miércoles, 22 de mayo de 2024

DOCE JUEVES A NUESTRA SEÑORA DEL SAGRADO CORAZÓN

 


LOS DOCE JUEVES EN HONOR DE NUESTRA SEÑORA DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

 

Imprenta y Lit."Ilustración", 1912

 

PRÓLOGO

La Asociación de Nuestra Señora del Sagrado Corazón, canónicamente erigida el 30 de Mayo de 1912, e la iglesia del convento de la Visitación en Santiago de Chile, calle Huérfanos 2341, practicará en honor de la Santísima Trinidad, 3 veces en el año, la devoción de los Doce Jueves, para honrar a Nuestra Señora del Sagrado Corazón, al Sacratísimo Corazón de Jesús y a San José, principales Patrones de la Asociación desde su fundación en Isodan, Roma y Barcelona.

 

Las tres series se celebrarán, en lo posible consecutivamente, la primera, conmemorando el día que la Iglesia le ha consagrado (31 de Mayo). 2.a  serie para honrar el misterio de su Asunción al Cielo (15 de Agosto), y 3.a  para tributarle sus más tiernos y entusiastas cultos en la fiesta de su Inmaculada Concepción (8 de Diciembre); empezando en tiempo conveniente para concluir el Jueves próximo a cada fiesta, respectivamente.

 

¡CONFIANZA!

Durante la celebración de los 12 Jueves, se leen acciones de gracias en cada uno de ellos, tanto en el orden espiritual como en el temporal: conversiones, gracias de salud, arreglo de intereses, etc. ¡Que muchos, pues, se unan para hacer llegar al cielo un concierto de alabanzas y plegarias a la Abogada de las causas difíciles y desesperadas!

 

OFRECIMIENTO DE LAS MISAS A NUESTRA SEÑORA

Oh Señora Nuestra del Sagrado Corazón, vengo a rogarte que ofrezcas, oh celeste Tesorera, al Padre Eterno y Dios de todo consuelo y esperanzas, todas las misas que he oído y oiré hasta el fin de mi vida; todas las que he hecho y haré decir; todas las que se han dicho y se dirán hasta el fin de los tiempos y ofrecerle especialmente la Víctima Divina que es su mismo Hijo Unigénito, agonizando, muriendo y ofreciéndose por amor nuestro en la cima del Calvario, como a esta hora se ofrece (en éste y) en tanto altares del mundo a la vez y también las últimas y preciosas gotas de Sangre y agua salidas de la herida del Divino Corazón; presentándoselo en vuestro Corazón Inmaculado, con todos sus méritos, por mis adoraciones, acciones de gracias, desagravios y súplicas ardientes y humildes, para obtener la contrición perfecta de mis pecados, para mí, para los míos y para los que hayan de morir en este día; y haciendo tuyos los ruegos de este pobre pecador.

 

¡Oh Vos, la Omnipotencia suplicante!, alcanzadme (se dice con ilimitada confianza las gracias que se desean) que yo todo lo espero por Vos, porque creo en tu amor de Madre para conmigo. Amén.

 

-¡Nuestra Señora del Sagrado Corazón, rogad por nosotros!

100 días de Indulgencia.- Pío IX.

 

-Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío.

300 días de Indulgencia.

 

-Sagrado Corazón de Jesús, yo creo en vuestro amor para conmigo

300 días de Indulgencia

 

 

ACTO DE CONTRICCIÓN

¡Oh dulcísimo Jesús!, mi alma está triste porque os ha ofendido; dignaos suplir Vos mismo lo que falta a mi dolo9r y ofrecer a Dios, vuestro Padre, todo el dolor que ha experimentado vuestro amantísimo Corazón por mis pecados y los de todo el mundo. Amén.

 

Perdón, ¡Dios mío!, perdón de todas las faltas que conozco, y de todas las que no alcanzo a conocer. Perdón de todos los pecados que he cometido y he hecho cometer. Perdón de todo el bien que he dejado de hacer o que he hecho mal. ¡Declararé mi iniquidad, y estaré siempre lleno del deseo de expiar mis pecados!... Ps. XXXVII. ¡No despreciéis, oh Dios mío, al corazón contrito y humillado!... Ps. L.

 

ORACIÓN DE CONFIANZA EN LA MISERICORDIOSA BONDAD DE NUESTRA SEÑORA DEL SAGRADO CORAZÓN

Me postro humildemente a vuestros pies, ¡oh Señora Nuestra del Sagrado Corazón!, y aunque pecador, os suplico vengáis a mi socorro.  Sois la Madre de la Esperanza y de la Misericordia; por esto mismo estoy seguro, no solamente de no ser rechazado, sino también de hallar en Vos compasión. Si no me ayudáis, estoy perdido. Considerad, cuánto me ha amado el Sagrado Corazón de Jesús, vuestro Divino Hijo, puesto que ha llegado hasta querer ser traspasado por el hierro de la lanza…  Pero Vos sois también Madre mía, ¡oh Señora Nuestra del Sagrado Corazón!, por lo que no quiero ni puedo dudar que no vengáis a mi socorro. Si me atreviese a dudar, injuriaría vuestra misericordia, porque no la negáis jamás a aquéllos que Jesucristo no ha rehusado su preciosísima Sangre. No os pido honores en la tierra, pero, os pido sí, el cielo, y para esto la gracia de Dios, el amor de Jesucristo, el cumplimiento de mis deberes. ¡Oh Madre mía, en Vos pongo, después de Dios, toda mi confianza; por vuestra intercesión espero salvarme, como lo imploro de Vos, y tendré así la felicidad de bendeciros durante toda la eternidad! Amén.

 

-A continuación se leerá la Meditación correspondiente a cada Jueves.

 

JUEVES

PRESENTACIÓN DE MARÍA AL TEMPLO

Pensemos un instante en María, en su Inmaculada Concepción, en su nacimiento, su consagración a Dios, su vida de oración en el templo.

 

1° Considerémosla apresurando por sus ruegos la  venida del Mesías, y en consecuencia, ejerciendo ya un gran poder de atracción sobre el Corazón del Hijo de Dios que iba luego a encarnarse en Ella. Humillaos de que hasta ahora, vuestras oraciones hayan sido tan poco eficaces, porque no érais del número de aquellos que la Escritura Santa llama hombres de deseos o porque no teníais bastante confianza en Dios y en Nuestra Señora del Sagrado Corazón”.

 

2º  Con María se puede todo; porque Ella quiere para nosotros todo el bien posible, y la súplica que su Corazón difunde a favor nuestro en el Corazón de Dios es todopoderosa, con la condición única, que tengamos en Ella una confianza sin límites.

 

3º  Jesús ha dado a su Madre un imperio absoluto sobre su Corazón. Ella es, no cabe duda, la que posee la llave de esa fuente inagotable de todas las gracias, la cual puede abrir a su agrado para hacer descender sobre el mundo todos los tesoros de amor y de misericordia, de luz y de salvación. Luego, podemos muy bien llamarla Señora del Sagrado Corazón, es decir, Soberana, Dueña del Corazón de Jesús, y dirigirnos a Ella bajo ese nuevo título con una confianza ilimitada, sobre todo en los momentos más difíciles y en las circunstancias más delicadas.

 

ASPIRACIÓN.- Y puesto que sois mi Madre, ¡oh Señora Nuestra del Sagrado Corazón!, oíd favorablemente mi petición…  Sacad para mí del Corazón de vuestro Divino Hijo, la conversión, el fervor y la salvación.

 

RESOLUCIÓN.- Como un niño confía en su madre, quiero confiar yo en Nuestra Señora del Sagrado Corazón, mi Madre compasiva.

 

ACORDAOS A NTRA. SRA. DEL SAGRADO CORAZÓN

Acordaos, ¡oh Señora Nuestra del Sagrado Corazón!, del inefable poder que vuestro Hijo Divino os ha dado sobre su Corazón adorable. Llenos de confianza en vuestros merecimientos, acudimos a implorar vuestra protección, ¡oh celeste Tesorera del Corazón de Jesús!, de ese Corazón que es manantial inagotable de todas las gracias, y que podéis abrir a vuestro gusto, para derramar sobre los hombres todos los tesoros de amor y de misericordia, de luz y de salvación que encierra. ¡Concedednos, os lo suplicamos, los favores que solicitamos (Expóngase aquí la gracia que se desea). No, no podemos ser desairados, y puesto que sois nuestra Madre, ¡oh Señora Nuestra del Sagrado Corazón!, acoged favorablemente nuestros ruegos y dignaos atenderlos. Así sea.

 

-Único texto oficialmente aprobado por Roma – 200 días de indulgencia; una vez al día.- Pío ix, 13 de Junio de 1870.

 

-Tres Ave Marías.

 

-Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío.

200 días de indulgencia.

 

-Sagrado Corazón de Jesús, yo creo en vuestro amor para conmigo.

200 días de  indulgencia

 

 

INVOCACIONES

¡Oh Señora Nuestra del Sagrado Corazón!

Te pedimos:

 

1.- Por la exaltación de la Iglesia e intenciones del Soberano Pontífice,

 

2.- Dirigid a los Obispos y al clero en las vías de la santidad y multiplicad las vocaciones al Sacerdocio.

 

3.- Conservad la fe a nuestra patria que os ama,

 

4.- Convertid a los pecadores más endurecidos,

 

5.- Salvad a los que han de morir, hoy mismo,

 

6.- Que la luz perpetua alumbre a los que nos han procedido,

 

7.- Dígnese vuestro amor conducirnos al Sagrado Corazón de Jesús.

 

L/: Rogad por nosotros, ¡oh Señora Nuestra del Sagrado Corazón!

 

R/: A fin de que, por Vos, ¡oh sublime Esperanza de los desesperados!, nos hagamos dignos de las promesas de Jesucristo vuestro hijo.

 

ORACIÓN

Dios mío, que habéis querido para el triunfo de vuestra misericordia y la salvación de nuestras almas, dar a María Virgen Inmaculada, un poder inefable sobre el Corazón de Jesús, concedednos por sus ruegos y sus méritos la gracia de vivir y de morir en vuestro santo amor. Os lo pedimos por el mismo Jesucristo, Nuestro Señor. Así sea.

 

II.  JUEVES

LA ANUNCIACIÓN

“No temas, María, le dijo el Angel, porque has hallado gracia delante del Señor.”

Y a continuación le anuncia el gran misterio.

 

1° La Virgen, después de haber articulado la respuesta que Dios esperaba para consumar el misterio de la Encarnación: “He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra”, permanece en silencio, y nuestra imaginación, no es bastante elevada ni bastante pura, para apreciar bien lo que debieron ser las horas  de adoración que siguieron al milagro que acababa de operarse en Ella. Pensemos (¡oh, dios mío; pensemos y confundámonos con este pensamiento), hay una hora semejante para nosotros cada vez que comulgamos. En esa hora adoremos, amemos, desagraviemos y pidamos gracias.

 

2º  Es en este día, ¡oh Señora Nuestra del Sagrado Corazón!, que fuisteis escogida por Dios, para formar de vuestra sangre virginal el Corazón adorable del Redentor. Este Corazón es vuestro tesoro y Vos sois la dispensadora de todos sus méritos; dignaos disponer a favor nuestro.

 

3º  La Santísima Virgen dijo un día a Santa Gertrudis: “A favor de los que recordarán la alegría de mi alma en el día de la Encarnación, realizaré lo que me canta la Iglesia: “Monstra te ese matrem”.  Yo me mostraré para ellos madre del Rey de gloria y madre del suplicante: madre del primero, desplegando el poder que tengo de socorrer a los hombres; madre del segundo, dilatando en su favor las entrañas de mi misericordia”.

 

ASPIRACIÓN.- ¡Oh Señora Nuestra del Sagrado Corazón!, obtenedme para todos los días de mi vida, conformidad a la voluntad de Dios.

 

RESOLUCIÓN.- Quiero ser fiel a las inspiraciones de la gracia y decir con María: “He aquí la esclava del Señor”.

 

 

III. JUEVES

LA VISITACIÓN

San Lucas. 1-39-56.

1º  Por aquellos días partió María y se fue apresuradamente al país de las montañas…  Atravesó la Judea amparada bajo la sombra de su perfecta humildad…  “Al ver a María, Isabel contesta su saludo con las palabras de nuestra “Ave María”: “Bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre”, añadiendo:  “¿de dónde a mí tanto bien que venga a visitarme la Madre de mi Señor?”  “¡Oh, bienaventurada tú, exclamó, que has creído que se cumplirían sin falta las cosas que te han dicho de parte del Señor!”.

 

2º  Demos gracias a Jesús de esta primera efusión exterior de sus gracias.  El la apremia que las comunique, y nos la muestra desde entonces como la dispensadora de las gracias de su Corazón.  Cuando nos visiten las horas de prueba, los acontecimientos contrarios a nuestros proyectos, en los momentos más difíciles y que nuestra situación se vuelva desesperada, recurramos a María, digámosle para conmover las entrañas de su misericordia: ¡Muestra que eres mi Madre!, y con María, y por medio de Ella, digamos también a Nuestro Señor: “En vuestra infinita bondad pongo toda mi confianza”.  “Estemos seguros, que no será vana vuestra esperanza".

 

3º  Jesús dijo a Gertrudis cuando llegó la hora de sus tribulaciones y que la Santa, turbada, llamó a Jesús en su auxilio: “Te       doy por Madre, la mía misericordiosísima: por Ella te dispensaré mis gracias, y cualquiera que fuere el exceso de tus penas, acude a Ella cuando sientas que te faltan las fuerzas, y  será siempre fortalecida y consolada”.

 

ASPIRACIÓN. – Señora Nuestra del Sagrado Corazón, espero en Vos.

 

RESOLUCIÓN. –Me propongo implorar humildemente y muy a menudo, siempre, la protección de Nuestra Señora del Sagrado Corazón para obtener los favores de que es generosa dispensadora.

 

 

IV.  JUEVES

NACIMIENTO DE JESÚS

1° Por aquellos días se promulgó, dice el texto sagrado, un edicto de César Augusto mandando empadronar a todo el imperio; edicto que trajo a José y a María de Nazaret a Bethelem.

 

2º  Aquí, la prudencia humana hubiera podido detener a María; pero el Evangelio no nos habla ni de la más leve vacilación. Ella confía en Dios y parte; y confía en El hasta el fin, a pesar de la hora avanzada, de la obscuridad de la noche, a pesar del frío y de que todos rehusan acoger a la pobre y augusta Madre del Mesías. En fin, llegan al establo, y ahí, donde desde toda la eternidad se había preparado su trono terrestre, Jesús, el Salvador y el Maestro, aparece a los ojos de su Madre; y María y José  ven con sus ojos corpóreos Aquél a quien adoraban, y que nos es dado a adorar y amar como ellos.

 

3º  Oh María, la tierra tiene su Salvador, y sois Vos, Señora Nuestra del Sagrado Corazón, la que nos los habéis dado. Puesto que sois  la Madre de Dios, tenéis un poder inefable sobre su Corazón y todos los tesoros que encierra os pertenecen. Pobres y desprovistos de todo, vendremos a Vos y Vos nos colmaréis de bienes. “Cuando comulguéis, pensad siempre en María. Ella nos ha dado a Jesús; preparémonos como El mismo se lo indicó a la Bta. Margarita María, ofreciéndole los sentimientos de su Madre, su humildad y amor en la Encarnación; sus desagravios y compasión al pie de la cruz.

 

ASPIRACIÓN.- Oh, Señora nuestra del Sagrado Corazón, tomad y dadme de esta fuente fecunda que habéis hecho brotar en medio de nosotros.

 

RESOLUCIÓN. – Jesús viene al mundo para ser mi modelo. A ejemplo de Nuestra Señora del Sagrado Corazón, quiero seguirlo generosamente, paso a paso.

 

 

V.  JUEVES

MARÍA Y LA PRESENTACIÓN DE JESÚS AL TEMPLO

Vuestra alma será atravesada por una espada. (S. Luc., 11-35)

 

1º  Considerad las disposiciones del Corazón del Niño Jesús, cumpliendo con esta ofrenda  exterior, lo que había dicho a su Padre celestial en la Encarnación: “Héme aquí, Señor, para hacer vuestra voluntad”. Entremos en sus disposiciones de abandono a Dios en la Medida que, según nos dice San Francisco de Sales, debemos practicar.

 

2º Entre las alabanzas que los santos prodigaron a Abraham, San Pablo exalta ésta sobre todas las otras, que creyó esperando contra toda esperanza. Dios le había prometido multiplicar su posteridad, como las estrellas del cielo y como las arenas del mar, y sin embargo, recibe orden de sacrificarle su hijo único. Abraham no perdió la esperanza por esto, y creyó que obedeciendo, e inmolando a su hijo, Dios no dejaría de cumplir su palabra. Grande, ciertamente, fue su esperanza; porque no veía nada en qué apoyarla, sino en la palabra de Dios. ¡Oh!, pero ¡cuán sólido y verdadero fundamento es esta palabra que es infalible!

 

3° Abraham fue a cumplir la orden de Dios, con una simplicidad sin igual. Anduvo tres días y tres noches con su hijo, sin saber fijamente a dónde iba; su hijo le preguntó dónde estaba el holocausto, a lo que Abraham respondió: “Hijo mío, el Señor proveerá”, ¡Oh Dios mío!, qué felices seríamos, si nos acostumbráramos a dar esta respuesta a nuestros corazones cuando algo los inquieta! “Nuestro Señor proveerá”; y sin angustiarse ni inquietarse más, como Isaac que calló en seguida, creyendo que el Señor proveería tal como se lo había dicho su padre.

 

Grande es, ciertamente, la confianza que Dios pide que tengamos en su bondad paternal y en su divina providencia. Pero, ¿por qué no la tendríamos, ya que jamás nadie puede ser engañado, y que nadie tampoco confía en Dios sin recibir los frutos de su confianza?- San Francisco de Sales.

 

ASPIRACIÓN.  Señora Nuestra del Sagrado Corazón, enseñadnos a santificar nuestras penas.

 

RESOLUCIONES. – A imitación de Nuestra Señora del Sagrado Corazón, quiero hacer a nuestro Señor una ofrenda, que será de mi corazón con mucha confianza y tranquilidad

 

 

VI.  JUEVES

MARÍA Y JESÚS EN NAZARET

1° “Señora Nuestra del Sagrado Corazón, en vuestro hogar de Nazaret es donde ejercéis especialmente vuestro poder maternal sobre el Corazón de Jesús. Vos habláis, y El os obedece; no es bastante aún. El prevee todos vuestros deseos. “¡Oh misterio inefable!”.

 

2° “No podemos dudar de la admiración que sentiríamos, y de la edificación que nos causaría, si súbitamente el velo del pasado se levantase y pudiésemos seguir paso a paso los instantes de esa vida divina y conocer a Jesús como solamente lo conocieron María y José”.

 

3º En vuestras comuniones, hablad al Amor del amor. Hablad a Jesús de su Padre celestial, de los trabajos que ha emprendido para su gloria y regocijaréis su Corazón. Habladle de su amor a los hombres, y le colmaréis de alegría. Hablad a Jesús de su Santa Madre, y glorificaréis su afección de buen Hijo. Habiendo hablado a Jesús de El, El os hablará de Vos. Vuestro Corazón se dilatará a los rayos de ese sol de bondad … Su dulce voz penetrará vuestra alma … Decidle: Mi buen Jesús, ¡qué feliz soy y qué contento estoy de venir a veros! ¡Qué amale sois haberme llamado! ¡Qué bueno sois de amar a una criatura tan miserable como yo! ¡Oh, cuánto quiero amaros en correspondencia!.

 

Todos los santos amaron a Jesucristo: el amor a Este es el término de la santidad; mas este amor no tiene igual carácter en el corazón de los santos. El que más descuella en el amor de Santa Gertrudis es la confianza. Parece que mejor que nadie entendió estas palabras de Jesús: “Sabedlo, soy Yo quien os lo enseña, soy dulce. No temáis, tened confianza, soy Yo”.

 

ASPIRACIÓN.- ¡Oh Señora Nuestra del Sagrado Corazón, qué felicidad ser vuestra poderosa protección.

 

RESOLUCIÓN.- Soy hijo de Nuestra Señora del Sagrado Corazón. Que Ella reine en mí, con el Corazón de su Hijo.

 

 

VII. JUEVES

MARÍA EN LAS BODAS DE CANÁ

1° ¡Oh Señora Nuestra del Sagrado Corazón!, en esta circunstancia solemne, se manifiesta especialmente el poder que tenéis sobre el Corazón de vuestro Hijo. Le pedís un milagro, y aunque su hora no ha llegado todavía, El lo opera, sin embargo, para mostrar a todos que no puede rehusaros nada”.

 

2º María tiene un poder absoluto sobre el Corazón de Jesús.  “Ella es la Madre del amor perfecto”. A Ella debemos dirigirnos para ser abrasados por su amor. Aún los mayores pecadores no deben perder la esperanza de alcanzar gracia por María; Ella es el auxilio del Mundo entero. Sin un tierno amor para con esta Madre de misericordia, no debemos esperar conseguir la entrada en el Corazón de Jesús”.

 

Un día en que Santa Gertrudis decía con mucha devoción estas palabras de la Salve: “Vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos”, la Virgen Santísima se le apareció, mostrándole los ojos del Niño Jesús que llevaba en sus brazos. “He aquí, le dijo, los ojos tan misericordiosos cuyas miradas puedo volver cuando quiero sobre aquellos que me invocan”.

 

3º  Al prepararnos a la comunión, pidamos a esta buena Madre nos penetre de confianza, la confianza honra más a Dios que el temor… Y si después de la comunión estáis ordinariamente áridos y sin devoción, es que no os penetráis de la tierna bondad y del amor íntimo de Nuestro Señor. Dejad que vuestro corazón se dilate. Escuchad su voz interior que no es sino la manifestación de su bondad y de su dulzura.

 

ASPIRACIÓN.- ¡Oh Señora Nuestra del Sagrado Corazón!, enseñadme a esperar con paciencia las disposiciones de la Providencia y a pedir con una confianza ilimitada las gracias de que tengo necesidad, aun cuando todo parezca desesperado .

 

RESOLUCIÓN.-  Recurriré a Nuestra Señora del Sagrado Corazón en mis diferentes necesidades, y le hablaré sobre todo de mis miserias espirituales. Acordaos.

 

 

VIII.  JUEVES

COMPASIÓN DE MARÍA

“Mujer, he aquí a tu Hijo” (S. Juan, XIX, 26)

1º Considerad, en el Calvario, al Corazón de Jesús y al Corazón de María, embebiéndose, por decirlo así, el uno en el otro, por un cambio misterioso e inefable de todo lo que el dolor tiene de más agudo, y el amor de más generoso y de más heroico. Oíd a Jesús que os dice: “He ahí a tu Madre”. Era mi Madre por la Encarnación, y ahora me está más unida aún por su compasión, quiero que sea también la vuestra; le comunicaré mis tesoros, ministros de mi omnipotencia, dispensadora de todas las gracias de que mi Corazón es la fuente. “Venid, soy el Dios de vuestro corazón”.

 

2º  “Las almas que tiemblan sin cesar al acercarse al banquete eucarístico, no tienen una verdadera inteligencia de la comunión. Es preciso que olvidemos nuestras miserias, la distancia infinita que nos separa de Dios, no pensar sino en nuestra necesidad. ¡Nuestro Señor lo quiere!  Vela su santidad, su poder, y nos deja ver sólo su bondad, a fin de que nos acerquemos sin temor. Estamos en nuestro derecho, orque tenemos hambre, y ya no podemos más…”

 

“¡Nuestro Señor nos ha dado a su misma Madre!, y Esta tiene en sus manos el Corazón de su Hijo; recordémosle en la comunión”  y recordemos también que la gracia de preparación a la comunión, es una gracia de confianza, no de examen, ni aún de oración. Esas cosas son buenas, pero la verdadera preparación es la confianza, en estas palabras: “Venid, soy el Dios de vuestro corazón”.  “Mi Madre es también la vuestra”

 

ASPIRACIÓN.- ¡Oh Señora Nuestra del Sagrado Corazón!, sed mi sostén en mis sufrimientos y mi consuelo en mis penas.

 

RESOLUCIÓN.-  En las pruebas de la vida, jamás me separaré de mi Divina Madre. Acordaos.

 

 

IX.  JUEVES

MARÍA, AL PIE DE LA CRUZ

1º “Sola, Ella sentía toda la amargura de las irrisiones, de las blasfemias y de las burlas proferidas contra Jesús; sola, oía los suspiros, los gemidos y las últimas palabras de su Hijo, al que contemplaba desamparado de su propio Padre”.

 

2º  “Refiérenos el Evangelista San Mateo, que Jesús lanzó ese grande clamor de angustia cerca de la hora de nona: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me habéis desamparado?” “Cualquiera que puedan ser las torturas de la inteligencia, todavía el corazón humano tiene desolaciones mucho más crueles.” “De todas estas desolaciones, Jesús ha querido concentrar el compendio, la quinta esencia, en un espacio de tiempo cuya duración os es desconocida, pero que ha bastado para hacerle conocer el inenarrable dolor del supremo desamparo, ha querido compadecer y compartir así los sufrimientos de la pobre criatura humana”.

“Así, pues, en las desolaciones, en nuestras angustias de cualquiera especie, siempre que nos prosternemos al pie del Crucificado, no nos alcemos de allí antes de haber oído al Salvador repetirnos: “He ahí a tu Madre”.  Héla ahí de pie junto a tu cruz como lo estaba junto a la mía; “héla ahí también presente en tu lecho de agonía y tiernamente inclinada hacia ti en tu última hora”

 

ASPIRACIÓN. – Señora Nuestra del Sagrado Corazón, mostrad que sois mi Madre, ahora y en la hora de mi muerte.

 

RESOLUCIÓN.  En la comunión pediré a Jesús no olvidad jamás que María es mi Madre y que Ella es la esperanza de los desesperados. Acordaos.

 

 

X. JUEVES

MARÍA Y LA HERIDA DEL CORAZÓN DE JESÚS

1º  “Considerad la herida de la lanza que, abriéndonos el Corazón de Jesús, acaba de realizar en María la profecía de Simeón y de asegurarle un poder inefable sobre el Corazón de su Divino Hijo; rogadle que use a favor vuestro el derecho que ha conquistado de sacar sin medida de esta fuente de todas las gracias”

 

2º  Dios no quiere que un solo favor, una sola bendición descienda a la tierra, sin pasar por las manos de María: La Bienaventurada Madre de Jesucristo es el canal, por el cual se derrama el agua de la gracia divina, salida en el Jesús, para llegas hasta nosotros, Calvario del Corazón Sagrado de rociar nuestras almas y apagar la sed de ellas.

“¡Oh grandeza incomparable de la Maternidad divina! ¡Abismo sin fondo! Océano sin límites, cuya inmensidad no es conocida sino de Dios! Más que nunca comprendo hoy día, que sois la fuente de todos los privilegios y de todas la prerrogativas de María.

 

3º  La historia de todos los siglos y la historia contemporánea se aúnan para mostrarnos en María el canal de todas las gracias. ¿Quién ha extirpado tantas herejías, conjurado tantos flagelos, salvado esa multitud de desgraciados náufragos, sino María invocada con fe? ¿Quién ha sanado tantos enfermos, convertido tantos pecadores, sino la intervención de María? ¿Quién todavía opera tantos prodigios y milagros de caridad, sino la súplica a María y la peregrinación a algunos de sus santuarios?”.

 

RESOLUCIÓN. – Pediré a María me dé el don de Dios por excelencia, la Eucaristía; la Eucaristía me da todo, el cuerpo de Jesús, formado de la substancia virginal de María, la sanre de Jesús, que me ha rescatado, y cuya voz todopoderosa clama perdón; ¡misericordia! Me da en fin su Corazón divino para suplir a todas mis insuficiencias”.

 

ASPIRACIÓN. – Madre mía, dadme el Corazón de vuestro amantísimo Hijo. Acordaos.

 

 

XI.  JUEVES

MARÍA Y JESÚS RESUCITADO

1º   “Estando cerradas las puertas, Jesús apareció en medio de ellos”. Jesús atraviesa con su cuerpo resucitado y glorioso, esta puerta cerrada: hélo ahí, delante de ellos, en su humildad y en su divinidad. Es el mismo cuerpo nacido de María, flagelado, torturado, crucificado, moribundo, destruido por la muerte insensible, llevado al sepulcro,  encerrado y sellado; es el mismo cuerpo ahora brillante, glorioso, inmortal, incorruptible, sutil, impasible, ágil, maravilloso, en fin, y sin embargo, visto por ojos mortales, tocado por manos como las nuestras, estas mismas heridas recibidas por nosotros, visibles en su carne transfigurada. Así quiso Jesús mostrar su cuerpo humanos y divino, no solamente a los apóstoles, sino también en ellos a cada uno de nosotros. Y esta sola vista es una gloriosa promesa, porque su cuerpo, es nuestro cuerpo humano. Su resurrección representa la nuestra. He ahí la felicidad que este dulce y misericordioso Salvador quiere para nosotros”.

Entre tanto, Jesús dice: “Os doy la paz”, Dice y repite: “La paz sea con vosotros”.

 

2º  “¡Considerar con qué ardor el Corazón de Jesús resucitado, anhela manifestarse a su Madre! ¡Cuán impaciente está de hacerla el testigo y partícipe de su felicidad! Contemplad el esplendor de Jesús, y la admiración de María. Considerad también que Nuestra Señora fue consolada según la multitud de los dolores que habían inundado su alma. Rogadle que os comunique los consuelos que Ella saca en abundancia del Corazón de Jesús, rogadle también a esta divina Madre os ayude a atravesar el desierto de esta vida con valor como Ella, apoyándoos en Ella, y por Ella en el Corazón de Jesús”.

 

ASPIRACIÓN.- ¡Oh Señora Nuestra del Sagrado Corazón, que yo salga del sepulcro de mi tibieza y de mi indiferencia y lleve en adelante una nueva vida! Por mí mismo nada puedo, pero con Vos lo puedo todo, ¡oh mi dulce Madre! ¡ayúdadme!

 

RESOLUCIÓN. – Yo quiero resucitar a una vida de piedad y de fervor como Nuestra, iré a Jesús y me uniré en adelante a los sentimientos del Divino Corazón. Acordaos.

 

 

XII.  JUEVES

ASUNCIÓN DE MARÍA

El Rey ha dado a la Reina todo lo que ella le ha pedido (IV R: X _ 13).

 

1º  Considerad que María, habiendo amado a Dios toda sus vida más que todos los Ángeles y los Santos, le amó hasta el fin, y que el ardor siempre creciente de su amor, fue solamente la causa de su muerte.

 

Ved cómo habéis amado a Dios hasta aquí; rogad a Nuestra Señora del Sagrado Corazón, os ayude a morir, no sólo en el amor habitual de Dios, sino también en un acto de amor, que os asegurará, por toda la eternidad, un grado de gloria y de felicidad proporcionada, al grado de amor que hubieseis tenido en el instante de la muerte.

 

Meditad, que Nuestra Señora, ya tan poderosa sobre el Corazón de Jesús, en virtud de la encarnación y de la Pasión de su Divino Hijo, es más poderosa y más gloriosa todavía desde el día de su Asunción. “Id confiadamente al trono de la gracia a fin de alcanzar misericordia, y de hallar gracia para ser socorridos según vuestras necesidades”.

 

Santa Matilde rogaba un día a María, nuestra tierna Madre, la asistiese con su presencia a la hora de su muerte. La Reina del cielo se apareció y le dijo: “Accedo a tus súplicas, pero tú rézame tres Ave Marías cada día. En la primera, pide que como Dios Padre, ha desplegado toda su magnificencia para elevar mi alma a un trono sublime, y conferirme honores tales que después de El, soy la más poderosa en el cielo y sobre la tierra, así yo te asista a la hora de la muerte para darte fuerzas y alejar de ti todo poder infernal. En la segunda Ave María pide que como Dios Hijo, sabiduría infinita e insondable, me ha comunicado tesoros incomparables de ciencia y de inteligencia, tesoros que me permiten gozar de la Santísima Trinidad con más intensidad que todos los Santos, y por los cuales yo difundo rayos de luz de mi virtud que iluminan el cielo entero, igualmente en tu última hora procure a tu alma la luz de la fe, a fin de librarla de toda ignorancia y de todo error.

 

Finalmente, por la tercera pedirás mi asistencia a la hora de la muerte en nombre del Espíritu Santo, que me ha llenado de la suavidad de su amor y de una dulzura y ternura tales, que soy la más dulce y la más benigna de las criaturas. Llenaré tu alma de un amor tan grande y tan suave, que toda la pena y la amargura de la muerte se cambiarán para ti en dulzura”.

 

ASPIRACIÓN. - ¡Oh Señora Nuestra del Sagrado Corazón que yo esté un día cerca de Vos y de vuestro divino Hijo. Pongo mi alma en vuestras manos: con Vos creo, espero y amo, para amaros eternamente, oh Madre mía!

 

RESOLUCIÓN. – Trabajaré para obtener el cielo, es la patria del cristiano.  Allí hallaré a Nuestra Señora del Sagrado Corazón en todo el esplendor de su gloria, y con Ella gozaré de la felicidad de poseer a Dios mismo por toda la eternidad.

 

 

ORACIÓN PARA REZARLA EN LAS REUNIONES DE TODOS LOS JUEVES DEL AÑO

Os habéis acordado, ¡oh Señora Nuestra del Sagrado Corazón, para nuestro mayor bien, que el Corazón de Jesús es la fuente inagotable de todas las gracias, y que Vos podéis abrirlo a vuestro gusto para derramar sobre los hombres todos los tesoros de amor y misericordia, de luz y de salvación que encierra, y os habéis dignado derramarlos sobre nosotros con profusión. ¡Oh celeste Tesorera del Sagrado Corazón de Jesús! Nosotros os lo agradecemos mil y mil veces. Y Vos, Señora Nuestra del Sagrado Corazón, desde vuestro trono de gloria, ponéis los ojos sobre vuestros hijos y a cada uno de nosotros le decís estas palabras que queremos grabar en nuestros corazones con caracteres de fuego, como un triple y dulce recuerdo: “Acordaos ahora y siempre, ¡oh hijos míos!, que soy vuestra Madre, la Esperanza de los desesperados y la Tesorera del Sagrado Corazón de Jesús.” Siempre, sí, siempre nos acordaremos, ¡oh Señora Nuestra del Sagrado Corazón!; ayudadnos con el socorro de vuestra intercesión y con la gracia de vuestro Divino Hijo. Así sea.

 

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