miércoles, 26 de mayo de 2021

SEPTENARIO A LA VIRGEN DE LAS ANGUSTIAS DE LABATECA


 

SEPTENARIO A NUESTRA SEÑORA DE LAS ANGUSTIAS

QUE SE VENERA EN EL PUEBLO DE LABATECA DE LA JURISDICCIÓN DE PAMPLONA, DEL REINO DE LA NUEVA GRANADA

 

Compuesto por el M. D. Antonio Javier de León, Presbítero

Con Licencia Eclesiástica

Santa Fé de Bogotá, 1740

Imprenta de la Compañía de Jesús

 

Puestos de rodillas, delante de Jesús y su angustiadísima Madre, se hará el acto de contrición y se dirá la oración siguiente:

 

ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

Jesús mío, al ver herido el corazón de María con siete dolorosas angustias, como otras tantas penetrantes espadas, si se liquida por los ojos el alma compasiva para acompañarla triste, no menos se alienta la esperanza de unirme con vos, único centro mío, pues las que fueron espadas crueles para atormentar aquel materno pecho, fueron juntamente llaves para abrir en él, puertas para recibir a los pecadores. Y pues soy uno de ellos, por ellas Señor, me entro como a Ciudad de refugio, huyendo vuestra justicia, y buscando vuestra clemencia. Y vos Madre y Señora mía, pues padecisteis por mí aquellas angustias, admitidme como a hijo, que delincuente llega a este sagrado, y alcanzadme de vuestro Hijo Santísimo, el perdón de mis culpas, para que haga en su gracia este ejercicio, a mayor gloria suya, y honra vuestra. Amén.

Se rezan tres Padres nuestros a Cristo Crucificado.

 

 

DÍA PRIMERO

ORACIÓN

Soberana Virgen María, admirable ejemplar de las virtudes, en cuya Purificación se vio por vuestra humana humildad seguir las apariencias de la culpa a la misma pureza y sujetarte a leyes la exenta soberanía de vuestra Majestad; haciendo juntamente holocausto agradable a Dios del mismo Dios encarnado, presentándole en el templo de Jerusalén, en donde el Santo Anciano Simeón os vaticinó aquella espada, que os traspasó el alma en vuestras dolorosas angustias: por ellas, Señora mía, os pido me otorguéis, el de depuesto todo vano aprecio de mí mismo, humildemente me sujete a las Santísimas Leyes de vuestro Hijo, mi Dios y Señor, para que corriendo en su servicio la carrera de esta mortalidad, sea mi alma digna por vuestros merecimientos, de que las presentéis con el amor de Madre en el Templo de la Jerusalén Triunfante, al Sacerdote Sumo, Rey de Reyes y Señor de Señores, que él la acepte, como víctima de vuestras manos, para que así, logre en mí, el fruto de su sangre preciosa y de vuestras dolorosas angustias, y yo merezca alabarle y alabaros eternamente en la gloria. Amén.

Se rezan siete Aves Marías y luego la siguiente:

 

 

ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

Sacratísima Virgen María, Madre de Dios y de los pecadores, que, queriendo ser venerada bajo el amabilísimo nombre de vuestras Angustias, nos disteis en el un remedio universal para nuestros trabajos y penas. Ay Señora mía, ¿quién invocó el nombre de vuestras Angustias, que no fue luego el punto feliz? ¿Qué afligido no halló en esta advocación el consuelo? ¿Qué miserable interpuso este noble en su suplica, que no experimente alivio? ¿Qué enfermo no consiguió la salud que deseabas? y ¿qué pecador llamó de corazón a la Virgen de las Angustias, no alcanzase el arrepentimiento de sus culpas, la enmienda, el perdón y la gracia? Oh Madre y Señora mía, fijad vuestros hermosos ojos en la miseria nuestra, que esto basta, para que extendáis vuestras liberalísimas manos a favorecernos, conmovidas de ternura vuestras piadosísimas entrañas. Yo no tengo Señora, cosa digna, que poder consagrar a vuestras aras. Recibid mi corazón, tendré la dicha de conocerlo por vuestro. Más ¡!Ay Señora! que está manchado con tantas culpas, que le hacen indigno de semejante sacrificio. Recibid primero, Señora, los siete sagrados misterios de la vida, pasión y muerte de vuestro santísimo Hijo, que humildemente os ofrezco, y las angustias y penas que en ellos padeciste. Hacecillo de mirra es, no solo por lo amargo, sino también por lo precioso. Abreviado Señora, os lo ofrezco en esta espada, que os atraviesa el pecho, tan dolorosa para vos, como para mi favorables, pue al paso que abrió esa herida en vuestro corazón, fue saludable bálsamo para sanar todas las llagas del mío. Grabad en él, con esa punta, la memoria de aquellos misterios y la de vuestras penas y angustias, para que se inflame y arda en vuestro amor y devoción, y así llegue a ser aceptable a vuestros ojos. En ellos afianzamos todos los que nos acogemos a vuestra protección, los sobrenaturales bienes de la gracia, y lo que, en particular, cada uno pedimos en este septenario. Amén.

 

 

GOZOS

Oh Virgen María

en tu triste angustia,

oye nuestro ruego,

préstanos tu ayuda.

 

Cual gime en el bosque

la paloma viuda,

cual frágil esquife

sin timón ni brújula,

así, virgen santa,

quedo tu alma pura.

en la cruz tu hijo

viendo sin ventura.

 

Al hijo descienden

que meció en la cuna,

su seno le acoge

con triste amargura

rasgado el cadáver

con la lanza aguda,

al verle en sus brazos

con llanto te inundas.

 

Ya sola en el mundo

estas virgen pura,

Jesús para el hombre

vivió que le insulta;

murió por el mundo,

lo escrito se cumpla,

su cuerpo el sepulcro

a tu vista oculta!

 

Haced te acompañen

en tanta amargura

piadosos tus hijos,

¡oh madre de angustias!

sed la madre de ellos

la prenda segura

de que las promesas

del señor se cumplan.

 

 

Antífona: La espada de dolor traspasó vuestra alma.

 

L/: Rogad por nosotros ¡Virgen de las Angustias!

R/: Para que merezcamos las promesas de Cristo.

 

ORACIÓN: Oh Dios, junto a tu Hijo elevado en la cruz quisiste que estuviese la Madre dolorosa; concede a tu Iglesia, que, asociándose con María a la pasión de Cristo, merezca participar en su resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.

 

 

DÍA SEGUNDO

ORACIÓN

Soberana Virgen María, que, para librar la vida de vuestro preciosísimo Hijo, peregrinasteis fugitiva a la tierra de Egipto, llevando por su amor, con paciencia, la intemperie de los climas, las incomodidades de vuestra pobreza, por la pena, que angustiaba vuestro amante corazón, al ver desterrado de su patria en la tierra al Soberano Rey de los cielos:  humildemente os suplico, restituyáis a la Palestina de la  Gracia, a los cautivos que gimen en el Egipto de la culpa, y que gozando todos por vuestra intercesión felizmente la vida de gracia, nos defendáis de la tiranía del demonio, para nunca perderla, perseverando en ella hasta el punto último de nuestra peregrinación, por los méritos de vuestro Hijo, nuestro Señor, que con el Padre y el Espíritu Santo, vive y reina Dios, por todos los siglos de los siglos. Amén.

 

 

DÍA TERCERO

ORACIÓN

Soberana Virgen María, que al volver a Nazaret después de todo un día, echasteis de menos a vuestro Hijo amado, y volvisteis toda llena de dolo a buscarle a Jerusalén, en donde a los tres días, le hallasteis enseñando a los doctores, con admiración de sabiduría. Yo os ruego, Madre mía, por las angustias que padecisteis al vero apartada de vuestro querido Hijo, que dispongáis la viciada tierra de nuestros corazones, fecundándola con vuestras lágrimas, para que sea en ellos bien recibido el grano de la divina palabra, y que produzcan óptimos frutos de todas las virtudes. Alcanzad también, Señora, de vuestro Santísimo Hijo, el que alumbre la ceguedad de los herejes y gentiles, para que, desengañados de sus errores, y con el conocimiento de la verdad, se unan al cuerpo místico de nuestra Santa Iglesia, para que, sea su nombre conocido y exaltado de todo el universo y de todos los que estamos unidos, y en adelante se unieren a este gremio, mediante las aguas del Santo Bautismo, no nos separemos de nuestra cabeza, que es el mismo Jesucristo, antes unidos a él, por su divina gracia, acabemos en ella los periodos finales de la vida. Amén.

 

 

DÍA CUARTO

ORACIÓN

Santísima Virgen María mi Señora, que, siguiendo a vuestro Santísimo hijo en la Calle de la amargura con la cruz a cuestas hasta el mote calvario, hecho el oprobio de los hombres, irrisión de la plebe, escarnio de los judíos, y ludibrio de las gentes: por aquella espada de dolor, que hirió cruelísimamente vuestra Alma al fijar vuestros amorosos ojos en aquel inaudito espectáculo a los Ángeles, y a los hombres, os pido me alcancéis de vuestro Hijo el don de la resignación en su voluntad, y paciencia para llevar con fruto los trabajos, que su Majestad fuere servido enviarme. No apetezca Yo, Señora mía en adelante cosa alguna por mi voluntad, y la cruz, que por sola la suya pusiere el Señor sobre mis hombros, haced, que la lleve con alegría de corazón. Cumpla exactamente Señora con las obligaciones de mi estado, en que me pufo Dios, ya que me obligue voluntario, para que siguiendo con mi cruz a Cristo mi Señor con la suya, y peleando valerosamente bajo del estandarte de la Santa cruz en la palestra de esta frágil vida, merezca verme coronado en la eterna. Amén.

 

 

DÍA QUINTO

ORACIÓN

Llegó ya soberana Señora, la combatida navecilla de vuestro Angustiado corazón a lo más alto del mar amargo de penas, que surcaba en la pasión de vuestro Santísimo Hijo. Llegó ya al monte Calvario, en donde la repelada de penas, le anego cuasi entre las andas de aquella triste tormenta, conformándose de la Justicia del eterno Padre, de la gravedad de la culpa, de la tiranía de los hombres, y la paciencia de Cristo, quebraban todas en vuestro materno pecho. Mas ay, Señora mía, que, en medio del golfo, en que zozobra vuestro corazón, hallamos los pecadores el más seguro puerto. Allí Señora nos concebisteis Madre, y allí nos constituimos hijos vuestros: como tales humildemente os pedimos, que, por aquella caridad, con que pendiente de la Cruz vuestro Santísimo hijo pidió por sus enemigos, nos concedáis un verdadero amor a los nuestros, para que así no solo perdonemos sus injurias, antes bien volviendo bienes por males seamos imitadores suyos. Amén.

 

 

SEXTO DÍA

ORACIÓN

Dolorosísima Madre mía, ya veo cumplido, el que destilan vuestras purísimas

manos, mirra amarga de dolor, al recibir en ellas el descoyuntado cuerpo de vuestro difunto Hijo, al descenderle de la Cruz y trasladarlo a vuestro regazo. No es la primera vez que le albergáis en él. Más, ¡Oh! que diferencia, en Belén le estrechasteis, para darle el suavísimo néctar de vuestros purísimos pechos, y abrigarle con pobres, aunque limpios pañales, aquí, para bañar vuestro pecho con su sangre, y envolverle en una funesta mortaja. Solo Señora, vuestras manos fueron dignas de tocar aquella Sangre y aquel cuerpo: por el Señor os pido, y por la Angustia que sentisteis al recibir aquel cadáver, concedáis a todos los sacerdotes, sus ministros, pureza de alma y de cuerpo, para celebrar su sacrificio incruento en los altares. Purificad con vuestras lágrimas sus manos, y con aquella sangre, santificad sus corazones, para que ninguno llegue indignamente a aquel Sancta Sanctórum, y sea este sacrificio agradable a sus ojos. Amén.

 

 

DÍA SÉPTIMO Y ÚLTIMO

ORACIÓN

Ya esta sola la mística ciudad del Señor, y viuda la Señora de las gentes, tributaria del dolor, la Princesa de las provincias, llorando amargamente su viudez y soledad, sin consuelo en la melancólica lucha. Si, si Señora Dolorosísima, que ya está en el Santo Sepulcro el cuerpo de vuestro Santísimo Hijo. ¿Porque sepultáis Señora, vuestro corazón, juntamente con aquel cuerpo, pues es la carne tan una? Y ¿si en vida no tuvo descanso, sino fue en vuestras entrañas, porque no descansa muerto en vuestro purísimo pecho? Aquí tenéis Señora los nuestros, llenos de dolor, acompañándoos en vuestra soledad y angustias. Haced, por ellas, que muertos nuestros pecados por la verdadera penitencia, y sepultados en el sepulcro del olvido, queden nuestros corazones limpios para recibir aquel cuerpo sacramentado en la mesa del altar, Otorgádnoslo así, Señora, por los merecimientos de vuestro Santísimo Hijo, que con el Padre y el Espíritu Santo, vive y reina, por los siglos de los siglos. Amén.

 

 

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