis pasiones y apetitos para su gloria y mi provecho, impetradme el favor que
pretendo de vuestra misericordia, por medio de esta novena. Amen.
-Se
rezarán siete Ave Marías, y después se dirá el siguiente:
PESAME
A NUESTRA SEÑORA EN EL RETIRO DE SU SOLEDAD PARA TODOS LOS DIAS
¡Oh,
madre la más desconsolada de todas las madres del mundo! dadme permiso para que
me ponga en vuestra presencia, porque avergonzado de ser yo la causa de
vuestros sentimientos con mis graves culpas, no me atrevo a aparecer delante de
vuestros ojos; pero asegurado, Señora, de vuestra maternal mansedumbre y
clemencia vengo para daros y pediros una y muchas veces el pésame de vuestro
desamparo y de vuestra Soledad. Me pesa del sumo desamparo en que quedasteis
después de su muerte y sepultura, porque yo he sido en gran par te la causa de
sus afrentas, y de vuestras angustias; yo la ocasión de sus calamidades y de
vuestras pesadumbres. Quisiera, afligidísima Madre, deshacer mis yerros con
lágrimas de sangre, y daros a vos y a vuestro Hijo una tan plena satisfacción,
que ella fuese entero testimonio de cuan sólido y eficaz es mi arrepentimiento:
espero que me ayudareis con vuestros ruegos para que, con la perfecta mudanza
de mi vida, manifieste el pesar que ahora tengo en mi alma. Vos, Señora, sois
Madre de pecadores; sedlo, pues, para conmigo, pues lloro, me arrepiento, y
solicito ser perdonado. Y ya que vos mantuvisteis en aquellos tres días la Iglesia
y su fe, haced ahora que ella triunfe de sus enemigos; que los herejes,
infieles e idólatras la abracen: negociad la paz entre Dios y los hombres;
alcanzadla también para todos los Príncipes cristianos: lograd la deseada
libertad de aquella penosa cárcel para las almas del Purgatorio: y a mí, piadosísima
Señora, admitidme entre vuestros domésticos para que os haga compañía en
vuestra Sole-dad, para que enmendando así mi mala vida, logre vuestra
asistencia en la hora de mi muerte, y el ir por toda la eternidad a gozar de
vuestra felicísima compañía en la bienaventuranza de la gloria. Amén.
-Se
finalizará cantando todos los días el Himno Stábat Mater Dolorosa, vertido en
lengua castellana para que todos lo entiendan; el que se pondrá al final con el
versículo y oración correspondientes.
HIMNO
A
LA SOLEDAD DE NUESTRA SEÑORA PARA TODOS LOS DIAS
Estabas
junto a la Cruz,
Virgen
Madre dolorosa,
Llorando
pendiente de ella
A
tu Hijo, tu vida y honra.
R/:
Ruega por nos a Jesús
Por
tu Soledad, Señora.
Atravesada
gemías
Oh
dulcísima paloma,
De
tantos dolores tu alma
Cuantas
eran sus congojas.
Oh,
qué triste y afligida
Te
hallaste entonces, Señora,
Mas,
qué mucha si eras madre
De
tal hijo y tan piadosa.
Qué
alma hubiera que en ternura
No
se liquidase toda
Viendo
convertida en llanto
Ya
tu citara armoniosa!
Con
razón te estremecías
Al
ver apenas en sombra
La
hermosura de aquel fruto
De
tus entrañas dichosas.
Quien
hubiera al contemplarte
De
tu Hijo tan triste copia,
Que
no bosquejase en su alma
Tu
compasión lastimosa?
Por
nuestras culpas lo viste
Devengando
en su persona
Sangrientamente
la deuda
Que
nunca contrajo propia.
También
viste su inocencia
Muriendo
en la Cruz tan sola,
Que
acompañarle querías
Ya
con tu muerte preciosa.
Ea
pues, oh intacta Madre
Del
puro amor Fuerte, Heróica.
Para
quien llora contigo
Haz
que sienta lo que lloras.
Haz
que este mi corazón
Como
tierna mariposa
Arda
siempre amando a tu Hijo
Por
tu respeto y su gloria.
Esto
has de hacer, dulce Madre
Por
tu gran misericordia,
Que
las llagas de Jesús
En
mi alma imprimas desde ahora.
Y
de esta tu amada prenda
Por
mi tan hollada y rota
Divide
conmigo el cáliz
Que
te brindó generosa.
Haz
que en tus perlas mi vida
Naufrague,
divina aurora,
Y
que con Cristo me engolfe
En
su pasión tempestuosa.
Pues
mi alma no suspira,
Ni
ya otro bien atesora
Que
acompañarte llorando
Junto
a la Cruz afectuosa.
Virgen
de vírgenes,
Reina
Esclarecida entre todas,
No
me niegues de tu llanto
Que
yo me anegue en sus ondas,
Haz
que yo de Cristo traiga
Siempre
fiel en mi memoria
De
su pasión y su muerte
La
triste suerte afrentosa.
Haz
que herido con sus llamas
Amante,
le reconozca,
Y
que en su Cruz embriagado
No
me glorie en otra cosa.
Así
abrazado en su amor
Por
tu cuenta, Virgen, corran
Las
protecciones de Madre
En
la última de mis horas.
Y
para que entonces triunfe
Con
las armas poderosas
De
su pasión y su muerte,
Tú
desde ahora me conforta
Hay
al fin, cuando mi cuerpo
Repose
en fúnebre losa,
Que
tu Hijo a mi alma conceda
De
su paraíso Gloria. Amen.
OREMUS
Deus,
in cujus passione secúndum Simeónis prophétiam, dulcissimam animam gloriosae
Virginis et Matris Mariae doloris gladius pertransivit: concede propitius, ut
qui transfixionem ejus, et passionem venerando recolimus, glofiosis meritis et
precibus omnium Sanctorum Cruci fideliter adstantium intercedentibus, passionis
tuae effectum felicem consequamur. Qui vivis et regnas cum Deo Patre in unitate
Spiritus Sancti Deus per omnia saecula saeculorum. Amen.
DIA
SEGUNDO
RATO
DE ORACION.
Contempla
la reverente ternura con que al volver ya a su casa la Señora adoró y se despidió
de la Santísima Cruz.
¡Desconsoladísima
Madre del más Atormentado Hijo!: conozco el acerbísimos dolor que os penetró
hasta el alma, cuando disponiéndoos ya a volveros a vuestro retiro, llegasteis
al lugar donde aún estaba fija la Cruz, que había sido cadalso en que había
muerto vuestro querido Hijo Jesús; después de adorarla como instrumento, de la
redención del mundo, ennoblecida con el inmediato contacto del sagrado cuerpo
de un Dios hombre, os despedisteis de ella con afectuosos requiebros,
imprimiendo muchas veces en su tosco tronco vuestros purísimos labios: ¡como
ensalzabais entonces la dignidad de este verdadero árbol de la vida! ¡Cómo descubríais
ya los triunfos que con este estandarte se habían de conseguir en el mundo para
el Cielo! ¡Cómo revolvíais, que ese era el duro lecho en que había muerto de
fiebre de amor la salud de los hombres! ¡Ay de mí Señora que a esa Cruz que
cargó primero vuestro Hijo, y después vuestra compasión, yo le di con mi
ingratitud el peso, y la dureza pues por no cargar la Cruz de mi estado con
paciencia, he faltado tantas veces al cumplimiento de mis obligaciones! Yo os
suplico, mi Señora y Madre, por la pena que sentisteis en este paso, me alcancéis
de vuestro Hijo fortaleza para abrazar con gusto la Cruz de los trabajos, y
crucificar en ella con los clavos de la mortificación todos los deleites de
este mundo, y alcanzar por esa Cruz la Corona de la eternidad y si conviene
para su gloria y mi provecho impetradme el favor que, pretendo de vuestra misericordia
por medio de esta Novena.
DIA
TERCERO
RATO
DE ORACION
Contempla
el decaimiento y melancolía con que bajó la Señora del monte Calvario, dejando
en él enterrado a su Santísimo Hijo.
¡Desconsoladísima
Madre del más atormentado Hijo! conozco la incomparable tristeza que ocupó
vuestro interior cuando al bajar ya del Santo Monte Calvario hicisteis
reflexión en que bajabais sola por donde habíais subido por la mañana,
siguiendo los pasos de vuestro pacientísimo Hijo: os acordabais muy bien de
aquel cansancio y ahogo con que cargado con la Cruz, subió su trabajosa falda y
en donde veían los ojos claros de vuestro entendimiento las huellas que dejó
estampadas para la imitación, las cuales Vos la primera adorasteis y seguisteis
con la resignación y rendimiento a que os alentaban los anhelos de vuestra
Santidad. Ay mi Señora! si yo supiera llorar dignamente las muchas veces que
arrastrado de malas compañías me he apartado de mi Dios, y por seguir los
venenosos consejos de sus perjudiciales persuasiones, me he desviado del camino
del Cielo que había de buscar en seguimiento de mi Jesús! Yo os suplico, mi
Señora y Madre, me alcancéis de vuestro Hijo conocimiento de los precipicios a
que me han despeñado los malos ejemplos, que he seguido con tanta ceguedad; y
que siguiendo solo los que me dió en su pasión, y Vos en vuestra soledad, corra
por los caminos de sus Santos Mandamientos con los fervorosos pasos de todas
las virtudes y si conviene para gloria suya y provecho de mi alma, impetradme
también el favor que pretendo de vuestra misericordia en esta Novena. Amén.
DIA
CUARTO
RATO
DE ORACION
Contempla
el sumo desconsuelo con que volvió a andarla soberana Reina todo el camino de
la amargura desde el Calvario hasta la Ciudad.
¡Desconsoladísima
Madre del más atormentado Hijo: en qué entendimiento podrá caber conocer las
angustias que cupieron en vuestro corazón para tolerarlas! Cuando volviendo a
desandar por la tarde el camino de la calle de la Amargura que llevó vuestro
Hijo, y Vos en su seguimiento desde la casa del Presidente Pilato hasta la
falda del monte, se os representaban con prontísima viveza todos aquellos
lúgubres espectáculos, que por la mañana tanto habían apurado los quilates de
vuestro sufrimiento! Allí veíais el lugar donde alquilaron al Cirineo para que
le ayudase a cargar el peso de la Cruz, allí donde le salisteis al encuentro
para renovarle sus afanes con vuestra vista y para tragaros por los ojos los
mares de penas en que se ahogaba vuestro espíritu, mirándolo en tan lastimoso
estado: aquí, don-de la compasión de las piadosas mujeres manifestó en su
llanto la ternura de sus afectos. En varios puestos donde fatigado con la carga
de la Cruz, dió tres caídas su Santo Cuerpo en la tierra: y en todas partes
registrabais, como si los tuvieseis presentes, el sudor de su rostro, la aridez
de sus labios, el temblor de sus miembros, los arroyos de su sangra, de la
cual, aún permanecían sobre la tierra y sobre las piedras impresas no pocas
señales. ¡Ay!, mi Señora, mucho tropel es ese de congojas para vuestro
entendimiento y para vuestra memoria. Y, por tanto, obligado de lo mucho que
padeció mi Redentor; por eso os suplico, mi Señora y madre, estampéis en mi
alma las penalidades de este tan trabajoso camino, para que representándoseme
continuamente a la vista los tormentos de mi Jesús y los de vuestra compasión
en tan lastimosos recuerdos, no dé paso que no sea correspondiente a los de su
amor con perfecto y verdadero agradecimiento. Y si con-viene para gloria suya y
provecho de mi alma, impetradme el favor que pretendo de vuestra misericordia
en esta Novena. Amén.
DIA
QUINTO
RATO
DE ORACION
Contempla
el profundo sentimiento con que entró la gran Señora en la Ciudad de Jerusalén
por la puerta Judiciaria, al considerar su enorme ingratitud, y los castigos
que le prevenía la divina Justicia por la atrocidad de sus delitos
¡Desconsoladísima
Madre del más atormentado Hijo! por instantes crecían en vuestra Soledad los
pesares de vuestro afligido corazón, pues al entrar aquella lóbrega noche en la
miserable Ciudad de Jerusalén, por la puerta Judiciaria, visteis con los ojos
de vuestro esclarecido entendimiento la soledad y desdicha en que había quedado
aquella populosa Ciudad, por el execrable sacrilegio que aquel día había
cometido, quitando la vida al Mesías ver dadero: visteis también como por esta
maldad tan estupenda había de padecer su total destrucción, así como otros
formidables castigos con que le había amenazado la Justicia de Dios por sus
Profetas. ¡Con qué lástima mi Señora, revolvían las caritativas entrañas de
vuestra maternal piedad la ingratitud de aquel rebelde pueblo, que no había
querido recibir antes al Crucificado, a su insigne Bienhechor! Cómo le dirías
allá en los secretos de vuestro silencio: “Pobre Jerusalén, ¡como has malogrado
tanta dicha! ¡Qué te hizo mi Hijo para que así lo hayas abandonado con tan
alevosa tiranía y descomedimiento? El curó tus enfermos, dio de comer
milagrosamente a tus turbas, alumbró tus ciegos, limpio tus leprosos, resucitó
tus muertos, enseñó a tus ignorantes y prometió el Cielo a todos. ¿Estos son
los agravios que te hizo, estos favores le has pagado con los tormentos de este
día, con los cuales has provocado la divina indignación para tu castigo? Ojalá,
mi Señora, oiga yo estas vuestras quejas como dichas también a mi ingratitud!,
pues la correspondencia con que he pagado los infinitos beneficios que me ha
hecho mi Señor, han sido las repetidas y graves culpas con que le he ofendido.
Yo suplico, mi Señora y Madre, me alancéis de su misericordia luz para conocer
mi malicia y para que, arrepintiéndome de ella con dolor, evite los muchos castigos
que confieso tener tan merecidos: y si conviene para gloria suya y provecho de
mi alma, impetradme también el favor que pretendo de vuestra misericordia en
esta Novena. Amén.
DIA
SEXTO
RATO
DE ORACION
Contempla
el sentimiento sobre manera intolerable que padeció la mejor Madre, cuando
llegó a la casa del Cenáculo donde se renovara los pesares de la noche antecedente.
¡Desconsoladísima
Madre del más atormentado Hijo!: ¿cómo sentirías con mayor viveza, vuestra
soledad al entrar en la casa del Cenáculo donde la noche antecedente habéis
estado hablando con vuestro Santísimo Hijo, al ver que ya no estaba en ella, y
que le dejabais debajo de la tierra en su sepultura? Qué puñales atravesaron
entonces vuestra memoria, haciendo reminiscencia de los misterios y sucesos de
la noche del Jueves! ¡Veíais el lugar donde había lavado los pies de sus
Apóstoles, y os asombra el abismo de su abatimiento y la cobardía de los
Discípulos que estaban en aquella hora amedrentados y fugitivos! Contemplabais
la fineza con que había instituido en aquella casa el Santísimo Sacramento de
la Eucaristía, con el fin de quedarse siempre con los hombres; y que ahora ha
apartado de Vos su amabilísima presencia. volvíais los ojos a aquel recinto
donde entró a despedirse de Vos, y a pediros vuestra bendición y licencia para
morir, y se os derretía el corazón por los ojos viendo ya ejecutado lo que en
otras y en esta ocasión os había prevenido. ¡Qué angustias mi Señora, os
oprimieron con estos tan melancólicos discursos! ¡Con qué devoción besaríais
una y muchas veces el suelo donde vuestro Hijo había fijado sus plantas! ¡Ay!,
mi Señora y Madre, ¿qué hiciera para acompañaros y aliviaros en este trance?
Aquí fué donde se despidió de Vos vuestro Jesús el Jueves, porque sabía que el
Viernes, en su lugar, había de entregar por hijos a todos los hombres; y pues
yo soy uno de ellos y el más miserable: no me despidáis de vuestra maternidad;
admitidme por hijo aunque no le merezca, y alcanzadme que de tal manera viva,
que manifieste ser hijo vuestro en todas mis obras: y si conviene para gloria
suya y provecho de mi alma, impetradme también el favor que pretendo de vuestra
misericordia en esta Novena. Amén.
DIA
SÉPTIMO
RATO
DE ORACION
Contempla
la generosidad de la Santísima Señora, que no quiso admitir la compañía que
para su consuelo querían hacerle el Apóstol San Juan y las piadosas mujeres,
sino que despidiéndoles con afabilidad se entró en su aposento para padecer a
solas sus penas.
¡Desconsoladísima
Madre del más atormentado Hijo! hasta aquí pudieron llegar vuestros
desconsuelos, pues los quisisteis padecer tan a solas, que el corto alivio que
os podía dar en vuestra soledad la compañía de vuestro hijo Juan y de las otras
piadosas mujeres que os asistieron en este día, no quisisteis admitirlo, sino
que antes bien reconociendo el filial afecto con que querían acompañar vuestro
llanto, los despedisteis y entrándoos en vuestro lóbrego aposento, allí disteis
licencia a los dolores para que os despedazasen el alma, sin que alguna otra
persona participase de vuestros desconsuelos. No obstante, Señora y Madre mía,
no me habéis de despedir a mí, solicito con todo mi afecto acompañaros en
vuestra soledad y que mientras Vos, amabilísima Reina de mi alma, lloráis la
muerte de vuestro Hijo, yo a vuestro lado llore la causa de esa muerte, que
fueron mis gravísimas culpas, Más, ¡ay qué enjutos tengo los ojos y seco el
corazón! Comunicadme, Señora y Madre mía, una siquiera de vuestras lágrimas:
infundid en mi pecho uno sólo de vuestros suspiros, para sentir dignamente la
gravedad y muchedumbre de mis pecados, y alcanzadme que en todos los trabajos
con que me quisiera afligir en esta vida la Justicia de Dios, a imitación
vuestra padezca con heroica constancia; y si conviene para gloria suya y
provecho de mi alma, impetradme también el favor que pretendo de vuestra
misericordia en esta Novena. Amén.
DIA
OCTAVO
RATO
DE ORACION
Contempla
las excesivas penas que padeció la Santísima Virgen, luego que retirada a su
aposento se le presentó la triste tragedia de aquel lamentable día, y con la
que entonces la atormentaron las tres potencias del alma.
¡Desconsoladísima
Señora y Madre del más atormentado Hijo! ya estás sola en ese oscuro aposento
donde el lugar, el tiempo, el sitio y todo concurría a atormentaros con
indecibles aflicciones. La noche os ponía delante que habiendo muerto él sol de
Justicia, vuestro Jesús, en el poniente del Calvario, ya se había acabado para
Vos el día más alegre que os recreaba con sus luces. ¡Oh, qué noche esta tan
diferente de aquella en qué concebisteis en vuestro vientre el Verbo de Dios
cuando tomó la carne de hombre! ¡O de aquella en que lo disteis a luz en el
Portal de Belén! ¡Qué inmensos fueron en estas dos noches los gozos de vuestro
corazón! Mas en esta que le consideráis ya muerto y entregado ya a las oscuras
sombras de un Sepulcro, ¡que congojas las de vuestro espíritu! El lugar también
os afligía, sobre manera, encerrada en ese lóbrego albergue que a cualquiera
par-te que volvíais los ojos, no encontrabais sino la soledad y las tinieblas.
¡Oh cómo me entrara yo, Señora y Madre Mía, a acompañaros, a serviros y
asistiros sino temiera que poniéndose a vuestra vista mi ingratitud, mi maldad
y mi desconocimiento os han de acrecentar vuestros dolores; pero si entro
quebrantado con el pesar de mis pecados, ¿no me daréis licencia para
acompañaros en la soledad del retiro? Pues ya Señora, se me rompe el corazón de
sentimiento, alcanzadme el perdón de ellos y una resolución tan firme, que
escoja primero la muerte, antes que vuelva a ofender a vuestro Santísimo Hijo e
impetradme el favor que pretendo de vuestra misericordia en esta Novena. Amen.
DIA
NOVENO
RATO
DE ORACION
Contempla
los actos de heroicas virtudes en que se empleó la Dolorosísima Señora todo el
tiempo en que estuvo en su soledad esperando la resurrección de su Hijo.
¡Desconsoladísima
Madre del más atormentado Hijo! qué días tan prolongados!, qué horas tan largas
las de estos tres días en que estabais aguardando la resurrección de vuestro
Hijo muerto. ¿Cómo acompañaría vuestro pensamiento a su dichosísima alma en los
senos del Limbo, donde estaba ya consolando a los Santos Padres con las
noticias de su remedio y libertad? ¿Cómo se había de apartar vuestro amor de su
despedazado cadáver que estaba en el Sepulcro? ¿Y con qué ansias estarías ya
aguardando que amaneciese el día de vuestro gozo para verle ya inmortal y
triunfante? ¿Cómo ejercitabais entonces las virtudes? La fe, creyendo las
promesas de vuestro Hijo, la Esperanza, aguardando la resurrección: la Caridad,
refinando más vuestros afectos: la Constancia, tolerando su desamparo: la
Resignación, abrazando con gusto los sentimientos: y por último, la Benignidad
para con los hombres, padeciendo por ellos tantas penas. Mucha parte me cabe de
esos merecimientos. Ellos me dan confianza para que os ruegue, amorosísima
Madre por la Iglesia, por los pueblos cristianos y sus gobernantes por esta
Ciudad de Cavite y su provincia e Islas Filipinas, por los que estamos
presentes, y por los ausentes, por los pecadores, por los difuntos y por todos
los fieles, que a todos alcance vuestra protección, y consigan los frutos de
vuestra dolorosísima Soledad, que son ser compañeros de vuestra bienaventuranza
en el Cielo; y a mi impetradme el favor que pretendo de vuestra misericordia en
esta Novena. Amén.
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