LAS QUINCE DEVOTISIMAS ORACIONES DE SANTA BRIGIDA
Impreso en la Imprenta La Estampa de Don Sebastián Comellas, Calle Mercader,
Barcelona, España, Año de 1665. Con Licencia.
Las Quince Devotísimas Oraciones de Santa Brígida, en reverencia de
las Santísimas Llagas de Cristo, Nuestro Señor, que dichas de rodillas cada día
por un año entero, se habrá saludado cada una en particular, y la ofreció
Nuestro Señor haría señaladas mercedes en vida y muerte a los que devotamente
las dijesen. Y son de mucho consuelo para la hora de la muerte.
Concede el Eminentísimo Señor Cardenal
Sandoval, Arzobispo de Toledo, cien días de Indulgencia a los que devotamente
dijeran estas oraciones.
QUINCE
ORACIONES DE SANTA BRÍGIDA
Las
Quince Oraciones reveladas por Nuestro Señor a Santa Brígida de Suecia en la
Iglesia de San Pablo, en Roma.
ORACIONES
aprobadas por El Papa Pío IX
Éstas
son las oraciones que debemos decir todos los días durante un año seguido, sin
interrumpirlas, y obtendremos fabulosas gracias.
PRIMERA
ORACIÓN
(Padre
Nuestro - Ave María)
¡Oh
Jesucristo! ¡Sois la eterna dulzura de todos los que Os aman; la alegría que
sobrepasa todo gozo y deseo; la salvación y esperanza de todos los pecadores!
Habéis manifestado no tener mayor deseo que el de permanecer en medio de los
hombres, en la tierra. Los amáis hasta el punto de asumir la naturaleza humana,
en la plenitud de los tiempos, por amor a ellos. Acordaos de todos los
sufrimientos que habéis soportado desde el instante de Vuestra Sagrada Pasión;
así como fue decretado y ordenado desde toda la eternidad, según el plan
divino.
-Acordaos,
Oh Señor, que durante la última cena con Vuestros discípulos les habéis lavado
los pies; y después, les disteis Vuestro Sacratísimo Cuerpo, y Vuestra Sangre
Preciosísima. Luego, confortándolos con dulzura, les anunciasteis Vuestra
próxima Pasión.
-Acordaos
de la tristeza y amargura que habéis experimentado en Vuestra alma, como Vos
mismo lo afirmasteis, diciendo: "Mi alma está triste hasta la
muerte." "
-Acordaos
de todos los temores, las angustias y los dolores que habéis soportado, en
Vuestro Sagrado Cuerpo, antes del suplicio de la crucifixión. Después de haber
orado tres veces, todo bañado de sudor sangriento, fuisteis traicionado por
Vuestro discípulo, Judas; apresado por los habitantes de una nación que habíais
escogido y enaltecido. Fuisteis acusado por falsos testigos e injustamente
juzgado por tres jueces; todo lo cual sucedió en la flor de Vuestra madurez, y
en la solemne estación pascual.
-Acordaos
que fuisteis despojado de Vuestra propia vestidura, y revestido con manto de
irrisión. Os cubrieron los Ojos y la Cara infligiendo bofetadas. Después,
coronándoos de espinas, pusieron en Vuestras manos una caña. Finalmente,
fuisteis atado a la columna, desgarrado con azotes, y agobiado de oprobios y
ultrajes.
En
memoria de todas estas penas y dolores que habéis soportado antes de Vuestra
Pasión en la Cruz, concededme antes de morir, una contrición verdadera, una
confesión sincera y completa, adecuada satisfacción; y la remisión de todos mis
pecados. Amén.
SEGUNDA
ORACIÓN
(Padre
Nuestro - Ave María)
¡Oh
Jesús la verdadera libertad de los ángeles, y paraíso de delicias! Acordaos del
horror y la tristeza que fuisteis oprimido, cuando Vuestros enemigos como
leones furiosos, Os rodearon con miles de injurias: salivazos, bofetadas,
laceraciones, arañazos y otros suplicios inauditos. Os atormentaron a su
antojo. En consideración de estos tormentos y a las palabras injuriosas, Os
suplico, ¡Oh mi Salvador, y Redentor! que me libréis de todos mis enemigos
visibles e invisibles y que, bajo Vuestra protección, hagáis que yo alcance la
perfección de la salvación eterna. Amén.
TERCERA
ORACIÓN
(Padre
Nuestro - Ave María)
¡Oh
Jesús Creador del Cielo y de la Tierra, al que nada puede contener ni limitar!
Vos abarcáis todo; todo es sostenido bajo Vuestra amorosa potestad. Acordaos
del dolor muy amargo que sufristeis cuando los judíos, con gruesos clavos
cuadrados, golpe a golpe, clavaron Vuestras Sagradas Manos y Pies a la Cruz. Y
no viéndoos en un estado suficientemente lamentable para satisfacer su furor,
agrandaron Vuestras Llagas, agregando dolor sobre dolor. Con indescriptible
crueldad, extendieron Vuestro Cuerpo en la Cruz. Y con jalones y estirones
violentos, en toda dirección, dislocaron Vuestros Huesos.
-Oh Jesús,
en memoria de este santo dolor que habéis soportado con tanto amor en la Cruz,
Os suplico concederme la gracia de temeros y amaros. Amén.
CUARTA
ORACIÓN
(Padre
Nuestro – Ave María)
¡Oh
Jesús Médico Celestial, elevado en la Cruz para curar nuestras llagas con las
Vuestras! Acordaos de las contusiones y los desfallecimientos que habéis
sufrido en todos Vuestros Miembros; y que fueron distendidos a tal grado, que
no ha habido dolor semejante al Vuestro. Desde la cima de la cabeza hasta la
planta de los pies, ninguna parte de Vuestro Cuerpo estaba exenta de tormentos.
Sin embargo, olvidando todos Vuestros sufrimientos, no dejasteis de pedir por
Vuestros enemigos, a Vuestro Padre Celestial, diciéndole: "Padre,
perdónalos no saben lo que hacen."
-Por esta
inmensa misericordia, y en memoria de estos sufrimientos, Os hago esta súplica:
conceded que el recuerdo de Vuestra muy amarga Pasión, nos alcance una perfecta
contrición, y la remisión de todos nuestros pecados. Amén.
QUINTA
ORACIÓN
(Padre
Nuestro – Ave María)
¡Oh
Jesús, Espejo de Resplandor Eterno! Acordaos de la tristeza aguda que habéis
sentido al contemplar con anticipación, las almas que habían de condenarse. A
la luz de Vuestra Divinidad, habéis vislumbrado la predestinación de aquellos
que se salvarían, mediante los méritos de Vuestra Sagrada Pasión.
Simultáneamente habéis contemplado tristemente la inmensa multitud de réprobos
que serían condenados por sus pecados; y Os habéis quejado amargamente de esos
desesperados, perdidos y desgraciados pecadores.
-Por
este abismo de la compasión y piedad, y principalmente por la bondad que
demostrasteis hacia el buen ladrón, diciéndole: "Hoy estarás conmigo en el
Paraíso.", hago esta súplica, Dulce Jesús. Os pido que a la hora de mi
muerte tengáis misericordia de mí. Amén.
SEXTA
ORACIÓN
(Padre
Nuestro – Ave María)
¡Oh
Jesús, Rey infinitamente amado y deseado! Acordaos del dolor que habéis
sufrido, cuando, desnudo y como un criminal común y corriente, fuisteis clavado
y elevado en la Cruz. También, fuisteis abandonado de todos Vuestros parientes
y amigos con la excepción de Vuestra muy amada Madre. En Vuestra agonía, Ella
permaneció fiel junto a Vos; luego, la encomendasteis a Vuestro fiel discípulo,
Juan, diciendo a María: "¡Mujer, he aquí a tu hijo!" Y a Juan:
"¡He aquí a tu Madre!"
-Os
suplico, Oh mi Salvador, por la espada de dolor que entonces traspasó el alma
de Vuestra Santísima Madre, que tengáis compasión de mí. Y en todas mis
aflicciones y tribulaciones, tanto corporales como espirituales, ten piedad de
mí. Asistidme en todas mis pruebas, y especialmente en la hora de mi muerte.
Amén.
SÉPTIMA
ORACIÓN
(Padre
Nuestro – Ave María)
¡Oh
Jesús inagotable Fuente de compasión, ten compasión de mí! En un profundo gesto
de amor, habéis exclamado en la Cruz: "¡Tengo sed!" Era sed por la
salvación del género humano. ¡Oh mi Salvador! Os ruego que inflaméis nuestros
corazones con el deseo de dirigirnos hacia la perfección, en todas nuestras
obras. Extinguid en nosotros la concupiscencia carnal y el ardor de los
apetitos mundanos. Amén.
OCTAVA
ORACIÓN
(Padre
Nuestro – Ave María)
¡Oh
Jesús, Dulzura de los corazones y Deleite del espíritu! Por el vinagre y la
hiel amarga que habéis probado en la Cruz, por amor a nosotros, oíd nuestros
ruegos. Concedednos la gracia de recibir dignamente Vuestro Sacratísimo Cuerpo
y Sangre Preciosísima durante nuestra vida, y también a la hora de la muerte
para servir de remedio y consuelo a nuestras almas. Amén.
NOVENA
ORACIÓN
(Padre
Nuestro – Ave María)
¡Oh
Jesús, Virtud Real y Gozo de alma! Acordaos del dolor que habéis sentido,
sumergido en un océano de amargura, al acercarse la muerte. Insultado y
ultrajado por los judíos, clamasteis en alta voz que habíais sido abandonado
por Vuestro Padre Celestial, diciéndole: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me
has abandonado?"
-Por
esta angustia, Os suplico, Oh mi Salvador, que no me abandonéis en los terrores
y dolores de mi muerte. Amén.
DÉCIMA
ORACIÓN
(Padre
Nuestro - Ave María)
¡Oh
Jesús, Principio y Fin de todas las cosas, Sois la Vida y la Virtud plena!
Acordaos que por causa nuestra fuisteis sumergido en un abismo de penas,
sufriendo dolor desde la planta de los Pies hasta la cima de la Cabeza. En
consideración a la enormidad de Vuestras Llagas, enseñadme a guardar, por puro
amor a Vos, todos Vuestros Mandamientos; cuyo camino de Vuestra Ley Divina es
amplio y agradable para aquellos que Os aman. Amén.
UNDÉCIMA
ORACIÓN
(Padre
Nuestro – Ave María)
¡Oh
Jesús! ¡Abismo muy profundo de Misericordia! En memoria de las Llagas que
penetraron hasta la médula de Vuestros Huesos y Entrañas, para atraerme hacia
Vos, presento esta súplica. Yo, miserable pecador, profundamente sumergido en
mis ofensas, pido que me apartéis del pecado. Ocultadme de Vuestro Rostro tan
justamente irritado contra mí. Escondedme en los huecos de Vuestras Llagas
hasta que Vuestra cólera y justísima indignación hayan cesado. Amén.
DUODÉCIMA
ORACIÓN
(Padre
Nuestro – Ave María)
¡Oh
Jesús, Espejo de la Verdad, Sello de la Unidad, y Vínculo de la Caridad!
Acordaos de la multitud de Llagas con que fuisteis herido, desde la Cabeza
hasta los Pies. Esas Llagas fueron laceradas y enrojecidas, Oh dulce Jesús, por
la efusión de Vuestra adorable Sangre. ¡Oh, qué dolor tan grande y repleto
habéis sufrido por amor a nosotros, en Vuestra Carne virginal! ¡Dulcísimo
Jesús! ¿Qué hubo de hacer por nosotros que no habéis hecho? Nada falta. ¡Todo
lo habéis cumplido! ¡Oh amable y adorable Jesús! Por el fiel recuerdo de
Vuestra Pasión, que el Fruto meritorio de Vuestros sufrimientos sea renovado en
mi alma. Y que, en mi corazón, Vuestro Amor aumente cada día hasta que llegue a
contemplaros en la eternidad. ¡Oh Amabilísimo Jesús! Vos sois el Tesoro de toda
alegría y dicha verdadera, que Os pido concederme en el Cielo. Amén.
DECIMOTERCERA
ORACIÓN
(Padre
Nuestro – Ave María)
¡Oh
Jesús, fuerte León, Rey inmortal e invencible! Acordaos del inmenso dolor que
habéis sufrido cuando, agotadas todas Vuestras fuerzas, tanto morales como físicas,
inclinasteis la Cabeza y dijisteis: "Todo está consumado."
-Por esta angustia
y dolor, Os suplico, Señor Jesús, que tengáis piedad de mí en la hora de mi
muerte cuando mi mente estará tremendamente perturbada y mi alma sumergida en
angustia. Amén.
DECIMOCUARTA
ORACIÓN
(Padre
Nuestro – Ave María)
¡Oh
Jesús, único Hijo del Padre Celestial, esplendor y semejanza de Su Esencia!
Acordaos de la sencilla y humilde recomendación que hicisteis de Vuestra Alma,
a Vuestro Padre Eterno, diciéndole: "¡Padre, en Tus Manos encomiendo Mi
Espíritu!" Desgarrado Vuestro Cuerpo, destrozado Vuestro Corazón, y
abiertas las Entrañas de Vuestra misericordia para redimirnos, habéis expirado.
Por Vuestra Preciosa Muerte, Os suplico, Oh Rey de los santos, confortadme. Socorredme
para resistir al demonio, la carne y al mundo. A fin de que, estando muerto al
mundo, viva yo solamente para Vos. Y a la hora de mi muerte, recibid mi alma
peregrina y desterrada que regresa a Vos. Amén.
DECIMOQUINTA
ORACIÓN
(Padre
Nuestro – Ave María)
¡Oh
Jesús, verdadera y fecunda Vid! Acordaos de la abundante efusión de Sangre que
tan generosamente habéis derramado de Vuestro Sagrado Cuerpo. Vuestra preciosa
Sangre fue derramada como el jugo de la uva bajo el lagar.
-De
Vuestro Costado perforado por un soldado, con la lanza, ha brotado Sangre y
agua, hasta no quedar en Vuestro Cuerpo gota alguna. Finalmente, como un haz de
mirra, elevado a lo alto de la Cruz, la muy fina y delicada Carne Vuestra fue
destrozada; la Substancia de Vuestro Cuerpo fue marchitada; y disecada la
médula de Vuestros Huesos.
-Por
esta amarga Pasión, y por la efusión de Vuestra preciosa Sangre, Os suplico, Oh
dulcísimo Jesús, que recibáis mi alma, cuando yo esté sufriendo en la agonía de
mi muerte. Amén.
ORACION
Señor
mío Jesucristo, Hijo de Dios vivo, dígnate de recibir estas oraciones, con
aquel soberano amor con que sufriste todas las llagas de tu Sacratísimo Cuerpo;
y ten misericordia de mí, tu siervo; y a todos los fieles vivos y difuntos,
dales misericordioso tu gracia, remisión de sus pecados y la vida eterna. Amén.
CONCLUSIÓN
¡Oh
Dulce Jesús! Herid mi corazón a fin de que mis lágrimas de amor y penitencia me
sirvan de pan, día y noche. Convertidme enteramente, Oh mi Señor, a Vos. Haced
que mi corazón sea Vuestra Habitación perpetua. Y que mi conversación sea
agradable. Que el fin de mi vida Os sea de tal suerte loable, que después de mi
muerte pueda merecer Vuestro Paraíso; y alabaros para siempre en el Cielo con
todos Vuestros santos. Amén.
-Colaboración de
Carlos Villaman
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