domingo, 5 de enero de 2020

NOVENA A SAN ESPIRIDIÓN



PIADOSA NOVENA A NUESTRO PADRE SAN ESPIRIDIÓN DE TREMITUS
 OBISPO Y CARMELITA
ESCRITA
POR EL SACERDOTE VICENTE MARIA CONTI
1825


ORACIÓN INICIAL
Os suplicamos, Señor, que preparéis con vuestras inspiraciones y sostengáis con vuestros auxilios nuestras obras, para que todo cuanto os pidiéremos y practicaremos, de vos tenga siempre principio, y por vos tenga también un venturoso fin: por Jesucristo nuestro Señor. Amén.


DIA PRIMERO
ORACIÓN
Venerado Santo mío Espiridión, son tantas mis iniquidades que ya llegan a ser innumerables. Volved, pues, os ruego, vuestros ojos compasivos hacia mis miserias. Alcanzadme del Señor luz para conocer mi gran ceguedad, y fervor para castigar mis graves culpas. Santo mío, yo me pongo en vuestras manos: os elijo por Padre, recibidme por hijo, y como a tal alcanzadme del piadosísimo Jesús que, si ahora soy reo de muerte eterna, por vuestras súplicas me convierta a penitencia, para llegar por este medio a ser heredero de la bienaventuranza.


RESPONSORIO
Fieles almas, que portentos
buscáis, y dones del cielo,
corred prontas al Carmelo,
invocando á Espiridión,
Nuevo Elías, nuevo Elíseo,
las congojas él destierra,
fuego y aire, mar y tierra,
domina en toda ocasión.

Los dolores de cabeza
cura, en los ídolos manda,
los duros pechos ablandan,
las almas convierten a Dios:
Oyenlo, aunque se enfurecen
los demonios infernales,
la muerte, el error, los males
todos escuchan su voz.

Su santo cuerpo incorrupto,
ele los tiempos al abrigo,
Corfú guarda, fiel testigo
de su gloria y su poder:
En la tumba profetiza,
por cumplir vuestro deseo,
nuevo Elías, nuevo Eliseo,
aún difunto viene a ser.

ORACIÓN: Concédenos, Señor todopoderoso, en la augusta solemnidad de tu bienaventurado confesor y pontífice Espiridión, nuevo aumento de devoción y de salud. Por Jesucristo Señor Nuestro. Amén.


GOZOS
Pues de humilde condición
á obispo fuiste elevado:
Al que gime atribulado
da tu auxilio Espiridión

De familia hospitalaria
y oscura en Chipre naciste,
pastor desde niño fuiste,
y en la vida solitaria
de gracia extraordinaria
llenó Dios tu corazón.

Esposa habiendo tomado
te conservaste inocente,
y por tu fe tan ardiente
tu ojo derecho sacado,
y en corva desjarretado,
te viste sin compasión.

En las minas de Oriente
á trabajar desterrado,
del Carmelo has abrazado
la Regla muy diligente,
su hábito penitente
vistiendo con devoción.

Libre a tu casa volviste
y muerta la esposa hallaste,
e n ser pastor te ocupaste,
muchos milagros hiciste,
y de Tremitunte fuiste
hecho obispo a la sazón.

Tu poca capacidad
manifestaste espantado,
y aun habiendo rehusado
subir a tal dignidad,
por divina voluntad
se hizo tu ordenación.

A tu grey apacentaste
con apostólico celo,
lluvia copiosa del cielo
en sequedad alcanzaste,
y á muertos resucitaste
con tu ferviente oración.

Por el Señor instruido
y de celo ardiente lleno
en el Concilio Niceno
á un sabio hereje vencido
dejaste y bien convertido
lo que cansó admiración.

A unos ladrones hallaste
en tu aprisco detenidos,
y al verlos ya compungidos
su inmovilidad curaste,
y un carnero que tocaste
les diste por compasión.

Un depósito ignorando
á tu hija confiado,
muerta la has resucitado,
y la verdad aclarando,
le mandas que descansando
quede en sepulcral mansión.

Como médico divino
toda enfermedad curaste,
y la salud retornaste
al piadoso Constantino,
riquezas te ofreció fino
que rehusaste con tesón.

Después de tan santa vida,
con una muerte preciosa
Dios a tu alma gloriosa
del cielo al goce convida,
dióse á tu cuerpo e n seguida
con digna veneración.

Un protector amoroso
hallan en ti los modales,
los enfermos en sus males
un médico prodigioso,
pues siempre a tiendes piadoso
del devoto a la oración.

L/: Ruega por nosotros ¡Oh Padre Espiridión!
R/: Para que seamos dignos de las promesas de Cristo

ORACIÓN: Concédenos, Señor todopoderoso, en la augusta solemnidad de tu bienaventurado confesor y pontífice Espiridión, nuevo aumento de devoción y de salud. Por Jesucristo Señor Nuestro. Amén.


DIA SEGUNDO
ORACIÓN
Cuanto más medito en vuestra vida, o Santo mío, tanto más admiro vuestras grandes virtudes, y me avergüenzo al reconocer en mí un abismo de miserias. ¿Y qué, será posible que yo os ame y me precie de ser vuestro devoto, y no quiera imitar vuestros ejemplos? ¡Ah, amado Padre mío! ya que hasta aquí no he sabido aprovecharme de los favores y de las luces que Dios me ha concedido, dignaos, por compasión, alcanzarme nuevas y abundantes gracias, para que yo no resista ya más a las inspiraciones divinas. He nacido para Dios; haced, pues, con vuestra intercesión que, sujetándome desde hoy a sus adorables disposiciones, obre siempre con el fin de agradarle, y le consagre mi corazón amándolo en todo tiempo, en todo lugar, y en cualquiera circunstancia en que se dignare ponerme, para poder amarlo después con vos en el cielo por toda la eternidad.
Padre nuestro, Ave María y Gloria.


DIA TERCERO
ORACIÓN
Amabilísimo Santo mío ¿cuándo tendré la dicha de que este mi corazón de piedra se convierta en un corazón de carne? Ah, dulce Padre y protector mío. Si viviendo en este mundo fuisteis tan amoroso y tan afable, macho más debéis mostrar vuestra caridad y dulzura ahora que estáis en el cielo; pues si aquí gustasteis gota agota de la caridad divina, allá la gozáis toda en su misma fuente. Alcanzadme, pues, que mi corazón se haga todo para todos, de suerte que a todos ame yo en Jesucristo, Ya os he escogido por Padre; justo es por lo mismo que os imito como hijo, para gloria de aquel buen Dios que os escogió, y a quien sean dudas continuas alabanzas por toda la eternidad.


DIA CUARTO
ORACIÓN
O Santo abogado mío: ¿cómo podré decir que deseo amaros, y ser vuestro devoto, cuando en nada procuro imitar vuestra santísima vida? Vos fuisteis todo par a todos, procurando con el mayor empeño ser útil a vuestros prójimos, ¿y yo qué hago por ellos? Nada cuido del bien ajeno; pero lo que es peor, tampoco hago caso del propio. Haced, pues, o Santo Espiridión, que procure la salvación eterna de los demás, y que con el mayor fervor desee y procure la mía. Los años pasan, y no me acabo de resolver a mudar de vida. Compadeceos de mí, y socorred mi lastimosa necesidad. Alcanzadme de Jesús, como protector mío, un poderoso auxilio que me haga romper de una vez todas mis cadenas, para que comience ya a amará aquel Dios, que merece solamente todo mi amor.


DIA QUINTO
ORACIÓN
¡O santo protector mío Espiridión! Bien sabéis que Soy merecedor del infierno, y que si no estoy penando en sus llamas eternas no ha quedado por mí que bastante he buscado con mis pecados como precipitarme en ellas para siempre, sino solamente por la infinita misericordia de Dios, que te ha dignado detenerme. Lo conozco, lo confieso, y, sin embargo, estoy tan lleno de soberbia, que además de complacerme vanamente de mí mismo, no se sufrir una leve injuria, una palabra dicha contra mí. ¡O amado Santo mío, que en vida fuiste tan humilde! rogad por mí, para que me reconozca a mí mismo, y me resigne a tolerar de buena voluntad cualquiera agravio, acordándome de que tantas veces he merecido el infierno. ¡O Santo humildísimo, interponed por mí vuestras súplicas ante el trono divino; pues estoy cierto de que, a tan poderoso intercesor como vos, no ha de negar cosa alguna aquel Dios, a quien amasteis tanto en vida, ¡y a quien amáis ahora tan ardientemente en la feliz eternidad!


DIA SEXTO
ORACÓN
¡Oh Santo protector mío Espiridión! ¡Cuando llegará el día en que desprenda mi corazón y mi afecto de los bienes de esta vida miserable! ¿Es posible que siempre he de pensar en la tierra, habiendo sido creado para el cielo? Amable Santo mío, á vos recurro implorando vuestra protección: alcanzadme con vuestra intercesión poderosa toda la gracia que necesito, de aquel Dios a quien amáis, y de quien sois amado: alcanzadme que aborrezca todo lo mundano y terreno, y que solo aspire a conseguir el cielo. Allá se dirijan desde hoy todos mis pensamientos, y todos mis deseos, y allá ponga, en fin, todo mi corazón. Amorosísimo Santo mío, dignaos escuchar mis súplicas por el amor que tenéis a las almas, y por amor de aquel Dios, de quien gozáis y gozareis dichosamente por toda la eternidad.
Padre nuestro, Ave María y Gloria.


DIA SEPTIMO
ORACIÓN
¡Oh Santo protector mío Espiridión! ¡Cuando llegará el día en que desprenda mi corazón y mi afecto de los bienes de esta vida miserable! ¿Es posible que siempre he de pensar en la tierra, habiendo sido creado para el cielo? Amable Santo mío, á vos recurro implorando vuestra protección: alcanzadme con vuestra intercesión poderosa toda la gracia que necesito, de aquel Dios a quien amáis, y de quien sois amado: alcanzadme que aborrezca todo lo mundano y terreno, y que solo aspire a conseguir el cielo. Allá se dirijan desde hoy todos mis pensamientos, y todos mis deseos, y allá ponga, en fin, todo mi corazón. Amorosísimo Santo mío, dignaos escuchar mis súplicas por el amor que tenéis a las almas, y por amor de aquel Dios, de quien gozáis y gozareis dichosamente por toda la eternidad.


DIA OCTAVO
ORACIÓN
¡Oh glorioso San Espiridión! que inflamado del celo por la gloria divina no mirasteis a respetos humanos ni a peligro alguno por destruir los ídolos paganos y las herejías. No tengáis a mal que os represente, que si queréis ahora mismo se ofrece ocasión de ejercitar vuestro ardiente celo. Aquí tenéis mi corazón hecho un altar sacrílego, en donde reciben adoración de mis tantos ídolos cuantos son los placeres, las riquezas, y los honores que amo con tanto empeño. Ea, Santo mío, destruidlos con vuestra poderosa intercesión, para que llegue a conocer mi grande error en preferir a los bienes eternos, unos bienes perecederos y momentáneos. Padre Santísimo, si tanto hicisteis en vida por la gloria de Dios, cuando aun no participabais perfectamente en su divino amor, ¿cómo no lo habéis de hacer ahora que con tanta plenitud gozáis de él en su misma fuente? Por tanto, en vos confío, en vos pongo todas mis esperanzas: haced por vuestra grande caridad que no queden frustradas.


DIA NOVENO
ORACIÓN
¡O Santo protector mío Espiridión! Vos supisteis por revelación la dichosa muerte que se acercaba ya a poner fin a vuestros días. A vos se concedió el ver a los ángeles que habían descendido del cielo para conduciros a la gloria; y cortejado así por aquellos bienaventurados espíritus entrasteis al gozo del Señor. Gozad pues, enhorabuena, de vuestro Dios, por cuya Fé padecisteis tormentos, por cuya gloria tanto trabajasteis en bien de las almas. Yo me congratulo con vos para vuestra felicidad, y me regocijo de corazón por vuestra paz y alegría sempiterna. Quisiera añadir nuevas coronas a las vuestras, y hacer que vos solo participarais tanto del amor divino, cuanto gozan juntos todos los serafines del Paraíso. ¡O dulce protector mío! si no merezco que me anuncies cuando se acerque la hora de mi muerte, hacedme al menos digno de vuestra asistencia en aquel terrible lance. No os olvidéis de mí, venid a socorrerme en aquel último combate, para que así auxiliado de vos pase de esta vida temporal a la eterna. en donde tenga la dicha inexplicable de veros y acompañaros a cantar para siempre las divinas misericordias.
Padre nuestro, Ave María y Gloria.




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