martes, 13 de marzo de 2018

NOVENA AL GRAN PODER DE DIOS





NOVENA AL GRAN PODER DE DIOS
QUE NOS LIBRE DE TODA CLASE DE CALAMIDADES Y ESPECIALMENTE DE LOS TERREMOTOS

¡PODEROSO SEÑOR, que con sola tu voz sacaste de la nada los cielos y la tierra! Tú que gobiernas con benignidad y justicia el universo, á Ti acudimos en nuestras necesidades, porque Tú eres el único que puede salvarnos de los peligros y tentaciones en que continuamente nos vemos expuestos á caer en este valle de miserias y tribulaciones. Tú, que eres el Juez recto, pero misericordioso, que decreta la suerte de los hombres y los pueblos, míranos con ojos de piedad. No desoigas los lamentos de los pobres pecadores que, contritos y humillados, se postran ante Ti, pidiendo compasión para sus delitos. Líbranos, Señor Omnipotente, de todas las calamidades con que ges y castigas á los que se muestran rebeldes á tus leyes, y muy especialmente de los sacudimientos de la tierra; Tú, que la gobiernas; Tú, que mandas en toda la naturaleza, puedes concedernos esa gracia por la intercesión de la Santísima Virgen De Los Dolores Y Madre Del Amor Hermoso, á quien ocurriremos en nuestra desventura, pidiéndola su auxilio y saludándola con las edificantes palabras del arcángel. Ave María.

ACTO DE HUMILDAD

¡INMENSO DIOS! Siervos tuyos, acudimos á Ti, confesando nuestra debilidad y nuestras flaquezas y suplicándote encarecidamente que, ya que eres nuestro Dueño, seas también nuestro Libertador. Muy grandes son, Señor, nuestros pecados; muchas son nuestras miserias; pero tú eres también todo misericordioso, y tu atributo más bello y admirable es la piedad. Tú, con tu GRAN PODER, harías desaparecer la naturaleza; pero eres asimismo compasivo y bondadoso, y tu brazo jamás se levantará contra los infelices pecadores que te entregan, arrepentidos y humillados, su corazón, y confiesan por doquiera que Tú solo eres GRANDE, JUSTO Y MISERICORDIOSO. Esclavos tuyos, nos postramos á tus pies sin aquella arrogancia que un tiempo ostentamos en el mundo, sin aquella presunción que nos inspiraba el enemigo de nuestras almas, sino con la humildad de unos siervos sumisos y obedientes y con las lágrimas sublimes del dolor y contrición. Dígnate, pues, oír benévolo la voz de nuestro sentimiento y concedernos amante la gracia que solicitamos. Padre nuestro.

PRIMER DÍA

¡OH REY SUPREMO, que sólo por redimir á los hombres aceptaste el gravísimo peso de la Cruz y sufriste los insultas de tus enemigos! Haz que no nos pese cargar la cruz de la mortificación y tampoco nos duela observar las reglas de la penitencia. Amén. Tres Credos

SEGUNDO DÍA
¡OH AMANTÍSIMO SEÑOR, que, fatigado con la Cruz, caíste en tierra sin embargo de tu fortaleza! Haz que, conociendo la gravedad de nuestras culpas, las confesemos confiados en tu divina clemencia, para merecer el perdón que anhelamos y por el cual ha tanto tiempo que suspiramos. Amén. Tres Credos

TERCER DÍA

 ¡OH SOBERANO SEÑOR! Por el dolor que padeciste cuando, caminando con la Cruz á cuestas, encontraste á tu Santísima Madre traspasada de amargura, haz que, llorando nuestras faltas como Ella lloró al verte en aquel lastimoso estado, despreciemos las vanidades y errores de este mundo engañoso y obedezcamos en todos tus santos mandamientos. Amén. Tres Credos.

CUARTO DÍA

¡OH CLEMENTÍSIMO SEÑOR, que por amarnos tanto cargaste con la Cruz, que te ayudó á llevar el Cirineo! Haz que tengamos la suficiencia necesaria para abjurar nuestros errores, y préstanos tu gracia para hacer esa abnegación con espíritu de fervor y religión. Amén. Tres Credos.

QUINTO DÍA

¡OH HERMOSÍSIMO SEÑOR! Por la piedad con que aquella santa mujer llamada Verónica limpió tu rostro, afeado con el sudor, el polvo y las salivas que había recibido, haz que se estampe en nuestras almas tu imagen santísima, así como se estampó en el lienzo con que aquella benéfica mujer-te limpió. Amén. Tres Credos.

SEXTO DÍA

¡OH SANTÍSIMO SEÑOR, por tu segunda caída en la puerta Judiciaria, agobiado con el enorme peso de la Cruz! Haz que nuestro entendimiento sea iluminado para que conozcamos el espantoso cúmulo de nuestros delitos, y juremos odiarlos eternamente. Amén. Tres Credos.

SÉPTIMO DÍA

¡OH DIVINO MAESTRO! Por el llanto de aquellas piadosas mujeres de Jerusalén, haz que con las lágrimas de una verdadera contrición lloremos nuestros pecados y purifiquemos nuestras almas. Amén. Tres Credos.

OCTAVO DÍA

¡OH BENIGNÍSIMO JESÚS, que por nosotros sufriste caer en tierra por tercera vez, sin poderte levantar por Ti mismo! Haz que tengamos la suficiente impasibilidad para tolerar las injurias de nuestros enemigos y perdonarlas, así como Tú lo hiciste con los que tanto te ofendieron. Amén. Tres Credos.

NOVENO DÍA

 ¡OH PIADOSÍSIMO SEÑOR! Por el agudo dolor que traspasó el corazón de María cuando oyó el primer golpe del martillo al clavarte de pies y manos en la Cruz, haz que, abrasados por tu infinito amor, y considerando tus padecimientos, vivamos siempre crucificados en tu santo servicio, para alcanzar la palma del martirio y alabarte en el cielo eternamente. Amén. Tres Credos.

GOZOS

Pues sois, bueno, aunque severo
Castigando al pecador,
Para este pueblo contrito
¡Misericordia, Señor!

No mires nuestros delitos,
Señor de suma demencia;
Que hoy purgamos la conciencia
Abjurando nuestro error.
Llorosos te suplicamos

Por tu PODER infinito


Cesen ya de tu justicia
Los rayos de tus enojos,
Que, ante tus plantas, de hinojos,
Alzamos nuestro clamor.
Mira ¡oh Dios! nuestra agonía;
No desoigas este grito:

De loa fieros terremotos
Y de cualquiera desgracia
Libia á loa pueblos que en gracia
Hoy están por tu dolor
Y olvidando suá deslices
Claman al cielo bendito:

Oye, Señor, nuestras voces,
Pues son la expresión sincera
De la fe más verdadera
Que nos presta su calor.
El hombre ¡oh Dios! se horroriza
Creyéndose ya maldito

A tu PODER soberano.
Sin tener desconfianza,
Le pedimos la esperanza
Y el consuelo de lu amor.
Piedad para los que claman
Con la angustia del precito:

No más castigos, pues libres
De la culpa con tu amparo,
Será tu PODER el faro
Que ilumine al pecador...
Confiados, pues, te pedimos
Con un penetrante grito:

 Pues sois bueno, aunque severo
Castigando al pecador,
Para este pueblo contrito
¡Misericordia, Señor!

ORACIÓN

¡OMNIPOTENTE Y SEMPITERNO DIOS! Un pueblo entero, que conoce sus faltas y abjura sus errores, se prosterna á tus plantas y te pide compasión. Nosotros, Hijos tuyos, que estamos en el mundo por un destello de tu inagotable bondad, ¿habremos de sufrir tan tremendos castigos como con el que acaba de amenazarnos tu justa indignación? No, magnánimo Señor, porque nosotros, con nuestras oraciones y con una penitencia que nos lave de la odiosa mancha del pecado, detendremos tu cólera y procuraremos hacernos dignos de estar siempre junto á Ti, allá en la patria de los bienaventurados, donde se manifiesta con todo su esplendor y grandeza tu ETERNO PODER, y donde sólo se escuchan los himnos de alabanza qué entonan los ángeles á tu Majestad. Líbranos, pues, Señor, de toda clase de calamidades, y muy especialmente del terrible azote de los terremotos; nosotros te ofrecemos enmendarnos, confesar nuestras faltas y llevar una vida que sea toda virtud y santidad. Tú eres el padre de los hombres, el Dios de la misericordia; duélete de nosotros, escucha los clamores de tus desgraciados hijos" y ten piedad de este pueblo que te ha de adorar eternamente. Amen.


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