DÍA
CUARTO
RIQUEZA
DE SAN JOSÉ
San
José es el más favorecido de todos los santos. Dios, en vista de la dignidad a
que iba a elevarlo, hubo de usar para con él de una liberalidad enteramente
divina; de otra manera hubiera podido quejarse de que el Señor no le diera lo
necesario para sostener su rango. Sabemos que Dios otorga sus gracias en razón
al estado a que llama. Excediendo aún la medida de lo necesario, dispensa
gracias superabundantes, gracias de representación: Dios trata a sus santos con
honor; siempre observa en la repartición de sus gracias lo que podríamos llamar
el decoro divino. El Padre celestial no tuvo sobre la tierra más que un santo
que lo representase: comprenderéis, pues, que debió darle todo lo que reclamaba
su honor de padre, para que lo representase dignamente; Dios Hijo, que requería
un padre nutricio digno de Él, agregó sus propias riquezas y todos sus dones; y
el Espíritu Santo, cuya fecundidad iba a actuar bajo el manto y la protección
de San José, lo adorno con sus más sublimes gracias. Han José ha recibido la
primera gracia de predestinación. Todos los dones de la inteligencia y del
corazón, todos los dones, naturales y sobrenaturales, le fueron otorgados, en
la medida más abundante. San José era noble, de la sangre de David, que fue
elegido rey por voluntad de Dios. Su inteligencia fue esclarecida con luces particulares,
para que pudiese comprender la grandeza del misterio de que iba a ser depositario
durante treinta años. ¡Y su corazón, de qué dulzura, de qué amor, se hallaba
penetrado! Después del Corazón de María no hay, ni habrá jamás, corazón más
amante. No es preciso que os hable de su cuerpo: era perfecto, y la majestad más
dulce irradiaba en toda su persona. Pero Dios quería que San José participase de
la vida de su divino Hijo: lo cubrió, pues, con un manto de humildad le hizo
salir de Jerusalén, lo confinó en una ciudad desprestigiada ante la opinión, que
se consideraba imposible que de ella saliese nada bueno: y allí lo dejó morir en
la obscuridad. Si grande es San José a los ojos de Dios, más aún lo es y lo
será ante los hombres: hay que estudiarlo y hacer crecer en nuestros corazones
el culto más filial para con él.
Aspiración: San
José, que habéis alimentado al que nos alimenta con su Sagrado Cuerpo, ruega
por nosotros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario