SEPTENARIO
A NUESTRA SEÑORA DE LAS ANGUSTIAS
QUE SE
VENERA EN EL PUEBLO DE LABATECA DE LA JURISDICCIÓN DE PAMPLONA, DEL REINO DE LA
NUEVA GRANADA
Compuesto
por el M. D. Antonio Javier de León, Presbítero
Con
Licencia Eclesiástica
Santa
Fé de Bogotá, 1740
Imprenta
de la Compañía de Jesús
Puestos de
rodillas, delante de Jesús y su angustiadísima Madre, se hará el acto de
contrición y se dirá la oración siguiente:
ORACIÓN
PARA TODOS LOS DÍAS
Jesús mío, al ver
herido el corazón de María con siete dolorosas angustias, como otras tantas
penetrantes espadas, si se liquida por los ojos el alma compasiva para
acompañarla triste, no menos se alienta la esperanza de unirme con vos, único
centro mío, pues las que fueron espadas crueles para atormentar aquel materno
pecho, fueron juntamente llaves para abrir en él, puertas para recibir a los
pecadores. Y pues soy uno de ellos, por ellas Señor, me entro como a Ciudad de
refugio, huyendo vuestra justicia, y buscando vuestra clemencia. Y vos Madre y
Señora mía, pues padecisteis por mí aquellas angustias, admitidme como a hijo,
que delincuente llega a este sagrado, y alcanzadme de vuestro Hijo Santísimo,
el perdón de mis culpas, para que haga en su gracia este ejercicio, a mayor
gloria suya, y honra vuestra. Amén.
Se rezan tres
Padres nuestros a Cristo Crucificado.
DÍA
PRIMERO
ORACIÓN
Soberana Virgen
María, admirable ejemplar de las virtudes, en cuya Purificación se vio por vuestra
humana humildad seguir las apariencias de la culpa a la misma pureza y
sujetarte a leyes la exenta soberanía de vuestra Majestad; haciendo juntamente
holocausto agradable a Dios del mismo Dios encarnado, presentándole en el
templo de Jerusalén, en donde el Santo Anciano Simeón os vaticinó aquella
espada, que os traspasó el alma en vuestras dolorosas angustias: por ellas,
Señora mía, os pido me otorguéis, el de depuesto todo vano aprecio de mí mismo,
humildemente me sujete a las Santísimas Leyes de vuestro Hijo, mi Dios y Señor,
para que corriendo en su servicio la carrera de esta mortalidad, sea mi alma
digna por vuestros merecimientos, de que las presentéis con el amor de Madre en
el Templo de la Jerusalén Triunfante, al Sacerdote Sumo, Rey de Reyes y Señor
de Señores, que él la acepte, como víctima de vuestras manos, para que así,
logre en mí, el fruto de su sangre preciosa y de vuestras dolorosas angustias,
y yo merezca alabarle y alabaros eternamente en la gloria. Amén.
Se rezan siete
Aves Marías y luego la siguiente:
ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
Sacratísima Virgen
María, Madre de Dios y de los pecadores, que, queriendo ser venerada bajo el
amabilísimo nombre de vuestras Angustias, nos disteis en el un remedio
universal para nuestros trabajos y penas. Ay Señora mía, ¿quién invocó el
nombre de vuestras Angustias, que no fue luego el punto feliz? ¿Qué afligido no
halló en esta advocación el consuelo? ¿Qué miserable interpuso este noble en su
suplica, que no experimente alivio? ¿Qué enfermo no consiguió la salud que
deseabas? y ¿qué pecador llamó de corazón a la Virgen de las Angustias, no alcanzase
el arrepentimiento de sus culpas, la enmienda, el perdón y la gracia? Oh Madre
y Señora mía, fijad vuestros hermosos ojos en la miseria nuestra, que esto
basta, para que extendáis vuestras liberalísimas manos a favorecernos,
conmovidas de ternura vuestras piadosísimas entrañas. Yo no tengo Señora, cosa
digna, que poder consagrar a vuestras aras. Recibid mi corazón, tendré la dicha
de conocerlo por vuestro. Más ¡!Ay Señora! que está manchado con tantas culpas,
que le hacen indigno de semejante sacrificio. Recibid primero, Señora, los siete
sagrados misterios de la vida, pasión y muerte de vuestro santísimo Hijo, que
humildemente os ofrezco, y las angustias y penas que en ellos padeciste. Hacecillo
de mirra es, no solo por lo amargo, sino también por lo precioso. Abreviado
Señora, os lo ofrezco en esta espada, que os atraviesa el pecho, tan dolorosa
para vos, como para mi favorables, pue al paso que abrió esa herida en vuestro
corazón, fue saludable bálsamo para sanar todas las llagas del mío. Grabad en él,
con esa punta, la memoria de aquellos misterios y la de vuestras penas y
angustias, para que se inflame y arda en vuestro amor y devoción, y así llegue
a ser aceptable a vuestros ojos. En ellos afianzamos todos los que nos acogemos
a vuestra protección, los sobrenaturales bienes de la gracia, y lo que, en
particular, cada uno pedimos en este septenario. Amén.
GOZOS
Oh Virgen
María
en tu
triste angustia,
oye
nuestro ruego,
préstanos
tu ayuda.
Cual gime en el
bosque
la paloma viuda,
cual frágil
esquife
sin timón ni
brújula,
así, virgen santa,
quedo tu alma
pura.
en la cruz tu hijo
viendo sin
ventura.
Al hijo descienden
que meció en la
cuna,
su seno le acoge
con triste
amargura
rasgado el cadáver
con la lanza
aguda,
al verle en sus
brazos
con llanto te
inundas.
Ya sola en el
mundo
estas virgen pura,
Jesús para el
hombre
vivió que le
insulta;
murió por el
mundo,
lo escrito se
cumpla,
su cuerpo el
sepulcro
a tu vista oculta!
Haced te acompañen
en tanta amargura
piadosos tus
hijos,
¡oh madre de
angustias!
sed la madre de
ellos
la prenda segura
de que las
promesas
del señor se
cumplan.
Antífona: La
espada de dolor traspasó vuestra alma.
L/: Rogad
por nosotros ¡Virgen de las Angustias!
R/: Para que
merezcamos las promesas de Cristo.
ORACIÓN: Oh
Dios, junto a tu Hijo elevado en la cruz quisiste que estuviese la Madre
dolorosa; concede a tu Iglesia, que, asociándose con María a la pasión de
Cristo, merezca participar en su resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.
DÍA
SEGUNDO
ORACIÓN
Soberana Virgen
María, que, para librar la vida de vuestro preciosísimo Hijo, peregrinasteis fugitiva
a la tierra de Egipto, llevando por su amor, con paciencia, la intemperie de
los climas, las incomodidades de vuestra pobreza, por la pena, que angustiaba
vuestro amante corazón, al ver desterrado de su patria en la tierra al Soberano
Rey de los cielos: humildemente os suplico,
restituyáis a la Palestina de la Gracia,
a los cautivos que gimen en el Egipto de la culpa, y que gozando todos por
vuestra intercesión felizmente la vida de gracia, nos defendáis de la tiranía del
demonio, para nunca perderla, perseverando en ella hasta el punto último de
nuestra peregrinación, por los méritos de vuestro Hijo, nuestro Señor, que con
el Padre y el Espíritu Santo, vive y reina Dios, por todos los siglos de los
siglos. Amén.
DÍA
TERCERO
ORACIÓN
Soberana Virgen
María, que al volver a Nazaret después de todo un día, echasteis de menos a vuestro
Hijo amado, y volvisteis toda llena de dolo a buscarle a Jerusalén, en donde a
los tres días, le hallasteis enseñando a los doctores, con admiración de
sabiduría. Yo os ruego, Madre mía, por las angustias que padecisteis al vero
apartada de vuestro querido Hijo, que dispongáis la viciada tierra de nuestros
corazones, fecundándola con vuestras lágrimas, para que sea en ellos bien
recibido el grano de la divina palabra, y que produzcan óptimos frutos de todas
las virtudes. Alcanzad también, Señora, de vuestro Santísimo Hijo, el que
alumbre la ceguedad de los herejes y gentiles, para que, desengañados de sus errores,
y con el conocimiento de la verdad, se unan al cuerpo místico de nuestra Santa
Iglesia, para que, sea su nombre conocido y exaltado de todo el universo y de
todos los que estamos unidos, y en adelante se unieren a este gremio, mediante
las aguas del Santo Bautismo, no nos separemos de nuestra cabeza, que es el
mismo Jesucristo, antes unidos a él, por su divina gracia, acabemos en ella los
periodos finales de la vida. Amén.
DÍA
CUARTO
ORACIÓN
Santísima Virgen
María mi Señora, que, siguiendo a vuestro Santísimo hijo en la Calle de la amargura
con la cruz a cuestas hasta el mote calvario, hecho el oprobio de los hombres, irrisión
de la plebe, escarnio de los judíos, y ludibrio de las gentes: por aquella espada
de dolor, que hirió cruelísimamente vuestra Alma al fijar vuestros amorosos ojos
en aquel inaudito espectáculo a los Ángeles, y a los hombres, os pido me alcancéis
de vuestro Hijo el don de la resignación en su voluntad, y paciencia para llevar
con fruto los trabajos, que su Majestad fuere servido enviarme. No apetezca Yo,
Señora mía en adelante cosa alguna por mi voluntad, y la cruz, que por sola la suya
pusiere el Señor sobre mis hombros, haced, que la lleve con alegría de corazón.
Cumpla exactamente Señora con las obligaciones de mi estado, en que me pufo Dios,
ya que me obligue voluntario, para que siguiendo con mi cruz a Cristo mi Señor con
la suya, y peleando valerosamente bajo del estandarte de la Santa cruz en la palestra
de esta frágil vida, merezca verme coronado en la eterna. Amén.
DÍA
QUINTO
ORACIÓN
Llegó ya soberana Señora,
la combatida navecilla de vuestro Angustiado corazón a lo más alto del mar amargo
de penas, que surcaba en la pasión de vuestro Santísimo Hijo. Llegó ya al monte
Calvario, en donde la repelada de penas, le anego cuasi
entre las andas de aquella triste
tormenta, conformándose de la Justicia
del eterno Padre, de la gravedad de la culpa, de la tiranía de los hombres, y la paciencia de Cristo, quebraban todas en vuestro materno pecho. Mas ay, Señora mía, que, en medio del golfo, en que zozobra vuestro corazón, hallamos los pecadores el más seguro
puerto. Allí Señora nos concebisteis Madre,
y allí nos constituimos hijos vuestros:
como tales humildemente os pedimos, que, por aquella caridad, con que pendiente de la Cruz vuestro Santísimo hijo
pidió por sus enemigos, nos concedáis un
verdadero amor a los nuestros, para que así no solo perdonemos sus injurias, antes bien volviendo bienes por males seamos imitadores suyos. Amén.
SEXTO
DÍA
ORACIÓN
Dolorosísima Madre mía,
ya veo cumplido, el que destilan vuestras purísimas
manos, mirra amarga de
dolor, al recibir en ellas el descoyuntado cuerpo de vuestro difunto
Hijo, al descenderle de la Cruz y trasladarlo a vuestro regazo. No es la primera
vez que le albergáis en él. Más, ¡Oh! que diferencia, en Belén le
estrechasteis, para darle el suavísimo néctar de vuestros purísimos pechos, y
abrigarle con pobres, aunque limpios pañales, aquí, para bañar vuestro pecho
con su sangre, y envolverle en una funesta mortaja. Solo Señora, vuestras manos
fueron dignas de tocar aquella Sangre y aquel cuerpo: por el Señor os pido, y
por la Angustia que sentisteis al recibir aquel cadáver, concedáis a todos los
sacerdotes, sus ministros, pureza de alma y de cuerpo, para celebrar su
sacrificio incruento en los altares. Purificad con vuestras lágrimas sus manos,
y con aquella sangre, santificad sus corazones, para que ninguno llegue indignamente
a aquel Sancta Sanctórum, y sea este sacrificio agradable a sus ojos. Amén.
DÍA
SÉPTIMO Y ÚLTIMO
ORACIÓN
Ya esta sola la
mística ciudad del Señor, y viuda la Señora de las gentes, tributaria del
dolor, la Princesa de las provincias, llorando amargamente su viudez y soledad,
sin consuelo en la melancólica lucha. Si, si Señora Dolorosísima, que ya está
en el Santo Sepulcro el cuerpo de vuestro Santísimo Hijo. ¿Porque sepultáis
Señora, vuestro corazón, juntamente con aquel cuerpo, pues es la carne tan una?
Y ¿si en vida no tuvo descanso, sino fue en vuestras entrañas, porque no
descansa muerto en vuestro purísimo pecho? Aquí tenéis Señora los nuestros,
llenos de dolor, acompañándoos en vuestra soledad y angustias. Haced, por
ellas, que muertos nuestros pecados por la verdadera penitencia, y sepultados
en el sepulcro del olvido, queden nuestros corazones limpios para recibir aquel
cuerpo sacramentado en la mesa del altar, Otorgádnoslo así, Señora, por los
merecimientos de vuestro Santísimo Hijo, que con el Padre y el Espíritu Santo,
vive y reina, por los siglos de los siglos. Amén.