NOVENA AL GRAN PODER DE DIOS
QUE NOS LIBRE DE TODA CLASE DE CALAMIDADES Y
ESPECIALMENTE DE LOS TERREMOTOS
¡PODEROSO SEÑOR, que con
sola tu voz sacaste de la nada los cielos y la tierra! Tú que gobiernas con
benignidad y justicia el universo, á Ti acudimos en nuestras necesidades,
porque Tú eres el único que puede salvarnos de los peligros y tentaciones en que
continuamente nos vemos expuestos á caer en este valle de miserias y
tribulaciones. Tú, que eres el Juez recto, pero misericordioso, que decreta la
suerte de los hombres y los pueblos, míranos con ojos de piedad. No desoigas
los lamentos de los pobres pecadores que, contritos y humillados, se postran
ante Ti, pidiendo compasión para sus delitos. Líbranos, Señor Omnipotente, de
todas las calamidades con que ges y castigas á los que se muestran rebeldes á
tus leyes, y muy especialmente de los sacudimientos de la tierra; Tú, que la
gobiernas; Tú, que mandas en toda la naturaleza, puedes concedernos esa gracia
por la intercesión de la Santísima Virgen De Los Dolores Y Madre Del Amor
Hermoso, á quien ocurriremos en nuestra desventura, pidiéndola su auxilio y saludándola
con las edificantes palabras del arcángel. Ave
María.
ACTO DE HUMILDAD
¡INMENSO DIOS! Siervos
tuyos, acudimos á Ti, confesando nuestra debilidad y nuestras flaquezas y
suplicándote encarecidamente que, ya que eres nuestro Dueño, seas también nuestro
Libertador. Muy grandes son, Señor, nuestros pecados; muchas son nuestras
miserias; pero tú eres también todo misericordioso, y tu atributo más bello y
admirable es la piedad. Tú, con tu GRAN PODER, harías desaparecer la
naturaleza; pero eres asimismo compasivo y bondadoso, y tu brazo jamás se
levantará contra los infelices pecadores que te entregan, arrepentidos y
humillados, su corazón, y confiesan por doquiera que Tú solo eres GRANDE, JUSTO
Y MISERICORDIOSO. Esclavos tuyos, nos postramos á tus pies sin aquella
arrogancia que un tiempo ostentamos en el mundo, sin aquella presunción que nos
inspiraba el enemigo de nuestras almas, sino con la humildad de unos siervos
sumisos y obedientes y con las lágrimas sublimes del dolor y contrición.
Dígnate, pues, oír benévolo la voz de nuestro sentimiento y concedernos amante
la gracia que solicitamos. Padre nuestro.
PRIMER DÍA
¡OH REY SUPREMO, que sólo
por redimir á los hombres aceptaste el gravísimo peso de la Cruz y sufriste los
insultas de tus enemigos! Haz que no nos pese cargar la cruz de la
mortificación y tampoco nos duela observar las reglas de la penitencia. Amén. Tres
Credos
SEGUNDO DÍA
¡OH AMANTÍSIMO SEÑOR, que, fatigado con la Cruz, caíste en
tierra sin embargo de tu fortaleza! Haz que, conociendo la gravedad de nuestras
culpas, las confesemos confiados en tu divina clemencia, para merecer el perdón
que anhelamos y por el cual ha tanto tiempo que suspiramos. Amén. Tres
Credos
TERCER DÍA
¡OH SOBERANO SEÑOR! Por el dolor que padeciste
cuando, caminando con la Cruz á cuestas, encontraste á tu Santísima Madre
traspasada de amargura, haz que, llorando nuestras faltas como Ella lloró al
verte en aquel lastimoso estado, despreciemos las vanidades y errores de este
mundo engañoso y obedezcamos en todos tus santos mandamientos. Amén. Tres
Credos.
CUARTO DÍA
¡OH CLEMENTÍSIMO SEÑOR,
que por amarnos tanto cargaste con la Cruz, que te ayudó á llevar el Cirineo!
Haz que tengamos la suficiencia necesaria para abjurar nuestros errores, y
préstanos tu gracia para hacer esa abnegación con espíritu de fervor y
religión. Amén. Tres Credos.
QUINTO DÍA
¡OH HERMOSÍSIMO SEÑOR!
Por la piedad con que aquella santa mujer llamada Verónica limpió tu rostro,
afeado con el sudor, el polvo y las salivas que había recibido, haz que se
estampe en nuestras almas tu imagen santísima, así como se estampó en el lienzo
con que aquella benéfica mujer-te limpió. Amén. Tres Credos.
SEXTO DÍA
¡OH SANTÍSIMO SEÑOR, por
tu segunda caída en la puerta Judiciaria, agobiado con el enorme peso de la Cruz!
Haz que nuestro entendimiento sea iluminado para que conozcamos el espantoso
cúmulo de nuestros delitos, y juremos odiarlos eternamente. Amén. Tres
Credos.
SÉPTIMO DÍA
¡OH DIVINO MAESTRO! Por
el llanto de aquellas piadosas mujeres de Jerusalén, haz que con las lágrimas
de una verdadera contrición lloremos nuestros pecados y purifiquemos nuestras
almas. Amén. Tres Credos.
OCTAVO DÍA
¡OH BENIGNÍSIMO JESÚS,
que por nosotros sufriste caer en tierra por tercera vez, sin poderte levantar
por Ti mismo! Haz que tengamos la suficiente impasibilidad para tolerar las
injurias de nuestros enemigos y perdonarlas, así como Tú lo hiciste con los que
tanto te ofendieron. Amén. Tres Credos.
NOVENO DÍA
¡OH PIADOSÍSIMO SEÑOR! Por el agudo dolor que
traspasó el corazón de María cuando oyó el primer golpe del martillo al
clavarte de pies y manos en la Cruz, haz que, abrasados por tu infinito amor, y
considerando tus padecimientos, vivamos siempre crucificados en tu santo
servicio, para alcanzar la palma del martirio y alabarte en el cielo
eternamente. Amén. Tres Credos.
GOZOS
Pues
sois, bueno, aunque severo
Castigando
al pecador,
Para este pueblo contrito
¡Misericordia, Señor!
No
mires nuestros delitos,
Señor
de suma demencia;
Que
hoy purgamos la conciencia
Abjurando
nuestro error.
Llorosos
te suplicamos
Por tu PODER infinito
Cesen
ya de tu justicia
Los
rayos de tus enojos,
Que,
ante tus plantas, de hinojos,
Alzamos
nuestro clamor.
Mira
¡oh Dios! nuestra agonía;
No
desoigas este grito:
De
loa fieros terremotos
Y
de cualquiera desgracia
Libia
á loa pueblos que en gracia
Hoy
están por tu dolor
Y
olvidando suá deslices
Claman
al cielo bendito:
Oye,
Señor, nuestras voces,
Pues
son la expresión sincera
De
la fe más verdadera
Que
nos presta su calor.
El
hombre ¡oh Dios! se horroriza
Creyéndose
ya maldito
A
tu PODER soberano.
Sin
tener desconfianza,
Le
pedimos la esperanza
Y
el consuelo de lu amor.
Piedad
para los que claman
Con
la angustia del precito:
No
más castigos, pues libres
De
la culpa con tu amparo,
Será
tu PODER el faro
Que
ilumine al pecador...
Confiados,
pues, te pedimos
Con
un penetrante grito:
Pues sois bueno, aunque severo
Castigando
al pecador,
Para este pueblo contrito
¡Misericordia, Señor!
ORACIÓN
¡OMNIPOTENTE
Y SEMPITERNO DIOS! Un pueblo entero, que conoce sus faltas y abjura sus
errores, se prosterna á tus plantas y te pide compasión. Nosotros, Hijos tuyos,
que estamos en el mundo por un destello de tu inagotable bondad, ¿habremos de
sufrir tan tremendos castigos como con el que acaba de amenazarnos tu justa
indignación? No, magnánimo Señor, porque nosotros, con nuestras oraciones y con
una penitencia que nos lave de la odiosa mancha del pecado, detendremos tu
cólera y procuraremos hacernos dignos de estar siempre junto á Ti, allá en la
patria de los bienaventurados, donde se manifiesta con todo su esplendor y
grandeza tu ETERNO PODER, y donde sólo se escuchan los himnos de alabanza qué
entonan los ángeles á tu Majestad. Líbranos, pues, Señor, de toda clase de
calamidades, y muy especialmente del terrible azote de los terremotos; nosotros
te ofrecemos enmendarnos, confesar nuestras faltas y llevar una vida que sea
toda virtud y santidad. Tú eres el padre de los hombres, el Dios de la
misericordia; duélete de nosotros, escucha los clamores de tus desgraciados
hijos" y ten piedad de este pueblo que te ha de adorar eternamente. Amen.
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