NOVENA
EN HONOR Y ALABANZA DEL SANTO CRISTO EN SU ADVOCACION DEL BUEN DESPACHO.
LA
DISPUSO EL DR. D. JOSE MARIA GASTAÑETA Y ESCALADA.
“¿Quam mercedem
dabimus ei, aut quid dignum poterit ese beneficiis suis?”
Imprenta
de Luis Abadiano y Valdés, Calle de las Escalerillas, núm. 13. México, año
1843.
El Illmo. Y Rmo. Sr. D. Fr. José María de
Jesús Belaunzarán, antiguo Obispo de Monterrey, concedió 200 días de
Indulgencia por cada palabra de las contenidas en esta Novena, a todas las
personas que devotamente la rezaren.
DEDICATORIA
Pone en tus aras
mi atrevida mano,
Redentor suave,
liberal, divino,
Una NOVENA que
descubre en globo
Tus beneficios.
Pero ¿quién pudo
numerar los amos?
¿Quién los veloces
átomos lucidos;
Ni las arenas que
las capas forman
Del hondo abismo?
Seré yo el menos
de los agraciados,
¡Del BUEN DESPACHO
milagroso Cristo!
Y tus favores
oportunos siempre,
Son infinitos.
Y pues que ni oro,
ni diamantes tengo,
Ni bello mármol,
ni metales ricos,
Para tu Imagen y
los santos muros
De este edificio,
Te ruego aceptes tributación
humilde.
Que le consagra
quien reconocido
A Ti se arroja y
reverente besa
Tus Pies benditos.
AL
DEVOTO
Solo
puede serlo de Jesús Crucificado el que viva constantemente a la sombra de la
Cruz, embriagándose con el vino delicioso que destilan las profundas llagas de
su adorable humanidad. Estas almas grandes y privilegiadas, cuyos suspiros
(según el piadoso sentimiento de un Autor ilustre) influyen más en la
conservación del Universo que los resortes de la política humana, son las que
harán con el fruto posible esta devota Novena, que se dedica al SANTO CRISTO
DEL BUEN DESPACHO, en las aras del más justo reconocimiento. Igualmente:
aquellos dichosos pecadores que ya dividen en menudos pedazos las duras cadenas
de la más cruel servidumbre, y que vas a morir al mundo para vivir en
Jesucristo, pertenecen al número brillante de sus devotos, y tienen francas las
puertas de su célebre Santuario, donde se les vestirá la estola de la gracia,
se les pondrá en el dedo el precioso anillo de la adopción feliz; engordarán
(según la expresión enérgica de un Padre) en el banquete más espléndido, y
cogerán a manos llenas el fruto de estos ejercicios. Pero, lector mío, si eres,
Dios no lo permita, devoto de Jesucristo en las palabras y su verdugo sacrílego
y despiadado en las operaciones; si tus labios lo honran, y tu corazón lo
insulta; y si quieres colocan en el salón de tu espíritu la prodigiosa Imagen
del SEÑOR DEL BUEN DESPACHO, entre los retratos de Venus y de Flora: VADE
RETRO, apártate del umbral sagrado de una puerta, que solamente se abre para
los que ocurren con la antorcha de la caridad, y están ceñidos con el cíngulo
de la pureza; tú no eres por cierto, su devoto; y no debes romper los sellos de
este libro, cuya apertura se reserva no a los lobos fieros sedientes de la
sangre preciosa del Hombre Dios, sino a los mansos corderitos que copian en sus
costumbres la dulzura, y candor de sus operaciones. Nobles Mexicanos! ¡qué
felices os ha hecho siempre la envidiable posesión de un simulacro tan
atractivo y portentoso! Erigid una columna de oro a sus ilustres piedades, y
grabad en su base la siguiente inscripción castellana que le dedica quien
desean consumirse en sus fuegos amorosos.
A VUESTRO
NOMBRE INMORTAL,
¡OH
BIENHECHOR DIVINO!
LOS MEXICANOS,
LOS FORASTEROS, LOS NAVEGANTES,
Y TODO
EL UNIVERSO.
Para hacer esta
Novena
Con el fruto
conveniente,
Dadme un alma
penitente
Y de amor hacia
Vos llena:
Pues mucho, Señor,
disuena
Con los labios bendeciros,
Y osadamente
infligiros
Una Segunda Pasión
Que de vuestra
indignación
Provoque los
justos tiros.
ACTO DE
CONTRICION
Adorable JESÚS,
¡oh quién pudiera
Ofrecer hoy en tus
divinas aras,
De un corazón
contrito y humillado,
¡Ay de mí!, la ofrenda
pura, la hostia grata!
¿Cómo comparecer
en tu presencia,
Y cómo dar
principio a tu alabanza,
Sin que viertan
mis ojos aquél vino
Con que todos los
Ángeles se embriagan?
Yo, que mil
ocasiones insensible
He renovado tus
profundas llagas,
Con instrumentos
todavía más crueles
Que los de la
impía ceguedad Judaica;
¿Cómo venir a tu
Santuario augusto,
Teatro lúcido de
inmortales gracias,
A conciliarme tu
piedad ilustre,
Sin que un vivo
dolor la puerta me abra?
Pequé, Señor, lo
dice compungido
Mi corazón, en el
idioma que habla
El pecador
sensible a tus fatigas,
A tus mortales
amorosas ansias.
Pequé, ¡dichosa
culpa!, pues que tiene
¡Oh dulce fruto de
la Cruz sagrada!
El Redentor en ti
más compasivo
El firme apoyo de
nuestra esperanza.
Borra, Señor, con esa
sangre pura
Que de los poros
de tu cuerpo mana,
La sentencia terrible
que fulminas
Contra el que ha
malogrado su eficacia.
Prometo no abusar
JESÚS divino,
De una
misericordia tan deseada:
Perdón, perdón,
¡oh dueño de mi vida!
¡Oh de la CARIDAD
víctima santa!
ORACION
PRIMERA PARA TODOS LOS DIAS
Espíritus
soberanos que formáis en el cielo la brillante corte del Rey inmortal e
invisible de los siglos: Coros augustos de los bienaventurados, cuyos ilustres
nombres se conservan escritos con letras de oro en los anales de la Iglesia;
Justos de todos los siglos, que con la preciosa moneda de los más dolorosos
sacrificios habéis comprado aquel tesoro que ni tocó el sentido ni podía caber
en la limitada esfera de los conocimientos humanos: Venid, compareced hoy en el
teatro de las misericordias del Hombre Dios; y bendecid, glorificad conmigo su
nombre amoroso de JESÚS, nombre santo y terrible, nombre más dulce que la miel
y de más precio que el oro y los topacios, nombre de paz, de salud y de
alegría, el más grato al gusto, el más armónico al oído, y el más alegre a la
vista; nombre reducido, pero misterioso y fecundo de méritos y gracias
inmortales, nombre siempre nuevo y siempre suave, nombre de abatimiento y
elevación. ¡Oh nombre divino del mesías adorado!, tú eres la gloria del Dios
Trino, la más ilustre divisa de las inteligencias soberanas. Por tu debida
exaltación, poblaron mil famosos anacoretas las más profundas soledades; los
Mártires invencibles volaban al suplicio como las abejas al panal, y las
Vírgenes heroicas, cerraron los ojos a los falsos brillos de un Imperio insubsistente.
Seas pues, oh nombre suavísimo, grabado en mi alma que te adora, seas mi dulce
consuelo en las tribulaciones, mi escudo poderoso en el tiempo y mi laurel
inmarcesible en la eternidad. Amén.
JACULATORIA.
Seas mil veces
bendecido,
De JESÚS, ¡oh
nombre Santo!
Y pues eres grato
al oído,
En el más sublime
canto
Otras mil veces
repetido.
ORACION
PARA EL PRIMER DIA
JESÚS
amorosísimo, que previniendo mi monstruosa ingratitud al soberano beneficio de
la Redención, sudaste por todos los poros de tu cuerpo virginal aquel bálsamo
divino que fue el precio de mi dichoso rescate: ¿qué clemencia te obligó ¡oh
placer único de mi corazón reconocido!, a sufrir los tormentos más indecibles,
¿teniendo anticipadamente la idea más clara de mi odiosa insensibilidad? La
detesto, Señor, desde este día feliz que quedará marcado con el augusto sello
de nuestra reconciliación: socorre mi presente necesidad; y por los caminos de
una vida inculpable y de una santa muerte, conduce mis pasos (que por tu
dignación serán bellos como los de la hija del Príncipe) a la dichosa morada de
los escogidos. Amén.
Se reza tres veces el Credo en memoria de
las tres horas que el Señor estuvo en la Cruz, y luego se dice la siguiente
Décima, que con la oración y quintilla que preceden, se varían todos los días.
Por ti, Jesús,
conducida
A los pastos de la
Gloria
Sea la oveja, que
aún perdida
No faltó de tu
memoria:
Interesará su historia
¡Oh Salvador
amoroso!
Si en el león más
valeroso
Por tu virtud
transformada,
De la infernal
turba airada
Consigue el
triunfo glorioso.
Se hace
la petición, y luego se dice la siguiente
ORACION
SEGUNDA PARA TODOS LOS DIAS
Gracias
te doy, amable Crucificado mío, porque me permitiste llegar al trono de tus
misericordias, que el cielo y la tierra cantarán conmigo eternamente. Te las
repito, Señor, porque me has dado tiempo para bendecir y alabar tu suavísimo
nombre de JESÚS: y para que mi pobre alma mitigue su sed en la fuente
inagotable de tu gracia. Otórgame, Padre mío, la que ahora solicito, si acaso
entra en el orden de tu industriosa Providencia tan interesada en mi felicidad.
Cuida, Señor de tu Santa Iglesia, a fin de que como lo tienes prometido, sea la nave afortunada
que por el mar tempestuoso del libertinaje y del error, se conduzca triunfante
al puerto suspirado de la más perfecta justicia, y de la verdad indeficiente. Te
recomiendo al Sumo Pontífice, a todos los Obispos y Pastores, para que con las
ovejas de su redil tomen algún día posesión de los tabernáculos eternos; mira
con ojos de ternura y de clemencia a los que actualmente nos gobiernan; y a los
demás Príncipes cristianos y Magistrados, dales sabiduría y concordia, celo de
la justicia y religión. En fin, Jesús soberano, te pido que sobre mis parientes
y bienhechores, domésticos y enemigos, explayes las riquezas de tu infinita
liberalidad. Da, Señor, consuelo a los tribulados, senda segura a los
caminantes, viento y rumbo feliz a los navegantes, salud a los enfermos, perdón
a los pecadores, libertad a los cautivos, perseverancia a los justos, paz a los
vivos y reposo eterno a los difuntos. Amén.
Concluida la antecedente oración, se dice
a la gloriosísima Señora Madre de nuestro Jesús la siguiente
OCTAVA
PARA TODOS LOS DIAS
¡Intacta Madre del
amor hermoso,
Del Padre
Celestial Hija querida,
Esposa bella del
más fiel Esposo,
Y por humilde tan
engrandecida!
Hoy de tu influjo
misericordioso
Me cobije la
sombra apetecida;
Pues fue la voluntad
del Soberano
Enriquecernos por
tu augusta mano.
Se rezan devotamente tres Padre nuestros y
Ave Marías, ofreciéndolos a la Santísima Trinidad, por haber preservado a María
Santísima de la culpa original; y luego se dice la siguiente:
ORACION
TERCERA PARA TODOS LOS DIAS
Virgen
purísima, honor y lustre de la naturaleza humana, negocio de todos los siglos,
y brillante esfuerzo de la divina Omnipotencia: aquí tenéis Señora, un corazón
contrito que reclama los derechos que le diste a tu benéfica maternidad. ¡Oh
Virgen ilustre y gloriosa Reina adorable de los Mártires, cuyo sensible corazón
fue traspasado al pie de la cruz con la daga del más justo y vivo sentimiento
en la muerte del más bello de los hijos de los hombres!, favoréceme en mi
actual aflicción, socórreme en la urgente necesidad que me ha conducido a tu
amorosa presencia. ¡Oh, y si mis tibias oraciones se inflaman en el fuego
inmortal del Santuario de tu Espíritu!, para que exhalándose en aromas puros y
agradables, se eleven hasta el excelso trono del Padre de las misericordias
inmensas, Dios de caridad, y fuente de todo consuelo. Hazlo así, María
soberana, fijando amorosamente en la humildad de mi ofrenda esos ojos divinos,
semejantes a los de la paloma por su dulzura y mansedumbre. Mas, ¿cómo pondré
en duda el éxito feliz de mi pretensión, si la recomiendo con lágrimas y
gemidos, con una viva fe, con una esperanza alentada y caridad fervorosa a la
gran Madre de las misericordias, al manantial inagotable de la vida de la
gracia, al dulce alivio de los pechos angustiados, al recurso único, a la
Abogada fiel de los mortales? Cuento, pues, con los felices resultados de
vuestra mediación poderosa, ¡oh clemente, oh pía, oh dulce Virgen María! Amén.
Concluida esta deprecación, se convierte
por último el alma a su Dios y se despide de su Majestad hasta el día siguiente
con estas
ENDECHAS
TRISTES.
¡Salud de los mortales,
Mi dulce dueño
amado!
Un corazón recibe
Ya consumido en
tus incendios castos
Tu caridad
ardiente
Te puso en ese
estado,
¡Oh Nazareno
hermoso!
¿Cómo mirarte sin
crecido llanto?
Las gracias más
humildes
Te tributan mis
labios,
Intérpretes de un
alma
Que ha sacudido el
yugo más tirano.
Quisiera con mi
sangre
Sellar los dogmas
santos
Que el rico
patrimonio
Y las delicias,
son de los cristianos.
Un alma que te
adora,
Al eterno
Santuario
Por ti subir
espera,
Reclinada en el
pecho de su amado.
¡Libertador divino!
En tus llamas me
abraso:
¡Ay, hermosura
antigua!
¡Ay, y que tarde
te conozco y amo!
De todos
bendecido,
De todos adorado,
¡Oh Cristo, vida
mía:
De todos seas la
gloria y el encanto!
Aleja del recinto
Del pueblo
MEXICANO
¡Oh bienhechor
insigne!
La guerra, el
hambre y el mortal contagio.
Por ti las naves
domen
Al orgulloso
Océano,
Y sus calmas
impidan
Del oportuno
viento el soplo grato.
¡Oh Señor, qué de
veces
Tu poder ha
brillado
En tristes
intenciones
De hambre, de
enfermedad y de naufragio.
Todos reconocidos,
Así lo confesamos:
Y que no hay
recompensa
Digna, por cierto,
de favores tantos.
Un credo por intención del que dispuso y
del que dio a luz esta Novena.
Sea para siempre
alabado
El divino
Sacramento,
Y la Madre de mi
amado,
Que es mi gloria y
mi contento
En su ser
inmaculado.
SEGUNDO
DIA
JACULATORIA
Salve, nombre
misterioso
De mi
JESÚS compasivo,
¡Oh si
con labio ardoroso
Te
pronuncie, mientras vivo
En un
mar tan proceloso!
ORACION
Mansísimo
JESÚS, cargado de sacrílegas prisiones por una tropa insolente y despiadada, y
conducido a los tribunales de los Jueces más duros y perversos: ¿cómo fijas mi
consideración en tu inocencia y su injusticia, en tu mansedumbre y su
ferocidad, sin pedir como Jeremías agua para mi cabeza, y dos fuentes de llanto
inagotable para mis ojos! ¡Oh JESÚS de mi vida, Cristo santo de mi amor y mi
esperanza. Pontífice inocente, inmaculado, más sublime que los Cielos!, y ¿cómo
podré retribuir tus ansias amorosas, tus inauditos sufrimientos, tu resignación
humilde y ejemplar? Recibe, Señor, el vivo deseo de un alma que se une a ti
para siempre con el vínculo de la caridad más fervorosa: otórgame la gracia que
solicito en esta Novena; y dispénsame en la hora de mi muerte la de la
perseverancia final, haciendo conmigo un feliz viaje a la mansión eterna de los
justos. Amén.
Se rezan tres Credos.
DÉCIMA
No hay viaje que
más espante
Que el que se hace
a la otra vida,
Primera, última
partida,
Peligrosa
interesante.
Pero, Redentor
amante,
Si os llamáis
Recto Camino
Del dichoso peregrino
Que allá sus pasos
dirige,
Vuestra propia
gloria exige
Seáis su conductor
divino.
Se hace la petición
TERCERO
DIA
JACULATORIA
¡Oh
nombre privilegiado,
Nombre
sobre todo nombre!
Nunca
serás pronunciado
Sin que
el ángel, sin que el hombre,
Se
cubran de horror sagrado.
ORACION
Pacientísimo
JESÚS, ¿cómo el sacrílego y temerario Malco pudo descargar sobre tu mejilla adorable,
su pesada mano? Y ¿cómo se le permitió ajar ese rostro divino, cuya belleza
admiran el Sol y la Luna, y cantan en el nacimiento de la aurora los astros de
la mañana? ¡Oh profundidad de la sabiduría de Dios! ¡Oh tolerancia invencible
de su humanado Verbo! ¡Oh culpa mía, y lo que has costado al Redentor más
generoso! Señor, la detesto para siempre: me duelo mucho del ultraje que
sufriste con tan maravillosa constancia: concédeme benigno la gracia que
pretendo, cúbreme con las alas de una constante protección; y como a un niño en
la virtud, inexperto en las difíciles veredas de la justicia y santidad,
llévame como de la mano, ¡Oh prodigioso Cristo!, a la brillante Corte de tu
Imperio indestructible. Amén.
Se rezan tres Credos.
DÉCIMA
Al cielo, al cielo
alma mía,
Mas camina sin
temor.
¿No es así, mi
Bienhechor,
Mi norte, mi luz,
mi guía?
Inúndese de
alegría
Ese tu rostro
afligido;
Pues Dios de ti
condolido,
Para dejarte
esforzada
Hizo también la
jornada
A la región del
olvido.
Se
hace la petición
CUARTO
DIA
JACULATORIA
¡Oh Salve,
nombre divino!
Por ti
el Apóstol celoso,
En
idioma peregrino
Habla
al Pueblo venturoso
Con su
elección o destino.
ORACION
Suavísimo
Jesús: te admiro, Señor, y me confundo al imaginarte atado a la columna,
recibiendo un diluvio de cruelísimos azotes en tus espaldas puras y sensibles,
sin verter una lágrima, sin exhalar un suspiro, sin implorar la compasión, y
sin representar a tus verdugos los derechos indisputables que tenías, como su
Dios y Redentor, a su adoración profunda y vivo reconocimiento. Y ¿quién no se
admirará, Señor, a vista de una conducta tan edificante en la situación más
cruel y más horrible? Y ¿cómo no debo penetrarme de confusión y amargura, al
ver tratado como a un hombre de la más vil e infame condición al hijo del
Eterno, al Rey de los Reyes, y Dominador de los Dominadores, al que fabricó la
aurora y el Sol, al que pasea sobre las alas de los vientos, al dueño del día y
de la noche, al que conoce las estrellas y las llama por su nombre, y a aquél
cuya gloria no cabe en la inmensidad de los cielos? Bendecida sea, Señor, tu
asombrosa tolerancia, yo ¡infeliz de mí!, he renovado muchas ocasiones este
suplicio tan doloroso a tu sagrada humanidad: perdóname, bien mío, por un
efecto de tu misericordia infinita: dispénsame el favor que ahora te pido, y
hagamos juntos el viaje de la muerte a la vida, del tiempo a la eternidad.
Amén.
Se rezan tres Credos.
DÉCIMA
A vos, que
esplendor divino
Sois del Padre
Omnipotente,
Ruego
encarecidamente
Que me alumbréis
el camino:
Pues si a mi final
destino
Me conduzco ya, Señor,
¿Cómo sin vuestro
esplendor
Un viaje feliz
haré,
Ni como en fuga
pondré
Las tinieblas del
error?
Se hace la petición.
QUINTO
DIA
JACULATORIA
Nombre
de JESÚS sagrado,
¡Qué
rara virtud incluyes!
Del
licor emponzoñado,
Cuya
eficacia destruyes,
A
muchos has preservado.
ORACION
Dignísimo
objeto de mi gratitud y mi ternura, JESÚS, mi bello, mi único amado, yo te
adoro y reconozco no solamente por Rey de los Judíos, sino de los cielos y la
tierra, a pesar de esa corona de espinas penetrantes, de esa púrpura vil, y de
esa caña frágil, que puso en tu sagrada diestra la insensibilidad de los
hombres más favorecidos, para hacerte el objeto de su escarnio. Sí, almas
santas, hijas ilustres de la celestial Jerusalén, venid, adorad conmigo al que
engendró de su misma substancia entre los esplendores de los santos, el Padre
de eterna majestad: veislo allí disfrazado con el grosero sendal de nuestra
carne: reconocedlo por el único Príncipe de la paz, aunque veais ceñida su
cabeza con la diadema del dolor, que le ha preparado en la embriaguez de su
torpe y sacrílego delirio, su desnaturalizada Madre, la injusta Sinagoga. ¡Oh
Redentor amabilísimo, ¿cómo me coroné tantas veces con las hediondas flores del
jardín de la disolución, viendo clavadas cruelmente en tu cabeza augusta las
espinas más intolerables? Perdóname, Señor, tan lastimosa, tan culpable
ceguedad: acúdeme compasivo con la gracia que vengo a impetrar de tu constante
beneficencia, y alúmbrame el sendero que conduce a la Jerusalén triunfante de
la gloria. Amén.
Se rezan tres Credos.
DÉCIMA
De la noche de la
muerte,
A la aurora de la
vida,
Se hace feliz
partida,
¡Oh mi Jesús!,
para verte:
Dame venturosa
suerte
¡Oh mi dulce dueño
amado!
Por mi bien
sacrificado
Sobre el ara de la
Cruz,
Conduciéndome a la
luz
De tu Reino
suspirado.
Se hace la petición
SEXTO
DIA
JACULATORIA
Bendito
sea el sacrosanto
Nombre
de JESÚS amable;
Pues
puso en fuga y espanto,
A la
sierpe formidable
Que nos
angustiaba tanto.
ORACION
Hijo de
Abraham, el más ilustre, obediente y esforzado, tu sagrada humanidad se ofrece
en este momento a los ojos de mi espíritu religioso, rendida bajo el peso de la
Cruz; y al paso que redoblas tus finezas, él se pierde en el mar insondable de
tu graciosa dignación. Mi hombro, Señor, es el lugar de ese madero divino, y la
tierra propia de ese árbol noble que llena de orgullo a su selva madre, porque
ninguna otra, en la extensión del Universo, lo produjo ni podrá producir tan célebre
por su frondosidad, por sus flores, y su fruto. Sí, adorado Jesús, ¿cómo fui yo
el delincuente y tú la víctima?, pero por otra parte ¿qué caudal había en mí
para cubrir la deuda de un infinito valor? Glorificado seas eternamente porque
llenaste con tus padecimientos los números del suavísimo nombre de JESÚS; por
él remedia, Señor, mi presente necesidad, siendo mi custodio y mi guía en el
viaje que me es preciso hacer por el desierto de este mundo a la verdadera
tierra prometida. Amén.
Se rezan tres Credos.
DÉCIMA
Si el marinero te
invoca
Se burla de la
tormenta:
Y su nao de riesgo
exenta
Al puerto pomposa
toca;
Tal experiencia
provoca
Mi fe, anima mi esperanza;
Y con humilde
confianza
De ti aguardo que
mi nave
Arribe con norte
suave
A la
bienaventuranza.
Se hace la petición.
SEPTIMO
DIA
JACULATORIA
Es
un néctar muy sabroso
Para mi
gusto, Oh Señor,
Vuestro
nombre prodigioso;
Nombre
de paz y de amor,
De
esperanza y de reposo.
ORACION
OH
JESÚS de mi corazón, y ¡cuál fue la amargura del tuyo, tan sensible y tan
amante, cuando se presentó a tus ojos, abismada en un dolor inmenso la más
digna de las Madres, la más ilustres y gloriosa de las hijas de Jerusalén, la
más hermosa de las mujeres, la incomparable, la dulcísima MARÍA! Mas, ¡ay!,
Señor, y ¡qué mutación tan sensible! El regocijo y placer que en días serenos
le causaba tu presencia y amoroso comercio: las gracias de su rostro divino,
todas grandes, todas incomunicables: sus ojos más brillantes que los llantos de
la aurora: sus labios más floridos que un huerto de primavera: su boca la más
risueña y atractiva para el Esposo celestial, que siempre estuvo marcada con el
honor y el silencio; en fin, todo su esplendor ¡qué ofuscado en tan triste
lance! ¡qué marchitas sus gracias! ¡qué difunta su alegría! ¡qué aniquilada su
belleza! Dígnate, Señor, incomparable modelo de los hijos subordinados y
sensibles, grabar profundamente en mi memoria un encuentro tan lastimoso, así
para llorarlo, como para copiar en mis costumbres la fortaleza de la Virgen
Madre corredentora del linaje humano, y la obediencia del Hijo fiel a todos los
deberes de su misión augusta y amorosa; juntamente, Señor, dispénsame la gracia
que solicito en esta Novena, dame un corazón sensible a las impresiones de tu
caridad y condúceme al monte santo de tu gloria. Amén.
Se rezan tres Credos.
DÉCIMA
Con suma sagacidad
El padre de la
mentira
Del camino nos
retira,
Que conduce a la
verdad:
A ti, Dios de
Caridad,
Que eres la verdad
increada,
Me impediría la
llegada
Si la mano no me
dieras;
Y si no te
condolieras
De mi suerte
desgraciada.
Se hace la petición.
OCTAVO
DIA
JACULATORIA
¡Oh
nombre de más valor
Que los
diamantes y el oro!
Tú que
nos quitas el temor,
Y eres
el rico tesoro
Del
justo y del pecador.
ORACION
Jesús
amorosísimo, digno de mi ardiente gratitud y del más humilde reconocimiento,
digno de todo honor, alabanza y gloria, ¿cómo podré olvidar la sentida queja
que haces pendiente de la Cruz a tu Dios, sí, a tu Dios, por haber abandonado
tu sagrada humanidad a la insaciable rabia de los sacrílegos verdugos? Tan
tierna consideración me obliga a clamar con el Profeta: “¿Quién es Señor, el
hombre para que lo tengáis tan presente a vuestra memoria, y para que lo
visites misericordioso en los días de su calamidad?”. Efectivamente, Jesús mío,
nunca nos has desamparado en los períodos tristes de nuestras aflicciones:
siempre has hecho la más brillante ostentación de tu poder en esa Imagen
soberana, que cautiva los corazones más rebeldes, y que los hace dóciles al
sello misericordioso de tu amor. Sienta
el mío tan dulces efectos, dame el feliz despacho de mi súplica; y sacándome en paz de esta
vida, embriágame en el Cielo con la apetecida copa de tus dulzuras inefables.
Amén.
Se rezan tres Credos.
DÉCIMA
Ya de la tierra
exaltado,
Como lo habías
prometido,
Muchas almas te
has atraído
Divino
Crucificado;
El corazón me ha
robado
Tu generosa
ternura:
Con tu divina
hermosura
Que es el imán de
mi amor:
Atráeme luego,
Señor,
En viaje que poco
dura.
Se hace la petición.
ULTIMO
DIA
JACULATORIA
JESÚS tu nombre
sagrado,
De la Trinidad es
gloria,
Es el precio del
pecado,
Precursor de la
Victoria,
Y Palma del
esforzado.
ORACION
Crucificado
bien de mi vida, benignísimo Jesús, ¡cuánta debe ser mi correspondencia por el
suplicio cruel y afrentoso que acabas de sufrir, y que te obligó a rendir tu
preciosa vida, ofreciéndola en ese altar sagrado al Padre de las misericordias,
quien te nos dio en el exceso de su caridad, como un gaje de su inefable
ternura! Ya veo, Señor, consumada la justicia de aquél que en la sonora ribera
del Jordán te llamó el amable objeto de sus divinos agrados: veo consumada la
caridad del que nos la tuvo hasta el fin de su vida, y aún después de ella,
dejándonos en el misterio incomprensible de paz y de unidad, el compendio de
sus maravillas, las riquezas de su infinito amor, y la prenda más segura de una
gloria interminable. Veo por último, Señor, consumada mi ingratitud, pues te
sacrifiqué inhumanamente, sordo a tus lamentos, insensible a tus lágrimas, y al
espectáculo de una Virgen angustiada, que fijando en ti sus ojos casi
moribundos, te da la última prueba de su fidelidad inviolable. Seas, Señor
Jesús, eternamente bendecido, por haber consumado la grande obra que te fue
encomendada a beneficio de los dichosos mortales: todos te conozcan, te amen y
te adoren; y confiesen todos que eres la alegría y el honor del Pueblo
cristiano, y la gloria inmortal de los cielos y la tierra. Concédeme el favor
que te pido como a mi sensible Padre, como a mi mejor Hermano, como a mi único refugio,
es decir, como EL SANTO CRISTO DEL BUEN DESPACHO; no se puede añadir otra
recomendación ¡Oh Jesús de mi vida!, a un Título tan glorioso para Vos, y tan
benéfico para mí. Por último, os suplico, aceleréis mi partida de los tristes
márgenes de los ríos de Babilonia, a los alegres muros de la Ciudad eterna de
la Paz. Amén.
Se rezan tres Credos.
DÉCIMA
Ya dispuse la
partida,
Compasivo Conductor,
Vuestra gracia es
el fiador
De mi fe
comprometida;
Ya hice seria
despedida
A los ídolos del
mundo;
De un desierto
profundo
Llegó la hora de
alejarme
Si os dignáis
acompañarme,
Que en Vos mi
esperanza fundo.
Se hace la petición.
ALABANZAS
QUE PUEDEN CANTARSE POR LA TONADA DE LA DIVINA PASTORA,
PARA
PEDIR MISERICORDIA AL SEÑOR.
¡Oh del Buen Despacho
Cristo prodigioso!
Mis culpas detesto,
Tu piedad imploro.
Siempre nos
recibes
Con afable rostro,
Si con fe
ocurrimos
A tu augusto
trono.
Desarmas las nubes
Del fatal meteoro,
Y del mar acallas
Los bramidos
roncos.
De los navegantes
Eres fiel
custodio,
Y sus velas inflas
Con vientos
sonoros.
Las plagas que
afligen
A los Pueblos
otros,
Rara vez
consternan
A éste venturoso.
La guerra homicida
Huye de nosotros,
Sabiendo que tú
eres
Nuestro firme
apoyo.
Brilla la
abundancia
En tantos socorros
Como nos dispensas
Misericordioso.
Cuando nos
castigas
Es, Señor, al modo
De un Padre a sus
hijos
Con blandura, y
poco.
El sol te bendiga
De su Ocaso a su Orto,
La Luna de Plata,
Las estrellas de
oro.
Los cielos, la
tierra,
El rocío sabroso,
Las brillantes
flores,
Los mansos arroyos.
Los húmedos peces
Que habitan el
hondo
Abismo y que
cantan
Tu poder glorioso.
Y principalmente,
Señor, los que
somos
Sin mérito alguno
Tus hijos
dichosos.
A Dios, Padre
amado,
¡Oh! Y te veamos
todos,
Por ti conducidos,
En tu eterno
Solio.
SANTO DIOS,
SANTO FUERTE,
SANTO INMORTAL.
LÍBRANOS, SEÑOR,
DE TODO MAL.
OTRAS
ALABANZAS PARA DAR GRACIAS AL SEÑOR DEL BUEN DESPACHO.
¡Oh, del Buen Despacho,
Prodigioso Cristo!
Mil gracias te damos
Por tus beneficios.
Tú eres el piloto
Del frágil navío,
Que los mares
surca
Sin correr
peligro.
Los males acaban
Siempre que contritos,
Ansiosos volemos
A buscar tu
abrigo.
Cualquier epidemia
Cede a los
suspiros
De los que te
invocan
Con tiernos
gemidos.
No turbe el reposo
De tus caros
hijos,
La discordia fiera
Monstruo
del abismo.
Tú nos
alimentas,
Nos das
el vestido,
Por ti
nos movemos
Y por
ti vivimos.
Y pues
nos dispensas
Bienes
infinitos,
¡Oh,
Señor! Escucha
Lo que
ahora pedimos.
Al
pastor supremo
Del
cristiano aprisco,
Cubre
con las alas
De tu
patrocinio.
A tu
vuelo excelso
Sacerdotes
dignos
Se
encienden las almas
En tu
amor divino.
Bajo
ellas repose
El
gobierno digno,
Que por
tus piedades
Nos ha
concedido.
Y
mientras al cielo
Llegamos
unidos,
Conduce
mis pasos
Por
santos caminos.
Adiós,
Padre Santo,
Dulce
compasivo,
Llévanos
al puerto
De tus
escogidos.
Tu
piadoso apagas
El rayo
encendido
Que por
delincuentes
Debía
consumirnos.
A los
caminantes
Protege
propicio,
Y a los
labradores
Da
frutos óptimos.
Los
reyes, los jueces
Sean al
punto escritos
De tu
gran clemencia
En el
Santo Libro.
A los militares
Y demás
ministros
Ciñe
con laureles
Todos
sus sentidos.
Conduce
las almas
Por un
mar tranquilo
Condúcelas
siempre
Hasta
su destino.
A los
comerciantes
¡Oh,
Jesús divino!
Aumenta
su acierto
En el
trato y giro.
Tu amor
y tu gracia
A los fieles
vivos,
Y a los
difuntos
Tu
reino divino.
A los
artesanos
En
trabajos nimios,
Sus
brazos fomenta
En útil
servicio.
Libertad
al preso,
Al
doliente alivio,
Al
huérfano amparo,
Socorro
al mendigo.
Y
estando en la gloria,
Tus
amados hijos,
Seremos
dichosos
Por
todos los siglos.
¡Oh del
Buen Despacho
Prodigioso
Cristo!
Mil
gracias te damos
Por tus
beneficios.
Santo
Dios,
Santo
Fuerte,
Santo
Inmortal,
Líbranos,
Señor,
De todo
mal.
LAUS
DEO.
Colaboración de Carlos Vilaman
Muchas gracias por su atención, está muy interesante y muy hermoso todo el contenido ,Gracias.
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