DÍA
SEGUNDO
MEDITACIÓN.
— LOS MEDIOS
Dominus
regit me, el nihil mihi deerit: in loco pascuz ibi me collocavit. (Psal. XXII.)
El Señor es mi pastor: nada me faltará. Él me hace descansar en pastos amenos y
fértiles.
Apenas
el alma queda hecha por el santo Bautismo templo del Espíritu Santo, la gracia
del Señor la llena toda, a la manera que la esponja en medio del mar es
invadida por las aguas. Y desde ese mismo momento, como la gracia no permanece
inactiva, obra en el alma su santificación, poniendo en juego todos los
elementos que la rodean, no siendo el de menos cuantía la cristiana educación
de los padres. «Dios en su misericordia
abrió mi inteligencia muy temprano, como si quisiera Jesús hacerme conocer y
apreciar la madre incomparable que me había dado... Mas no sólo me prodigó
tanto amor, sino que también lo infundió en mi corazoncito, haciéndolo tierno y
sensible. No es posible imaginar hasta qué punto amaba yo a mi padre y a mi
madre. Este elemento valiosísimo lo hizo servir el Espíritu Santo para dominar
en el corazón de Teresita los defectos que naturalmente nacían en la naturaleza
depravada. Teniendo ante los ojos de su alma la palabra del Sabio «Dobla la
cerviz de tu hijo desde su niñez», no permitían, aquellos padres piadosos, que
arraigase en el corazón de su pequeña Teresa ningún defecto. «Amábanme en
extremo, más de ningún modo puedo decir que me mimaran» — escribe agradecida. —
El amor que la tenían les daba valor para no doblarse a las travesuras
ingeniosas y tiernas a que recurría la niña para librarse de las reprensiones
de sus padres. (Me hago muy bien cargo de que, con semejante naturaleza, a no
haber sido educada por padres virtuosos, hubiera sido muy mala andando el tiempo y aun quizás me hubiera
condenado eternamente. Pero Jesús velaba por su pequeña esposa, e hizo que esos
mismos defectos le sirvieran para su bien, a fin de que, combatidos a tiempo,
la movieran a adelantar en la perfección.» ¡Cuán pésimamente obran los padres,
cuando en esta época decisiva, según los más eminentes pedagogos, apenas si
tienen cuidado alguno de la educación moral de sus hijos! Con la excusa mal
cubierta, de que abandonan a sus pequeños en las manos crueles de las pasiones que no encuentran freno, y ahogan la
virtud de la gracia del Espíritu Santo en el creciente mar de los apetitos. ¡Oh
consecuencia abominable! ¡Cuántas almas llamadas a la santidad se quedan
convertidas en pecadores por la negligencia de los padres en la educación de
sus hijos! Desconocedores de la gran misión que tienen, que cumplir los padres
con los hijos, les recordamos, como los más eficaces, los consejos que sobre
este particular nos enseña el Espíritu Santo en el capítulo XXX del Eclesiástico;
así creemos dejar bien cumplida la obligación que nos impone el sagrado
ministerio.
«El que ama a su hijo le frecuenta
el azote, para que se acuerde en su postrimería...»
«Por las almas de sus hijos atará
sus heridas, y sobre toda voz (de su mala conducta) se turbarán sus entrañas.»
«En su vida se alegró: en su muerte
no se contristó, ni se avergonzó delante de sus enemigos.»
Para conseguir tales provechos: dóblale
la cerviz en la juventud y golpéale los costados mientras que es niño, no sea
que se endurezca y no te crea, y cause dolor a tu alma.» Enseña a tu
hijo, y trabaja con él porque no tropieces en su afrenta.»
«No le des libertad en la juventud,
y no desprecies sus pensamientos.»
EJEMPLO
CONVERSIÓN DE Dos JÓVENES, QUE LLEVA CONSIGO LA DE SUS
PADRES
X (Gironde), 28 de agosto de 1919.
Deseosa de añadir una página al
libro de Gloria de Sor Teresita del Nino Jesús, quiero publicar en el día de
hoy lo que ella ha hecho por nosotros. Familia de funcionarios, formada por mis
padres, mi hermana y yo; habíamos abandonado por una negligencia muy culpable
¡desgraciados! nuestras prácticas religiosas, viviendo lejos del Señor. Un día,
uno de nuestros colegas puso en manos de mi hermana y mías, el libro de la Vida
de Sor Teresita. Desde las primeras páginas nos sentimos profundamente
conmovidas; llegó a nuestro corazón como una brisa del cielo, como un recuerdo
lejano del día de nuestra primera Comunión, en aquel tiempo tan piadosamente
recibidas pero ¡ay!, si no totalmente olvidados los buenos sentimientos
de entonces, eran ya contemplados muy de lejos. Al terminar la lectura de la
Historia de un alma, los Consejos y recuerdos y las Oraciones de Sor Teresita,
sentimos un deseo imperioso de retornar a nuestras prácticas de Religión y de
frecuentar los Sacramentos. No sin sostener lucha, vencimos al fin la tentación
de permanecer en el mal camino. El día 29 dc septiembre de 1917 nos confesamos,
y el día 30, día vigésimo del aniversario de la muerte de Sor Teresita,
comulgamos, después de siete años o más de infidelidad.
En esta mañana, llena de gracias
para nosotras, Sor Teresita nos envió n las dos, en el momento de retirarnos de
la Sagrada Mesa, un perfume dc rosas tan suave quo jamás olvidaremos y que
parecía anunciarnos nuevos favores espirituales. Efectivamente, algunos días
más tarde, enterada mi madre de nuestras buenas resoluciones, nos imitó y vino
a comulgar con nosotras, lo que no había hecho hacía más de 15 años. Y,
finalmente, mi padre, que hacía aún más tiempo que no practicaba, este año ha.
cumplido con el precepto Pascual y cumple ahora como nosotras con todos sus
deberes religiosos.
Sor Teresita alcanzó muchas
curaciones verdaderamente milagrosas, pero en verdad ¿hay milagro más grande
que el de encontrar con la \paz del corazón el camino del cielo?
Srta. X.
Jaculatoria: ¡Oh Santita querida! implora de tú misericordia infinita, el favor, para todos
aquellos que no han conocido el beneficio de una educación religiosa.
ORACIÓN
PARA ESTE DÍA
¡Oh Dios mío! que en tu misericordia te dignaste conceder a la Santita de Lisieux cristianos y piadosos padres, complaciéndote en rodear de cariño su vida entera, te doy gracias por este inapreciable beneficio, pues «a no haber sido educada por padres virtuosos, hubiera sido muy mala andando el tiempo, y aun quizás se hubiera condenado eternamente». ¡Oh buen Jesús, guarda a mis queridos padres para la vida eterna! Compadécete de los que no son buenos padres. Sé, Tú, padre para los hijos desgraciados. Protégenos, siempre a todos. Te lo suplicamos por la intercesión de tu angelical Teresita. ¡Oh poderosa Santa mía, derrama sobre las familias cristianas la lluvia de rosas de tu intercesión, para que los padres sepan y quieran cumplir con los deberes que les impone su misión de padres; y para más obligarte, te recordamos tus inefables promesas en favor de tus devotos con las siguientes:
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