SEPTENARIO
PARA HONRAR A LA MADRE DE DIOS, EN LA EXPECTACION DE SU DIVINO PARTO
Compuesto
por el Br. D. José Manuel Sartorio, Presbítero del Arzobispado de la ciudad de México.
Reimpreso en México en la oficina de Don José María de Benavente, primera calle
de La Monterilla, año de 1816.
ACTO DE
CONTRICIÓN
Con qué confianza,
dulce Jesús vengo ahora a postrarme a tus pies, ¡cuando te estoy considerando
enclaustrado en el seno de tu dulce y amable Madre! Es verdad que la multitud
de mis culpas, tantas ofensas como te he hecho debían acobardarme de presentar
me a ti, tan abominable y tan digno de que me eches de tu presencia. ¿Mas que
puedo dudar de alcanzar el perdón, cuando te veo sentado en un tribunal de
clemencia y en ese trono de la gracia? Si: yo me postro a los dulces pies de María,
de esta tu tierna Madre y Madre de los pecadores; y regándoselos con mis lágrimas,
te digo que pequé, que te ofendí, que fui para contigo la más ingrata de las criaturas.
¿Me podrás negar el perdón que al pie de este Trono te pido, de unos pecados
que ya detesto, y que ayudado de tu gracia propongo ya no reiterar? Confío me
los perdones por tu misma innata bondad, y por los méritos y ruegos de la que
en su seno te: trajo para mi bien y mi salud.
ACCION
DE GRACIAS AL VERBO ETERNO
Ahora, Dios de
clemencia, Verbo Eterno del Padre, resplandor de su gloria e imagen viva de su
substancia, recibe con agrado las gracias tiernas y afectuosas, que te rinde mi
corazón todo absorto de tu bondad. Tú descendiste de tus reales asientos; bajaste
a la tierra inficionada con los pecados de los hombres; te vestiste de nuestra
humanidad; con ella tomaste la forma vil de siervo; no tuviste horror al
vientre de una Virgen; en él moraste el espacio de nueve meses; en una palabra,
te hiciste hombre, para con una vida lo más penosa, con una Pasión la más dura,
y con una muerte la más dolorosa e infame, reparar nuestras quiebras, obrar
nuestra salud y reconquistarnos el Paraíso. No hiciste por los Ángeles lo que
efectuaste por los hombres. ¡Qué bondad! ¡qué clemencia! ¡qué amor! Toda la
humana gratitud no es bastante para pagarte, Conténtate pues, Dios amoroso, con
el tiernísimo y afectuosísimo reconocimiento con que te correspondió por sí y
por todo nuestro Linaje tu preciosa y querida Madre; acepta, unido a este, el
pobre afecto de nuestros corazones, e inspira a todos los mortales un espíritu
tan lleno de agradecimiento, que especialmente lo demostremos en un porte de
vida, cual demanda y exige un beneficio tan inmenso.
Se
rezan nueve Ave Marías en honor de los nueve meses que la Virgen Santísima trajo
en su vientre al Verbo hecho hombre, y en veneración de la divina Maternidad.
Luego se lee el punto y coloquio propio de cada día, y se concluye todo con el
Versículo y Oración que en este tiempo dice la Iglesia.
DÍA
PRIMERO
LA
MADRE DE DIOS. ASIENTO DE LA SABIDURÍA
¡Pobre mundo! Por
la culpa de Adán unas densas tinieblas cubrieron la tierra, y de los Pueblos se
apoderó la obscuridad. A excepción del hebreo, donde únicamente era conocido el
verdadero Dios, todos los demás estaban padeciendo una triste ignorancia de su Unidad
indivisible, de sus atributos y soberanas perfecciones. La misma Judea, aunque
muy ilustrada, estaba envuelta en las sombras y las figuras. Necesitaba pues,
nuestra humana naturaleza de una luz divina que le desterrase la obscura noche
en que yacía, y era menester que la Sabiduría dirigiese al Gentil por los caminos
de la prudencia, y a los judíos corriese el velo de los Misterios y la verdad.
Suspiraba pues, el Testamento antiguo, porque viniese al mundo la Sabiduría
eterna, y ella por fin dejó vencerse de los clamores.
COLOQUIO
Los tuyos, Hija
hermosísima de Sion, los tuyos fueron los que con especialidad la hicieron
bajar de su Trono, ¿Y a que más se había de aguardar? Ya desde tu Concepción
graciosa se había edificado en Ti misma una casa magnifica, con todos aquellos
adornos que eran correspondientes à su alteza y soberanía. Ya había preparadose
en Ti su Cátedra y su asiento. En fin, ya la plenitud de los tiempos que
decreto la Eternidad, había llegado para el remedio de todo el mundo. Baja pues
a tu seno: se viste ahí de un traje visible para tratar con los mortales, y no
resta ya, sino que tú la des a luz. ¡Que se apresuren los momentos de esta
felicidad! Tú, gran Señora, lo deseas, y el mundo todo está pidiéndolo con
vivas ansias. Todos clamamos.
ANTÍFONA
Oh Sabiduría
increada, que de la boca del Altísimo estas naciendo eternamente: que de fin a fin
tocas con fortaleza y que todas las cosas las dispones con suavidad, ven å
enseñarnos el camino de la prudencia.
SUSPIROS
Oh Sapiencia alta,
de tu dosel
ven a enseñarnos
la vía del bien.
R/: Ven presto, ven.
Oh Adonai,
con tu poder
ven a sacarnos
del yugo cruel.
Oh Raíz hermosa,
Raíz de Jesé,
ven a librarnos:
no te detén.
Oh Llave de Oro,
a abrirle ven
la obscura cárcel
al Pueblo fiel.
Oh Oriente claro,
ven a romper
las negras sombras
del mundo infiel.
Oh Rey del Orbe,
oh amable Rey,
ven, salva al
hombre:
ten piedad de él.
Oh Dios hecho
hombre,
dulce Emmanuel,
ven a salvarnos:
ven ya, ven, ven.
Ven, y a la Virgen
dale el placer
de ver tu cara,
besar tus pies.
Ven, y a todo
hombre
(dándote a ver)
hinche de gracias,
da todo bien.
L/: Cielos,
enviad vuestro rocío, y las nubes lluevan al Justo.
R/: Que se
abra la tierra y brote el Salvador.
OREMOS: Gran
Señor, excita, te rogamos, tu admirable poder, y acaba de venir: socórrenos con
tu gran virtud, y tu clemencia y misericordia acelere el favor que nuestros
pecados retardan. Que vives y reinas con Dios Padre en unidad del Espíritu
Santo, Dios por todos los siglos de los siglos. Amén.
Una
Salve según la intención del Autor.
DÍA
SEGUNDO
LA
MADRE DE DIOS CORREDENTORA DE LOS HOMBRES
¡Qué dura
esclavitud la de los Israelitas bajo el dominio de Faraón! Ellos Lloraban
inconsolables, y el clamor de su llanto llegó a los oídos del Eterno. Con eso
este Dios de bondad baja al Orbe sobre una Zarza, que arde y no se consume; y hablándole
desde la misma, comisiona a Moisés para que vaya a quebrantar las cadenas del
cautiverio. Servidumbre sin comparación más horrenda era aquella, en que todo
el mundo estaba sujeto al Demonio, el más cruel de todos los tiranos. ¡Qué
cadenas lo ataban! ¡Qué tareas tan duras sufría! ¡Qué horribles penas le aguardaban!
¡Y que Redentor tan poderoso y fuerte no era necesario para darle la libertad!
¡Más óh bondad del Omnipotente! El mismo va e ser su Redentor. Con brazo fuerte
y poderoso va a romper sus prisiones, va a destrozar sus duros grillos. Ya
descendió å la Zarza que arde; más no se quema: ya encarno en su amada escogida,
en quien se han juntado los dos timbres augustos de Madre y Virgen a un mismo
tiempo; y ya se aguarda que acabe de salir de aquel seno dichoso en donde ha
tomado el cuantioso precio que habrá de dar para el rescate.
COLOQUIO
¿Y cómo, según
esto, no confesaré la razón que han tenido los Padres para llamarte a boca
llena la Corredentora del Mundo, Madre Santísima de Dios? Tú en tus entrañas
puras le has dado aquella carne, que han de destrozar los azotes, que han de
penetrar las espinas, que han de atravesar los duros clavos. Tú le has
ministrado aquella sangre preciosísima que habrá de profundir hasta la última gota
sobre el madero de una Cruz. ¡Oh la más feliz, la más bendita de las mujeres!
Tú traes en tu seno el precio inmenso de todo el mundo. Tú abras de darnos al
Redentor. A ti las Gentes redimidas habrán de deber y reconocer con aplausos la
vida y libertad. Acaba pues, de dar a luz al Redentor Omnipotente. Que llegue,
que llegue el instante de que el mundo lo vea. Tú, dulce Madre, lo deseas y el
Orbe todo está pidiéndolo con vivas ansias. Todos clamamos.
ANTÍFONA
Oh Adonai, Señor mío,
Caudillo fuerte de la Casa de Israel, que te apareciste a Moisés sobre las
llamas de la Zarza, y en la Montaña del Sinaí le entregaste tu Santa Ley ven a
redimirnos con la virtud de ese tu brazo incontrastable y poderoso.
DÍA TERCERO
LA
MADRE DE DIOS VARA FLORIDA DE LA RAÍZ DE JESÉ
Los Pueblos
dispersos por los extravíos del error, y combatidos tiranamente por tres
terribles enemigos, habían de alistarse en una milicia sagrada, en que,
llevando por delante al Rey Mesías, como una señal y estandarte, pelearían generosamente,
para alcanzar victoria del Mundo, el Demonio y la carne, que antes los tenían
subyugados. Hacia él habían de correr en tropas, y al suave yugo de su Ley habían
de rendir sus cervices, desechando todo punto el culto de los Simulacros.
Mudanza por cierto tan admirable y tan gloriosa, que los Reyes de esas Naciones
quedarían mudos del estupor, no teniendo palabras para alabar condignamente la
magnificencia y misericordia del Obrador de esos prodigios. La causa de ellos
no había de ser otra, que la Flor Nazarena, que había de brotar, según la Profecía
de la prosapia de Jesé. ¡Que objeto, pues, tan digno de los deseos del Orbe el
nacimiento de esta Flor!
COLOQUIO
Yo le pido
albricias, adorable Madre de Dios, Ya de esa Raíz gloriosa, de la Raíz, digo,
de Jesé brotó la hermosa Vara, y esta no es otra, que tú misma. Tú eres la Vara
maravillosa, de la cual predijo Isaías, que había de nacer esa Flor; y ya esta
ha brotado en tu seno, o vara admirable, ¡à quien todas las generaciones
llamarán bienaventurada por su fecundidad!; Oh Flor amenísima, que arrastrara a
Gentes tras el olor de sus perfumes!; Oh gentes dichosas que, corriendo tras
sus fragancias, ¡vencerán por ella a los contrarios de su salud! Que resta, pues, Vara preciosa, sino que
acabes de mostrarnos esa divina Flor, ¿qué va a ser medicina de todos los males
del mundo? Dala a luz presto, divina Virgen. Tú lo deseas; y el Orbe todo esta pidiéndolo
con vivas ansias. Todos clamamos.
ANTÍFONA
Oh Raíz de Jesé,
que vas a ser el estandarte bajo el cual se alisten los Pueblos: cuyas maravillas
dejarán a los Reyes absortos y pasmados; y tras quien correrán en bandadas las
Gentes: ven a librarnos: no te tardes: no te detengas.
DÍA CUARTO
LA
MADRE DE DIOS. LLAVERA DEL PARAÍSO
Cuarenta siglos habían
pasado desde el pecado del primer hombre, que para sí y toda su posteridad había
cerrado las puertas eternas del Cielo. En todos ellos no había entrado en
aquella visión de paz ninguno de los hombres. Aun los que habían vivido con más
justicia y más arreglo, debieron estar detenidos en una cárcel subterránea
entre las sombras y tinieblas. Patriarcas venerables, Profetas ilustres, Reyes
santos y una espesísima Congregación de Justos tuvieron que estar aguardando (¡y
cuantos por muchísimos siglos!) que se abriesen con las del Empíreo las puertas
de su felicidad. ¡Con que ardor desearían la Llave de Oro, que les había de
abrir la entrada
COLOQUIO
¡Oh que dulce
consuelo! Ya la Llavera está en el mundo; Sí, ya estás en el mundo, amabilísima
Llavera. Ya el divino Artífice fabricó en la oficina de tus entrañas
inmaculadas la Llave preciosa que ha de abrir el Paraíso. Ella abrirá los
claustros obscuros del Limbos y sacará de él aquellas almas prisioneras. Ella abrirá
las moradas eternas de la celeste Jerusalén, y conducirá en triunfo toda la
santa cautividad. Ya no durara demasiado su estancia entre las sombras. Acaba
pues, de presentar la Llave; no la tengas más tiempo oculta en ese castísimo
seno. Acaba, en fin, acaba, Señora, de dárnosla. Tú lo deseas, y todo el mundo está
pidiéndolo con vivas ansias. Todos clamamos.
ANTÍFONA
¡Oh Llave de David
y Cetro de la casa de Israel!, que abres y nadie cierra; que cierras y nadie
abre; ven y saca del calabozo al pobre prisionero que yace sentado en medio de
las sombras y en las tinieblas de la muerte.
DÍA
QUINTO
LA
MADRE DE DIOS AURORA DEL DÍA DE LA GRACIA
En las tinieblas
de la ignorancia y en las negras sombras del error y el pecado, que no le
dejaban al mundo conocer los caminos, de la justicia y rectitud para caminar a
la felicidad eterna, ¡qué noche se presenta tan lóbrega y tan infeliz! ¿Y quién
podía poner en fuga tan espantosa obscuridad? No otro, por cierto, que aquel
que en la Escritura es señalado con el nombre de Oriente: aquel que es el
resplandor de la eterna luz; aquel en fin que, es verdaderamente el Sol de la
justicia. Este debía ser el que, desterrando las negras y confusas sombras,
iluminase a los mortales que caminan en este mundo; el que con las luces de su
doctrina y sus ejemplos los animase å trabajar en el día de la vida; y el que
les enseñase la virtud verdadera y el legítimo culto con que el Señor del
Universo quiere ser servido y honrado. ¡Cuanto, pues debió clamar el mundo
porque acabase de salir este Sol brillante y benéfico!
COLOQUIO
¿Y no pudo dársele
al son de trompas y clarines y con la dulce melodía de dulzainas y tiorbas el
faustisimo aviso de que ya estaba próximo a salir a alumbrar, cuando lo traías
en tu seno óh luminosisima Aurora? Ya brillaban en ti los resplandores de este
Sol en tantas ilustres virtudes, que te distinguían y hermoseaban. Ya al ver
las luces, que despedías como Precursora del Sol, que encerrabas dentro de ti,
les pareciste tan placida a los Espíritus Celestiales, que llenos de asombro
los obligaste a preguntar: ¿Quién es esta tan esclarecida Doncella, que va
caminando a Belén, como una Aurora, que se levanta, como una hermosa Luna, y
como un Sol muy luminoso? No resta ya, Divina Aurora, sino que entre albores y
luces de tu inviolada Virginidad acabes de parir tu Sol. ¿Mas qué te apresuro?
Tú mejor que nadie, suspiras por ese momento, al mismo tiempo que todo el mundo
está pidiéndolo con vivas ansias. Todos clamamos.
ANTÍFONA
¡Oh Oriente, Oh
resplandor de la eterna luz, Oh Sol divino de justicia: ven y alumbra a los que
yacen en las tinieblas, y entre las sombras de la muerte!
DÍA
SEXTO
LA
MADRE DE DIOS CAUSA DE NUESTRO PLACER Y ALEGRÍA
El pecado había
hecho un muro de división, que separaba infelizmente al hombre miserable de su
criador y de su Dios. Por otra parte, la Nación Hebrea y las Gentiles estaban
tan discordes que no se sabían hermanar. Necesitaba pues el mundo, de que un
divino Medianero, viviendo a hacer las paces, uniese a los hombres con Dios y
desterrando las discordias, hiciese un pueblo de todos los hijos de Adán. Esto
efectivamente había de hacer el Rey Mesías. Él había de reconciliar con su
Padre a los hombres, y él había de fundar una Congregación, que sin distinción
admitiese al griego y al Bárbaro, al judío y al Gentil. Unión dichosa,
concordia feliz, paz santa, ¿en qué placer, en qué alegría inundaras al orbe cuando
llegues a establecerte?
COLOQUIO
¿Y por medio de
quien ha de venir esta alegría? ¿Puede dudarse que, por medio de Ti, oh Serenísima
Princesa, a quien toda la Iglesia Santa tiene y reconoce por causa de nuestra alegría?
Tú, si, tú eres la que vas a parirnos al Ángel de la Paz, al grande
Pacificador, al Soberano Medianero que la eterna Bondad se ha dignado de darle
al mundo. El Hijo augusto de tu vientre satisfará con abundancia a la soberana
Justicia: quitara al Padre los enojos: hará que con dulces miradas nos mire ya
como a sus hijos, y de esta manera obrara la paz entre Dios y los hombres. El
mismo fundara su Iglesia, y en ella admitirá de todas las Naciones a cuantos
quieran reconocerlo por su Rey, y abrazar su Ley sacrosanta, con esto el será
la Piedra angular que hará la unión de los dos Pueblos. A Ti pues, como a un
bello me dio, va a deber el mundo la paz y con la paz el regocijo y la alegría.
Acaba, pues de darnos a este Dios de la Paz: acelérense los momentos en que la
celeste Capilla vaya anunciándola por los aires. Presto, Señora, presto. Mas si
el mundo lo desea tanto, Tú lo deseas con más ardor. Todos clamamos pues.
ANTÍFONA
Oh Rey de las
Naciones, Oh dulce blanco de sus deseos, Oh Piedra angular que unes las
divisiones, ven y salva al pobre hombre a quien formaste del barro vil.
DÍA SÉPTIMO
LA MADRE
DE DIOS MEDIO HERMOSO DE TODOS NUESTROS BIENES
La ignorancia
desterrada del mundo, las prisiones de nuestro cautiverio rotas y destrozadas,
la victoria alcanzada de nuestros crueles enemigos, las puertas del Cielo
abiertas a los Justos, las luces esparcidas por el ámbito de la tierra, y la
paz santa anunciada y establecida, eran unos frutos demasiadamente preciosos,
que no podían deberse sino al admirable Emmanuel. Solo un Dios con nosotros era
capaz de producirlos. El, pues, viniendo al mundo a establecer su dominación
como Rey Soberano; publicando su augusta Ley como Supremo Legislador, y
llenando la expectación de las gentes todas con la obra del rescate, trajo a la
tierra todo este cúmulo de bienes. Por eso con razón suspiraban los siglos por
la boca de los Profetas, clamando con un tierno ardor: Envía, Oh Dios inmortal,
al Cordero dominador de la alta piedra del desierto al monte de la Hija de Sion.
COLOQUIO
Lo envió por fin
desde la cumbre de aquella excelsa Corte, donde estaban desiertas tantas Sillas
y tantos Tronos, que quedaron vacíos por la rebelión de los Ángeles, Lo envió,
sí; y lo envío a ti, oh bella Hija de Sion, monte sublimisimo de prendas y de
dotes, de perfección y de santidad. En ti fue donde Dios se hizo hombre, y en ti,
por tanto, en donde quedó hecho Emmanuel. Tú concebiste a este gran Rey: tú
cargas en tu vientre al divino Legislador; y por medio de ti verán en fin las
Gentes el colmo de su expectación. A ti pues, debe el mundo reconocerte por el
Asiento de la Sabiduría, que desterrara su ignorancia: a ti por su Corredentora,
que le ha de dar al Redentor, que destrozara sus prisiones: a ti por la Vara
florida, que va a darle la Flor, que arrastrara con sus fragancias a los hijos
de Adán para alistarse en su bandera, y triunfar de sus enemigos: a ti por
Llavera del Cielo, que va a darle la Llave, que abrirá las puertas eternas: a ti
por la Aurora del luminoso Oriente, que va a darle el Sol, que lo colmara de
sus luces: a ti por la causa de su alegría, que va a parirle al grande Obrador
de la Paz: a ti por ultimo por un medio hermoso de toda su felicidad , que va a
parirle al Emmanuel, y en este Dios ya con nosotros, va a parirle todos los
bienes. Cuanto, Oh Madre de Dios, ¡me gozo de estos tus blasones! ¡Cuanto
aplaudo a la felicidad del mundo! ¡Cuán ardientemente desea él que de tanta
dicha llegue ya el momento dorado! ¡Cuán más vivamente esta deseándolo tú
misma! Clamamos, pues, con todo ardor en tu compañía:
ANTÍFONA
Emmanuel, Oh Rey
Soberano, oh dulcísimo Legislador nuestro, óh Esperanza de las Naciones y
Salvador de todas ellas: ven, ven, ven a salvarnos, Oh Dios y Señor nuestro.
EN
HONOR DE LA DIVINA MATERNIDAD DE MARÍA SANTÍSIMA PARA EL MES DE DICIEMBRE
Preñada
divinamente
te adoro, oh
Doncella Real,
tributando loor y
asombro,
a tu gloria
singular.
¿Quién lengua de Ángel
tuviera
para poder entonar
los elogios de que
es digna
tan alta
Maternidad?
Ella es el honor
glorioso,
ella el timbre sin
igual,
que te eleva y que
te encumbra
sobre toda
dignidad.
Por ella no se
desdeña
servirte de
pedestal
el serafín más
sublime,
las más noble Potestad.
Por ella Reyna te
aplaude
toda la Sion
celestial,
y la militante
Iglesia
sigue del Cielo el
compás.
Por ella el mundo
te adora
Emperatriz inmortal,
siendo criados
tuyos todos
cuantos lo son de Jehová.
Por ella el cielo
y la tierra,
al verte a un Dios
enclaustrar,
confiesan que son
muy cortos,
y tú más amplia y
capaz.
Por ella el Padre
Divino
tiene en Ti un
dulce solaz
como en Mayorazga
hermosa,
como en Hija
principal.
Por ella el Verbo
Encarnado
a ti se quiso
humillar,
a tus órdenes
sujeto,
rendido a tu
voluntad.
Por ella el gran
Paracleto
Amor dulce y
substancial,
te acaricia como a
Esposa,
y blanco de su
bondad.
¡Oh Maternidad
Divina!
¡Oh estupenda Majestad!
¡Oh Dignidad que
se acerca
hacia el Solio
Divinal!
Calle toda humana
lengua,
y confiésese
incapaz
de llegar con sus
elogios
tanta grandeza a
igualar.
Y conténtese, oh
gran Virgen,
gran Madre, todo
mortal
con postrar ambas
rodillas
ante tu
sublimidad.
Sean la honra y la
gloria
A la Augusta
Trinidad,
que en Ti Madre,
Hija y Esposa
se dignó
predestinar.
Himno
2DO
Vamos, vamos
cantando
con extática voz
a la Madre
admirable
una dulce canción,
iO que felicidad!
que incomparable
honor
poder apellidarse,
y ser Madre de
Dios!
¡Que augusto
privilegio!
que gloria, que blasón
ser Madre a un
tiempo y Virgen,
juntar el Fruto y
Flor!
El Padre soberano
no tiene Hijo
mejor
que el vuestro, oh
grande Madre;
que es Hijo de los
dos
El Padre es Padre
Virgen,
Madre Virgen sois
vos:
que necesario
aquello!
esto otro que
primor!
Que un Dios a un
Dios engendre,
no es admirable,
no;
que lo engendre
una Niña
esa es la admiración
Esto es lo que a
los Cielos
los llena de
estupor
que una Nina de
vida
al mismo que la
crió:
El que encierre en
su Seno
al inmenso Señor,
que de Cielos y
Tierra
no cabe en la extensión:
Que de sus castos
pechos
dé virginal licor
al que é todo
viviente
llena de bendición.
Y esta es la
gloria, óh Virgen,
por la cual te aclamó
por Bienaventurada
toda generación.
A el inmortal y
Eterno
tu vientre
concibió,
lo trajo sin
gravamen,
lo parió sin dolor.
Mas el haber
subido
a tanta exaltación
en alguna manera
debeslo al
Pecador.
Por eso si eres
Madre
de tu Santo Criador,
del Pecador también
lo eres con gran razón.
Muéstrate Madre,
pues,
dulcísima con nos,
sin los cuales no
fueras
Madre de un Hombre
Dios,
Y sea la gloria
dada,
la honra el
Imperio,
el loor a el Señor
Uno, y Trino,
que tanto te
exaltó.
EN
HONOR DE LA EXPECTACION PARA EL MES DE DICIEMBRE
Adoro enclaustrado
en tu Sacro
Vientre,
y hecho tierno
Niño
al Omnipotente.
Por gloria tan
alta
darte el Mundo
debe
plácemes festivos,
dulces parabienes.
Goza en buena
hora,
dicha tan ingente,
que el mortal no
alcanza,
ni el Ángel
comprehende.
Y acaba de dar
al Orbe doliente
el fruto de vida
que en tu Seno
tienes.
¡Oh! y la hora
dorada,
presurosa llegue,
en que el Sol nos
paras
que a alumbrarnos
viene.
¡Oh! y llegue el
instante
en que el Sol
luciente
sin lesión alguna
tu cristal penetre
¡Oh! y la Rosa
acabe
sin pérdida aun
leve
de dar sus
fragancias
que al orbe recreen.
¡Oh! y veas cuanto
antes
con ojos alegres
ya nacido al mundo
al Rey de las
gentes.
Los momentos
corran,
los instantes vuelen,
la tierra se abra
y su flor presente.
Los Cielos
destilen
píos y clementes,
su roció suave
que al hombre
consuele.
Que cuanto antes
mires,
Princesa Celeste,
de tu vientre
casto
la Prole excelente.
Y luego que nazca,
con paños la
envuelve,
y a tus Pechos
dulces
dale dulce leche.
Dale ósculos
suaves,
en tus brazos tenle,
y luego colócalo
sobre el vil
pesebre.
Allí arrodillado
daré reverente,
a él la bienvenida,
y a ti parabienes.
Le ofreceré mi
alma
con afecto
ardiente,
y mi corazón
por cuna, si
quiere.
qué espacioso anda!
qué tardo se mueve
el deseado instaste!
qué llegue! qué
llegue!
Estimadso en Cristo, estoy preparando un vídeo sobre las antífonas mayores de Adviento. Y por el enlace que encontré en el blog Miles Christi Resistens, me he encontrado con esta grata sorpresa. Me darían permiso a subir algunas partes, no todas? Mi canal es ora et labora, ¡ahora! Espero su respuesta... gracias
ResponderEliminarIn Dómino
Estimado hno, disculpe que hasta esta fecha le vea este comentario, y en nombre todo el Apostolado, nos disculpamos por tan grave falta con usted.
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