jueves, 28 de mayo de 2020

DÍA DIEZ Y SEIS DE CADA MES A SAN JUAN NEPOMUCENO



DEVOCIÓN PARA EL DÍA DIEZ Y SEIS DE CADA MES, CONSAGRADO A LOS CULTOS DE SAN JUAN NEPOMUCENO

Dispuesto por un sacerdote de la Compañía de Jesús, especial afecto y obligado al Santo.

Reimpreso en la Imprenta del Real y más Antiguo Colegio de San Ildefonso, año de 1765.


A la hora que pareciere más oportuna, según las ocupaciones de cada uno, se dirán (si es posible de rodillas, y ante alguna imagen del santo) las siguientes oraciones:


ORACIÓN A TODA LA CORTE CELESTIAL

Soberanos Espíritus que componéis las nueve Jerarquías de Ángeles, Arcángeles, Príncipes y Virtudes, Potestades, Dominaciones, Tronos, Querubines y Serafines, Santos, Santas, Patriarcas, Profetas, Mártires, Confesores, Vírgenes y Viudas, yo imploro humildemente vuestro amparo para alabar a Dios y os suplico lo alabéis y glorifiquéis conmigo en acción de gracias por las muchas con que enriqueció a San Juan Nepomuceno, especialmente por  haberlo hecho digno de un tan admirable y nuevo martirio en singular honra de Su Majestad, y lustre de tu Iglesia; Y Vos, Reina Purísima de los Ángeles  y Santos, a quien amó tan tiernamente San Juan Nepomuceno: ofrecedle al Eterno Padre, Hijo y Espíritu Santo los méritos y muerte del mismo Santo, unidos a los vuestros, para renovarle la gloria, con que en ellos se complació; y a mí, alcanzadme muy abundante gracia y devoción para alabar tu Divina Majestad ahora y eternamente. Amén.

Aquí se repite tres veces:

Sea bendita, alabada y glorificada la Augustísima Trinidad en quien creo, en quien espero, a quien amo sobre todas las cosas, por las virtudes y dones, vida y martirio de Señor San Juan Nepomuceno. Amén.


ORACIÓN AL SANTO

Amantísimo Patrón mío San Juan Nepomuceno, cuyo ardiente celo por la honra de Dios premió su Majestad interesándose en la vuestra, franqueando por vuestras manos todo género de mercedes en créditos de vuestro poder y protección: yo os suplico, os intereséis en la mía, y en todas mis cosas, en mis necesidades y peligros del Alma y cuerpo, conservando y aumentando en mí, y en todos mis prójimos vuestra tierna devoción hasta que por medio de una cristiana muerte os vaya a acompañar en el Cielo. Amén.

Se rezarán Tres Padre Nuestro y Avemaría con Gloria, después de los que pedirá cada uno al Santo el particular beneficio que desea, y acabará con esta:

ORACIÓN: Oh Dios, que, por el invencible secreto sacramental de tu Siervo San Juan Nepomuceno, ilustraste tu Iglesia con nueva corona de martirio, concédenos que por su intercesión y a su ejemplo guardemos con cautela la lengua, y que antes toleremos todos los males, que el detrimento del Alma en la culpa mortal; lo que te pedimos por Jesucristo Nuestro Señor, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo por todos los siglos de los siglos. Amén.

Colaboración de Carlos Villaman


DÍA VEINTIDÓS DE MES A SANTA RITA DE CASIA



OBSEQUIO PARA EL DÍA 22 DE CADA MES EN HONOR DE LA BIENAVENTURADA SANTA RITA DE CASIA

Dispuesto por el Br. D.  José Manuel Sartorio, Presbítero de este Arzobispado de México.

México: 1840. En la oficina de Luis Abadiano y Valdés. Calle de las Escalerillas Núm. 13.


ACTO DE CONTRICIÓN

¡Gran Dios, todo bueno en vos mismo, y todo bueno para mí! Verdaderamente debiera ser un imposible dejar de amaros, y mucho más el ofenderos, cuando por vuestras perfecciones y vuestros beneficios sois amable infinitamente. No obstante, es punto de hecho. A pesar de vuestra bondad, yo he dejado de amaros, y a despecho de cuantos bienes os he debido, he tenido mil ocasiones la osadía de ofenderos. ¡Ay!, lo conozco, y humildemente lo confieso, pidiéndoos perdón de mi injurioso atrevimiento y de mi ingratitud. Vos sois muy bueno y bienhechor, y no despreciareis un corazón contrito, que detesta sus culpas, y ayudado de vuestra gracia, os da, para lo porvenir, una palabra firme de estar pronto a morir, antes que volver a pecar.

Tres Ave Marías en memoria de las tres disciplinas que hacía la Santa todos los días, y de las tres cuaresmas que ayunaba cada año.

ORACIÓN

¡Oh Dios verdaderamente admirable! ¿Quién no alabará a vista de Rita las maravillas de tu poder? Su concepción de estériles y ancianos padres: su nacimiento sin dolor de quien la dio a luz; su niñez prevenida con bendiciones de dulzura; su estado conyugal santificado con una invicta mansedumbre, y una inalterable paciencia; y todas las virtudes propias de aquella mujer fuerte recomendada por Salomón. Su entrada al monasterio enteramente milagrosa; su religiosa vida empleada en la observancia de sus santas obligaciones, resplandeciente con todo género de virtudes heroicas, distinguida con singularísimas gracias, coronada con una muerte la más preciosa y la más dulce, seguida en fin de los más ruidosos prodigios obrados para dar testimonio de su mérito y santidad: todo, Señor, todo anuncia tu gloria, y todo excita nuestros ánimos a ensalzar tu nombre y a dar gracias a tu bondad. Sí, Dios grande y maravilloso, yo te alabo y bendigo, y con toda aquella ternura de que es capaz mi corazón, te doy rendidas gracias por todos los favores, de que colmaste la vida, y con que ilustraste la muerte de esta tu muy querida esposa: pidiéndote por su intercesión el que te dignes de concederme en el discurso de mi vida, cuanto es menester para que ella te sea agradable, y en la hora crítica de mi muerte, cuanto es necesario, a fin de que ella sea preciosa ante tu divino acatamiento.

Se rezarán veinte y dos Ave Marías, y luego esta:


ORACIÓN

¡Oh amada Esposa de Jesús, dulcísima abogada mía Santa Rita de Casia! Déjame, te ruego, transportar por un instante a alabar esa espina que atravesó tu feliz frente. El dolor que produjo en tu alma la consideración de los que tu esposo divino padeció en su augusta cabeza con la corona de cambrones te hizo desear el ser partícipe de sus penas. El, pues, condescendiendo con tus suspiros, hace un arco de su misma corona, y flecha de una de sus espinas, y disparándola con fuerte impulso, te la deja fija en la frente: te causa un dolor ingentísimo: te abre una llaga muy dolorosa, y te pone en ella para el resto todo de tu vida un seminario de paciencia. ¡Oh espina más preciosa que los rayos del sol! ¡Oh llaga más amable que las púrpuras de los emperadores! ¡Oh frente más dichosa que las coronadas con diamantes y con rubíes! ¡Qué bien brillas Rita gloriosa con esa espina que te distingue y te señala como a esposa muy escogida y muy privilegiada del Rey coronado de espinas! Yo te doy los plácemes de este tan singular favor, y te pido por él, me impetres de tu mismo esposo, el que clave en mi corazón una espina de compasión hacia tus dolores, otra espina de dolor por mis culpas, otra espina de temor por sus juicios, para que penetrado profundamente de estas espinas, viva de modo en este mundo, que ella se me cambien en rosas de inmortalidad y de gloria en la dichosa eternidad. Amén.

Una salve por las Almas del Purgatorio.

El Exmo.  E Ilmo. Sr. arzobispo de México, por su decreto de 21 de mayo de 1796 concede ochenta días de indulgencia para cada día de los que se practique esta devoción, rogando a Dios por la exaltación de nuestra santa fe católica, paz y concordia entre los príncipes cristianos, extirpación de las herejías y demás necesidades de la santa Iglesia.

Colaboración de Carlos Villaman

 

 

 


DÍA VEINTINUEVE DE MES A SAN FRANCISCO DE SALES



DÍA 29 DE CADA MES CONSAGRADO A HONRAR AL DULCÍSIMO DOCTOR SAN FRANCISCO DE SALES

Tomado de “Tributo Amoroso a San Francisco de Sales” por Enrique de Ossó.  Tipografía Católica, Barcelona, España. 1894

Por la Señal de la Santa Cruz…

ORACIONES PREPARATORIAS


AL MANSÍSIMO JESÚS

Señor mío Jesucristo, manso y humilde de corazón, que, para bien de las almas y gloria de la Religión, nos habéis dado a san Francisco de Sales como maestro y acabado modelo de la verdadera devoción y virtud; derramad, os rogamos, en nuestros corazones, toda la unción de su dulzura, todo el ardor de su caridad y toda la sublimidad de su profunda humildad, para que, imitándolo en sus virtudes, le acompañemos en la gloria eterna. Amén.


AL DULCÍSIMO SAN FRANCISCO

Padre y Protector mío dulcísimo san Francisco de Sales, que para la salvación de las almas os hicisteis todo para todos para ganarlos a todos al amor a Jesucristo; alcanzadnos, os rogamos, la imitación perfecta de vuestras hermosas virtudes que vamos a meditar, en especial la caridad, dulzura, humildad y modestia cristianas, y la gracia que deseo obtener en este día, a mayor gloria de Dios y bien de mi alma y de mis prójimos. Amén.    


PARA LAS HIJAS DE LA COMPAÑÍA DE SANTA TERESA DE JESÚS

Padre y Protector nuestro dulcísimo, san Francisco de Sales, que para la salvación de las almas os hicisteis todo para todos para ganarlos a todos al amor de Jesucristo; alcanzad, os rogamos, a todas las hijas de vuestra predilecta Santa y Madre amabilísima Teresa de Jesús, que formamos su Compañía y que os aclamamos por nuestro Protector y Padre, que crezcamos cada día en su espíritu, que es el vuestro, de caridad, celo, mansedumbre, humildad, modestia, afabilidad y fortaleza cristiana, para ser siempre las primeras en extender el reinado del conocimiento y amor de Jesús por todo el mundo, por los apostolados de la oración, enseñanza y sacrificio. Amén.


ORACIÓN FINAL

Amabilísimo Santo mío, san Francisco de Sales, cuya divisa santa fue: O amar o morir: alcanzadnos, os pedimos con todas las veras de nuestro corazón, que vivamos o muramos en Jesús, por Jesús y con Jesús, que murió en la cruz para hacernos vivir eternamente en los brazos de su bondad, en los resplandores eternos de su gloria, después de haber pasado por el mundo haciendo bien a todos y a nadie daño, como Vos, cantando sin cesar el cántico de amor eterno: ¡Viva Jesús mi amor! yo amo a Jesús; soy toda de Jesús y mi Dios basta por toda la eternidad, Amén.


PRECES A SAN FRANCISCO DE SALES PARA ALCANZAR LO QUE SE DESEA

Señor, ten piedad de nosotros.

Jesucristo, oídnos.

Espíritu Santo, ten piedad de nosotros.

Santa María, concebida sin pecado R/: rogad por nosotros.

San Francisco de Sales, en la oración perfectísimo

San Francisco de Sales, en la mortificación rigidísimos,

San Francisco de Sales, en el trato del prójimo amabilísimo,

San Francisco de Sales, en el amor de Dios encendidísimo,

San Francisco de Sales, en el celo de las almas ardientísimo,

San Francisco de Sales, en el amor de Jesucristo abrasadísimo,

San Francisco de Sales, en la modestia ejemplarísimo,

San Francisco de Sales, en la dulzura modelo acabadísimo,

San Francisco de Sales, en la humidad profundísimo,

San Francisco de Sales, en la paciencia heroico,

San Francisco de Sales, en la prudencia y sencillez incomparable,

San Francisco de Sales, en la conversación agradabilísimo,

San Francisco de Sales, en la pureza angelical,

San Francisco de Sales, en la presencia amorosa de Dios continuo,

San Francisco de Sales, el más dulce de los hombres,

San Francisco de Sales, el más amable de los Santos,

San Francisco de Sales, cuya divisa era “o amar o morir”,

San Francisco de Sales, Doctor de la Iglesia sapientísimo,

San Francisco de Sales, director de las almas discretísimo

Jesús, oídnos Jesús, escuchadnos

L/: Ruega por nosotros, san Francisco de Sales

R/: Para que seamos como Vos dulces y humildes de corazón.

ORACIÓN: Dios mío, que quisiste que tu confesor y pontífice, padre y protector nuestro, dulcísimo san Francisco de Sales, para la salvación de las almas se hiciese todo para todos para ganarlos a todos; concede propicio que, bañados en la dulzura de tu caridad, guiados por su doctrina y ayudados de sus méritos, consigamos los goces de la gloria. Amén.

Un Padre nuestro, Ave María y Gloria Patri

 

Colaboración de Carlos Villaman


martes, 26 de mayo de 2020

DEVOCIÓN A SAN FRANCISCO DE ASÍS




CORONA EN HONOR DE LAS LLAGAS DEL SERÁFICO PADRE SAN FRANCISCO DE ASÍS

Por la señal, etc.

OFRECIMIENTO

Postrado humildemente ante el trono de vuestra Divina Majestad, Señor y Dios mío, yo os adoro de lo íntimo de mi alma y con todo mi corazón. En memoria de esas llagas sacratísimas que abristeis en manos, pies y costado del Seráfico Padre San Francisco, suplícoos con todo el ardor de que mi espíritu es capaz, encendáis en mi pecho esa llama de caridad que consumía el de vuestro devoto Siervo, para que, siguiendo sus pisadas y desasido de las cosas de este mundo, lleve con paciencia las miserias y sufrimientos de esta vida, y merezca sentir en mí los efectos de vuestra Sagrada Pasión.

I. Y para esto yo os ofrezco, Dios omnipotente, aquella dolorosa llaga que abristeis, en el pie izquierdo de vuestro siervo y Padre mío San Francisco. En memoria de sus dolores, otorgadme la gracia de un sincero arrepentimiento de mis pasadas culpas, y que no guíe mis pasos por la anchurosa senda que conduce a la eterna perdición.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria patri.

II. Yo os ofrezco en segundo lugar, Señor Jesucristo, la dolorosísima llaga que abristeis en el pie derecho de vuestro querido siervo y Padre mío San Francisco. En memoria de la paciencia con que sobrellevó las incomodidades y dolores que le causaba, suplícoos humildemente me otorguéis la constancia en el ejercicio de las virtudes, y la perseverancia en el camino de eterna salvación.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria patri.

III. Yo os ofrezco, Jesús mío en tercer lugar, aquella tan penosa llaga que abristeis en la mano izquierda de vuestro amado siervo y Padre mío San Francisco. En memoria de la sangre que por ella derramaba, suplícoos humildemente, no me vea yo confundido en el día de la estrecha cuenta, y colocado a vuestra izquierda con los réprobos.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria patri.

IV. Yo os ofrezco, Jesús mío, en cuarto lugar, aquella sangrienta llaga que abristeis en la mano derecha de vuestro amable siervo y Padre mío San Francisco. En memoria de las heroicas acciones que por ella obró, dadme la gracia de cumplir vuestra ley Santa, para que sea juzgado digno de colocarme a vuestra derecha con los escogidos.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria patri.

V. Ofrézcoos, Señor y Jesús mío, en quinto lugar, aquella admirable y benditísima llaga que abristeis en el costado de vuestro amante siervo y Padre mío San Francisco. En memoria de aquel encendido amor en que se abrazaba su alma, suplícoos humildemente, me otorguéis la gracia de emplear en lo venidero todos mis pensamientos y afectos en amaros y serviros en esta vida, y gozaros después en el cielo por eternidad de eternidades.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria patri.


L/:  Señalaste, Señor, a tu siervo Francisco.

R/: Con las señales de nuestra redención.

ORACIÓN: Señor Jesucristo que deseando abrasar nuestros corazones con el fuego de vuestro amor, cuando el mundo estaba resfriado de él, renovasteis en la carne del bienaventurado Padre San Francisco las llagas de vuestra Pasión. Concédenos propicio por sus merecimientos y por su intercesión, la gracia de que llevemos incesantemente la cruz y que hagamos frutos dignos de penitencia. Tú que con el Padre y el Espíritu Santo vives y reinas un solo Dios por los siglos de los siglos. Así sea.

 

 



VISITA A LA VIRGEN DE MONSERRATE


PIADOSA VISITA A LA SANTÍSIMA VIRGEN DE MONSERRAT

Barcelona. 1902.

Hecha la señal de la cruz y arrodillado el devoto cofrade ante la Imagen de nuestra gloriosa Patrona, puede empezarse con el siguiente:


ACTO DE CONTRICIÓN

Señor mío Jesucristo, que por vuestra singular misericordia y tierno amor a los pobres pecadores habéis querido darles por Madre suya a vuestra propia Madre, y que para hacernos más propicia su intercesión habéis querido tuviese Ella en la tierra tantos tronos donde amorosamente nos escuche, como son los santuarios en que es venerada su devota Imagen; yo, aunque vil pecador, hijo amante de esta dulcísima Señora y cofrade suyo, me presento hoy ante su glorioso trono de Montserrat para visitarla rendido, y presentarle confiado mis súplicas. Por lo cual y para no ser rechazado como indigno de su real presencia, reconozco antes los muchos pecados con que he ofendido a vuestra bondad y manchado mi alma, y os digo de todo corazón que me pesa de haberlos cometido por ser Vos quien sois y por lo que debo a vuestra generosidad infinita. Resuelvo, Jesús mío, con vuestra gracia de nunca más pecar, y deseo me ayude para conseguirlo la poderosísima mediación de vuestra Madre y mía la Virgen de Montserrat, a la que me propongo servir y honrar con la presente visita. Amén.


ORACIÓN A MARÍA SANTÍSIMA

Emperatriz de cielos y tierra, Madre y Señora mía, Reina excelsa de Montserrat, que en este trono de rocas y nubes habéis querido establecer desde lejanos siglos vuestra hermosa y predilecta habitación; ¿Quién no se sentirá movido a amor y confianza al contemplar vuestro soberano rostro y la dulce y serena majestad con que os mostráis en esta santa Imagen? Suave es vuestro mirar, como de madre tiernísima que sólo desea ser suplicada para dispensar toda clase de beneficios; majestuosa vuestra frente, como de reina magnánima que tiene en su poder la llave de los tesoros del mismo Dios. Benévola extendéis vuestra mano con amoroso ademán, para llamar a vuestros pies a justos y pecadores que os aclaman su abogada. Sentada os presentáis como quien no de cualquier modo ni de prisa, sino muy de asiento, desea enterarse de nuestras necesidades. Mostráis en la falda el Hijo divino de vuestras entrañas virginales, no terrible y amenazador, sino sonriente y cariñoso en figura de amable niño, del cual sois a todas horas con indecible amor escuchada. ¿Y qué mayores estímulos necesito yo para acercarme a vuestros soberanos pies? ¿Qué prendas más seguras de no verme desairado en mis peticiones? ¿A dónde y a quién con más aliento acudiré sino a Vos? Ea, pues, Reina y Patrona mía, Madre de mi hermanito Jesús, mostradme con vuestras obras que sois tal para mí como os gozáis en ser aclamada. He aquí mis necesidades y miserias; he aquí mis títulos para ser escuchado. Soy pobre y vengo a Vos, que sois Madre. Del valle de lágrimas de la vida subo a este monte sagrado para que me las enjuguéis; del fondo de mi desventura clamo a Vos para que me deis consuelo. Tocadle dulcemente el Corazón a este vuestro Niño que en la falda os sonríe, para que me mire piadoso y por vuestra recomendación me otorgue lo que os pido. Hacedlo así, vida, dulzura y esperanza mía; hacedlo así, ¡oh clementísima, oh piadosa, oh dulce siempre Virgen María! Madre de Dios y de mí, pobre pecador. Amén.

Aquí en silencio y con mucha devoción y confianza expondrá cada cual a la Virgen sus necesidades espirituales o temporales. Después se podrá rezar o cantar la siguiente:

 

CORONILLA A LA VIRGEN DE MONTSERRAT

Madre y Señora mía, Reina de Montserrat, a vuestros augustos pies oso presentarme para ofreceros mis pobres alabanzas. Recibidlas, Madre mía, para mayor gloria de vuestro Hijo Jesús, honra vuestra y provecho de mi alma. Amén. Padrenuestro.

Os alabo y os bendigo y glorifico, Soberana Reina de Montserrat, en unión de los primeros fieles que veneraron en Barcelona vuestra Santa Imagen, y os pido para mi alma la fidelidad y constancia suya en el divino servicio. Amén. Ave maría

Os alabo y os bendigo y glorifico, Soberana Reina de Montserrat, en unión de aquellos angelicales coros que os cantaban en vuestra solitaria Cueva en la tarde feliz de vuestra invención en la santa montaña. Dadme que sean como las suyas gratas a Vos y a vuestro Hijo mis sencillas alabanzas. Amén. Ave maría.

Os alabo y os bendigo y glorifico, Soberana Reina de Montserrat, con aquellos dichosos pastores y buen Obispo, que por vez primera vieron en Montserrat vuestro agraciado rostro. Concededme la dicha de que con ellos pueda gozar de vuestra vista, no ya en imagen, sino en realidad, en el cielo por eternidades. Amén. Ave maría.

Os alabo y os bendigo y glorifico, Soberana Reina de Montserrat, con los primeros anacoretas que os rindieron cariñoso culto en esta santa montaña y Santuario. Haced que como ellos os sirva con obras de verdadera virtud, únicas que os son gratas. Amén. Ave maría. Gloria Patri.

Os alabo y os bendigo y glorifico, Soberana Reina de Montserrat, con los piadosos monjes, que durante tantos siglos habitan vuestro excelso palacio y forman vuestra corte privilegiada. Dadme que con iguales sentimientos de viva compunción y afecto os acompañe yo en espíritu todos los días de mi vida. Amén. Ave maría.

Os alabo y os bendigo y glorifico, Soberana Reina de Montserrat, con los inocentes escolanes que, como nido de avecillas al pie de vuestro altar, os cantan cada día armoniosas alabanzas. Dadme, oh Madre, que como el suyo sea puro mi corazón y sin mancilla mis labios, para que dignamente puedan emplearse en vuestros loores. Amén. Ave maría.

Os alabo y os bendigo y glorifico, Soberana Reina de Montserrat, con los penitentes ermitaños que durante tantos siglos poblaron esta vuestra soledad hermosísima. Haced que como ellos practique yo la virtud del interior recogimiento y elevada oración. Amén.  Ave maría.

Os alabo y os bendigo y glorifico, Soberana Reina de Montserrat, con los Santos innumerables Nolasco, Ignacio, Calasanz y otros, que tantas veces se postraron ante vuestro altar, y os pidieron aquí la bendición para sus cristianas empresas. Dadme que les imite con frutos de verdadera santidad, y que como ellos tenga por único norte de mis trabajos la gloria de Dios y vuestra. Amén.  Ave maría. Gloria Patri.

Os alabo y os bendigo y glorifico, Soberana Reina de Montserrat, con los innumerables Prelados, Reyes y pueblos que han subido la cuesta de vuestra montaña y os han ofrecido con singular devoción preciosos regalos. Como ellos os ofrezco, Madre mía, en humilde dádiva mi pobre corazón. Amén. Ave maría.

Os alabo y os bendigo y glorifico, Soberana Reina de Montserrat, con las cien y cien devotas procesiones y romerías que os han visitado y os veneran aún con rezos, cánticos y penosas mortificaciones. Como ellas, hacedme despreciar, oh Madre, los vanos respetos del mundo, y profesar libremente la fe vuestra sin desmayar jamás. Amén. Ave maría.

Os alabo y os bendigo y glorifico, Soberana Reina de Montserrat, con las aves mil que os dan música día y noche en este monte singular, y con las variadas flores y retamas que lo adornan y embalsaman. Como éstas florezca siempre mi vida en obras de piedad perfecta, y como aquéllas os canten sin cesar mi lengua y mi corazón. Amén. Ave maría.

Os alabo y os bendigo y glorifico, Soberana Reina de Montserrat, con todas las voces de Ángeles y hombres; con todos los latidos de amor de todos los corazones; con todas las armonías del cielo y de la tierra. Dadme, oh Madre piadosísima, que con todos os bendiga y glorifique este vuestro siervo en vida, en muerte y por toda la eternidad. Ave maría. Gloria Patri.


ORACIÓN FINAL

¡Gloriosísima Reina de estas montañas, Patrona nuestra y Madre nuestra, Virgen de Montserrat! Ya que paciente y amable habéis escuchado las preces y alabanzas de este vuestro devoto, oíd bondadosa los últimos suspiros de su amor antes de que por esta vez se separe de vuestra presencia. No me apartaré de Vos, sin que me concedáis antes vuestra maternal bendición. Por mi os la pido, pues, y por mi familia y amigos, trabajos e intereses. Por la Iglesia de Dios hoy tan combatida y por su afligido Pastor universal. Por nuestra patria, tan dichosa un día, cuando fue toda de Vos, y hoy desde que de Vos se quiso alejar, tan profundamente desventurada. Por nuestro clero y pueblo fiel, tan solícitos en amaros, serviros y festejaros. Por este vuestro Santuario y devota Comunidad, que forman los coros de este vuestro cielo de la tierra. Por los infelices pecadores y malos cristianos que tanto de Vos necesitan para volver al camino del bien. Por los enemigos del catolicismo, que con vuestro brazo poderoso los confundáis y los convirtáis en apóstoles de la verdad. Vos podéis hacerlo, Madre nuestra, Vos podéis lograrlo de vuestro Hijo divino, y no nos lo negaréis. ¡Oh Madre celestial! Concedednos finalmente, en pago de esta visita, ser visitados por Vos en la hora de la muerte, y reinar después de ella en la patria feliz con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, y con Vos, por los siglos de los siglos. Amén.


VISITA AL SANTÍSIMO SACRAMENTO



VISITA AL SANTÍSIMO SACRAMENTO

Áncora de Salvación. Nihil Obstat e Imprimatur 1944.


Por la señal… En el nombre del Padre…

Señor mío Jesucristo, que por el amor que tenéis a los hombres estáis de noche y de día en este Sacramento, todo lleno de piedad y de amor, esperando, llamando y recibiendo a todos los que vienen a visitaros: yo creo que estáis presente en el Santísimo Sacramento del Altar, os adoro desde el abismo de mi nada, y os doy gracias por todas las mercedes que me habéis hecho, especialmente por haberme dado en este Sacramento vuestro cuerpo, vuestra sangre, vuestra alma y vuestra divinidad; por haberme concedido como abogada a vuestra santísima Madre la Virgen María, y por haberme llamado a visitaros en este lugar santo. Adoro vuestro amantísimo Corazón, y deseo adorarlo por tres fines: el primero, en agradecimiento de esta tan preciosa dádiva; el segundo, para desagraviaros de todas las injurias que habéis recibido de vuestros enemigos en este Sacramento; y el tercero, porque deseo en esta visita adoraros en todos los lugares de la tierra donde estáis sacramentado con menos culto y más abandono. ¡Jesús mío!, os amo con todo mi corazón; pésame de haber tantas veces ofendido en lo pasado a vuestra infinita bondad; propongo, ayudado de vuestra gracia, enmendarme en lo venidero, y ahora, miserable como soy, me consagro todo a Vos; os doy y entrego toda mi voluntad, mis afectos, mis deseos y todo cuanto me pertenece. De hoy en adelante haced, Señor, de mí y de mis cosas todo lo que os agrade. Lo que yo quiero y te pido es vuestro santo amor, la perfecta obediencia a vuestra santísima voluntad y la perseverancia final. Os encomiendo las almas del purgatorio, especialmente las más devotas del Santísimo Sacramento y de María Santísima os ruego también por los pobres pecadores. En fin, amado Salvador mío, uno todos mis afectos y deseos con los de vuestro amorosísimo Corazón, y así unidos los ofrezco a vuestro Eterno Padre y le pido en vuestro nombre que por vuestro amor los acepte y los mire benignamente. Amén.


COMUNIÓN ESPIRITUAL

¡Oh Jesús mío!, creo que estáis en el Santísimo Sacramento. Os amo sobre todas las cosas, y deseo recibiros en mi alma. Ya que ahora no puedo recibiros sacramentalmente, venid a lo menos espiritualmente a mi corazón. Como si ya hubieseis venido, os abrazo y me uno todo a Vos; no permitáis que jamás me separe de Vos.


ACTO DE EXPIACIÓN

Divino Salvador de las almas, cubierto de confusión me postro en vuestra presencia soberana, y dirigiendo mi vista al solitario tabernáculo donde gemís cautivo de mi amor, pártese mi corazón de pena al ver el olvido en que os tienen los redimidos, al ver esterilizada vuestra Sangre, infructuosos los sacrificios y escarnecido vuestro amor. Pero ya que con infinita condescendencia permitís que una yo este día  mis gemidos a los vuestros, mis lágrimas a las que brotaron por mi causa de santísimos ojos, a las lágrimas de sangre que vertió vuestro Divino Corazón, os ruego, dulce Jesús, por los, que no os ruegan, os bendigo por los que os maldicen y os adoro por los que despiadados os ultrajan; y con toda la energía de mi alma, deseo bendeciros y alabaros en todos los instantes de mi vida y en todos los Sagrarios de la tierra.

Suba, Señor, hasta Vos, el doloroso grito de expiación y arrepentimiento que el pesar arranca de mi contrito corazón.

Por mis pecados, por los de mis padres, hermanos y amigos, por los del mundo entero. R/: perdón, Señor, perdón.

Por las infidelidades y sacrilegios, por los odios y rencores:

Por las impurezas y escándalos:

Por los hurtos e injusticias, por las debilidades y respetos humanos

Por la desobediencia a la santa Iglesia, por la violación del ayuno:

Por los atentados contra el Pontífice Romano, por las persecuciones contra los Obispos, sacerdotes, Religiosos y Vírgenes Sagradas:

Por los insultos hechos a vuestras imágenes, la profanación de los templos, el abuso de los Sacramentos y los ultrajes al augusto Tabernáculo:

Por los crímenes de la prensa impía y blasfema, por las horrendas maquinaciones de tenebrosas sectas:

Por los justos que vacilan, por los pecadores que resisten a la gracia, por los infelices que agonizan, y por todos los que sufren:

Perdón, Señor, y piedad por el más necesitado de vuestra gracia: que la luz de vuestros divinos ojos no se aparte jamás de mí. Encadenad a la puerta del Tabernáculo mi inconstante corazón; hacedle allí sentir los incendios del amor divino, y a vistas de las propias ingratitudes y rebeldías, que se deshaga, de pena, que llore lágrimas de sangre, que viva muriendo de amor. Así sea.

 

ALABANZAS
EN REPARACIÓN DE LAS BLASFEMIAS

Bendito sea Dios.

Bendito sea su santo Nombre.

Bendito sea Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre.

Bendito sea el Nombre de Jesús

Bendito sea su Sacratísimo Corazón.

Bendito sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar.

Bendita sea la excelsa Madre de Dios, María Santísima.

Bendita sea su santa e inmaculada Concepción.

Bendito sea el nombre María, Virgen y Madre.

Bendito sea San José, castísimo esposo.

Bendito sea Dios en sus Ángeles y en sus Santos.

 

 

 

 


CORONA AL SANTÍSIMO SACRAMENTO



CORONA DE VEINTICUATRO ADORACIONES EN HONOR DEL SANTÍSIMO SACRAMENTO PARA REPARAR LAS INJURIAS QUE SE LE HACEN EN LAS VEINTICUATRO HORAS DEL DÍA

Obra escrita en francés por el Abate Sylvain. Traducido al castellano por María de Echarri. Aviñón. 1900.


I. Yo os adoro, Divinidad escondida, y os reconozco digna de todo honor; yo os ofrezco en reparación de las impiedades cometidas en vuestra presencia, las adoraciones que os rindió la Santísima Virgen, vuestra Madre, en el primer instante de vuestra Concepción en sus purísimas entrañas, y os ruego me hagáis la gracia de poder decir y cantar con ella por toda la eternidad: Sea por siempre alabado el Santísimo Sacramento del altar.

 

II. Yo os adoro, Humanidad sagrada, y os proclamo infinitamente amable: os ofrezco en expiación de las irreverencias cometidas en vuestra presencia, los respetos de todos los Ángeles y Arcángeles con los cuales espero decir y cantar: Sea por siempre alabado el santísimo Sacramento del Altar.

 

III. Os adoro Jesús, dulce Salvador mío, y os reconozco esencialmente eterno. Os ofrezco en reparación de las blasfemias que se pronuncian delante de vos, las alabanzas de todos los coros de los Principados, con los cuales espero decir y cantar: Sea por siempre alabado el santísimo Sacramento del Altar.

 

IV. Os adoro, Soberano Señor del universo, y os reconozco totalmente independiente de otro alguno. Os ofrezco, en reparación de mis faltas de devoción cometidas en vuestra presencia, los piadosos afectos de las Dominaciones, con los cuales espero decir y cantar: Sea por siempre alabado el santísimo Sacramento del altar.

 

V. Os adoro, verdadero Rey de mi corazón, y os reconozco único rey de los siglos. Os ofrezco en reparación de los actos de ira cometidos en vuestra presencia, el celo de los Tronos, con los que espero decir y cantar: Sea por siempre alabado el santísimo Sacramento del Altar.

 

VI. Os adoro, vigilante Pastor de mi alma, y os reconozco infinitamente bueno y amable. Os ofrezco, en reparación de las ignorancias groseras y culpables con que os ofendemos diariamente, la sabiduría de los Querubines, con los cuales espero decir y cantar: Sea por siempre alabado el santísimo Sacramento del Altar.

 

VII. Os adoro, amado y único Esposo de mi alma, y os reconozco inviolablemente fiel. Os ofrezco, en reparación de todas las tibiezas cometidas en vuestra presencia, el entusiasmo de los Serafines, con los cuales espero decir y cantar: Sea por siempre alabado el santísimo Sacramento del Altar.

 

VIII. Os adoro en la Santa Hostia, Amigo afectuoso y sincero, y os reconozco único inmortal e inmutable. Os ofrezco, en reparación de mi inconstancia, las esperanzas de todos los Santos Patriarcas con los que quiero decir y cantar: Sea por siempre alabado el Santísimo Sacramento del altar.

 

IX. Os adoro, amabilísimo Padre mío, y os reconozco principio de todo mi ser. Os ofrezco en reparación de las palabras pronunciadas contra vos, la fe de los Apóstoles, con los cuales espero decir y cantar: Sea por siempre alabado el Santísimo Sacramento del altar.

 

X. Os adoro, equitativo Juez mío, y os reconozco infinitamente misericordioso. Os ofrezco, en reparación de las dudas que se han tenido sobre vuestra presencia real en el Santísimo Sacramento, la firmeza de los Evangelistas, con los cuales espero decir y cantar: Sea por siempre alabado el Santísimo Sacramento del altar.

 

XI. Os adoro, caritativo Pastor de mi alma, y os reconozco infinitamente pacífico. Os ofrezco, en reparación de las venganzas concebidas en vuestra presencia, la paciencia de los Mártires, con los cuales espero decir y cantar: Sea por siempre alabado el Santísimo Sacramento del altar.

 

XII. Os adoro, benévolo Abogado, y os reconozco infinitamente poderoso. Os ofrezco, en reparación de las negligencias cometidas en vuestra presencia, el cuidado que de las almas han tenido los Pontífices, con los cuales espero decir y cantar: Sea por siempre alabado el Santísimo Sacramento del altar.

 

XIII. Os adoro, Hostia sacratísima, y os reconozco como fuente de las gracias y bendiciones que afluyen a nuestras almas. Os ofrezco, en reparación de todos los robos efectuados en vuestra presencia, las limosnas hechas por todos los santos Papas, con los cuales espero decir y cantar: Sea por siempre alabado el Santísimo Sacramento del altar.

 

XIV. Os adoro, dignísimo e incomparable Maestro mío, y os reconozco infinitamente sabio y bueno. Os ofrezco, en reparación de todos los escándalos que se han cometido delante de vos, el celo de todos los santos Predicadores, con los cuales espero decir y cantar: Sea por siempre alabado el Santísimo Sacramento del altar.

 

XV. Os adoro, verdadero autor y conservador de mi vida, y os reconozco eternamente glorioso. Os ofrezco, en reparación de todos los sacrilegios cometidos en vuestra presencia, la devoción de todos los santos Confesores con los cuales espero decir y cantar: Sea por siempre alabado el Santísimo Sacramento del altar.

 

XVI. Os adoro, verdadero pan eucarístico, y os reconozco más agradable que todas las dulzuras de la tierra. Os ofrezco, en reparación de los juramentos pronunciados en vuestra presencia, las palabras santas que por vuestra gloria han dicho los santos Doctores de la Iglesia, con los cuales espero decir y cantar: Sea por siempre alabado el Santísimo Sacramento del altar.

 

XVII. Os adoro, alimento celestial y divino, y os reconozco más delectable que todos los frutos de la tierra. Os ofrezco, en reparación de los excesos cometidos delante de vos, la sobriedad de los santos Anacoretas, con los cuales espero decir y cantar: Sea por siempre alabado el Santísimo Sacramento del altar.

 

XVIII. Os adoro, Hostia divina de propiciación, y os reconozco el más liberal de los hombres. Os ofrezco, en reparación de las burlas que se han hecho de vuestros sacerdotes, los homenajes que os rinden los demás Religiosos, con los cuales espero decir y cantar: Sea por siempre alabado el Santísimo Sacramento del altar.

 

XIX. Os adoro, precioso y saludable antídoto, y os reconozco infinitamente poderoso para sanar a los pecadores. Os ofrezco, en satisfacción de todas las distracciones tenidas delante de vos, los éxtasis y arrobamientos de todos los santos Ermitaños, con los cuales, espero decir y cantar: Sea por siempre alabado el Santísimo Sacramento del altar.

 

XX. Os adoro, sagrado y eterno Sacerdote, y os reconozco digno de todos los homenajes de los hombres. Os ofrezco, en reparación de las injurias hechas a vuestras vírgenes, el amor de las Vírgenes santas, con las cuales espero decir y cantar: Sea por siempre alabado el Santísimo Sacramento del altar.

 

XXI. Os adoro, incomparable sacrificador y sacrificio, y os reconozco más digno del respeto que todos los sacrificadores que os han precedido. Os ofrezco, en reparación de todas las acciones indecorosas cometidas durante la santa Misa, los actos de amor y de respeto de las santas Viudas, con las cuales espero decir y cantar: Sea por siempre alabado el Santísimo Sacramento del altar.

 

XXII. Os adoro, fuego inmortal, y os reconozco capaz de abrasar en vuestras llamas los corazones de todos los hombres. Os ofrezco, en reparación de todas las inmodestias cometidas ante vos, la pureza de todas las almas santas, con las cuales espero decir y cantar: Sea por siempre alabado el Santísimo Sacramento del altar.

 

XXIII. Os adoro, Dios y Redentor mío muy amado, y os reconozco como Salvador de todos los hombres. Os ofrezco en reparación de todos los malos pensamientos concebidos en vuestra presencia, el continuo pensamiento de vuestro santo amor en que se ocupan los Bienaventurados, con los cuales espero decir y cantar: Sea por siempre alabado el Santísimo Sacramento del altar.


XXIV. Os adoro, Verbo divino escondido en la sagrada hostia, y os reconozco único objeto digno de mi amor. Os ofrezco, en reparación de todas las ingratitudes cometidas en vuestra presencia, el agradecimiento que os tiene la gloriosa Virgen María, con la cual espero decir y cantar: Sea por siempre alabado el Santísimo Sacramento del altar.

 

 


lunes, 25 de mayo de 2020

DEVOCIÓN A SANTA MARÍA MAGDALENA



PIADOSA DEVOCIÓN A SANTA MARÍA MAGDALENA

Bélgica. 1930

Colaboración de Miguel Morales

 

RESPONSORIO

Junto a la cruz desolada

Y anegada en honda pena,

Contemplaba Magdalena

Del Redentor la pasión.

 

R/: Alcánzanos, Magdalena,

De nuestras culpas perdón.

 

De cruel angustia agobiada,

Su corazón agoniza

Cuando al Salvador divisa

Preso como malhechor.

 

¡Qué acerbo fue su tormento

Cuando vio a su dulce Amado

En una cruz enclavado

Por salvar al pecador!…

 

Al ver de agudas espinas

Su cabeza coronada,

Magdalena desolada

No halla alivio en su dolor.

 

Al ver que de pies y manos

Corre la sangre a torrentes,

Sus ojos son dos fuentes

De lágrimas de dolor.

 

Al ver que su Dios expira

En medio de los tormentos,

Su corazón sin alientos

Desfallece de aflicción.

 

Junto al sepulcro llorosa

No cabe en su alma consuelo,

Y en vano un ángel del cielo

Viene a templar su dolor.

 

Y ¿quién podrá consolarte

Triste tórtola sin nido?

Si no hallas el bien perdido,

Te hará morir el dolor.

 

Si alguna vez, Magdalena,

Por el pecado perdemos

A Dios, haz que te imitemos

En tu sincero dolor.

 

ORACIÓN

¡Oh ilustre y admirable penitente María Magdalena! por aquel ardiente amor con que tan amargamente lloraste a los pies de Jesús, alcánzame te ruego, una contrición tal, que en la hora de mi muerte merezca oír de la boca de mi Soberano Juez aquellas consoladoras palabras que le oíste postrada a sus pies: Te son perdonados muchos pecados, porque has amado mucho. Así sea.

 

Gracias os doy infinitas, Jesús benignísimo,

por aquella obra de piedad que con Vos

hizo Santa María Magdalena,

cuando con sus lágrimas regaba vuestros pies,

con sus cabellos los limpiaba y enjugaba,

con sus labios amorosamente los besaba

y con ungüento precioso los ungía.

Por todo lo cual infundisteis en su alma y corazón

tanta copia de vuestro divino amor,

que no podía amar sino a Vos solo.

Os ruego que, por los méritos de esa gloriosa Santa,

os dignéis concederme lágrimas de verdadera penitencia,

he inflaméis mi alma y corazón

en las purísimas llamas de vuestro santo amor.

Amén.

 

 


ANOTACIONES

Al hablar sobre la piedad popular, es referirnos a aquellas devociones que antaño se hacían en nuestros pueblos y nuestras casas, cuando se...