PIADOSA NOVENA A NUESTRO PADRE SAN
ESPIRIDIÓN DE TREMITUS
OBISPO
Y CARMELITA
ESCRITA
POR EL SACERDOTE VICENTE MARIA CONTI
1825
ORACIÓN INICIAL
Os
suplicamos, Señor, que preparéis con vuestras inspiraciones y sostengáis con vuestros
auxilios nuestras obras, para que todo cuanto os pidiéremos y practicaremos, de
vos tenga siempre principio, y por vos tenga también un venturoso fin: por Jesucristo
nuestro Señor. Amén.
DIA PRIMERO
ORACIÓN
Venerado
Santo mío Espiridión, son tantas mis iniquidades que ya llegan a ser innumerables.
Volved, pues, os ruego, vuestros ojos compasivos hacia mis miserias. Alcanzadme
del Señor luz para conocer mi gran ceguedad, y fervor para castigar mis graves
culpas. Santo mío, yo me pongo en vuestras manos: os elijo por Padre, recibidme
por hijo, y como a tal alcanzadme del piadosísimo Jesús que, si ahora soy reo
de muerte eterna, por vuestras súplicas me convierta a penitencia, para llegar
por este medio a ser heredero de la bienaventuranza.
RESPONSORIO
Fieles almas, que portentos
buscáis, y dones del cielo,
corred prontas al Carmelo,
invocando á Espiridión,
Nuevo Elías, nuevo Elíseo,
las congojas él destierra,
fuego y aire, mar y tierra,
domina en toda ocasión.
Los dolores de cabeza
cura, en los ídolos manda,
los duros pechos ablandan,
las almas convierten a Dios:
Oyenlo, aunque se enfurecen
los demonios infernales,
la muerte, el error, los males
todos escuchan su voz.
Su santo cuerpo incorrupto,
ele los tiempos al abrigo,
Corfú guarda, fiel testigo
de su gloria y su poder:
En la tumba profetiza,
por cumplir vuestro deseo,
nuevo Elías, nuevo Eliseo,
aún difunto viene a ser.
ORACIÓN: Concédenos, Señor todopoderoso, en
la augusta solemnidad de tu bienaventurado confesor y pontífice Espiridión,
nuevo aumento de devoción y de salud. Por Jesucristo Señor Nuestro. Amén.
GOZOS
Pues de humilde condición
á obispo fuiste elevado:
Al que gime atribulado
da tu auxilio Espiridión
De familia hospitalaria
y oscura en Chipre naciste,
pastor desde niño fuiste,
y en la vida solitaria
de gracia extraordinaria
llenó Dios tu corazón.
Esposa habiendo tomado
te conservaste inocente,
y por tu fe tan ardiente
tu ojo derecho sacado,
y en corva desjarretado,
te viste sin compasión.
En las minas de Oriente
á trabajar desterrado,
del Carmelo has abrazado
la Regla muy diligente,
su hábito penitente
vistiendo con devoción.
Libre a tu casa volviste
y muerta la esposa hallaste,
e n ser pastor te ocupaste,
muchos milagros hiciste,
y de Tremitunte fuiste
hecho obispo a la sazón.
Tu poca capacidad
manifestaste espantado,
y aun habiendo rehusado
subir a tal dignidad,
por divina voluntad
se hizo tu ordenación.
A tu grey apacentaste
con apostólico celo,
lluvia copiosa del cielo
en sequedad alcanzaste,
y á muertos resucitaste
con tu ferviente oración.
Por el Señor instruido
y de celo ardiente lleno
en el Concilio Niceno
á un sabio hereje vencido
dejaste y bien convertido
lo que cansó admiración.
A unos ladrones hallaste
en tu aprisco detenidos,
y al verlos ya compungidos
su inmovilidad curaste,
y un carnero que tocaste
les diste por compasión.
Un depósito ignorando
á tu hija confiado,
muerta la has resucitado,
y la verdad aclarando,
le mandas que descansando
quede en sepulcral mansión.
Como médico divino
toda enfermedad curaste,
y la salud retornaste
al piadoso Constantino,
riquezas te ofreció fino
que rehusaste con tesón.
Después de tan santa vida,
con una muerte preciosa
Dios a tu alma gloriosa
del cielo al goce convida,
dióse á tu cuerpo e n seguida
con digna veneración.
Un protector amoroso
hallan en ti los modales,
los enfermos en sus males
un médico prodigioso,
pues siempre a tiendes piadoso
del devoto a la oración.
L/: Ruega por nosotros ¡Oh Padre Espiridión!
R/: Para que seamos dignos
de las promesas de Cristo
ORACIÓN:
Concédenos, Señor todopoderoso, en la augusta solemnidad de tu bienaventurado
confesor y pontífice Espiridión, nuevo aumento de devoción y de salud. Por
Jesucristo Señor Nuestro. Amén.
DIA SEGUNDO
ORACIÓN
Cuanto
más medito en vuestra vida, o Santo mío, tanto más admiro vuestras grandes
virtudes, y me avergüenzo al reconocer en mí un abismo de miserias. ¿Y qué, será
posible que yo os ame y me precie de ser vuestro devoto, y no quiera imitar
vuestros ejemplos? ¡Ah, amado Padre mío! ya que hasta aquí no he sabido
aprovecharme de los favores y de las luces que Dios me ha concedido, dignaos,
por compasión, alcanzarme nuevas y abundantes gracias, para que yo no resista
ya más a las inspiraciones divinas. He nacido para
Dios; haced, pues, con vuestra intercesión que, sujetándome desde hoy a sus
adorables disposiciones, obre siempre con el fin de agradarle, y le consagre mi
corazón amándolo en todo tiempo, en todo lugar, y en cualquiera circunstancia
en que se dignare ponerme, para poder amarlo después con vos en
el cielo por toda la eternidad.
Padre
nuestro, Ave María y Gloria.
DIA TERCERO
ORACIÓN
Amabilísimo
Santo mío ¿cuándo tendré la dicha de que este mi corazón de piedra se convierta
en un corazón de carne? Ah, dulce Padre y protector mío. Si viviendo en este
mundo fuisteis tan amoroso y tan afable, macho más debéis mostrar vuestra
caridad y dulzura ahora que estáis en el cielo; pues si aquí gustasteis gota
agota de la caridad divina, allá la gozáis toda en su misma fuente. Alcanzadme,
pues, que mi corazón se haga todo para todos, de suerte que a todos ame yo en Jesucristo,
Ya os he escogido por Padre; justo es por lo mismo que os imito como hijo, para
gloria de aquel buen Dios que os escogió, y a quien sean dudas continuas
alabanzas por toda la eternidad.
DIA CUARTO
ORACIÓN
O
Santo abogado mío: ¿cómo podré decir que deseo amaros, y ser vuestro devoto, cuando
en nada procuro imitar vuestra santísima vida? Vos fuisteis todo par a todos,
procurando con el mayor empeño ser útil a vuestros prójimos, ¿y yo qué hago por
ellos? Nada cuido del bien ajeno; pero lo que es peor, tampoco hago caso del
propio. Haced, pues, o Santo Espiridión, que procure la salvación eterna de los
demás, y que con el mayor fervor desee y procure la mía. Los años pasan, y no
me acabo de resolver a mudar de vida. Compadeceos de mí, y socorred mi
lastimosa necesidad. Alcanzadme de Jesús, como protector mío, un poderoso auxilio
que me haga romper de una vez todas mis cadenas, para que comience ya a amará
aquel Dios, que merece solamente todo mi amor.
DIA QUINTO
ORACIÓN
¡O
santo protector mío Espiridión! Bien sabéis que Soy merecedor del infierno, y
que si no estoy penando en sus llamas eternas no ha quedado por mí que bastante
he buscado con mis pecados como precipitarme en ellas para siempre, sino
solamente por la infinita misericordia de Dios, que te ha dignado detenerme. Lo
conozco, lo confieso, y, sin embargo, estoy tan lleno de soberbia, que además
de complacerme vanamente de mí mismo, no se sufrir una leve injuria, una
palabra dicha contra mí. ¡O amado Santo mío, que en vida fuiste tan humilde!
rogad por mí, para que me reconozca a mí mismo, y me resigne a tolerar de buena
voluntad cualquiera agravio, acordándome de que tantas veces he merecido el
infierno. ¡O Santo humildísimo, interponed por mí vuestras súplicas ante el
trono divino; pues estoy cierto de que, a tan poderoso intercesor como vos, no
ha de negar cosa alguna aquel Dios, a quien amasteis tanto en vida, ¡y a quien
amáis ahora tan ardientemente en la feliz eternidad!
DIA SEXTO
ORACÓN
¡Oh Santo protector mío Espiridión! ¡Cuando
llegará el día en que desprenda mi corazón y mi afecto de los bienes de
esta vida miserable! ¿Es posible que siempre he de pensar en
la tierra, habiendo sido creado para el cielo? Amable Santo mío, á vos recurro
implorando vuestra protección: alcanzadme con vuestra intercesión poderosa toda
la gracia que necesito, de aquel Dios a quien amáis, y de quien sois amado:
alcanzadme que aborrezca todo lo mundano y terreno, y que solo aspire a conseguir
el cielo. Allá se dirijan desde hoy todos mis pensamientos, y todos mis deseos,
y allá ponga, en fin, todo mi corazón. Amorosísimo Santo mío, dignaos escuchar
mis súplicas por el amor que tenéis a las almas, y por amor de aquel Dios, de
quien gozáis y gozareis dichosamente por toda la eternidad.
Padre nuestro, Ave
María y Gloria.
DIA SEPTIMO
ORACIÓN
¡Oh
Santo protector mío Espiridión! ¡Cuando llegará el día en que desprenda mi corazón
y mi afecto de los bienes de esta vida miserable! ¿Es posible que siempre
he de pensar en la tierra, habiendo sido creado para el cielo? Amable Santo
mío, á vos recurro implorando vuestra protección: alcanzadme con vuestra intercesión
poderosa toda la gracia que necesito, de aquel Dios a quien amáis, y de quien
sois amado: alcanzadme que aborrezca todo lo mundano y terreno, y que solo
aspire a conseguir el cielo. Allá se dirijan desde hoy todos mis pensamientos, y
todos mis deseos, y allá ponga, en fin, todo mi corazón. Amorosísimo Santo mío,
dignaos escuchar mis súplicas por el amor que tenéis a las almas, y por amor de
aquel Dios, de quien gozáis y gozareis dichosamente por toda la eternidad.
DIA OCTAVO
ORACIÓN
¡Oh
glorioso San Espiridión! que inflamado del celo por la gloria divina no
mirasteis a respetos humanos ni a peligro alguno por destruir los ídolos
paganos y las herejías. No tengáis a mal que os represente, que si queréis
ahora mismo se ofrece ocasión de ejercitar vuestro ardiente celo. Aquí tenéis
mi corazón hecho un altar sacrílego, en donde reciben adoración de mis tantos
ídolos cuantos son los placeres, las riquezas, y los honores que amo con tanto
empeño. Ea, Santo mío, destruidlos con vuestra poderosa intercesión, para que
llegue a conocer mi grande error en preferir a los bienes eternos, unos bienes
perecederos y momentáneos. Padre Santísimo, si tanto hicisteis en vida por la
gloria de Dios, cuando aun no participabais perfectamente en su divino amor, ¿cómo
no lo habéis de hacer ahora que con tanta plenitud gozáis de él en su misma
fuente? Por tanto, en vos confío, en vos pongo todas mis esperanzas: haced por
vuestra grande caridad que no queden frustradas.
DIA NOVENO
ORACIÓN
¡O
Santo protector mío Espiridión! Vos supisteis por revelación la dichosa muerte
que se acercaba ya a poner fin a vuestros días. A vos se concedió el ver a los
ángeles que habían descendido del cielo para conduciros a la gloria; y
cortejado así por aquellos bienaventurados espíritus entrasteis al gozo del
Señor. Gozad pues, enhorabuena, de vuestro Dios, por cuya Fé padecisteis
tormentos, por cuya gloria tanto trabajasteis en bien de las almas. Yo me
congratulo con vos para vuestra felicidad, y me regocijo de corazón por vuestra
paz y alegría sempiterna. Quisiera añadir nuevas coronas a las vuestras, y
hacer que vos solo participarais tanto del amor divino, cuanto gozan juntos
todos los serafines del Paraíso. ¡O dulce protector mío! si no merezco que me
anuncies cuando se acerque la hora de mi muerte, hacedme al menos digno de
vuestra asistencia en aquel terrible lance. No os olvidéis de mí, venid a
socorrerme en aquel último combate, para que así auxiliado de vos pase de esta
vida temporal a la eterna. en donde tenga la dicha inexplicable de veros y
acompañaros a cantar para siempre las divinas misericordias.
Padre
nuestro, Ave María y Gloria.
No hay comentarios:
Publicar un comentario