DÍA
DIEZ Y NUEVE
MEDITACIÓN
Desea
Dios que se hagan copiosos sufragios por las almas del Purgatorio
Las
almas del Purgatorio fueron en vida obedientes a la ley de Dios, justas en sus
obras victoriosas de sus enemigos. De aquí es que el Señor, las ama y las
aprecia con indecible cariño y les tiene dispuestas en el cielo, coronas inmarcesibles
de gloria. ¡Vías entre tanto, debe portarse con ellas, a manera de un enemigo y
castigarlas en ademan inflexible; así es que, dividido entre los rigores de la
justicia Y los tiernos impulsos de la misericordia, vuelve alternativamente sus
miradas oran a aquellas almas pacientes, ¡ora! á nosotros que podemos darles la
libertad, y mientras por exigirlo así su eterna ley, se vuelve airado hacia
aquellas, movido de su benéfico corazón se vuelve a nosotros como fuente de
toda piedad; mientras a ellas las rechaza, a nosotros nos solicita, nos estimula,
nos mueve y llega hasta rogarnos que le libremos de tan penoso contraste, que
le hagamos una dulce violencia, que detengamos su diestra armada, que le
arrebatemos de ella azote con que hiere y atormenta a aquellas sus queridas
esposas. ¿Y podremos nosotros dar a Dios una negativa? ¿De cuánto placer no
sirvió a Abraham, forzado a sacrificar a su hijo Isaac, la aparición de aquel
ángel propicio que le detuvo la diestra? ¿Cuánto gozo no causó á Saúl su
pueblo, cuando con generosa oposición libró de la muerte al valeroso Jonatán?
Pue3 mucho más agradaremos nosotros a Dios, cuando vea que nos le oponemos
piadosamente en el acto en que atormenta a las almas del Purgatorio, intentando
librarlas del pesado azote de su justicia. ¡Mas ay! ¡cuánto el duelo al ver que
nos mostramos sordos a su solicitud, é inflexibles a las acerbísimas penas de
aquellas sus hijas. No ahí, repite con inconsolables gemidos, por boca de su
profeta, no hay un hombre piadoso que se oponga a mis iras y calme los furores de
mi justicia. ¿Y podremos nosotros comprender estos afectos del Señor, y
quedamos en completa inacción, sin procurar socorro al Purgatorio? Secundemos,
pues, ¡oh cristianos! Concluye Job, secundemos las piadosas miras de nuestro celestial
soberano, y hagamos todos los esfuerzos posibles, para consolarle en sus
queridas hijas. ¿Qué medianero hay más poderoso? ¿Qué intercesor más eficaz?
Nosotros, que por necesidad
tenemos
que postrarnos tan a menudo a los pies del Altísimo, para impetrar millares de
gracias, ¿no le otorgaremos hoy, ésta que nos pide? ¡Ah, no seamos tan
insensibles! Hagamos de Dioses con el mismo Dios, y con una generosa copia de
sufragios empeñemos de tal manera su bondad, que no nos niegue sus gracias en
lo venidero, sino que como lo hizo con el Santo Job, cuando rogaba por sus
amigos, nos las redoble y acreciente según su gran misericordia.
ORACIÓN
Son
para nosotros, ¡oh gran Dios! muy dignas de veneración vuestras voces; son muy
dignos de ser cumplidos vuestros deseos. Deseáis vos, y nos pedís, que
rescatemos del Purgatorio a las almas, para que vuelen a ser bienaventuradas en
vuestro seno. Aquí nos tenéis prontos a empeñarnos de todos modos, en corresponder
a los deseos de vuestro corazón. Nada dejaremos por hacer de cuanto pueda contribuir
a tan santo fin, y cuando veáis, ¡oh Señor! que nuestra caridad va
entibiándose, os pedimos que con vuestra gracia nos enfervoricéis de nuevo,
para que podamos finalmente llegar a romper aquellas abrasadas cadenas, y a
conseguir con nuestros sufragios la eterna felicidad á vuestras hijas. Amén.
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