NOVENA AL SEÑOR DE LA CAÑA
Por la señal de la santa cruz…
ORACIÓN (Para todos
los días)
Benignísimo señor, abre mis labios, purifica mi corazón, ilumina mi
inteligencia, inflama mis afectos para que atenta y devotamente eleve hacia ti
mismo plegarias en esta novena y merezca ser escuchado de tu divina majestad.
Oh Jesús mío, redentor de humano linaje, si te encarnaste por nuestro
bien, si te inmolaste por amor, convirtiéndote en trono de perdón, de consuelo
y esperanza; si escogiste este sitio de Ricaurte para difundir mediante este
cuadro milagroso, los inagotables tesoros de tu eterna misericordia, dígnate
acoger la súplica ferviente de este tu siervo que acude a ti con humilde
espíritu y contrito corazón.
ORACIÓN
¡Oh Jesús amantísimo!, ¡Oh divino Ecce Homo!, hecho rey de burlas por la
redención del hombre, llagado por nuestras ingratitudes. Mírame aquí
humildemente postrado ante tu acatamiento; si la gravedad de mis pecados me
confunde, el abismo de tu inagotable bondad me da confianza para arrogarme a
tus plantas. Yo, hijo prodigo, me arrepiento y prometo enmendarme con tu gracia
y fortaleza. Amén.
DÍA PRIMERO
Considera a Jesucristo en casa de Betania. Todo en esa casa es luto…Todo
dolor… Toda aflicción.
Marta sale al encuentro del maestro y sollozante le dice: “señor, si
hubieras estado aquí, Lázaro, tu amigo, aquel a quien tanto amabas no hubiera
muerto”. ¡Oh Nazareno inolvidable! En el mundo que redimiste hay muchos sitios
de vuestra predilección, como la casa de Betania has escogido el santuario de
Ricaurte para consolar a cuantos se congregaron en torno a este cuadro
milagroso del Ecce Homo.
Todos cuantos acuden a este santuario de misericordia, sollozantes como
Marta, reclaman vuestra presencia en favor de quienes como Lázaro yacen bajo la
losa del pecado y necesitan que los resucitéis a la vida de la gracia.
Aquí vienen a confiaros pesares, tristezas, heridas hondas, para que les
consoléis y confortéis. Aquí vienen a haceros presentes para que les
compadezcáis, necesidades del alma, soledades del espíritu, retorno de seres
queridos, indiferencias de personas amadas, acierto en la elección del estado,
perdón de injurias, olvido de desprecios e ingratitudes, desengaños, tregua en
la persecución, paz en el alma, en el hogar, en la sociedad, en la república,
triunfo de la fe, resignación, paciencia y valor en las zozobras de la vida.
Aquí viene a manifestaros para que les socorráis las necesidades materiales:
salud, empleos, libertad de encarcelados, fortuna en los negocios, pan, abrigo,
habitación.
¡Oh Jesús mío! amigo predilecto de las almas que sufren, atiende mis plegarias
y despacha favorablemente estas súplicas.
(Para cada día de la novena hay una consideración)
A JESÚS CRUCIFICADO
¡Oh misericordia infinita! que me has tolerado hasta aquí, acompáñame.
Por mi salud eterna estas en esa cruz. Todas tus sacratísimas llagas están
brotando Misericordia. Boca adorable de mi Salvador, bendíceme. Divinas manos
de quienes tengo todo lo que soy, sálvame. Permite, Señor, que yo adore esos
pies tan celosos en buscarme y solicitarme. Corazón Sagrado de mi Salvador.
Corazón siempre abierto a mi sincera conversión; Corazón siempre dispuesto a
recibir al pecador, recibe mis humildes suspiros, escóndeme en ese asilo
inviolable en los momentos de peligro; haz que tu sangre misericordiosa caiga
sobre mi para que lave mis pecados… Amén.
¡Oh Dios misericordioso!,
aumenta la fe de los que en Ti esperan. Oye benigno, las oraciones de los que
te suplican.
Que venga la abundancia de tu
misericordia y multiplique los dones de tu inefable Gracia.
GOZOS
Para lograr la copiosa Gracia de tu redención
Dadnos Jesús contrición por tu sangre preciosa
A Jesús omnipotente, lleno de rubor y afrenta, desnudo nos lo presenta
una vil cohorte insolente; pero ¡ay Dios! El delincuente que con cólera rabiosa
cometió acción tan odiosa, fue mi ingrato corazón.
Dadnos Jesús contrición por tu sangre preciosa
Aquellas tales criaturas, para más encarnecerte, se congregan a echar
suerte, En tus sacras vestiduras, y yo, con entrañas duras, desecho la estola
hermosa de la inocencia dichosa cediéndola a mi pasión.
Dadnos Jesús contrición por tu sangre preciosa
Ciego de ira el gentío, con mandamiento severo hace que dulce cordero se
abrace de un leño frío; más no bastó al pecho mío, esta dolencia pasmosa para
dejar orgullosa altanera presunción.
Dadnos Jesús contrición por tu sangre preciosa
Los látigos, las cadenas; las penetrantes espinas, las cortantes
disciplinas surcan ya su carne y venas. Ya Padre Eterno que ordenas inmolación
tan costosa, haz que esta púrpura hermosa sea mi gala de salvación.
Dadnos Jesús contrición por tu sangre preciosa
Desde el deplorable estado en que te puso la malicia, modifica la
justicia, que amenaza mi pecado; mi castigo ha provocado, mi vida pecaminosa;
más mi enmienda fervorosa fruto sea de tu pasión.
Tres horas en agonía, te sumergiste, Señor,
sin que cesara el rigor de mi dura tiranía; yo te ruego que, en el día de mi
muerte congojosa, me concedas tu graciosa mirada de compasión.
Dadnos Jesús contrición por tu sangre preciosa
Para lograr la copiosa Gracia de tu redención
Dadnos Jesús contrición por tu sangre preciosa
V- La sangre de Jesucristo Hijo de Dios.
R- Nos purifica de todo pecado.
ORACIÓN FINAL
Te suplico, Dios omnipotente, que mires
propicio a tu siervo y devoto. Uno de los redimidos por los cuales Nuestro
Señor Jesucristo no rehusó ser entregado en manos de los pecadores y padecer el
suplico de la cruz. Amén
DÍA SEGUNDO
ECCE HOMO
Considera como Pilatos,
mostrando la persona de Jesucristo, dijo burlonamente a la multitud; “Ecce
Homo; que quiere decir; he aquí al hombre”, que tantos problemas ha causado,
que ha venido a mi reino, que ha arrastrado en pos de si las muchedumbres. He
aquí al hombre que se dice Mesías, Salvador del pueblo de Israel, mírenlo aquí
con toda su magnificencia. Dios de Misericordia, bien hubieras podido confundir
a Pilatos y al pueblo, pero ¡Oh redentor mío! Debías ser sacrificado por el
hombre y era preciso que hubiese jueces cobardes y verdugos.
Has querido esta humillación
para redimirnos. Hoy te presentas en este cuadro milagroso triunfando. Hoy no
eres ya Rey de burlas sino verdadero Señor de los corazones ante quien nos
postramos de hinojos en demanda de perdón y espera de favores. Amén.
DÍA TERCERO
LA PRISIÓN
Considera como la segunda
persona de la Santísima Trinidad, el Hijo de Dios, que reina con el Padre y el
Espíritu en una misma y perfectísima esencia, deja la mansión eterna para
encarnarse en el seno virginal de María y poder así, en su naturaleza pasible,
satisfacer plenamente la Divina Justicia. “Siendo de condición divina, no
retuvo ávidamente el ser igual a Dios, sino que se despojó de sí mismo tomando
condición de siervo, haciéndose semejante… y se humilló a si mismo, obedeciendo
hasta la muerte y muerte de cruz” (Filipenses 2, 6-8)
Señor, Tú te has hecho
obediente hasta la muerte en la Cruz. Ayúdame. Consuélame, fortaléceme.
DÍA CUARTO
EL BANQUILLO
Considera cómo el hombre reo
de eterna reprobación, por la infinita injuria proferida contra la Divina
Majestad, se encontraba en la desgraciada situación de un deudor que no tiene
con qué pagar. Pero he aquí que Dios misericordioso envía a su Unigénito Hijo
quien compadecido de la triste humillación en que había quedado esclavizada la
humana naturaleza, le ofrecen al hombre pecador la salvación, quedando en el
banquillo de los reos. Mira a Jesucristo en este cuadro milagroso sentado como
un criminal. Contémplalo observándolo desde ese asiento de ignominia a todos
los que hace veinte siglos van pasando desdeñosos delante de su inmolación
diciéndonos: “¡Oh! ¡Hombre ingrato! ¡Oh despiadado pecador!; por ti estoy aquí,
reo de un amor eterno, para expiar tus delitos y darte en cambio el trono de
glorificación”. Amén.
DÍA QUINTO
LAS LLAGAS
Considera a la persona de
Jesucristo entregada a la crueldad de los verdugos. Todos querían saciarse en
la augusta victima; el entusiasmo y frenesí con que la multitud le aclamó a su
entrada a Jerusalén, se convirtieron en odio. A los “hosanna” de la víspera,
habían sucedido los gritos de “caiga su Sangre sobre nosotros y sobre nuestros
hijos”. Pilatos lo manda a azotar y así lo ataron a la columna de la
flagelación para acallar a ese pueblo enloquecido. Míralo en ese cuadro
milagroso, desfigurado. Contempla el “más hermoso de los hijos de los hombres”
mostrándonos todo su cuerpo llagado, ensangrentado. ¡Oh Jesús mío amorosísimo!
Por tu sangre preciosa purifícanos de todos nuestros pecados. Amén.
DÍA SEXTO
LA CAÑA
Contempla ahora a Jesús en
este cuadro milagroso, vencido por los Sumos Sacerdotes y Escribas Judíos. ¡Oh
Dios manso, benignísimo! Te despojas del cetro que correspondía a tu divina
fortaleza, sólo por amor al hombre, por redimirlo. “Mi Reino – has dicho – no
es de este mundo”. Si, tú eres Rey de los corazones; esa caña que empuñas es
emblema del Reino espiritual. Yo te reconozco como mi único Rey. Que imperes
sobre mi hogar, sobre esta comunidad, sobre este Santuario de Ricaurte, sobre
mi patria entera. Yo me someto a tus decretos soberanos, aunque vayan en contra
de mis ambiciones. Quiero ser súbdito fiel de un Rey como tú, Rey eterno,
inmortal, aunque quien se doblegan todos los príncipes y se anonadarán todos
los imperios. Haz que hasta al sacrificio sea esclavo de tu voluntad. Amén.
DÍA SÉPTIMO
CORONA DE ESPINAS
Considera a Jesucristo en
medio de los soldados que en la noche del Jueves Santo se burlaron de la víctima
inocente, profiriéndole toda clase de insultos, sarcasmos e improperios.
Impulsados por satánica crueldad tejieron una corona de espinas y con saña
implacable la clavaron en la cabeza de Jesús y luego pasando frente a su Real
personas, le decían “Salve Rey de los Judíos”. ¡Oh Rey excelso! Yo os contemplo
en este cuadro milagroso como “cordero que quita el pecado del mundo”. Para
regenerar la envilecida estirpe de los hombres, no te basta sufrir la muerte de
la cruz. Quieres que las espinas hieran y sangren tus sienes para así expiar
los pensamientos de soberbia contra los eternos mandamientos. Yo te prometo
humillar mi mente ante los inescrutables misterios de la fe y ante los
designios de la Providencia. Si mi orgullo acrecienta deseos de vanagloria y de
honra, yo me acordaré de que el discípulo no debe ser de mejor condición que su
maestro y que bajo un Dios coronado de espinas, el hombre, debe vivir anonado.
Amén.
DÍA OCTAVO
TRISTEZA DE JESÚS
Considera a Jesús en el huerto
de los Olivos. “aparta de mi este cáliz” dice cuando su espíritu acongojado
presiente el dolor inmenso que se avecina con las torturas de la pasión.
Contempla a Jesús en este cuadro milagroso. Ya no es presentimiento de los
azotes, escarnio de la pasión lo que su espíritu entristece. Es el pesar
infinito de un Corazón generoso que recibe en cambio desprecios y
humillaciones. ¡Oh Jesús mío! Pensativo e inconsolable, yo quiero hoy
ofrendarte todas mis tristezas, mis dolores. Yo quiero que mi vida se consuma
en el altar del sacrificio. Haz que tenga valor para beber el cáliz de la
amargura. Yo quiero hacerme discípulo de tu acongojado y lacerado corazón.
Amén.
DÍA NOVENO
MIRADA DE REPROCHE
Considera a Jesucristo ante
Caifás, cuando Pedro protesta y niega conocer al Nazareno. Una mirada de
reconvención basta para hacerlo llorar amargamente la cobarde negación.
Nosotros te hemos negado muchas veces por nuestro orgullo y por nuestros
pecados. Con tu mirada, Jesús, nos dices: “Aquí estoy y esperaré llamando
siempre a todos los que pasen indiferentes ante el altar de mi sacrificio. Hijo
mío dame tu corazón. Yo te bendeciré y te perdonaré con mi diestra
ensangrentada”. Dame, Señor, una sincera conversión. Amén.
ORACIÓN
Dios, Padre nuestro, nos has
ocultado el momento y la hora de nuestra muerte, haz que viviendo santamente
todos los días de nuestra vida, merezcamos una muerte dichosa, abrasados en tu
Divino Amor. Por los méritos de Nuestro Señor Jesucristo y de su Santísima
Madre. Amén.
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